Nuestro Evangelio de hoy contiene una parábola que compara al Reino de los Cielos “con diez vírgenes, que con sus lámparas en mano, salieron al encuentro del novio”. Esta es una imagen tomada de las costumbres de la época. Las novias debían esperar al novio y, cuando aparecía, debían acompañarlo.

Esta es la comunidad cristiana esperando la llegada de Cristo, el novio. ¿Jesús cuenta esta parábola porque sabe que Su Iglesia estará esperando un largo tiempo?

Sería bueno que durante esta espera recemos regularmente, nos eduquemos en la fe, participemos en los sacramentos, especialmente la Eucaristía, realicemos obras de misericordia, tanto espiritual como corporal, convirtiéndonos en personas de amor. Seríamos tontos si fuéramos negligentes en esto durante nuestra espera.

Y aquí tenemos una de las verdades más duras de la parábola: la vida divina, muy cultivada, no puede simplemente ser compartida con otro a último momento. Las vírgenes prudentes no están haciéndose las difíciles o egocéntricas cuando les dicen a sus amigas que no las pueden ayudar. El santo no puede infundir su vida en el otro; simplemente no funciona de ese modo.

Petróleo no desgranable

La actitud y el comportamiento de las cinco doncellas sabias podrían parecer bastante poco cristianos. ¿Por qué no compartieron un poco de lo que tenían para que todos pudieran encender sus lámparas y recibir al novio? ¿No fueron egoístas? Si bien es cierto que compartir los recursos de uno es el camino cristiano, aparentemente hay ciertas cosas que simplemente no se pueden compartir, especialmente en el ámbito espiritual: uno debe cultivarlas por sí mismo, con la gracia de Dios. En el viaje espiritual, uno debe recorrer el camino por sí mismo. Uno debe generar el aceite de la perseverancia y el compromiso por sí mismo. Los demás sólo pueden estar al lado, aconsejar y animar. Un director espiritual sólo puede mostrar el camino, el dirigido debe hacer el recorrido. Un amigo puede rezar, exhortar y apoyar a otro, pero éste debe comprometerse personalmente. Nadie puede vivir la vida de otro. 

Junípero Serra, Santo

Presbítero, 28 de agosto

Apóstol de California

Martirologio Romano: En Monterrey, en California, beato Junípero (Miguel) Serra, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que pasó por muchas dificultades y pesares predicando el Evangelio entre las tribus todavía paganas de aquella región, en su propia lengua, y defendió con gran valentía los derechos de los pobres y de los humildes († 1784).

Fecha de beatificación: Juan Pablo II lo beatificó solemnemente en Roma, el 25 de septiembre de 1988.

Fecha de canonización: S.S. Francisco lo incluyó en el libro de los santos el 23 de septiembre de 2015, en Washington D.C.

Breve Biografía

Nacido en Petra (Mallorca) el 24 de noviembre de 1713, Miguel José fue hijo de Antonio Serra y Margarita Ferrer, agricultores. Después de la enseñanza primaria en los Franciscanos de Petra, Miguel marchó a Palma, la Capital, e ingresó en los Frailes Menores en 1730, tomando el nombre de Junípero en honor de uno de los primeros seguidores de San Francisco. Ordenado de sacerdote en 1737, Serra fue destinado a enseñar filosofía. Entre sus alumnos hubo dos que fueron sus últimos colaboradores en el Nuevo Mundo, Francisco Palou y Juan Crespí. Tras doctorarse en Teología en la Universidad del Beato Ramón Llull en 1742, Serra continuó enseñando filosofía y teología y adquirió gran fama como predicador.

En 1749, en unión de Palou, partió para el Colegio de San Fernando, en la Ciudad de México. Temiendo comunicar a sus padres su próxima partida, Serra pidió a un fraile compañero suyo que les informara sobre el particular. «Yo quisiera poder infundirles la gran alegría que llena mi corazón», decía. «Si yo pudiera hacer esto, seguro que ellos me instarían a seguir adelante y no retroceder nunca». Les pedía que comprendieran su vocación misionera y prometía recordarlos en la oración.

Poco después de su llegada a México, Serra sufrió la picadura de un insecto que le produjo la hinchazón de un pie y una úlcera en la pierna de la que le resultó una cojera para el resto de su vida. Tras unos meses en el Colegio de San Fernando, Serra fue destinado a las misiones de Sierra Gorda al nordeste de la ciudad de México. Allí trabajó durante ocho años, tres de ellos como presidente de las misiones. Llamado a la Ciudad de México, fue maestro de novicios durante nueve años y continuó su predicación en las zonas alrededor de la capital. En 1767 los jesuitas fueron expulsados de México y sus misiones de la Baja California fueron encomendadas al Colegio de San Fernando. Serra fue nombrado presidente de esas misiones, cuya cabecera estaba en la Misión de Loreto.

En 1769, la Corona de España decidió colonizar la Alta California (hoy Estado de California en los EE.UU.). Serra fue nombrado nuevamente presidente; supervisó la fundación de las nueve misiones: San Diego (1769), San Carlos Borromeo (1770), San Antonio de Padua (1771), San Gabriel Arcángel (1771), San Luis Obispo (1772), San Francisco de Asís (1776), San Juan de Capistrano (1776). Santa Clara de Asís (1777) y San Buenaventura (1782).

En 1773 Junípero fue a la Ciudad de México para entrevistarse con el Virrey Bucarelli y tratar de resolver los problemas que habían surgido entre los misioneros y los representantes del Rey en California. La Representación de Serra (1773) ha sido llamada «Carta de los Derechos» de los indios; una parte decretaba que «el gobierno, el control y la educación de los indios bautizados pertenecerían exclusivamente a los misioneros». Durante esta visita a la Ciudad de México Serra escribió a su sobrino, el Padre Miguel Ribot Serra diciéndole: «En California está mi vida y allí, si Dios quiere, espero morir».

Ni siquiera el martirio del Padre Luis Jaime en la Misión de San Diego (1775) apagó el deseo de Serra de añadir nuevas misiones a la cadena de las ya existentes a lo largo de la costa de California. En todas estas misiones, Junípero y los frailes enseñaron a los indios métodos de cultivo más eficaces y el modo de domesticar a los animales necesarios para la alimentación y el transporte. Cuando fue capturado el indio que dirigía a los rebeldes en la Misión de San Diego, Serra escribió al Virrey, pidiéndole que perdonara la vida del indio. Los que fueron capturados, fueron eventualmente perdonados. En la misma carta al Virrey, Serra pedía que «en el caso de que los indios, tanto paganos como cristianos, quisieran matarme, deberían ser perdonados». Serra explicaba: «Debe darse a entender al asesino, después de un moderado castigo, que ha sido perdonado y así cumpliremos la ley cristiana que nos manda perdonar las injurias y no buscar la muerte del pecador, sino su salvación eterna».

Serra pasó los últimos años de su vida ocupado en las tareas de la administración, la necesidad de escribir muchas cartas a las otras misiones y a la Iglesia y a los oficiales del gobierno en la Ciudad de México, y con el ansia de fundar las misiones necesarias. Sin embargo, trabajó con gran fe y tenacidad, aunque le iban faltando las fuerzas. Los indios le pusieron de apodo «el viejo», porque tenía 56 años cuando llegó a la Alta California, pero Serra trabajó constantemente hasta su muerte el 28 de agosto de 1784 en la Misión de San Carlos Borromeo, que había sido su cuartel general y se convirtió en el lugar de su descanso definitivo. Los indios y los soldados lloraron la muerte de Serra y lo llamaban «Bendito Padre». Muchos se llevaban un trozo de su hábito como recuerdo; otros tocaban medallas y rosarios a su cuerpo.

Poco tiempo después de la muerte de Serra, el Guardián del Colegio de San Fernando escribía al Provincial de los Franciscanos en Mallorca: «Murió como un justo, en tales circunstancias que todos los que estaban presentes derramaban tiernas lágrimas y pensaban que su bendita alma subió inmediatamente al cielo a recibir la recompensa de su intensa e ininterrumpida labor de 34 años, sostenido por nuestro amado Jesús, al que siempre tenía en su mente, sufriendo aquellos inexplicables tormentos por nuestra redención. Fue tan grande la caridad que manifestaba, que causaba admiración no sólo en la gente ordinaria, sino también en personas de alta posición, proclamando todos que ese hombre era un santo y sus obras las de un apóstol».

El 14 de septiembre de 1987, el Papa Juan Pablo II tuvo un encuentro con los Indios nativos americanos en Fénix, Arizona, durante el cual alabó los esfuerzos de Serra para proteger a los indios contra la explotación. Tres días más tarde el Papa visitó la tumba de Serra en la Misión de S. Carlos Borromeo y recordó la Representación de Serra en 1773 en favor de los indios de California. Juan Pablo II dijo que Serra y sus misioneros compartían la convicción de que «el Evangelio es un asunto de vida y de salvación. Ellos estimaban que al ofrecer a Jesucristo a la gente, estaban haciendo algo de un valor, importancia y dignidad inmensos». Esta convicción los sostenía «frente a cualquier vicisitud, desazón y oposición».

El mismo Juan Pablo II beatificó solemnemente en Roma a Fray Junípero el 25 de septiembre de 1988.

En los Estados Unidos se lo festeja el 1 de julio, el resto del mundo lo recuerda el 28 de agosto.

Diez doncellas, cinco lámparas

Santo Evangelio según san Mateo 25, 1-13. Viernes XXI del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

«¡Oh fuente del eterno amor! ¿Qué puedo decir de ti? ¿Cómo podría olvidarme de ti? Tú te has dignado acordarte de mí; después de que me arruiné y perecí, tuviste misericordia de mí, más allá de toda esperanza. Y, más allá de cualquier mérito me ofreciste tu amistad. ¿Qué podré darte a cambio por tal beneficio? ¿Acaso es gran cosa que te sirva a ti? En verdad, Tú eres digno de todo servicio, de todo honor y de una eterna alabanza. Tú eres mi Señor y yo soy un pobre siervo tuyo, que quiere servirte con todas sus fuerzas. Éste es mi deseo y ésta es mi voluntad. Dígnate de suplir con tu gracia lo que a mí me falte. Amén.» (Tomás de Kempis, La imitación de Cristo)

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 25, 1-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’ Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’.

Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’.

Estén, pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Mientras esperamos las bodas definitivas al final de los tiempos, somos como esas doncellas. No sólo diez personas, sino millones y millones de bautizados en todo el mundo se han apuntado en la lista de invitados. Pero no todas las doncellas de la parábola entran en la fiesta, y, del mismo modo, no todos los cristianos entrarán al cielo. Una verdad dura, pero cierta. ¿Qué tenemos que hacer, entonces?

A todos les gusta sumarse a cosas bellas y esperanzadoras. Pero no a todos les dura la ilusión más de una semana o un mes. No todos pasan las horas oscuras de aburrimiento, dificultad o persecución. Las lámparas necesitan un alimento constante. El que quiere mantenerse en vela debe asegurarse de que el fuego continúa ardiendo. Renovar constantemente la fe, la esperanza y la caridad.

Llenar la lámpara de aceite, significa llenar el corazón de amor por Cristo, el esposo. Significa, por ejemplo, ofrecer las diversas actividades de nuestra jornada: «Dios mío, estas horas de trabajo son por amor a Ti, para darte gloria con mi esfuerzo y para extender tu Reino con mi ejempol».

El Esposo nos va a buscar durante el día con un sinfín de bendiciones. Pero sólo podremos recibirlas si nos mantenemos con la mente y con la intención orientadas hacia Él.

«Muchas veces Jesús en sus predicaciones nos advierte que debemos ser vigilantes, velar, quedar en espera. Vigilar porque vosotros no conocéis la hora en la que vendrá el hijo del hombre. La vigilancia debe ser preparada en función de la venida del Señor, subrayando el “prepararse”: es el caso de las diez siervas, las prudentes y las que no eran prudentes, no estaban preparadas. Las primeras tenían todo preparado, también el aceite de las lámparas; las segundas estaban allí a la buena, sin pensar estar preparadas. Vigilad, por tanto, es la sugerencia de Jesús, lo hace aconsejando la oración, la vigilancia para no caer en tentación».

(Homilía de S.S. Francisco, 13 de octubre de 2017, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy ofreceré a Dios mi trabajo o estudio en varios momentos del día, por medio de alguna sencilla oración.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Velad y estad preparados con el amor

La conducta a imitar de las vírgenes: olvidarse de uno mismo.

1.La Sabiduría viene personificada en una mujer hermosa, joven y atractiva, que nunca pierde su encanto, sentada a la puerta de los que la buscan. «Radiante e inmarcesible es la Sabiduría» Sabiduría 6,13. Atrae las miradas de los hombres, fascinados por su radiosidad. Quienes la aman la pueden contemplar. Los que la buscan la encuentran con facilidad. Los que anhelan poseerla y madrugan para buscarla, y recorren las calles y las plazas de la ciudad buscando al Amado de su alma, como la esposa del Cantar de los Cantares, la encontrarán sentada a su puerta: «Estoy a la puerta llamando; si alguno escucha mi voz y me abre la puerta, yo entraré en él y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3,20).

Es la Sabiduría la que toma la iniciativa, y viene al encuentro del hombre. Es Jesucristo que está llamando. No se hace de rogar. Sólo quiere ser buscada. «Quien vela por ella, pronto se verá sin problemas». ¿Cómo no buscar y desear compañía tan enriquecedora?

2. Estamos en el punto de conexión de la lectura de la Sabiduría y el evangelio: VELAR. Esperar, buscar, prepararse, estudiar, trabajar, orar, porque no sabemos a qué hora llegará el Esposo. Buscar al Esposo, como la esposa de los Cantares, saliendo de noche en su busca. Cuesta velar. La esposa vela y busca porque ama. El que ama no puede vivir sin su amado, sin su amada. Cuando no amamos nos dormimos, nos distraemos, nos aburrimos, despreciamos los vencimientos en lo pequeño, no nos preparamos, nos contentamos con lo que salga sin esfuerzo, no damos importancia a la palabra dada por pereza o desorganización, no vibramos, no trabajamos, o lo hacemos sin orden ni constancia, no sabemos ver la grandeza de lo ordinario y lo desdeñamos, pero tampoco gozamos de la paz y serenidad que produce el sacrificio y el vencimiento del carácter domesticado, del capricho momentáneo sacrificado,. Somos como niños que se pasan de un juego a otro sólo por cambiar. Pesa el estudio, y la oración, y el trabajo bien hecho, pero el fruto de la sabiduría, compensa con paz y con creces el esfuerzo y la renuncia. No he oído risas más sinceras, ni he visto rostros más luminosos y resplandecientes de alegría, que en el locutorio de las mujeres consagradas a Dios, porque se vencen y luchan a tope. En cambio del botellón y de la droga y de la frivolidad no se puede esperar un premio Nóbel.

3. El cristiano, preparado para la venida del Señor, madruga por él, tiene sed de él, está ansioso de su presencia, como tierra reseca, agostada, sin agua, como David sediento, huyendo de los soldados de Saúl por las estepas del sudeste de Palestina y de Absalón por el desierto de Judá. Lejos del Santuario donde la presencia de Dios le daba fuerza, necesita levantar las manos para alabarle e implorar su misericordia. La delicadeza y la estética del rey se manifiestan en las estrofas del Salmo: «Porque mi alma está sedienta de tí, Señor, Dios mío. Y hasta de noche en el lecho, me acuerdo de tí, pienso en ti» Salmo 62. Enamorado y dolorido Juan de la Cruz, desconocido, excepto para media docena de almas selectas, escribió en el estercolero de la cárcel de Toledo, los versos más divinos y humanos que se han escrito en toda las literaturas universales: «¿A dónde te escondiste, Amado, / y me dejaste con gemido? / Como el ciervo huiste, habiéndome herido / Salí tras tí clamando / y eras ido».

4. La parábola de hoy comienza así: “El Reino de los Cielos será semejante a diez muchachas vírgenes invitadas a un banquete de boda” Mateo 25,1. Unas estaban preparadas, y otras estaban como el invitado sin traje de boda (Mt 22,12). Estas, porque no tenían amor, el aceite, se quedaron fuera. «A medianoche se oyó una voz: <¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!>. -Las vírgenes necias, al ver la puerta cerrada, golpeaban y aporreaban la puerta cerrada y gritaban con desesperación: «Señor, Señor, ábrenos» y repetían una y otra vez la llamada, como quien tiene conciencia clara de que se está jugando la existencia inmortal. En la repetición está reflejada la angustia. Como el que ha hecho tarde al tren, al avión, y el viaje era urgente, trascendental, porque era portador de un corazón para ser trasplantado, del que dependía la vida de un hombre. «Velad y orad, no sabéis el día ni la hora».

5. En la parábola están bien utilizados dos recursos literarios: el retraso del novio y el sueño de las vírgenes. Las muchachas necias lo son, no porque se durmieron, pues se durmieron todas, sino porque no estaban preparadas para la llegada del esposo, con aceite suficiente, y se les apagaron las lámparas. Les faltó cabeza. El novio se retrasa. Tarda. Se prolonga la vida. Esto es motivo de adormecerse. Adormecerse es entregarse al trabajo y al porvenir de este mundo, dedicados a nuestra propia realización, olvidando el retorno de Cristo, y la vida del mundo futuro que profesamos en el Credo. La consternación y la rabia de las vírgenes locas indica el fracaso fatal de toda la vida. Por fortuna no todas se durmieron. Las cinco más delicadas, inteligentes y que amaban de verdad, estaban con las lucernas encendidas y bien provistas de aceite.

Jesús pronuncia esta parábola en Jerusalén. La ciudad de noche, como entonces todas, no está iluminada, sino sumida en las sombras. Las lámparas o teas alimentadas por aceite eran las únicas luminarias que existían. En la oscuridad de la noche cerrada, no se podía dar ni un paso sin esa pobre luz, única de los tiempos. De nuestras modernas calles iluminadas, no hubiera hablado así.

6. ¡Lo que se han perdido las vírgenes necias! El salmo 44 nos narra la entrada de la esposa en el palacio real, bellísima, vestida de perlas y brocado; llega ante el esposo rey, Cristo, con séquito de vírgenes, acompañada de sus compañeras entre alegría y algazara. El salmo se titula “Canto de amor”. La boda se celebra en un decorado propio de las “Mil y una noches”. Es la poesía de la prosa del “Cantar de los cantares”. Jesús, como novio locamente enamorado, cantó sin cesar en su corazón, este canto de amor, porque él, que es el AMOR, está INMUTABLEMENTE e insondablemente enamorado, concepto que atraviesa toda la Biblia. Así, a los que veían con malos ojos que sus discípulos ni ayunaban ni hacían penitencia como los de Juan, Jesús contestó: “¿Pueden llorar los amigos del novio, estando él con ellos?” (Mt 9,15). Jesús es célibe y está enamorado. Hoy se alardea de no ser vírgenes, aunque no están enamoradas. Pero, ¿puede una virgen estar enamorada? ¿Puede arder de amor un célibe? ¿Puede consumirse de amor verdadero, una persona consagrada al Amor? Preguntádselo a Santa Cecilia, que renuncia a costa de su vida a Valeriano, el mejor partido de Roma, o al ambicioso San Francisco Xavier, que va a morir dictándole al padre Cosme que escriba a Roma al padre Ignacio, “que ha muerto pensando en él, / lleno de amores… aquel / impaciente de París”, o a Teresa de Jesús, guapísima e inteligentísima, o a San Juan de la Cruz, o San Ignacio de Loyola, que había vivido en la corte y en la carne, o a la Doctora Nueva de la Iglesia, Santa Teresa del Niño Jesús, que murió de amor musitando: “¡Oh, le amo! Dios mío, os amo!”, y cayó en éxtasis bellísimo.

7. Pero yo se lo preguntaría, sobre todo a San Agustín que, habiendo experimentado las delicias de todas las categorías del amor, el de su madre, Santa Mónica, el de su amigo Alipio, la mitad de su alma: “animae dimidium meae”; el de la carne, “nondum amabam et amare amabam” “todavía no amaba y deseaba amar”, pues amar y ser amado era lo más dulce para mí, sobre todo si podía gozar del cuerpo del amante”, por eso se lió con una mujer y después con su amante africanita, que le dio un hijo inteligentísimo, Adeodato, y que cuando la arrancó de su lado quedó llagado su corazón, manando sangre continuamente, y de las dos jovencitas que le siguieron. “Al fin fui amado y llegué al placer, para luego ser azotado con las varas candentes de hierro de los celos, sospechas, temores, iras y contiendas”. El gran corazón de Agustín, conocedor de todos los amores, necesita amar y se va a consagrar en el celibato, ¿cómo podrá ya amar, siendo célibe? Cuando por fin vio la luz, Llegó a amar tanto, que escribió la frase conocida por todo el mundo: “Nos has hecho, Señor, para ti, y nuestro corazón inquieto sólo puede descansar en ti”. Y cuando ya gozaba del amor de Dios, a él consagrado, escribe en sus Confesiones: “Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y estoy anhelándote; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti”. Por fin aquella águila gigante había encontrado el AMOR.

8. Y con el amor, la fecundidad. Santa Teresa escribe que para esto es este matrimonio, para que nazcan obras. Sus obras son los hijos. Todavía, después de dieciséis siglos, viven los innumerables hijos de San Agustín, como viven los de San Ignacio, y de Santa Teresita. Dª Teresa Laiz, fundadora del monasterio de Alba de Tormes, no tenía hijos y los deseaba y pedía a Dios. El Señor le enseñó un campo cubierto de lindísimas flores, y le dijo: estos son los innumerables hijos que tendrás: un monasterio de contemplativas, que vivirán siempre. Allí morirá Santa Teresa. Amor de Dios, eficaz y fecundo, que redunda en el amor a los hermanos, por quienes trabaja y se sacrifica y ora. No es un amor encerrado en una torre de marfil.

9. Pero no vayamos a creer que ese camino es ancho y que a su meta se llega por los derroteros del desenfreno. El mismo Santo, con toda crudeza, nos describe su estado: “Pedía a Dios la castidad, pero no para ahora, sino para más adelante, porque a mí, cautivo, me atormentaba con vehemencia la costumbre de saciar mi insaciable concupiscencia, y el deseo del coito era tan intenso, que su privación me llenaba de tristeza y angustia”.

10. «Id a la tienda a comprar el aceite». ¿Egoísmo de las sensatas? También. Pero la parábola no lo quiere destacar. Lo que pretende poner de relieve, es que la luz, alimentada por el aceite, es un valor de difícil adquisición. Es el amor, la caridad, que no están nunca de rebajas. «Todo aquel que escucha estas palabras mías y las pone por obra, se parece al hombre sensato… Y todo aquel que escucha estas palabras mías y no las pone por obra, se parece al necio» (Mt 7,24). El aceite olvidado por las necias es la práctica del mensaje de Jesús. El aceite y la lámpara significan algo personal e intransferible que forma parte de la propia identidad. Están o no están en la biografía personal. Sin ese aceite y esa lámpara encendida, el hombre no es hombre, Dios no lo reconoce: «No os conozco».

11. No podemos hoy escuchar el tono y el acento del esposo que dice estas palabras. Pero en el matiz me parece que descubriríamos más que dureza y condenación, desilusión y dolor del amor no correspondido y fracasado. El esposo os creó por amor; siempre estuvo atento a vuestra vida; os situó en circunstancias que favorecieran las buenas obras, y si eran adversas, siempre os quitaba las piedras para que no tropezarais; os llamaba una y otra vez; os ponía personas y amigos que os iluminaran; os probaba para que volvierais a él; como a la higuera que no daba fruto, os cuidó con mimo y paciencia. Su anhelo infinito era que os parecierais a él. Pero ahora no os reconoce así. Algo parecido a lo que le sucedería a un padre que ha dedicado todos sus esfuerzos y sacrificios en educar a sus hijos y sacándoles de la nada, con su dedicación constante y su amor ardiente, que cuando comenzabais a sentir sabíais corresponder, se ha trocado en desvío, desamor, olvido, odio o rechazo. El acento de la voz del padre en las palabras: “no os conozco”, es de ternura y fracaso, de desilusión y desengaño, de sufrimiento y de dolor.

12. La voz del esposo suena así como la del padre defraudado, la del esposo enamorado, traicionado y abandonado: “Mi novia de la juventud, amorosa y sacrificada” (Jer 2,2), se ha convertido en huraña y desagradecida, ya no la conozco. Ha cambiado tanto, que no parece la misma”. Pero, si la voz del esposo es de ternura, la elegida fracasada, la percibe colérica: “Id, malditos, al fuego eterno, a las tinieblas exteriores”, es decir será arrojada fuera, o más bien es ella la que se ha encadenado a la oscuridad tenebrosa de la noche eterna, cuando había sido llamada a gozar de la fiesta iluminada de la sala del festín. Las muchachas necias podrían representar a todos aquellos que tienen fe y esperanza: creen teóricamente en Jesús; creen que Dios es Padre y que todos los hombres somos hermanos; creen en la Iglesia y esperan el cielo; pero no aman.

13. El esposo le había dicho a su novia, por Ezequiel, 16,4: “Cuando naciste, no te cortaron el cordón ni te limpiaron. Pasé yo y te vi agitándote en tu sangre, y te dije: Vive y crece, y llegaste a la flor de tu juventud: se formaron tus senos y tu pelo creció. Cuando estabas en la edad del amor, te desposé y fuiste mía, te lavé, te limpié de tu sangre y te ungí con óleo, te vestí con vestidos recamados y te cubrí de seda. Te adorné con joyas; te alimenté con flor de harina y te hiciste cada vez más hermosa y te nombré reina”. Y ahora has querido quedarte separada de mí.

14. ¿Cuál fue la conducta de las vírgenes sabias y prudentes? Seguir el consejo del mismo salmo: “Olvida tu pueblo y la casa de tu padre, y el rey amará tu belleza”. Olvida tus costumbres y tus preferencias y gustos y la corriente social. Y “en lugar de tus padres, tendrás hijos, que serán príncipes, y te alabarán todos los pueblos por siempre”. Porque hijos de la carne, ¿cuántos? ¿Uno, o la parejita, porque hoy no está la vida como antes? Tus hijos del espíritu serán innumerables, serán príncipes celestiales que te amarán, sin fin, y eternamente te cantarán su gratitud. Ni tu envejecerás, ni tus hijos te llevarán al asilo. Cuando San Agustín predicaba esto alguien le dijo: “Pero así se acabaría el mundo”. Y respondió: ¡Qué bello y feliz final del mundo! Y digo yo, es preferible que el mundo se acabara, que no se acabará, por el cumplimiento de la virtud de la castidad, que por el furor terrible de las armas atómicas, como terminaron Hiroshima y Nagasaki, o Kansas, como relata Nicholas Meyer en la película del año 1983, “El día después”.

15. Entre la Sabiduría y la lámpara encendida hay una cierta identidad. San Pablo sugiere la identidad entre lámparas apagadas y la aflicción desesperada ante la muerte: «de los hombres sin esperanza» 1 Tesalonicenses 4,13. Ante estos, Dios no puede hacer nada, «se cerró la puerta». ¿Y si una virgen prudente hubiese surtido aceite en aquel momento a las que no estaban preparadas? Esa sería una teología para morir, no para vivir. Si hay una tienda a mano, ¿para qué el evangelio y las bienaventuranzas?

16. «Velad y estad preparados, porque en el momento que menos penséis vendrá el Hijo del Hombre» (Mt 24,42). Después de la consagración, al anunciar la muerte y la resurrección del Señor, pediremos también su venida: «¡Ven, Señor Jesús!».

Para sanar al mundo se necesitan líderes capaces y políticas eficaces

S.S. Francisco se reúne con parlamentarios católicos de la Red Internacional de Legisladores Católicos

«Justicia», para las personas vulnerables que no tienen voz y esperan ser protegidas por los dirigentes civiles y políticos mediante políticas y leyes eficaces. «Fraternidad», para hacer frente a las numerosas situaciones de desigualdad e injusticia que amenazan el tejido social y la dignidad de cada mujer y hombre. «Paz», que no es la ausencia de «guerra» sino el fruto del diálogo y la cooperación a largo plazo. El Papa pone los retos del presente y del futuro en manos de los miembros de la International Catholic Legislators Network, la Red Internacional de Legisladores Católicos, una network de parlamentarios católicos de todo el mundo, recibidos hoy en el Palacio Apostólico. Se trata de una organización fundada en Trumau (Austria) en 2010 bajo el patrocinio del arzobispo de Viena, el cardenal Christoph Schönborn, que estaba presente en la sala, junto con el presidente Alting von Geusau y el patriarca de la Iglesia Ortodoxa Siria, Ignatius Aphrem II.

Justicia, fraternidad y paz

Ya en agosto del año pasado, el Papa había recibido a los políticos católicos de la Red, pidiéndoles una ayuda real para hacer frente a los dramas provocados por la pandemia,  por las perturbaciones políticas y por las amenazas de las nuevas tecnologías -como la pornografía infantil, la piratería informática, las fake news- que atentan contra la dignidad humana. Doce meses después, la audiencia se desarrolla en un escenario mundial profundamente cambiado, con una «situación geopolítica marcada por los conflictos y las divisiones que afectan a muchas zonas del mundo». Por ello, el Papa ofrece a la Red Internacional de Legisladores Católicos tres palabras clave para cumplir mejor su mandato y orientar también los debates que se celebrarán en Roma estos días: «Justicia, fraternidad y paz».

Anteponer el bien de la comunidad al beneficio personal

Sobre todo la «paz», subraya Francisco, que no es una misión temporánea sino una búsqueda «constante» que implica la construcción misma del futuro de la humanidad.

La paz no es simplemente la ausencia de guerra. Por el contrario, el camino hacia una paz duradera requiere la cooperación, especialmente de parte de aquellos que tienen mayor responsabilidad, en el perseguir objetivos que beneficien a todos. La paz proviene de un compromiso duradero por el diálogo reciproco, una paciente búsqueda de la verdad y de la voluntad de anteponer el bien auténtico de la comunidad al beneficio personal.

En esta perspectiva, «el trabajo de los legisladores y los líderes políticos es más importante que nunca», afirma el Papa Francisco. «La verdadera paz», señala, «sólo puede alcanzarse cuando nos esforzamos, a través de procesos políticos y legislativos con visión de futuro, en construir un orden social fundado en la fraternidad universal y la justicia para todos».

Dar voz y proteger a los más vulnerables

Precisamente el sentido de la justicia, entendida como «la voluntad de dar a cada uno lo suyo», afirma el Pontífice, implica «acciones concretas encaminadas a promover relaciones justas con Dios y con los demás, para que florezca el bien de los individuos y de la comunidad».

En el mundo actual, son muchas las personas piden justicia, especialmente los más vulnerables, que a menudo no tienen voz y que esperan que los dirigentes civiles y políticos protejan, mediante políticas y leyes públicas eficaces, su dignidad de hijos de Dios y la inviolabilidad de sus derechos humanos básicos.

La cultura del «descarte»

El pensamiento del Obispo de Roma se dirige a los pobres, a los emigrantes, a los refugiados, a las víctimas de la trata de seres humanos, a los enfermos, a los ancianos y a todas los demás «individuos que corren el riesgo de ser explotados o descartados por la actual cultura actual usa y tira, «la cultura del descarte».

«Vuestro reto», recomienda a los parlamentarios, «es trabajar para salvaguardar y valorizar en la esfera pública esas  justas relaciones que permiten que cada persona sea tratada con el respeto y el amor que le corresponde».

Abordar la desigualdad y la injusticia con espíritu de solidaridad

De ahí una palabra clave más: fraternidad, vínculo sin el cual «no puede existir» una sociedad justa. Para el Papa, la fraternidad -dice citando Fratelli tutti- es el «sentido de responsabilidad compartida y de preocupación por el desarrollo y el bienestar integral de cada miembro de nuestra familia humana». Si queremos sanar nuestro mundo, tan duramente afectado por rivalidades y formas de violencia que surgen del deseo de dominar en lugar de servir, necesitamos no sólo ciudadanos responsables, sino también líderes capaces, inspirados por un amor fraterno dirigido sobre todo a quienes se encuentran en las condiciones de vida más precarias. Por lo tanto, el Papa anina a continuar con los esfuerzos, a nivel nacional e internacional, «para la adopción de políticas y leyes que traten de abordar, con espíritu de solidaridad, las numerosas situaciones de desigualdad e injusticia que amenazan el tejido social y la dignidad intrínseca de todas las personas».

El actor Mark Wahlberg se declara fervientemente católico

Me paso una gran parte de mi día dando gracias a Dios por todas las bendiciones que me ha concedido

El actor Mark Wahlberg se declara fervientemente católico en declaraciones del actor en la revista ‘Time’

“Me paso una gran parte de mi día dando gracias a Dios por todas las bendiciones que me ha concedido” responde a una de las preguntas de los lectores y afirma que “todo lo bueno que ha sucedido en mi vida ha sido a causa de mi fe”

La revista Time dedicó al actor Mark Wahlberg la sección ’10 preguntas’ el pasado 16 Agosto -que fueron remitidas por los lectores de la publicación- y de las que destacamos dos.

Preguntado por su vida disipada durante su adolescencia y su paso por la cárcel el actor reconoce que cometió un montón de errores debido a un exceso de tiempo libre mientras que sus padres trabajaban muchas horas al día “para llevar comida a nuestra mesa”.

Desde su recorrido vital se le pide: “¿qué consejo le da a su hijos para que no cometan los mismos errores?”. A lo que responde: “ahora, antes de aceptar un papel, quiero asegurarme de que me queda tiempo para mis hijos y puedo estar comprometido con cada aspecto de su vida. Mi mujer y yo tratamos de inculcarles los valores más importantes, y la fe es el más importante”.

Otro lector le pregunta hasta qué punto el hecho de ser católico practicante le ayuda en su carrera. Mark responde sin ambages que “todo lo bueno que ha sucedido en mi vida ha sido a causa de mi fe” a lo que añade “mucha gente sufre una crisis, va a la cárcel y encuentra a Dios, y en cuanto ya no Le necesitan, se olvidan de Él”. En contraposición afirma que “sin embargo, yo me paso una gran parte de mi día dando gracias a Dios por todas las bendiciones que me ha concedido. Si todo se acabara hoy para mí, estaría feliz. Porque en mi vida he tenido un itinerario maravilloso”.

Profunda transformación

Estas respuestas no serían noticia si no vinieran de un star system hablando con total libertad sin importarle lo más mínimo el ‘qué dirán’ y por la profunda transformación que ha sufrido la vida del artista de 39 años. Nacido en una familia irlandesa y educado en la fe católica, Wahlberg -el pequeño de nueve hermanos- creció sin demasiado control por parte de sus padres, que se separaron cuando él tenía 11 años. Abandonó pronto la costumbre de ir a clase y dedicó su tiempo a vender drogas y cometer pequeños robos hasta que, durante un atraco, hirió a un hombre y fue condenado a pasar 45 días en la cárcel.

De su paso por la prisión el actor sacó en claro que su vida tenía que cambiar, y mucho. Redescubrió a Dios y se acercó de nuevo a la fe católica. Al salir de la cárcel, se centró en el trabajo y comenzó una brillante carrera que le llevaría por escenarios musicales, por los carteles publicitarios como modelo y, por fin, el cine.
Pero fue a principios de 2000 cuando verdaderamente la vida de Mark cambió. Después de numerosas relaciones amorosas con estrellas de Hollywood, conoció a la modelo Rhea Durham. Se acercó a ella atraído por su aspecto físico –“fue sexo a primera vista, no porque lo tuviéramos, sino porque era lo que yo quería”, bromea el propio Wahlberg- y se encontró a una mujer con las ideas claras.

Aunque convivieron juntos -se casaron (por la Iglesia) cuando ya tenían tres hijos-, desde que empezó a salir con la que ahora es su mujer Mark se niega a posar ligero de ropa y rechaza las escenas subidas de tono.
Ahora asegura que su fe es “consuelo, sentido, todo” y que por ella se ha arrepentido del mal que ha hecho a muchos a lo largo de su vida, a los que dice haber pedido “perdón frecuentemente”.

Consciente de la necesaria presencia de los padres en casa durante la infancia -quizá porque él no la disfrutó-, se esfuerza por implicarse en todos los aspectos de la educación de sus hijos.
Y, además, dedica tiempo y dinero a su fundación, creada con la intención de evitar que otros jóvenes cometan los mismos errores que él cometió durante su adolescencia.

In God I trust
En referencia a la publicación de sus declaraciones en la revista ‘Time’, llama la atención el hecho de que, así que como en la edición impresa aparece su imagen con la firma del actor junto a las palabras -de su puño y letra- ‘In God I trust’ (en Dios confío), mientras que en la versión digital omiten esta frase y sólo aparece la imagen.

Para muchos, el actor está en el mejor momento de su carrera y ha revelado que este éxito “va de la mano con mi reencuentro con Dios a través de la Eucaristía”. Wahlberg sostiene que por propia determinación asiste a la Misa dominical y “si es necesario interrumpo la filmación, pero no dejo de ir a Misa. Es mucho más importante que el trabajo”.

¿Tienen alma los animales?

Las palabras animales y animación provienen del latín anima, que se traduce como alma.

¿Quién no ha disfrutado de la compañía y lealtad de un perro? En los momentos en que disfrutamos de la compañía un animal no se puede ocultar que hay cierta comunicación no verbal entre los dos, hombre y animal, más aún si son animales queridos. Esto nos puede impulsar a creer que, los animales tienen alma semejante a la nuestra. ¿Pero la tienen?

Sabemos que los animales tienen movimiento y facultades que no son sólo el cuerpo, sino del cuerpo como la nutrición, la sensación, imaginación, etc. Recordemos que los animales están animados. Ambas palabras, «animales» y «animación» provienen del latín: anima, que se traduce como alma. Así que, en cierto modo, animales como perros, gatos y hasta peces de colores tienen alma. Sin embargo, el alma de los animales no es como la de los seres humanos, porque no tiene una tendencia la vida espiritual, de reconocimiento personal de Dios.

En suma digamos que el alma humana es de naturaleza espiritual, mientras que el alma de los animales no lo es. Este reconocimiento no demerita a los animales como compañeros leales y creaturas útiles al hombre. Más bien nos mueve a reflexionar sobre las actitudes exageradas que se toman con los animales. Si bien muchos de ellos pueden ser nuestros compañeros leales, esto no significa que sean idénticos a nosotros y que deban recibir las mismas atenciones espirituales que un ser humano.

El católico actúa de forma respetuosa y considerada con los animales porque sabe que sienten y pueden sufrir, pues tienen alma y una dignidad como creaturas de Dios. Además de esto sabe que un animal no tiene la misma dignidad, en cuanto a facultades espirituales, que un ser humano. Esto es porque el hombre es espíritu y cuerpo animado, mientras que los animales son cuerpos animados que no han alcanzado un desarrollo espiritual.

A eso se refería Juan Pablo II cuando declaró en una audiencia semanal en 1990 que el reino animal participa del aliento de vida que procede de Dios, y que por tanto debemos amar y respetar a los animales como criaturas de Él que son.

Nunca debemos olvidar que sólo el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios y está destinado a la inmortalidad, que consistirá en participar de los deleites del Cielo o las penas del infierno.

Aitona: tras los pasos de Santa Teresa de Jesús Jornet

Una visita guiada ofrece la posibilidad de conocer la vida de la Patrona de la Ancianidad y fundadora de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados

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Aitona es una pequeña población cercana a Lleida (España), famosa hoy por los melocotoneros en flor que bañan de rosa los campos al comienzo de la primavera. El turismo hace que anualmente visiten el pueblo miles de personas.

Pero también es interesante saber que Aitona es tierra de santos y que allí nació y vivió santa Teresa de Jesús Jornet, una mujer piadosa, emprendedora y valiente. Un espíritu libre que, a pesar de que pasó muchos años de su vida sin luces claras acerca de su vocación, se dejó guiar por la mano de Dios con fe.

La Aitona de santa Teresa de Jesús Jornet era la del siglo XIX, con pocos medios de comunicación, una vida sencilla agrícola y ganadera, y varios sucesos políticos de los que la Iglesia salía mal parada, entre ellos la Desamortización de Mendizábal, por la que se expropiaron todas las propiedades eclesiásticas.

De todo aquello, hoy se puede ver el municipio con su iglesia barroca, el milenario barrio de la morería (el nombre de Aitona procede del árabe zaituna, aceituna, y viven allí árabes desde la época de la Conquista), las calles angostas, las ruinas del castillo, la ermita de Sant Joan de Carratalà (a donde iba la santa a rezar el rosario los domingos con sus amigas), la cueva del padre Palau, el paisaje de secano con la sierra de roca sedimentaria pegada al pueblo… y la casa natal de Santa Teresa de Jesús Jornet, una más entre las del casco antiguo.

Galería fotográfica

Frente a la casa natal, se puede ver la antigua residencia de ancianos que Teresa Jornet fundó con su hermana María y una comunidad de 5 hermanitas de los Ancianos Desamparados.

Durante la guerra civil fue destrozada (especialmente la capilla) y fue reconvertida en casa museo. Tenía una capacidad para 20 ancianos. 

De ahí, sin embargo, surgió un proyecto de mayor envergadura: una residencia nueva que hoy acoge a más de 100 ancianos.

Cuando Dios está de nuestra parte

Por todo el mundo, las Hermanitas de los Ancianos Desamparados tienen hoy más de 100 casas-asilo: México, Argentina, Chile, Brasil, Colombia, Ecuador, Venezuela, Perú, Bolivia, El Salvador Guatemala, República Dominicana, Paraguay, Filipinas, Alemania, Italia…

«Nada tenemos que perder cuando Dios está de nuestra parte», había escrito la santa.

La vidas de algunos santos son lineales: descubren su vocación, responden que sí a Dios y trabajan en esa labor hasta sus últimos días. El caso de santa Teresa de Jesús Jornet es muy diferente. Tuvo que ir y venir para acertar en lo que debía fundar: eso sí, siempre quiso hacer la voluntad de Dios.

Una intensa búsqueda

Nace en 1843. Acaba los estudios escolares a los 15 años y se traslada a Fraga para estudiar Magisterio. A los 18 ya ejerce como maestra en Argensola (Barcelona).

A los 19 colabora con las Carmelitas Terciarias, una orden fundada por su tío abuelo, el beato Padre Palau.

Sin embargo, ve que aquello no es su vocación y abandona la colaboración. Regresa a Aitona y vive allí otros 4 años. Sigue preguntándose qué le pide Dios.

En 1868 ingresa en el monasterio de las Clarisas de Briviesca (Burgos). Aquello parecía el paso definitivo pero una pústula la obliga a regresar de nuevo a su casa en Aitona.

En 1870, el Padre Palau la nombra Visitadora de las escuelas de las Carmelitas Terciarias. Ve que es una mujer valiosa, llena de fe, rezadora y audaz.

Pero en 1872 él muere y Teresa Jornet, que había accedido al encargo solo por ayudar a su tío, vuelve a su casa.

El camino definitivo, a los 29 años

En 1872 conoce al sacerdote Saturnino López Novoa en Estadilla (Huesca) y él le propone cofundar una orden dedicada a los ancianos sin recursos y sin ayuda familiar.

Teresa Jornet siente que ese camino es el que ha ido buscando hasta entonces. Tiene 29 años y ve con claridad que esa es la misión para la que Dios la ha ido preparando con la falta de salud, las dificultades y la incertidumbre.

El 27 de enero de 1873 se funda la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados en Barbastro (Huesca).

Ese mismo año establece la Casa-Madre en Valencia. Comienza la expansión por España y por el mundo. Aumentan sin cesar las vocaciones.

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En 1891 Teresa de Jesús Jornet regresa a Aitona, esta vez para fundar una residencia en un solar de sus abuelos maternos.

Nada se le pone por delante: ni la poca fe del párroco ni los escasos medios. Su hermana María, también religiosa, pinta en una noche el esbozo de plano que ha de servir para la casa-asilo. Al día siguiente han de marcharse porque la expansión apremia.

Atención a miles de ancianos por todo el mundo

A los 54 años fallece Teresa de Jesús Jornet en Liria (Valencia). Deja un legado de 104 casas-asilo y una labor de atención a miles de ancianos, a los que ayudan en lo material y lo espiritual.

La Madre Jornet fue beatificada en 1958 y canonizada en 1974. Al año siguiente, fue proclamada Patrona de la ancianidad. Su fiesta se celebra cada 26 de agosto.

El espíritu de las hermanitas

La visita a Aitona es una toma de contacto muy viva con la experiencia de la santa: no solo porque pueden verse la casa natal, la primera residencia y la actual casa-asilo, sino porque se palpa el espíritu de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

Además, se comprende muy bien la forja familiar y la piedad que recibió también al ir a la iglesia, la parroquia de San Antolín, que hoy cuenta con un altar dedicado a la santa; y a la cueva del Padre Palau, quien le ayudaba espiritualmente.Aitona es tierra de santos que cuenta además con el beato Padre Camí, sacerdote mártir de la guerra civil española y descendiente de la familia de santa Teresa Jornet. También puede visitarse la sede de las Carmelitas Misioneras Teresianas, congregación fundada por el beato Padre Palau. Visitas guiadas a la Casa Natal y Casa Museo de Santa Teresa de Jesús Jornet, los domingos mañana y tarde. Tel. +34 973 79 40 40.