León Magno, Santo
Memoria Litúrgica, 10 de noviembre
Papa y Doctor de la Iglesia
Martirologio Romano: Memoria de san León I, papa, doctor de la Iglesia, que, nacido en Etruria, primero fue diácono diligente en la Urbe y después, elevado a la cátedra de Pedro, mereció con todo derecho ser llamado “Magno”, tanto por apacentar a su grey con una exquisita y prudente predicación como por mantener la doctrina ortodoxa sobre la encarnación de Dios, valientemente afirmada por los legados delConcilio Ecuménico de Calcedonia, hasta que descansó en el Señor en Roma, donde en este día tuvo lugar su sepultura en San Pedro del Vaticano (461).
Etimología: León = Aquel hombre audaz, imperioso y valiente, es de origen latino
Breve Biografía
El Papa León, que nació en Toscana a fines del siglo IV, es recordado en los textos de historia por el prestigio moral y político que demostró ante la amenaza de los Hunos de Atila (a los que logró detener sobre el puente Mincio) y de los Vándalos de Genserico (cuya ferocidad mitigó en el saqueo de Roma del 455).
Elevado al solio pontificio en el 440, en sus 21 años de pontificado (murió el 10 de noviembre del 461) llevó a cabo la unidad de toda la Iglesia alrededor de la sede petrina, impidiendo usurpaciones de jurisdicción, arrancando de raíz los abusos de poder, frenando las ambiciones del patriarcado constantinopolitano y del vicariato de Arles.
Desafortunadamente, no existen muchas noticias biográficas de él. Al Papa León no le gustaba hablar mucho de sí en sus escritos. Tenía una idea elevadísima de su función: sabía que encarnaba la dignidad, el poder y la solicitud de Pedro, jefe de los apóstoles. Pero su posición de autoridad y la fama de rigidez y hieratismo no le impedían comunicar el calor humano y el entusiasmo de un hombre de Dios, que se notan por los 96 Sermones y por las 173 cartas que han llegado hasta nosotros. Sobre todo las homilías nos muestran al Papa, uno de los más grandes de la historia de la Iglesia, paternalmente dedicado al bien espiritual de sus hijos, a los que les habla en lenguaje sencillo, traduciendo su pensamiento en fórmulas sobrias y eficaces para la práctica de la vida cristiana.
Sus cartas, por el estilo culto, demuestran su rica personalidad. De espíritu comprensivo y previsor, se destacó también por su impulso doctrinal, participando activamente en la elaboración dogmática del grave problema teológico tratado en el concilio ecuménico de Calcedonia, pedido por el emperador de Oriente para condenar la herejía del monofisismo.
Su famosa Epistola dogmatica ad Flavianum, leída por los delegados romanos que presidían la asamblea, presentó el sentido y también las fórmulas de la definición conciliar, creando así una efectiva unidad y solidaridad con la sede de Roma. León fue el primer Papa que recibió de la posteridad el epíteto de “magno”, grande, no sólo por las cualidades literarias y la firmeza con la que mantuvo en vida al decadente imperio de Occidente, sino por la solidez doctrinal que demuestra en sus cartas, en sus sermones y en las oraciones litúrgicas de la época en donde se ven evidentes su sobriedad y precisión características.
La persona que se dio cuenta
Santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19. Miércoles XXXII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Dios mío. Gracias por ser quien eres, por ser un Padre tan bueno. Gracias por llevarme por los caminos que más me convienen y por darme todo lo que necesito. Gracias por enviar a tu Hijo Jesucristo para salvarme.
Bendito seas por ser tan bueno; ayúdame a reconocer y corresponder siempre a tu amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19
En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea.
Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.
Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.
Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano. Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?”. Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Dar las gracias es una clara señal de buena educación. Pero es más que sólo eso. La gratitud es un tesoro que sale del fondo del corazón y nos hace más humanos, también de cara a Dios.
Agradecer es reconocer el bien que se recibe. Alguien nos cede el paso, o nos ayuda con una carga pesada, y decimos gracias porque apreciamos ese acto bueno hacia nosotros. Al terminar los estudios en la universidad agradecemos a los profesores que nos han ayudado en la carrera. O bien, el día de la madre agradecemos con un regalo todo lo que nuestra mamá ha hecho por nosotros… Y con una palabra tan corta, o con un gesto muy sencillo, expresamos que nos dimos cuenta, que apreciamos la persona que nos hizo el favor, a nuestro profesor o a nuestros papás…
Si la gratitud es algo que vale tanto entre nosotros, con mucha más razón debe valer con Dios. ¡Cuántas cosas buenas nos ha dado el Señor! De Él hemos recibido la vida, la salud, la comida, un mundo tan maravilloso en el que vivimos, la fe, una llamada personal en la fe y una misión en la Iglesia…
Cada día recibimos tanto, sólo hace falta un poco de atención para darnos cuenta, como el leproso que quedó curado, de que Alguien nos dio un regalo… Y cuando agradecemos, abrimos el corazón para recibir algo mucho más grande: la salvación.
«La gente seguía a Jesús por conveniencia, sin demasiada pureza en el corazón, quizá por el querer ser más buenos. En dos mil años el escenario no ha cambiado mucho. También hoy muchos escuchan a Jesús como esos nueve leprosos del Evangelio que, felices con su sanación, se olvidan que de Jesús les había devuelto la salud».
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 23 de septiembre de 2014, en Santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Antes de comer, daré las gracias con mi familia por todas las cosas buenas recibidas de Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Qué significa reconocer la gloria de Dios?
En la oración debemos aprender el arte de la adoración de la gloria de Dios, quedando extasiados con la contemplación de este amor.
Reconozcamos la Gloria de Dios
En el tiempo de Navidad resuenan en nuestros oídos y en nuestros corazones las palabras del coro de los ángeles a los pastores de Belén: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor” (Lc 2, 14). En la Navidad hablamos mucho, – y con toda razón- de paz, pero a veces nos podemos olvidar de la primera parte del canto celeste: “Gloria a Dios en el cielo”. La Iglesia nos habitúa a decir con frecuencia la doxología “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo”. En los domingos del año litúrgico se entona en la Misa el “Gloria”, que recoge el canto de los ángeles. Pero corremos el riesgo de habituarnos a usar una palabra cuyo significado no entendemos bien.
¿Qué significa reconocer “la gloria de Dios”? Significa ante todo reconocer su grandeza, su majestad, su omnipotencia. La “gloria” divina es, según la etimología de la palabra, su “peso”, lo que Dios es en su esencia e intimidad. Para el cristiano, que ha visto la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo, la gloria divina se manifiesta en su amor: “Tanto ha amado Dios al mundo que le dio su Hijo único” (Jn 3, 16). El gran poder de Dios es su Amor, el hecho de que Él es Amor sustancial, podríamos decir. Por ello la tradición cristiana ha visto sobre todo en el momento de la cruz, junto con la encarnación, la gran manifestación de la gloria de Dios, el momento supremo de la manifestación de su amor misericordioso por nosotros. María, tanto en Nazaret, Belén como en el Calvario, es testigo privilegiado de esta glorificación, Ella que había hecho de su vida un perenne Magnificat, un continuo acto de glorificación de Dios.
Oración y gloria de Dios
La oración es un momento en el que tenemos que dar espacio a la contemplación de la gloria de Dios, de su amor infinito hacia nosotros. No puede ser la oración simplemente una lista de peticiones ni de intenciones, aunque esto es lícito y bueno. En la oración debemos aprender el arte de la adoración de la gloria de Dios, quedando extasiados con la contemplación de este amor. Glorificamos a Dios en la oración y recocemos su gloria en la medida en que más nos parezcamos a Él por el amor. Amando somos capaces de ver la realidad y Dios mismo con un corazón nuevo. Somos capaces de penetrar su intimidad trinitaria, somos capaces de amar como nunca habíamos amado y de percibir su amor en un modo experiencial que llega a ser inefable.
- Esto es la Biblia: Episodio 9 – Génesis 9 y 1013:30
La Navidad para el cristiano es…
El período de Navidad debe ser para el cristiano un período de serena contemplación, de ejercicio de adoración, de glorificación del Dios Padre, del Hijo, del Dios Espíritu Santo. Será difícil buscar la paz verdadera si no tenemos el amor de Dios en el corazón, si no lo hemos contemplado, si no somos capaces de “pesar” la realidad con la balanza de Dios que es Amor.
Justamente los ángeles proclaman “la gloria de Dios” en el momento del nacimiento de Jesús porque en los llantos del Niño de Belén se manifiesta en modo maravilloso, sorprendente y misterioso el amor infinito de un Dios Amor que se hace Samaritano de la Humanidad doliente. “A quien nos ha amado así, ¿cómo no amarlo?”, dice el canto de “Adeste fideles”. Hagamos de la oración un ejercicio de glorificación de Dios y para ello pidamos que el Señor nos revela el secreto del amor, para que podamos amar en un modo semejante a como Él nos ha amado. Esto será posible con el compromiso de nuestra libertad, pero sobre todo con la ayuda de la gracia. Cada vez que contemplamos la gloria de Dios en la oración, Jesús nace en nuestra en nuestra alma trayendo a ella el don del amor.
El 15 de mayo de 2022 la Iglesia tendrá siete nuevos santos
El Papa Francisco estableció la fecha de canonización de siete beatos.
Fuente: Vatican News
El Santo Padre estableció la fecha de canonización de siete beatos, que no se había podido fijar a causa de la pandemia, tal como lo había decretado en el Consistorio público ordinario del pasado 3 de mayo. Así lo informa la Oficina de Prensa de la Santa Sede en un comunicado en el que se recuerda que serán canonizados:
Lázaro, llamado Devasahayam, laico, mártir;
César de Bus, sacerdote, fundador de la Congregación de los Padres de la Doctrina Cristiana;10:21
Luigi Maria Palazzolo, sacerdote, fundador del Instituto de las Hermanas de los Pobres – Instituto Palazzolo;
Giustino María Russolillo, sacerdote, fundador de la Sociedad de las Divinas Vocaciones y de la Congregación de las Hermanas de las Divinas Vocaciones;
Charles de Foucauld, sacerdote diocesano;
Maria Francesca di Gesù (nacida Anna Maria Rubatto), fundadora de las Hermanas Terciarias Capuchinas de Loano; María Domenica Mantovani, cofundadora y primera superiora general del Instituto de las Hermanitas de la Sagrada Familia.
En efecto, en aquel Consistorio el Papa había destacado la “vida cristiana y ejemplar santidad” de los futuros siete nuevos santos, cuya fecha de canonización no se había podido establecer a causa de la emergencia sanitaria por el Covid-19.
Entre ellos destacan Charles de Foucauld, sacerdote diocesano, “pobre entre los pobres” y Maria Francesca di Gesù, nacida Anna Maria Rubatto, fundadora de las Hermanas Terciarias Capuchinas de Loano, quien Murió en Montevideo en 1904.
Ahora Su Santidad decidió que el rito de canonización de estos siete beatos se celebre el 15 de mayo del próximo año 2022.
¿Podemos leer todo tipo de libros?
El hecho de que no exista un índice de libros prohibidos no da licencia para leer lo que sabemos ofende a Dios
El índice de libros prohibidos es la lista de libros que las autoridades eclesiásticas prohibían a los católicos leer o retener sin autorización.
El índice fue publicado por el Santo Oficio para dar a conocer que ciertos libros eran juzgados por autoridades competentes de la Iglesia como dañinos a la fe por ser contrarios a las enseñanzas de fe o moral, porque desacreditan a la Iglesia o podían confundir la fe de los creyentes.
Después del Concilio Vaticano II, la publicación de dicho índice se descontinuó. El 14 de Junio de 1966, la Congregación para la Doctrina de la Fe (la sucesora del Santo Oficio) dispuso que tanto el índice como las penas de excomunión que estaban indicadas en el mismo ya no eran vigentes. Sin embargo La Santa Sede publicó nuevas regulaciones, dando normas específicas acerca de la lectura de libros que son peligrosos a la fe católica o a la moral cristiana. Estas normas se codificaron en el Código de Derecho Canónico actual, en los #831 y 832.
831:
1-Sin causa justa y razonable, no escriban nada los fieles en periódicos, folletos o revistas que de modo manifiesto suelen atacar a la religión católica o la las buenas costumbres; los clérigos y los miembros de institutos religiosos sólo pueden hacerlo con licencia del Ordinario del lugar
2-Compete a la Conferencia Episcopal dar normas acerca de los requisitos necesarios para que clérigos o miembros de institutos religiosos o miembros de institutos religiosos puedan tomar parte en emisiones de radio o de televisión en las que se trate de cuestiones referentes a la doctrina católica o a las costumbres.
832:
Los miembros de institutos religiosos necesitan también licencia de su Superior mayor, conforme a la norma de las constituciones, para publicar escritos que se refieran a cuestiones de religión o de costumbres.
El Índice ha sido objeto de ataques queriendo acusar a la Iglesia de represión intelectual. No cabe duda de que se cometieron abusos con el Índice, la misma Iglesia lo reconoce. Como toda injusticia aquellos errores hicieron daño y debieron ser corregidos. Pero eso no es razón para juzgar el pasado según el presente. ¿Acaso hoy no cometemos errores, muchas veces por el otro extremo? La situación actual demuestra el daño causado por la mala prensa que ha llevado a la confusión generalizada sobre la moral.
Si bien la forma utilizada por el índice tuvo sus errores, no se puede negar la necesidad de avisar al pueblo de Dios de los peligros en la lectura.
La ley natural, por sí misma, nos prohíbe la lectura de aquellos libros o publicaciones que, en un juicio prudente, pongan en peligro nuestra fe o nuestra moral. Quien ama al Señor y se forma en sus caminos sabe en su corazón que debe apartarse de toda enseñanza que no sea recta. El hecho de que no exista un índice de libros prohibidos no da licencia para leer lo que sabemos ofende a Dios. Es así como Adán y Eva se dejaron engañar por el maligno. Por eso, nosotros mismos deberíamos ser los jueces mas estrictos de las cosas que leemos. ¿Acaso leería un profesional libros sobre su profesión cuando sabe que contienen errores? ¿Se dejaría usted tocar por un médico que se guía por manuales errados?
Si nuestra fe es católica, sabemos que Dios ha confiado al magisterio de la Iglesia la enseñaza de la doctrina y la moral. Un ejemplo podría ayudarnos a entender la misión maternal de la Iglesia.
Si usted tiene hijos, no les permitiría leer o mirar cualquier libro que usted sepa va a hacerle daño, por el contrario, usted procuraría que ellos leyeran libros que edificaran sus vidas. Esa restricción no le cerraría a sus hijos el campo del saber sino que se lo abriría mas ampliamente en el camino adecuado. No les robaría la responsabilidad de pensar con su propia cabeza sino que les ayudaría a utilizar su juicio en el estudio mas valioso. Claro, usted como padre podría errar tratando de sobreprotegerlo. Pero hay que recordar que también puede errar si no hace su papel de padre prohibiendo lo que es nocivo.
En la vida espiritual siempre tenemos algo nuevo que aprender y no debemos creernos lo suficientemente crecidos como para no aprender algo nuevo acerca de nuestra fe. Pero el estudio debe estar bien fundamentado. Es penoso que muchos católicos desperdician su tiempo en cualquier libro y no se han leído los libros clásicos de espiritualidad, aquellos que la Iglesia nos presenta como libros de probado valor espiritual.
Debemos ser dóciles y dejarnos enseñar y guiar. Jesús nos dio el ejemplo, El que es Dios, se dejó enseñar y guiar por la Santísima Virgen y San José, aún después de haber cumplido la mayoría de edad (recuerde que el Señor vivió «sujeto a ellos» hasta los treinta años cuando inició su ministerio público).
Debemos someter nuestra conciencia a la verdad objetiva pues Jesús dijo: «Quien me ama, guarda mis Mandamientos» -Jn 14:15. No hay amor sin un compromiso a la verdad y a la fidelidad. (ver Jesús ante los Mandamientos y la encíclica Veritatis Splendor). Para ayudarnos a formarnos sólidamente en la fe y no dejarnos engañar, el Santo Padre promulgó El Catecismo de la Iglesia Católica.
Como adultos responsables de nuestra fe, debemos estar muy agradecidos al Señor que nos ha dado a la Iglesia como Madre para velar por el bien de nuestras almas.
Algunos de los libros de los que nos debemos cuidar:
– Libros que atacan la doctrina católica o defienden cualquier herejía o cisma o tienden a minimizar la religión.
– Libros que contienen ataques en contra de la religión, la moral, el culto divino y la pureza. Por ejemplo, los que tratan o narran cosas y actos obscenos o que inciten a las pasiones.
– Libros de religión hechos y publicados por no-católicos a menos que sean aprobados por la autoridad eclesiástica.
– Biblias y libros que presentan comentarios sobre las Sagradas Escrituras y no son católicos. (Algunos de estos pueden ser buenos pero hay que saber discernir).
– Libros que enseñan o apoyan la adivinación, brujería, magia y prácticas similares a éstas.
– Libros que defiendan actos prohibidos como el suicidio, duelo, divorcio, homosexualidad.
– Ediciones no aprobadas de libros litúrgicos.
– Libros que propagan falsas indulgencias.
– Estampas del Señor, la Virgen Santísima, los ángeles, santos o algún siervo de Dios, que no sean dignas de aquel a quien representan.
Como conclusión podemos decir que el índice de libros prohibidos indicaba a los creyentes aquellas lecturas que podían ser dañinas para su fe y para su misma armonía personal. Con el aumento vertiginoso de las publicaciones y con una mayor madurez a la hora de escoger las lecturas de cada quien, se hacía innecesario mantener este índice de libros prohibidos. Ello no quita, sin embargo, que cada uno sepa rechazar cualquier lectura (y esto vale para cualquier programa de radio, televisión, cine, internet, músicas, etc.) que pueda implicar un daño a la propia adhesión a Cristo o al compromiso decidido para servir al prójimo según la justicia y la caridad cristianas.
Así, cualquier lectura que ataque la religión, o promueva el odio a personas o a razas (lecturas, por ejemplo, que inciten al antisemitismo, al odio hacia los miembros de otras naciones, al desprecio de los pobres), o que calumnie a los demás, o que promueva comportamientos sexuales pecaminosos, o que defienda posiciones complicadas y confusas a la hora de orientar la propia fe y la vida moral, o que inciten a la violencia y a las guerras, son lecturas que el cristiano, por mantener su fidelidad a Cristo, no debe hacer, a no ser que se vea en la obligación de conocer algún libro o programa actual para poder iluminar a otros cristianos sobre el peligro que allí se encuentra.
¿Quieres dar de comer al hambriento?
Ayuda al comedor de la Capilla San Lucas en la CDMX
CDMX, 21 de Junio 2017- El día de ayer el Diácono Permanente Francisco Del Toro Núñez, concedió a Catholic.net una entrevista donde nos cuenta cómo es la administración del comedor que está a su cargo en la Capilla de San Lucas, ubicada en la Plaza de Pino Suárez, en el centro de la Ciudad de México.
El Diácono Francisco, nos contó que la capilla tiene dos actividades: el comedor, donde a diario se preparan alimentos para las personas en situación de calle y la entrega de despensas mensual, a personas en pobreza extrema.
- diluvio
Esta actividad pertenece a la Pastoral de la caridad; todos los Jueves, las personas que reciben despensa asisten a la capilla, como parte de un seguimiento pastoral, y el primer Jueves de cada mes a las 10 de la mañana reciben su despensa.
El Diácono, comentó a Catholic.net, que la forma en la que se arman despensas, es a través de la caridad: se les pide a los niños que asisten al catecismo en esa capilla diversos productos como: arroz, frijol, papel higiénico, azúcar, aceite, sal, sopas, latas de atún, sardina y verduras.
Además – como “una excepción muy bonita” – el Diácono Del Toro, nos platicó que recibe ayuda en especie de Padres Oratorianos de San Felipe de Jesús, que están en la Parroquia La Profesa, así como de los Padres de San Agustín, que se encuentran en la Parroquia de San Bernardo, sin olvidar mencionar la ayuda que recibe de los Padres Ortodoxos; Estos padres donan a la Capilla siempre que pueden y lo hacen por amor.
En cuanto al comedor, el Diácono Francisco platicaba que a diario se atienden a un grupo de entre 100 y 150 personas que viven en situación de calle o son migrantes, resaltando que el trato que se les da es de completo respeto, por que se reconoce su dignidad.
Las personas reciben los alimentos en el comedor a las 6:30 pm, puesto que después de hacer un Análisis de la Realidad, se dieron cuenta que durante el día las personas pueden conseguir comida, sin embargo en la noche es más difícil, por tanto este servicio es su cena.
Las labores en el comedor empiezan aproximadamente entre 8:00 am y 9:00 am, a diario compran la despensa en la Merced, que queda muy cerca de donde el comedor está ubicado, para preparar el menú del día “siempre con un muy buen sazón”, las personas que ayudan a esta labor son 4 y pertenecen a la Pastoral de la Caridad. Estas personas tomaron un curso de Caritas para servir en el comedor.
Lo que no puede faltar en la despensa para el comedor diario, es: jitomate, cebolla, ajo, cilantro, epazote, huevo, longaniza, salchicha, latas de atún o sardina, aceite, nopales, frijoles, lentejas y arroz.
Para comprar todo, el Diácono se apoya de la limosna que se reciben en la capilla y de la gente que quiera donar algunos productos.
Actualmente el primer Decanato de la Vicaria a la que pertenece la Capilla de San Lucas, dan al comedor una ayuda monetaria de $3,000 pesos mensuales, dinero que se ocupa para cubrir los gastos de gas, tortillas, platos y cucharas, según comentó el Diácono Francisco a Catholic.net.
Sin embargo, el comedor no es la única labor que se hace con los migrantes y las personas en situación de calle, todos ellos tienen un seguimiento evangelizador y catequético. Los lunes tienen una misa especial y los Jueves tienen una hora Eucarística.
Este acompañamiento ha dado fruto en la comunidad del Comedor, hay testimonio de gente que ha encontrado trabajo o se ha auto empleado, van con el Diácono y le cuentan su experiencia.
Cuando le preguntamos al Diácono Francisco, en que forma los laicos podemos contribuir en esta tan misericordiosa labor, el nos comentaba que se necesitan “Voluntarios con amor” para ayudar a atender el comedor. Y nos platicaba que al hablar de donaciones en especie “sería como sacarse la lotería” tener donaciones de: aceite, frijol, arroz, azúcar, sal, lentejas, Abas, atunes y sardinas, chiles curados, platos grandes y cucharas soperas.
La Capilla de San Lucas Evangelista, se encuentra ubicada Fray Servando No. 14, Plaza San Lucas o Plaza Pino Suarez, Col. Centro. Y el telefono es el 5522-7718.
“La mies es mucha y los obreros pocos”(Lc. 10, 1-12)
Recursos Didácticos sobre el Catecismo
Recursos de temas como: El Padre Nuestro, la Oración, Fe
Llevo muchos años dedicada a los niños, unas veces les he enseñado a leer, otras a jugar, en este momento algo mucho más importante: a rezar y adquirir unos valores que les van a servir para ser mejores personas. Me siento muy orgullosa de ello. Es una oportunidad que aprovecho. Este es el motivo de este curso, orientaciones o recursos didácticos, el nombre es lo de menos.
Me he dado cuenta que muchas personas adquieren un compromiso con la evangelización de los niños pero les falta experiencia y al encontrarse ante un grupo de niños y niñas de distintas edades, no encuentran los medios para mantenerles atentos e interesados en algo tan abstracto como es la educación religiosa.
Por eso pongo en común mis recursos didácticos con todos aquellos que tengan esa inquietud, que me consta que son muchos, de muchos países y condiciones sociales.
Mediante fichas y presentaciones de power point trataremos los temas que el catecismo nos señala.
Dependiendo los recursos de cada uno se podrán imprimir para todos, sólo para el catequista o incluso para enviar por correo electrónico.
Tema1: Información, observaciones
Necesitamos conocer a nuestros niños, cuáles son sus preferencias, sus miedos, sus inquietudes. Para ello les pedimos que rellenen junto con sus padres “¿Quién soy yo? “ Sus padres también participan en ese conocimiento y a nosotros nos da la pauta para tratarles de manera individualizada.
Los datos del teléfono, correo y demás nos permiten estar en contacto con los padres para cualquier notificación o sugerencia.
Información
Tema 2: El Padre Nuestro
El objetivo es que conozcan el Padrenuestro y la recen pensando lo que dicen, no como una oración rutinaria. Hablar con Dios mediante la oración, que conozcan y sepan que Dios nos escucha, nos atiende pero nosotros debemos corresponderle con nuestras buenas obras.
Cada día lean un párrafo de la Biblia y la vayan conociendo
El Padre Nuestro
Tema 3: Nuestra Fe
Este tema tan abstracto para ellos debemos tratarlo con mucho cuidado. Ahora los niños oyen y ven documentales sobre la evolución de las especies, la formación del mundo y los avances de la ciencia.
Tenemos qué hacerles reflexionar para que comprendan que Dios no está reñido con la evolución del hombre todo lo contrario.
Explicarles que la fe es algo maravilloso que tenemos pero hay que cuidarla y aumentarla mediante la oración y los sacramentos.
Es muy importante que comprendan que Dios es tan grande que nosotros no podemos ni imaginar, con nuestra inteligencia, cómo es.
Hay cosas que no se ven y existen, no somos capaces de explicar Les pongo el ejemplo del aire o el cariño.
Pues la fe es el aire que permiten a nuestra alma respirar.
Nuestra Fe
Tema 4: La Oración
El objetivo de este tema es que los niños aprendan a rezar, con sus propias oraciones o con las que ya conocen.
Aprenderán así tres momentos fundamentales cuando rezan.
– Hablar con Jesús o María como si fueran sus amigos o su madre. Contarles sus inquietudes, sus alegrías. Lo que les preocupa.
-Dar gracias por todo lo que tienen, por su familia, por su educación, por sus amigos, por su colegio, por tener una casa y comida.
-Pedir lo que necesitan haciendo a Dios partícipe de su vida.
– Acostumbrarse a pensar que Jesús es su amigo y les escucha.
La Oración
Una oración para rezar al encender una vela en la iglesia
San León Magno, el Papa que convenció hasta a Atila
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Dolors Massot – publicado el 10/11/14
Un pastor para momentos de crisis que defendió la fe ante los que la atacaban
San Léon I el Magno (que significa grande) nació en la actual Toscana italiana. Fue elegido Papa en el año 440 y falleció en el 461.
Vivió una época convulsa y tuvo que luchar heroicamente contra enemigos tanto internos como externos de la Iglesia.
Protegió la doctrina en torno a Cristo
En cuanto al enemigo interno más feroz, san León aplastó la herejía monofisita, que afirmaba que Jesús era Dios pero no Hombre. También la nestoriana, que aseguraba que en Cristo había dos personas.
Convocó el concilio ecuménico de Calcedonia en el año 451 y quedaron condenadas ambas.
Los padres conciliares aprobaron el texto que definía la doctrina cristológica con un rotundo «Pedro ha hablado a través del León».
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Un clásico de san León Magno para no rendirse nunca
Combatió igualmente con vigor el pelagianismo, el maniqueísmo y el priscilianismo. Y es que luchó por la integridad de la fe y la unidad de la Iglesia.
Frente a frente con Atila
Entre los enemigos externos se encontraban las constantes invasiones bárbaras: san León I logró convencer a Atila, rey de los hunos, de que no marchara sobre Roma en el 452.
Sin embargo, los vándalos saquearían la Ciudad Eterna tres años después. El Papa logró que al menos se respetara la vida de los habitantes de Roma y que no la incendiaran.
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Oración
Oh, Dios, que nunca permites que las puertas del infierno prevalezcan contra tu Iglesia,
asentada sobre la firmeza de la roca apostólica:
te pedimos, por intercesión del papa san León Magno,
que permaneciendo firme en tu verdad disfrute una paz continua.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
¿Cómo se prepara Benedicto XVI para su muerte?
El Papa Emérito «se prepara para morir desde hace muchos años». Son palabras de su secretario, mons. Georg Gänswein. Así que tratemos de encontrar algunos rastros de su «preparación» en los escritos públicos de las últimas décadas
Exactamente un mes antes de la conmemoración anual de todos los fieles difuntos, Benedicto XVI envió su carta de pésame por la muerte de su querido amigo, el padre Gerhard Bernhard Winkler, a la comunidad cisterciense de Wilhering (Austria).
Dirigiéndose al abad, el Papa Emérito escribió:
Querido padre abad,
La noticia de la muerte del padre Gerhard Winkler, que me transmitió, me conmovió profundamente. De todos mis colegas y amigos, él era el más cercano a mi corazón. Su alegría y su profunda fe siempre me han atraído. Ahora ha llegado al más allá, donde estoy seguro de que ya le esperan muchos amigos. Espero poder unirme a ellos pronto también. Mientras espero, estoy unido a él y a la comunidad monástica, en la medida de lo posible, en la oración.
Con fervientes votos y bendiciones,
el suyo en el señor
Benedicto XVI
Nuestra época incrédula y desesperada es tan refractaria al Evangelio, que le cuesta incluso descifrar un simple mensaje de condolencia como este. «Condolencia» significa literalmente que el corazón duele, y sufre por una separación de sentidos y afectos; no porque el ser querido haya «caído en la nada» y «ya no esté».
La clave de Gaënswein
El diario alemán Das Bild, en cambio, consideró sensato consultar al secretario privado de Benedicto XVI, mons. Georg Gänswein, para descifrar esas frases que, en una lectura mundana, parecían mostrar, si no una «voluntad de morir» por parte del Papa Emérito, al menos la pérdida de la alegría de vivir.
El secretario respondió:
El arte de morir forma parte de la vida cristiana. El Papa Emérito se ha dedicado a ello durante muchos años, pero está absolutamente lleno de alegría de vivir. Está estable en su debilidad física, lúcido y dotado de su humor típicamente bávaro. La carta le salió del corazón, pero no significa que Benedicto XVI no tenga ganas de vivir, al contrario.
En la sonrisa de un noventa que mira la muerte y la espera con paciencia y esperanza, brilla un rayo del risus paschalis del Resucitado; y es natural que el mundo no vea si no la superficie de esta paradoja: frente a la alegría inquebrantable de ese viejo, la euforia de las masas que huyen como la peste el pensamiento de la muerte (y mientras tanto viven para correr hacia ella) aparece por el asombro divertido que es.
«¿Podemos prepararnos para la muerte?»
La noticia de que mons. Gänswein da, estrictamente hablando, es solo sobre el estado actual de salud del Papa Emérito: está físicamente débil pero estable, lúcido y con sentido del humor.
El hecho de que se haya dedicado «durante años» al arte de morir no es ningún secreto, aunque solo sea porque lo había hablado abiertamente hace cinco años, cuando salió Últimas conversaciones, el libro-entrevista de Peter Seewald.
Allí el periodista alemán preguntó expresamente: «¿Podemos prepararnos para la muerte?». Y la respuesta fue:
De hecho, debemos prepararnos para ella. No en el sentido de que ahora uno comienza a realizar ciertos actos concretos, sino que internamente, mientras vive, tiene presente que tiene que someterse a un examen final ante Dios. De estar a punto de dejar este mundo y tener que encontrarse frente a él y frente a los santos, frente a los amigos y todos los que no son amigos. Digamos que uno acoge y acepta la finitud de esta vida y se prepara internamente para acercarse al rostro de Dios.
Benedikt XVI e Peter Seewald, Letzte Gespräche, München 2016, p. 271
«Y tú – respondió el reportero – ¿cómo lo haces?» Benedicto respondió:
Simplemente en mi meditación: siempre pienso en ello, en el hecho de que nos estamos moviendo hacia el final. Siempre intento prepararme y, sobre todo, estar presente. Lo importante, sin embargo, no es que me lo imagine todo, sino que vivo con la conciencia de que toda la vida se concentra en un encuentro.
Ibídem.
«Algunos pensamientos sencillos sobre la realidad de la muerte»
Unos meses más tarde, hace exactamente diez años, el Papa compartió «algunas reflexiones sencillas sobre la realidad de la muerte, que para nosotros los cristianos está iluminada por la Resurrección de Cristo». Entre otras cosas, dijo en esa ocasión:
¿Por qué experimentamos temor ante la muerte? ¿Por qué una gran parte de la humanidad nunca se ha resignado a creer que más allá de la muerte no existe simplemente la nada? Diría que las respuestas son múltiples: tenemos miedo ante la muerte porque tenemos miedo a la nada, a este partir hacia algo que no conocemos, que ignoramos. Y entonces hay en nosotros un sentido de rechazo pues no podemos aceptar que todo lo bello y grande realizado durante toda una vida se borre improvisamente, que caiga en el abismo de la nada. Sobre todo sentimos que el amor requiere y pide eternidad, y no se puede aceptar que la muerte lo destruya en un momento.
También sentimos temor ante la muerte porque, cuando nos encontramos hacia el final de la existencia, existe la percepción de que hay un juicio sobre nuestras acciones, sobre cómo hemos gestionado nuestra vida, especialmente sobre aquellos puntos de sombra que, con habilidad, frecuentemente sabemos remover o tratamos de remover de nuestra conciencia. Diría que precisamente la cuestión del juicio, a menudo, está implicada en el interés del hombre de todos los tiempos por los difuntos, en la atención hacia las personas que han sido importantes para él y que ya no están a su lado en el camino de la vida terrena. En cierto sentido, los gestos de afecto, de amor, que rodean al difunto, son un modo de protegerlo basados en la convicción de que esos gestos no quedan sin efecto sobre el juicio. Esto lo podemos percibir en la mayor parte de las culturas que caracterizan la historia del hombre.
Benedicto XVI, audiencia del 2 noviembre 2011