Este 25 de marzo celebramos la solemnidad de la Anunciación del Señor

Se nos recuerda el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios en el seno de María

Una pequeña Navidad en el corazón de la Cuaresma

Conmemoracion: 25 de Marzo

SALUDOUn resplandor de gozo en el corazón del tiempo penitencial. Volvemos nuestros ojos a María.

El ángel Gabriel anuncia a la Santísima Virgen haber sido escogida para Madre de Dios. Ante ello, la Santísima Virgen se turbó, oyéndose saludar con títulos tan nuevos y excelentes, de los cuales se juzgaba indigna y mostró de un modo especial: pureza admirable, humildad profunda, fe y obediencia perfectas.

La Santísima Virgen María dio a conocer su gran amor a la pureza con la solicitud de conservar la virginidad, solicitud que mostró al tiempo mismo que se veía destinada a la dignidad de madre de Dios. Nos muestra su profunda humildad con las palabras: “He aquí la esclava del Señor”, dichas mientras era hecha madre de Dios. Y mostró la Virgen María su fe y obediencia cuando dijo: “Hágase en mí según tu palabra.”

En el mismo punto en que la Virgen María dio el consentimiento para ser madre de Dios, la segunda Persona de la Santísima Trinidad se encarna en sus entrañas, tomando cuerpo y alma por obra del Espíritu Santo. Y nacerá Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.

Por el «sí» de María se ha realizado el Gran Encuentro, el mayor prodigio de la historia de todos los tiempos. En la Biblia hay cuatro «Fiat o Hágase» que son las cuatro columnas del universo. Cuatro misterios en una palabra: FIAT. En los labios de la Trinidad, Creación. En los labios de María, Encarnación. En los labios de Cristo -en Getsemaní – Redención. En nuestros labios -en el Hágase del Padre Nuestro- Salvación a través de la santificación.

La Santísima Virgen en su Anunciación, enseña en particular a las vírgenes que hagan grandísima estima del tesoro de la virginidad; nos enseña a todos a disponernos con gran pureza y humildad a recibir dentro de nosotros a Jesucristo en la sagrada comunión y finalmente nos enseña a rendirnos con presteza al divino beneplácito.

Hoy en la solemnidad de la Anunciación, adoremos profundamente al Verbo encarnado por nuestra salvación y démosle gracias de tamaño beneficio; alegrémonos con la Santísima Virgen de la dignidad a que ha sido elevada de Madre de Dios, y honrémosla Señora y Abogada nuestra; decidámonos a rezar siempre con gran respeto y devoción el Ave María.

Jesús te ama