Nicolás de Tolentino, Santo

Presbítero. 10 de septiembre

Nicolás de TolentinoMartirologio Romano: En Tolentino, del Piceno, san Nicolás, presbítero, religioso de la Orden de Ermitaños de San Agustín, el cual, fraile de rigurosa penitencia y oración asidua, severo consigo y comprensivo con los demás, se autoimponía muchas veces la penitencia de otros ( 1305).

Fecha de canonización: 1 de febrero de 1447 por el Papa Eugenio IV

Breve Biografía

Infancia

  • 5 y 6. Noé construye un arca
  • Esto es la Biblia: Episodio 6 – Génesis 5 y 6. Noé construye un arca

Este santo recibió su sobrenombre del pueblo en que residió la mayor parte de su vida, y en el que también murió. Nicolás nació en San Angelo, pueblo que queda cerca de Fermo, en la Marca de Ancona, hacia el año 1245. Sus padres fueron pobres en el mundo, pero ricos en virtud. Se cree que Nicolás fue fruto de sus oraciones y de una devota peregrinación que hicieron al santuario de San Nicolás de Bari en el que su madre, que estaba avanzada en años, le había rogado a Dios que le regalara un hijo que se entregara con fidelidad al servicio divino. En su bautismo, Nicolás recibió el nombre de su patrón, y por sus excelentes disposiciones, desde su infancia se veía que había sido dotado con una participación extraordinaria de la divina gracia.

Cuando era niño pasaba muchas horas en oración, aplicando su mente a Dios de manera maravillosa. Así mismo, solía escuchar la divina palabra con gran entusiasmo, y con una modestia tal, que dejaba encantados a cuantos lo veían. Se distinguió por un tierno amor a los pobres, y llevaba a su casa a los que se encontraba, para compartir con ellos lo que tenía para su propia subsistencia. Era un niño de excepcional piedad.

Desde su infancia se decidió a renunciar a todo lo superfluo, así como practicar grandes mortificaciones, y, desde temprana edad, adoptó el hábito de ayunar tres días a la semana, miércoles, viernes y sábados. Cuando creció añadió también los lunes. Durante esos cuatro días solo comía una vez por día, a base de pan y agua.

El joven estudiante

Su mayor deleite se hallaba en leer buenos libros, en practicar sus devociones y en las   conversaciones piadosas. Su corazón le perteneció siempre a la Iglesia. Sus padres no escatimaron en nada que tuvieran al alcance para mejorar sus geniales aptitudes.

Siendo aún un joven estudiante, Nicolás fue escogido para el cargo de canónigo en la iglesia de Nuestro Salvador. Esta ocupación iba en extremo de acuerdo con su inclinación de ocuparse en el servicio a Dios. No obstante, el santo aspiraba a un estado que le permitiera consagrar directamente todo su tiempo y sus pensamientos a Dios, sin interrupciones ni distracciones.

 Un sueño hecho realidad

 Con estos deseos de entregarse por entero a Dios, escuchó en cierta ocasión un sermón, de un fraile o ermitaño de la orden de San Agustín, sobre la vanidad del mundo, el cual lo hizo decidirse a renunciar al mundo de manera absoluta e ingresar en la orden de aquel santo predicador. Esto lo hizo sin pérdida de tiempo, entrando como religioso en el convento del pequeño pueblo de Tolentino.

Nicolás hizo su noviciado bajo la dirección del mismo predicador e hizo su profesión religiosa antes de haber cumplido los 18 años de edad. Lo enviaron a varios conventos de su orden en Recanati, Macerata y otros. En todos tuvo mucho éxito en su misión. En 1271 fue ordenado sacerdote por el obispo de Osimo en el convento de Cingole.

Su vida sacerdotal

Su aspecto en el altar era angelical. Las personas devotas se esmeraban por asistir a su Misa todos los días, pues notaban que era un sacrificio ofrecido por las manos de un santo. Nicolás parecía disfrutar de una especie de anticipación de los deleites del cielo, debido a las comunicaciones secretas que se suscitaban entre su alma tan pura y Dios en la contemplación, en particular cuando acababa de estar en el altar o en el confesionario.

Su ardor en el apostolado y en la oración

Durante los últimos treinta años de su vida, Nicolás vivió en Tolentino y su celo por la salvación de las almas produjo abundantes frutos. Predicaba en las calles casi todos los días y sus sermones iban acompañados de grandiosas conversiones. Solía administrar los sacramentos en los ancianatos, hospitales y prisiones; pasaba largas horas en el confesionario. Sus exhortaciones, ya fueran mientras confesaba o cuando daba el catecismo, llegaban siempre al corazón y dejando huellas que perduraban para siempre en quienes lo oían.

También, con el poder del Señor, realizó innumerables milagros, en los que les pedía a los recipientes: «No digan nada sobre esto. Denle las gracias a Dios, no a mí.» Los fieles estaban impresionados de ver sus poderes de persuasión y su espiritualidad tan elevada por lo que tenían gran confianza en su intercesión para aliviar los sufrimientos de las almas en el purgatorio. Esta confianza se confirmó muchos años después de su muerte cuando fue nombrado el «Patrón de las Santas Almas».

El tiempo en que podía retirarse de sus obras de caridad, lo dedicaba a la oración y a la contemplación. Nicolás de Tolentino fue favorecido con visiones y realizó varias sanaciones milagrosas. 

Pruebas 

Nuestro Señor, por su gran amor a Nicolás, quiso conducir al santo a la cumbre de la perfección, y para ello, lo llevó a ejercer la virtud de distintos modos. Nicolás padeció por mucho tiempo de dolores de estómago, así como malos humores.

Los Panes Milagrosos

Hacia los últimos años de su vida, cuando estaba pasando por una enfermedad prolongada, sus superiores le ordenaron que tomara alimentos más fuertes que las pequeñas raciones que acostumbraba ingerir, pero sin éxito, ya que, a pesar de que el santo obedeció, su salud continuó igual. Una noche se le apareció la Virgen María, le dio instrucciones de que pidiera un trozo de pan, lo mojara en agua y luego se lo comiera, prometiéndole que se curaría por su obediencia. Como gesto de gratitud por su inmediata recuperación, Nicolás comenzó a bendecir trozos de pan similares y a distribuirlos entre los enfermos. Esta práctica produjo favores numerosos y grandes  sanaciones.

En conmemoración de estos milagros, el santuario del santo conserva una distribución mundial de los «Panes de San Nicolás» que son bendecidos y continúan concediendo favores y gracias.

Última enfermedad

La última enfermedad del santo duró un año, al cabo de la cual murió el 10 de septiembre de 1305. Su fiesta litúrgica se conmemora el mismo día. Nicolás fue enterrado en la iglesia de su convento en Tolentino, en una capilla en la que solía celebrar la Santa Misa.

Su veneración

En el cuarentavo año después de su muerte, su cuerpo incorrupto fue expuesto a los fieles. Durante esta exhibición los brazos del santo fueron removidos, y así se inició una serie de extraordinarios derramamientos de sangre que fueron presenciados y documentados.

El santuario no tiene pruebas documentadas respecto a la identidad del individuo que le amputó los brazos al santo, aunque la leyenda se ha apropiado del reporte de que un monje alemán, Teodoro, fue quien lo hizo; pretendiendo llevárselos como reliquias a su país natal. Sin embargo, sí se sabe con certeza que un flujo de sangre fue la señal del hecho y fue lo que provocó su captura. Un siglo después, durante el reconocimiento de las reliquias, encontraron los huesos del santo, pero los brazos amputados se hallaban completamente intactos y empapados en sangre. Estos fueron colocados en hermosas cajas de plata, cada uno se componía de un antebrazo y una mano.

En el correr de los siglos 

Nicolás de Tolentino fue canonizado por el Papa Eugenio IV, en el año 1446. Hacia finales del mismo siglo XV, hubo un derramamiento de sangre fresca de los brazos, evento que se repitió 20 veces; el más célebre ocurrió en 1699, cuando el flujo empezó el 29 de mayo y continuó hasta el 1ro. de septiembre. El monasterio agustino y los archivos del obispo de Camerino (Macerata) poseen muchos documentos en referencia a estos sangramientos.

Dentro de la Basílica conocida como el Santuario S. Nicolás Da Tolentino, en la Capilla de los Santos Brazos, del siglo XVI, se encuentran reliquias de la sangre que salió de los brazos del santo. En un cofre ubicado encima del altar de plata, se halla un cáliz de plata del siglo XV, que contiene su sangre. Una urna del siglo XVII, hecha de piedras preciosas, tiene en exhibición, detrás de un panel de vidrio, el lino manchado de sangre que se cree que fue la tela que usaron para detener el flujo que hubo en el momento de la amputación.

Los huesos del santo, con excepción de los brazos, estuvieron escondidos debajo de la basílica hasta su redescubrimiento en 1926, fecha en que los identificaron formalmente y los pusieron en una figura simulada, cubierta con un hábito Agustino. Los brazos incorruptos, todavía en sus cubiertas o cajas de plata del siglo XV, se hallan en su posición normal al pie de la figura. Las reliquias se pueden apreciar en un relicario bendecido por el Papa Pío XI.

Inmediatamente después de su muerte, se formó una comisión para coleccionar pruebas sobre sus heroicas virtudes y sus milagros, pero intervino el suceso del traslado de los Papas a Aviñón, y la canonización no se decretó hasta 1446 por el papa Eugenio IV.

La hipocresía intolerable

Meditación sobre la verdad y la hipocresía

Al leer el Evangelio nos encontramos con un Jesús todo bondad, que acoge a todos los pecadores, y que, sin embargo no tolera a unos hombres con los cuales está en lucha frontal.

Son los fariseos y los escribas, a los que llama con una palabra que, desde Jesús, se ha convertido en uno de los vocablos más odiosos del diccionario, como es la palabra ¡Hipócrita!…

Llamar a uno ¡hipócrita! ha venido a ser un baldón y la mayor vergüenza.

La hipocresía es la mentira utilizada para aparecer ante los demás bueno y noble escondiendo toda la maldad que se lleva dentro.

Pero, para empezar de una manera más amable y positiva, se me ocurre el caso bonito, que leí no hace mucho, sobre un papá que quiso formar a su niño en la sinceridad que nos pide Jesús.

El pequeño fue sorprendido en una mentira, y el papá le dio una lección que no olvidaría nunca, de modo que después el joven y el hombre ya no dijo jamás una falsedad.

Tomó el papá al hijito mentiroso, lo llevó delante del Crucifijo, y le dictó despacio esta oración que el niño iba repitiendo: Jesús, yo te he ofendido. Mis labios se han ensuciado con una mentira. Ven, y límpiamelos.

Las lágrimas le empezaron a correr al niño por las mejillas. Pero el papá, sin inmutarse, tomó un trozo de algodón que aplicó a los labios de la imagen de Jesús, lo empapó después con alcohol, se lo pasó bien por los labios a su hijo, y le hizo seguir con la oración:

Señor, purifícame y perdóname. Haz mi corazón sincero, y que nunca salga de mí otra mentira.

Todos estaremos conformes en dar a ese papá una cátedra de sicología y de pedagogía en la universidad…

Jesús se encontró en su predicación de buenas a primeras con una oposición terrible de parte de los que dominaban al pueblo: los escribas y los fariseos.

Los fariseos, de gran influencia en el pueblo, formaban un partido religioso-político que oprimía a la gente humilde con capa de santidad y de fidelidad a la ley de Dios, mientras que ellos se las sabían arreglar de mil maneras para librarse de lo que les exigía esa misma ley dada por Moisés.

Los escribas eran los intérpretes de la ley y brazo derecho de los fariseos. Unos y otros vivían en la mentira, procedían con doblez, y exigían con rigor insoportable la observancia de una ley que ellos no querían guardar.

La mejor definición de los escribas y fariseos la dio el mismo Jesús cuando los llamó sepulcros blanqueados, muy bonitos por fuera pero por dentro llenos de podredumbre…

Pronto vino el enfrentamiento de los escribas y fariseos con Jesús. Era imposible entenderse la mentira con la verdad, el rigor con la mansedumbre, la justicia despiadada con el perdón misericordioso… Y Jesús, al denunciarlos ante el pueblo, usó siempre la expresión ¡Hipócritas!

Jesús no soportaba la hipocresía porque ésta es la falsificación de la vida, la perversión del pensamiento, la profanación de la palabra. Al mentir, el hipócrita quiere pensar como habla, y vivir después como piensa, es decir, siempre en contradicción con la verdad.

El mentiroso e hipócrita se encuentra muy pronto con el rechazo total, como le pasaba en los tiempos de Jesús al personaje más importante del mundo, a Tiberio, el emperador de Roma. Era el dueño de todo el mundo conocido, pero al mismo tiempo era tan mentiroso, que, como dice un escritor romano de sus días, ya nos se le creía aunque dijera la verdad…

Aquella antipatía de Jesús con los fariseos, es la misma que sentimos también nosotros con cualquier persona que procede con dolo. Aguantamos toda clase de defectos en los demás, porque todos nos sentimos débiles y sabemos ser generosos con el que cae.

Pero usamos una medida diversa con el que nos miente. No lo soportamos, y le aplicamos la sentencia de la Biblia:
La esperanza del impío hipócrita se desvanecerá.

El hipócrita y mentiroso no puede esperar nada de nadie, porque se le rechazará del todo.
Todo lo contrario le ocurre a la persona sincera. Quien dice la verdad siempre, aunque le haya de costar un disgusto, se gana el aprecio de todos y todos confían en ella. Es el premio del sentir, vivir y decir la verdad.

Jesucristo nos lo dijo con una sentencia bella y profunda, cargada de mucha sicología: La verdad os hará libres.
Quien nunca dice una mentira y confiesa siempre la verdad, y vive conforme a sus convicciones, es la persona más libre que existe. No oculta nada. Es transparente como el cristal. Y de ella dice Jesús como de Natanael: Un israelita en quien no hay engaño. Un cristiano o una cristiana sin doblez…
Sentimos todo lo contrario por aquel que dice y vive siempre la verdad. Ante él nos inclinamos reverentes. Porque es todo un hombre o toda una mujer. Nos fiamos de su palabra. Le tenemos por el ser más valiente y digno de respeto.

La verdad, como dice Jesús, le hace libre, y nos demuestra tener un corazón y unos labios tan limpios como el niño que aún no ha dicho la primera mentira….

Quiero ser como Tú

Santo Evangelio según san Lucas 6, 39-42. Viernes XXIII del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, gracias por este momento que me regalas para poder estar contigo. ¿Sabes? Pocas veces me detengo a pensar en lo maravilloso que eres, en tu hermosura y en tu fidelidad. Pocas veces te he alabado y agradecido por ser quien eres. Hoy quiero hacerlo. Quiero decirte que eres maravilloso y no hay nada ni nadie que se te pueda comparar. Solamente Tú puedes sanar las heridas de mi corazón. Eres simplemente grandioso. No te merezco…pero sabes de sobra que te necesito. No permitas que me separe de tu lado, Jesús. Que tu belleza me cautive de tal manera que todos mis pensamientos giren en torno a ti y que todo lo que me rodea me hable de Ti. Amén.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 39-42

En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo: “¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, si no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano”.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy, Jesús, me dices que el discípulo no es mayor que su maestro, pero que al terminar el aprendizaje, será como el maestro.
Quiero que seas mi maestro. Quiero aprender de ti. Quiero ser como Tú. Eres simplemente el mejor. Quiero de ti aprender cómo debo de amar a los que me rodean, tener una palabra de cariño y aliento para con los tristes, transmitir con mi mirada esa paz y ese amor que sólo vienen de quien por y para Dios vive, tener la valentía de no callar ante las injusticias, y al mismo tiempo, tener el corazón lleno de perdón y misericordia dispuesto a perdonar setenta veces siete.

Deseo conocerte cada día más, enamorarme cada vez más de ti. Sé que nunca llegaré a ser completamente como Tú, pero al menos deseo ardientemente que mi amor sea un reflejo del tuyo, de manera que los demás puedan encontrarte en mí. Quiero ser como Tú: manso y humilde de corazón. Te suplico, haz mi corazón semejante al tuyo.

«Permitimos que Dios nos moldee y asumimos “los mismos sentimientos de Cristo Jesús”, sólo cuando no nos cerramos en la pretensión de ser una obra ya cumplida, y nos dejamos guiar por el Señor convirtiéndonos cada día más y más en discípulos suyos».
(Discurso de S.S. Francisco, 7 de octubre de 2017).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy me esforzaré por hacer lo necesario para tener las mismas actitudes de Jesús.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

La audacia del Evangelio para resistir el envejecimiento del alma

El Papa se reúne con los participantes en el Capítulo General de los Claretianos.

Esta mañana, Francisco ha recibido en el Vaticano a los participantes en el Capítulo General de los Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de María, comúnmente conocidos como claretianos, un grupo de un centenar de personas de todo el mundo, que representan a los casi tres mil miembros del Instituto. Acompañando a los miembros del capítulo -que reeligió al padre Mathew Vattamattam como superior general- estuvo el cardenal Aquilino Bocos Merino. 

El tema del Capítulo es “Arraigados y audaces”. “Arraigados en Jesús” les ha dicho el Papa, es decir “una vida de oración y de contemplación que los lleve a poder decir como Job: «Yo te conocía sólo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos»”. En este sentido, Francisco ha explicado que es triste cuando encontramos consagradas y consagrados que no se dejan buscar en la oración, en perder el tiempo delante del Señor. De hecho – dice – es importante pensar en una vida de oración y contemplación «que les permita hablar, como amigos, cara a cara con el Señor y contemplar el Espejo, que es Cristo, para convertirse ustedes mismos en espejo para los demás».

No se puede separar la misión de la contemplación

Francisco les ha recordado que son misioneros y como tal, si quieren que su misión sea verdaderamente fecunda “no pueden separar la misión de la contemplación y de una vida de intimidad con el Señor”. “Si quieren ser testigos – insiste – no pueden dejar de ser adoradores. Testigos y adoradores son dos palabras que se nutren recíprocamente, que no pueden existir la una sin la otra”.

Déjense quemar por el Señor para ser hombres de esperanza

Entre los consejos del Papa está dejarse quemar por el amor del Señor de tal modo que puedan ser incendiarios por donde pasen, con el fuego del amor divino. “Esto les permitirá ser hombres de esperanza, de la esperanza que no defrauda de la esperanza que no conoce miedos, porque sabe que es en nuestra fragilidad donde se manifiesta la fuerza de Dios”. De hecho, asegura que si nosotros nunca somos conscientes de la fragilidad y somos los tarzanes del apostolado y los invencibles, “nunca se va a poder manifestar la fuerza de Dios”.

La mundanidad espiritual te transforma por dentro

“Que lindo es cuando una consagrada, un consagrado se siente frágil, porque siente la necesidad de pedir ayuda. No hay que tenerles miedo, tengan miedo, sí, a caer en la “esquizofrenia” espiritual y en la mundanidad espiritual”.

Después, hablando de la mundanidad espiritual, el Papa asegura que es “tremenda” porque te transforma por dentro. “Tengan cuidado de la mundanidad espiritual que nos sirva a fiarnos de la fuerza, o a creernos los mejores, a buscar obsesivamente el bienestar o el poder”.

Nunca utilicen el Evangelio de modo instrumental

Otro de los consejos del Papa es el de nunca utilizar el Evangelio como ideología: “Más bien úsenlo como vademécum, dejándose orientar en todo momento por las opciones del Evangelio y por el ardiente deseo de seguir a Jesús e imitarlo en la oración, en la fatiga, y en el buscar siempre la gloria de Dios y la salvación de las almas” les ha dicho.

La misión de ustedes no puede ser “a distancia”

También ha insistido en que su misión debe ser desde la cercanía y la proximidad. “No se olviden de cual es el estilo de Dios: proximidad, compasión y ternura. Así actuó Dios desde que eligió a su pueblo hasta el día de hoy”. Y también les pide no ser pasivos ante los dramas que viven muchos de nuestros contemporáneos: “más bien juéguense el tipo en la lucha por la dignidad humana, juéguense por el respeto por los derechos fundamentales de la persona”.

No pierdan el sentido del humor por favor

Por ultimo, les pide que no pierdan el sentido del humor y sepan reírse en comunidad, sepan hacer chistes, y reírse de los chistes que cuenta el otro: “el sentido del humor es una gracia de la alegría y la alegría es una dimensión de la Santidad” ha concluido

La Oración de la Semilla

Anoche me ocurrió algo curioso. En vez de soñar, recé.

Anoche me ocurrió algo curioso. En vez de soñar, recé.

Fue una oración diferente.

Soy una semilla Señor.
Siémbrame en tu Corazón,
para que pueda germinar
y dar frutos.

La repetí una y otra vez, hasta que desperté.

No comprendí bien su significado hasta que reflexioné en esta parábola:

“Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: «Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?» Pero él le respondió: «Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas” (Lucas 13:6-9).

Entonces lo supe: «por sus frutos los conoceréis» (Mt 7,16).

Tomé papel, un bolígrafo y escribí.

“LA ORACIÓN DE LA SEMILLA”

He visto una semilla Señor,
que ha caído en la vereda del camino.
Tú la creaste.
¿Qué hace allí?

Espera la tierra fértil,
La lluvia del invierno
La brisa del verano.

Si no los encuentra,
¿dónde podrá germinar?

Un niño pasa cerca, pero no la ve.

El viento la mueve a su gusto,
de un lado a otro.

Debe germinar, y crecer
y dar frutos. Para eso la creaste.

Soy como esa semilla Señor.

El viento me lleva de un lado a otro
y aún no vivo, según tu voluntad.

Siémbrame en tu Corazón,
para que pueda germinar
y dar frutos para ti.

Señor yo también quiero germinar y crecer.
Quisiera hacer tantas cosas y no puedo.

Reconozco mi inutilidad.
Sin ti, ¿qué puedo hacer?

Tú lo has dicho: “Sin mí no pueden nada”.
Y yo, sin ti, nada puedo.

Soy una semilla Señor.
Siémbrame en tu Corazón,
para que pueda germinar
y dar frutos.

¿Cómo hacer alumnos e hijos lectores?

La lectura no solo proporciona información (instrucción) sino que forma (educa) creando hábitos de reflexión, análisis, esfuerzo, concentración… y recrea, hace gozar, entretiene y distrae.

CAPÍTULO 1

Introducción al tema

– «De un tiempo a esta parte vengo observando una profunda preocupación por la cultura escrita» .

Me lo decía, con cierta inquietud, un amigo, hombre especialmente sensible a los cambios sociales. Su afirmación nos dio pie a un diálogo rico en reflexiones -llegamos a plantearnos si, dentro de unos pocos años, la lectura será prácticamente suplantada por otras técnicas de comunicación- que sin duda pueden ser útiles al lector de este libro.

Nos encontramos en un momento histórico que puede definirse, entre otras características, por un vertiginoso proceso de cambio. Un cambio profundo de las estructuras sociales y económicas, del mundo profesional y de las relaciones familiares, etc. En este proceso, los sistemas de comunicación -que cada día nos sorprenden con nuevas tecnologías- juegan un papel de indudable protagonismo. Los nuevos medios de comunicación nos ofrecen, casi a diario, posibilidades insospechadas que pretenden facilitar las relaciones humanas; posibilidades que pueden enriquecer la convivencia pero que, al tiempo, pueden hacerla más difícil…

Es indudable que los medios audiovisuales -la televisión digital, los vídeos, los CD-ROM y especialmente la «informática multimedia»-, están ya presentes en todos los ámbitos de la vida social: la empresa, la escuela, la familia, el ocio… A través de Internet es posible acceder, de forma sencilla y prácticamente inmediata, tanto a la información -exhaustiva y sobre cualquier tema- como a la comunicación con interlocutores de cualquier parte del mundo.

Es también hoy una realidad patente cómo nuestros hijos, nuestros alumnos, han alcanzado un dominio importante de estos medios: podríamos decir que la informática, Internet y, en general, las tecnologías de la información «no tienen secretos para ellos», forman parte de su vida cotidiana -de su ocio, de su trabajo escolar…-: han nacido y han convivido con ellos desde el principio y de forma natural.

Esta situación, con implicaciones educativas y de desarrollo personal tan positivas, también nos puede provocar esa «profunda preocupación por la cultura escrita». Nuestros hijos, ¿están igualmente familiarizados con la lectura y con la escritura?, ¿están desarrollando una competencia similar en su compresión y expresión oral y escrita?

Durante siglos, los conocimientos se almacenaban en la memoria y eran transmitidos de generación en generación por medio de la palabra hablada. Cuando apareció la escritura, la tradición oral era tan fuerte que no pudo imponerse de manera inmediata. Johannes Gutenberg tropezó con incomprensibles y dificultades, pero la letra impresa se fue imponiendo como medio de transmisión de conocimientos. Había que aprender a leer pues la comprensión escrita era tan necesaria como la comprensión oral.

Ahora estamos viviendo un momento semejante: «Nos encontramos a medio camino entre lo impreso y lo visual, como en otros siglos se estuvo entre la oralidad y la escritura» . Con la aparición de la imagen en movimiento -y gracias a su enorme fuerza y atractivo-, el lenguaje audiovisual se ha ido imponiendo frente a la letra escrita. Y, ante el «viejo oficio lector», nos planteamos un gran interrogante: dentro de, por ejemplo, una decena de años, ¿cómo será, en la forma y en el fondo, el hábito lector de las nuevas generaciones?

En esta línea, están surgiendo voces autorizadas que se preguntan si «se perderá el camino recorrido en la difícil carrera de la alfabetización de las capas más extensas de la sociedad, para volver a los tiempos en que el libro era un objeto precioso solo al alcance de unas elites? ».

Durante quinientos años -desde la invención de la imprenta-, el monopolio de la comunicación cultural lo ha ejercido el libro; pero el hecho de que ahora lo comparta con otros medios, ¿hace temer por su existencia en el futuro?

Los principales expertos en esta cuestión consideran, sin ningún género de dudas, que el hecho de que el libro no sea hoy el único instrumento de comunicación y de transmisión de la cultura, no quiere decir que no posea un papel específico e insustituible. Así, por ejemplo, Michel Gault considera que el libro es y seguirá siendo insustituible «como vehículo de fantasía, de exploraciones interiores, de meditación, de recreación». Por su parte, José Jiménez Lozano, haciéndose eco de esta preocupación, escribía recientemente: «la televisión o el Internet quitan mucha lectura ¿a quién? Seguro que no será a un lector, por la sencilla razón de que lo que da la lectura no lo pueden ofrecer otras cosas, y viceversa; así que cada cual sabrá lo que busca y lo que necesita».

Los testimonios autorizados sobre el poder evocador de las palabras, que se hace patente en la letra escrita, son innumerables. Ramón María de Valle-Inclán dejó escrito: «Las palabras son espejos mágicos donde se evocan todas las imágenes del mundo». Stephen King, el autor del primer libro en Internet, hacía las siguientes declaraciones: «Aunque Internet ofrece grandes posibilidades, no creo que haya nada que pueda reemplazar a la palabra impresa y a los libros encuadernados».

Así pues, no es verdad que «una imagen vale más que mil palabras»; hay una equivocación en los términos que habrá que invertir, pues «es cada palabra la que sugiere -la que encierra- mil imágenes».

No debemos temer por una posible desaparición del libro. Es razonable pensar que, dentro de unos años, el libro no será un objeto formalmente igual al actual: quizá se cambie el soporte de papel por un soporte informático; quizá el texto aparezca en una pantalla y no podamos pasar nuestra mano por la superficie de sus páginas; quizá para pasar sus hojas y avanzar en su lectura tengamos que apretar el botón derecho o izquierdo de nuestro «ratón»… Pero ahí estará el texto escrito conteniendo, bajo esos signos, una obra de arte en la que podremos adentrarnos y de la que podremos gozar.

La lectura será siempre necesaria.

Nuestra sociedad necesita buenos comunicadores, hombres que sepan pensar con orden y claridad, expresarse bien y saber escuchar. Y esta competencia comunicativa tiene su fuente de alimentación y entrenamiento en la lectura.

Es verdad que en nuestro país no existen ya prácticamente analfabetos, pero sí podemos hablar de altos porcentajes de personas que son analfabetos funcionales, aunque sepan leer y escribir. Estudios estadísticos recientes sobre los hábitos lectores -libros, prensa diaria, etcétera- de personas adultas arrojan porcentajes alarmantes: en enero del 2000, el IMEC hacía públicos los siguientes datos sobre la frecuencia de lectura de libros en mayores de 14 años:

Casi todos los días 19,9 %
1-2 veces por semana 13,9 %
2-3 veces por semana 4,6 %
Una vez al mes 4,8 %
Menos de una vez al mes 4,5 %
Casi nunca lee 51,8 %
NS / NC 0,5 %

Unos meses más tarde -en noviembre del 2000- se publicaban los datos de la encuesta sobre hábitos de lectura y compra de libros de los españoles mayores de 16 años. Cito algunos datos que siguen estando en la línea de los anteriormente expuestos: El 42 % de los españoles no lee nunca o casi nunca (Nunca, el 23 % y casi nunca, el 19 %); solo el 58 % de los españoles leen regularmente (todos los días, el 22 % y semanalmente, el 36 %); el 30 % de los españoles no compra ningún libro. La encuesta ha impulsado el Plan de Fomento de la Lectura que ha elaborado el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes y que va dirigido a la población escolar comprendida entre los 10 y los 16 años, por ser esta «la edad en la que se pueden adquirir hábitos sólidos y constantes» (Pilar del Castillo).

Las estadísticas sobre hábitos de lectura en la población escolar son difíciles de elaborar, pues el niño que dice leer posiblemente lo hace por las necesidades del currículo escolar, pero estas lecturas no responden a lo que es un hábito lector.

Contrastando con esos datos estadísticos, la producción editorial de libros infantiles y juveniles sigue un ritmo desproporcionado: anualmente se publican más de cinco mil títulos. Este elevado número de publicaciones puede generar cierta confusión en los padres y en los educadores escolares, e incluso en los libreros, a la hora de orientar la lectura de sus hijos y de sus alumnos: es difícil acceder, con la suficiente profundidad, a todo lo publicado, y distinguir el buen libro del malo; resulta por tanto complicado elegir y recomendar lo mejor y más adecuado para cada uno.

Y, sin embargo, esta elección y orientación resultan fundamentales, especialmente para los que se están iniciando en el hábito de la lectura. En esos inicios es muy importante que las primeras lecturas sean atractivas, capaces de llamar y mantener la atención y el interés del lector novel; que su lenguaje -vocabulario, estilo…- se adecúe a su edad; que la temática responda a sus intereses y madurez; etcétera. En caso contrario, es fácil sembrar la decepción (con dos o tres decepciones de este tipo, corremos el riesgo de perder un lector, con lo que esto supondrá para su futuro crecimiento personal).

Junto a esta necesidad de orientación, cada vez es mayor el número de padres que solicitan estrategias concretas -sencillas y eficaces- que les permitan realizar con sus hijos una animación lectora y conseguir despertar en ellos el deseo y el gozo de leer.

Aunque no existen fórmulas infalibles, ni se ha encontrado ningún sortilegio que pueda convertir de la noche a la mañana a una persona en amante de los libros, sí conocemos técnicas y procedimientos que pueden facilitar esta importante acción educativa de la familia: fomentar la afición y el gozo por la lectura. Trataremos algunos de ellos en este libro. También ofreceremos orientación sobre títulos, tanto de literatura actual como clásica, adecuados para las diferentes edades.

En todo caso, es importante ser consciente de que hacer de nuestros hijos grandes lectores es una conquista que solo es posible con esfuerzo y convencimiento, y que exige plantearse -sin desánimos- objetivos a corto y medio plazo. Se trata, además, de una conquista que requiere por parte de los educadores entusiasmo contagioso en el amor por la lectura.

Así mismo, es preciso ser consciente de que cada hijo es irrepetible y que las estrategias han de diseñarse individualmente con cada uno. Cada persona tiene sus intereses y cada libro tiene su público lector. En esto precisamente insiste Ibañéz Langlois cuando afirma:
• Hay libros que soportan cualquier lector.
• Hay lectores, tan voraces, que soportan cualquier libro.
• Hay libros que tienen diversos niveles de lectura.
• Hay libros que pueden leerse siempre.
• Hay libros que solo se leen con placer y sabiduría en la juventud.
• Hay libros que no deben leerse nunca.
• Hay libros que marcan para siempre.

Así pues, con este libro deseo ofrecer soluciones a dos cuestiones que se plantean los padres con la preocupación de hacer de sus hijos buenos lectores:

1°. ¿Qué puedo hacer para que mis hijos adquieran la afición lectora?
2º. ¿Qué libros son los más adecuados para cada uno de ellos?

La primera cuestión nos remite a las técnicas de animación a la lectura, a las estrategias que podemos poner en práctica para acercar el libro al niño y despertar su deseo de leer. La segunda supone establecer criterios para elegir un libro adecuado para cada uno de nuestros hijos, y ofrecer una relación comentada y suficientemente amplia.

Ojalá sepa dar una respuesta satisfactoria a estos dos interrogantes y así ayudaros en esta gran tarea.

CAPÍTULO 2
Importancia de la Lectura
Desde hace unos años se está notando un creciente interés de los padres por la lectura de sus hijos, quizá porque saben -se les dice así desde los medios de comunicación- la relación que existe entre lectura y rendimiento escolar.
Desde estas páginas quisiera hacerles conscientes de que el potencial formativo de la lectura va más allá del éxito en los estudios; la lectura proporciona cultura, desarrolla el sentido estético, actúa sobre la formación de la personalidad, es fuente de recreación y de gozo.
La lectura constituye un vehículo para el aprendizaje, para el desarrollo de la inteligencia, para la adquisición de cultura y para la educación de la voluntad.

¿Qué es ser lector? ¿Basta saber leer para ser lector?
Etimológicamente la palabra leer viene del verbo latino «legere» que significa «coger». Así pues, leer es descifrar un mensaje, comprender lo que está escondido tras unos signos exteriores: leer es desentrañar, descubrir.

Tradicionalmente ha sido la escuela la institución encargada de enseñar a leer, a comprender un contenido expresado en signos gráficos, a conocer y utilizar una técnica lectora. Pero somos conscientes -la experiencia nos lo demuestra cada día- que no basta saber leer, no basta conocer las técnicas lectoras y comprender el texto escrito para ser un lector.
Muchas personas reducen la lectura al uso indispensable como instrumento informativo: letreros, avisos, cartas… Algunos llegan a leer ciertos asuntos relativos a su trabajo, pero no tienen interés por leer otras cosas. Leen por necesidad pero no han llegado a captar el placer que puede proporcionar la lectura. Hacen pensar en esos aparatos sofisticados que pueden hacer muchas cosas, pero que por ignorancia o falta de capacidad de quienes los usan, solo sirven para realizar un trabajo rutinario y exento de creatividad. No son analfabetos pero tampoco son lectores.

Ser lector supone convertir la lectura en una necesidad vital, hacer de la lectura un hábito voluntario, una actividad elegida libremente, deseada y gustosa.
Pedro Salinas definía al lector como «el que lee por leer, por puro gusto de leer, por amor invencible al libro, por ganas de estarse con él horas y horas, lo mismo que se quedaría con la amada» (…) «Ningún ánimo, en él, de sacar de lo que está leyendo ganancia material, ascensos, dineros, noticias concretas que le aúpen en la social escala, nada que esté más allá del libro mismo y de su mundo» (El defensor. Ed. Alianza. Madrid, 1967).

José Antonio Pérez-Rioja, en su libro La necesidad y e1 placer de leer, afirma: «Cuando de verdad se habitúen a leer, experimentarán por sí mismos que se puede gozar leyendo, que sumirse en la lectura de ciertos libros supone muchas veces una evasión y que hay también otros libros que nos producen una ilusión inmensa». Cuando esto se ha experimentado personalmente, podemos decir que tenemos un lector.

Para ser lector, para tener el hábito de la lectura, no basta con que el niño sepa leer -incluso en el caso de que sea un diestro lector-, es necesario que experimente el goce de leer.

¿Qué bienes reporta la lectura?
Voy a realizar una enumeración -no pretendo que sea exhaustiva- de bienes que trae consigo la actividad lectora, y así ayudar a interiorizar su importancia. También quiero indicar que el beneficio personal que cada lector saca de la lectura es muy variado, pues todas las actividades humanas -por ser libres son irrepetibles y personales.
En cualquier caso, podemos afirmar que con la lectura llegan a la persona un cúmulo de bienes que la mejoran.
La lectura no solo proporciona información (instrucción) sino que forma (educa) creando hábitos de reflexión, análisis, esfuerzo, concentración… y recrea, hace gozar, entretiene y distrae.

• La lectura ayuda al desarrollo y perfeccionamiento del lenguaje. Mejora la expresión oral y escrita y hace el lenguaje más fluido. Aumenta el vocabulario y mejora la ortografía.
• La lectura mejora las relaciones humanas, enriqueciendo los contactos personales. Nutre los contenidos de nuestras conversaciones y nos ayuda a comunicar nuestros deseos y sentimientos
• Nos da la posibilidad de conocer a personajes que de otro modo no podríamos haber conocido y asomarnos al interior de muchas personas entablando con ellas una sabrosa conversación que nos enriquece… Según Huang Shanku: «Un sabio que no ha leído nada durante tres días siente que su conversa-ción no tiene sabor (se hace insípida)».
• La lectura da facilidad para exponer el propio pensamiento y posibilita la capacidad de pensar. Podemos decir que proporciona materia para pensar ya que no se puede pensar si no tenemos ideas, palabras, conceptos. Hace años circuló un eslogan para fomentar la lectura que decía: «Si no lees, calla, se nota».
• La lectura es una herramienta extraordinaria de trabajo intelectual ya que pone en acción las funciones mentales agilizando la inteligencia. Por eso tiene relación con el rendimiento escolar.
Cuando esta actividad se realiza de una forma puramente mecánica, sin comprensión de lo leído, es fácil que genere en los niños una «fobia» ante el libro; un miedo secreto, inconfesado, inconsciente, a no entender un texto que le llena de inseguridad y la angustia ante un libro; y si el libro tiene muchas páginas -«es gordo»- esta repugnancia aumenta pues le hará pensar en las muchas horas de esfuerzo que le va a exigir su lectura, un esfuerzo especialmente ingrato por ser ineficaz.
• La lectura aumenta el bagaje cultural; proporciona información, conocimientos. Cuando se lee se aprende. Leer para saber quiénes somos y de dónde venimos y adónde vamos; leer para iluminar nuestro presente teniendo memoria del pasado; leer para comprender los fundamentos de nuestra civilización. Podemos afirmar que un chico que lee es un hombre que sabe, un hombre que piensa. La lectura, enriquece nuestra vida.
• La lectura amplía los horizontes del individuo permitiéndole ponerse en contacto con lugares, gentes y costumbres lejanas a él en el tiempo o en el espacio. Por el contrario, el hombre que no tiene el hábito de leer, está apresado en su mundo inmediato. Recuerdo la experiencia realizada por una bibliotecaria, enamorada de su trabajo, que trabajaba en el extrarradio de una gran ciudad. Aquellos niños -que no disponían de medios económicos para desplazarse a otros lugares- periódicamente realizaban «grandes viajes» con los libros; vivían una maravillosa aventura yendo a lugares lejanos a través de unas lecturas bien seleccionadas. Aquellos viajes les aportaban unos conocimientos iguales o mayores que los que pueden adquirir quienes realizan un desplazamiento real.
La lectura estimula y satisface la curiosidad intelectual y científica. La curiosidad no se puede forzar, hay que despertarla. Y la curiosidad del lector es insaciable; leyendo va encontrando respuestas a sus interrogantes, al tiempo que genera nuevas preguntas. «Estimular la lectura será pues, promover interrogantes» (G. Janer Manila).
Menéndez Pelayo -cercana ya su despedida de este mundo- afirmaba: «Lo único que siento es la cantidad de libros que aún me quedan por leer».
• La lectura despierta aficiones e intereses. Es una puerta abierta por la que nos asomamos a mundos inéditos, a parcelas de la vida cultural, social, artística, etc. que no hubiéramos conocido nunca si no hubiera sido por los libros.
• La lectura desarrolla la capacidad de juicio, de análisis, de espíritu crítico. El niño lector pronto empieza a plantearse porqués. ¿Por qué este autor afirma lo contrario que este otro? ¿Qué ventajas tiene este planteamiento frente a aquel? ¿Dónde está la verdad? ¿Dónde está la opinión?
• La lectura fomenta el esfuerzo pues exige una colaboración de la voluntad. La lectura exige una participación activa, una actitud dinámica. El lector es protagonista de su propia lectura, nunca un sujeto paciente. Mientras leemos todas nuestras facultades están en «alerta»: vemos, oímos, olemos, recordamos, sentimos amor, odio, envidia… ¿No es cierto que hemos sentido «el olor de las hojas empapadas y los troncos podridos» que percibió el doctor Livesey cuando al llegar a la isla «olfateaba y olfateaba como quien prueba un huevo podrido»?.
• La lectura potencia la capacidad de observación, de atención y de concentración. Estas cualidades son muy necesarias en nuestro mundo. El niño tiene mucha dispersión porque está reclamado constantemente por cosas muy variadas y, como todas le interesan, no quiere renunciar a ninguna siendo muy superficial la atención prestada a cada una. A1 niño le cuesta concentrarse y somos conscientes de que objetivamente lo tiene difícil. La lectura puede ser nuestra aliada para promover y desarrollar el hábito de la atención.
• La lectura facilita la recreación de la fantasía y el desarrollo de la creatividad. El lector, durante la lectura, recrea lo que el escritor ha creado para él. ¿No es verdad que cuando hemos ido al cine a ver la película del libro que hemos ya leído, la película no acierta a darnos lo que esperábamos? Cada lector recrea el libro, ha de imaginar todo. En una película todo está dado, nada se conquista, hasta los sonidos que acompañan a una acción están ya determinados.
En cambio, la experiencia lectora es tan personal que podemos afirmar que un mismo libro puede ser distinto para personas diferentes; cada lector la interpreta libremente según su modo de ser, sus conocimientos, sus experiencias y los sentimientos que le provoca. Incluso cuando el mismo lector vuelve a leer el mismo libro en períodos diferentes, logra un sabor distinto. Siempre al leer hacemos nuestro libro, pues siempre la lectura queda teñida por nuestra experiencia y nuestra visión interior.
• La lectura es un acto de creación permanente. Laín Entralgo señala: «Todo cuanto un hombre lee es por él personalmente recreado, vuelto a crear (…). Pero el lector, además de recrear, se recrea, se crea a sí mismo de nuevo, vuelve a crear su propio espíritu».
• Las lecturas nos cambian igual que las buenas o las malas compañías. Toda lectura deja huella, uno no es el mismo después de cada lectura. Por eso se afirma que «un libro es un amigo». En ocasiones un libro es nuestro mejor amigo, aquel que nos consuela, acompaña, distrae, aconseja y deja en libertad.
• La lectura favorece el desarrollo de las virtudes morales siempre que los libros se seleccionen adecuadamente. Las lecturas proponen modelos para admirar e imitar; y, mientras los modelos vivientes (padres, profesores, etc.) pasan, los protagonistas de los libros permanecen.
• Las lecturas nos hacen más libres. Hace unos años hubo un eslogan para la promoción de la lectura que decía: «Más libros, más libres». Y es que todo acto de lectura es un acto de libertad. El individuo ante el libro se siente libre. El lector manda sobre el libro, puede estar de acuerdo o en desacuerdo con las afirmaciones del texto, puede leer ordenadamente o enterarse del final, dar marcha atrás y releer unas páginas, ir hacia delante saltándose una parte, interrumpir la lectura… También el lector tiene esa otra libertad que es la de hacer su propio libro con su participación activa, imaginando, explorando, encontrando respuestas y haciéndose preguntas que solo él podrá responder.
• La lectura potencia la formación estética y educa la sensibilidad estimulando las buenas emociones artísticas y los buenos sentimientos. Las lecturas nos ayudan a conocernos a nosotros mismos y a los demás, y -de este modo- favorecen la educación del carácter y de la afectividad, despertando buenos sentimientos. La lectura nos enriquece y nos transforma, nos hace gozar y sufrir.
• La lectura es un medio de entretenimiento y distracción, que relaja, que divierte. Muchos «sesudos» padres dan poca importancia a esta cualidad de la lectura, les parece que la lectura es algo serio que no se puede convertir en divertimento, creen que hay que leer para instruirse y que la lectura que no aporta instrucción es una pérdida de tiempo. ¡Qué equivocados están! Quizá no han descubierto que el ocio es un valor.
• La lectura es una afición para cultivar en el tiempo libre, un hobby para toda la vida. Una afición que puede practicarse en cualquier tiempo, lugar, edad y situación; una afición al alcance de todos; una afición que cultiva lo más especifico del hombre: su entendimiento, su voluntad, su imaginación y creatividad, sus ideales y valores humanos. La lectura es una afición que está al alcance de todos siempre. Ya Montesquieu afirmaba: «Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas deliciosas».
• La lectura es fuente de disfrute, de goce, de felicidad. Se ha hablado mucho de «el placer de leer», y esta frase expresa una verdad. Leer es una pasión, algo que envuelve a la persona entera y le comunica un deleite porque es una actividad auténticamente humana.
Para explicar qué es el goce de la lectura voy a transcribir unos párrafos de Michael Ende en La historia interminable que me parecen especialmente elocuentes:
«Quien no haya pasado nunca tardes enteras delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara, leyendo y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que tenía hambre o se estaba quedando helado…

Quien nunca haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque papá o mamá o alguna otra persona solícita le ha apagado la luz con el argumento bien intencionado de que tiene que dormir porque mañana hay que levantarse…
Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas porque una historia maravillosa acababa y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecía vacía y sin sentido…
Quien no conozca todo eso por propia experiencia, no podrá comprender, probablemente, lo que Bastián hizo entonces. Miró fijamente el título del libro y sintió frío y calor a un tiempo. Eso era, exactamente, lo que había soñado tan a menudo y lo que, desde que se había entregado su pasión venía deseando: ¡Una historia que no acabase nunca! ¡El libro de todos los libros!».

Leer para vivir

Se dice del maestro Fray Luis de León que anduvo en pleitos y buscando dineros para saldar las cuentas de sus libros «que eran también libros de su vida y sin los cuales no podía vivir».
Cuando leemos, la vida adquiere una mayor plenitud. Cuando la lectura ha entrado a formar parte de la vida de una persona, no leer supone una mutilación, una ausencia dolorosa. ¿No habéis leído cómo en los campos de concentración nazi, algunos sobrevivieron recitando de memoria obras literarias? ¿Cómo se puede vivir sin leer cuando la lectura se ha convertido en una necesidad vital? Podemos afirmar con C. Bertolo que «la enfermedad de leer tiene sus ventajas».

ÍNDICE:

PARTE PRIMERA «A»
LAS VENTAJAS DE LEER

Capítulo 1:
INTRODUCCIÓN AL TEMA 11

Capítulo 2:
IMPORTANCIA DE LA LECTURA 25
¿Qué es ser lector? ¿Basta saber leer para ser lector? 26
¿Qué bienes reporta la lectura? 28
Leer para vivir . 40

Capítulo 3:
LA FAMILIA, CUNA DE NIÑOS LECTORES 43
Es necesario animar a la lectura 51
Leer supone concentración, interpretación y esfuerzo 52
Consejos para despertar afición a la lectura en la familia . 54
Lo que aleja a los hijos de los libros 56

Capítulo 4:
LOS INTERESES LECTORES 59
Sugerencias para elegir bien 62
Algunos consejos a la hora de elegir un libro 70

capítulo 5:
CÓMO PROVOCAR UN ENCUENTRO GOZOSO CON LOS LIBROS. 73
Actividades de animación a la lectura en la familia 78
Leer imágenes 79
¿A quién pertenece esto? 80
¿Me cuentas el cuento? 81
¿Qué están haciendo? 81
Aprender y repetir 81
Adivinanzas y trabalenguas 82
Dibuja . 83
Las frases falsas 83
Vamos a contar una historia 83
Añadir un personaje 84
¿Es de este libro? 85
Jugamos con las palabras 85
¿Me sabrías decir dónde…? 86
Hacemos versos 86
Leyendo en voz alta 87
Leyendo un poema entre los dos 88
Escribir al autor 88
Las palabras inventadas 94
Intercambiamos argumentos 94
Otras actividades con libros para realizar en familia 95
Algunos consejos 96
Decálogo de una familia comprometida en la lectura 98
PARTE SEGUNDA «B»
LIBROS POR EDADES
Introducción 111
Capítulo 6:
LA MAGIA DE LAS PALABRAS 115
Desde los 6 meses a los 4 años 115
Hay que contar cuentos a los niños 119
Cómo contar un cuento 120
Libros para esta edad 122
Reseñas de algunos títulos 125
Capitulo 7:
COMIENZAN A LEER 135
Libros para esta edad (5 años) 135
Reseñas de algunos títulos 141
Capítulo 8:
PRIMEROS LECTORES 153
Libros para esta edad (6 y 7 años) 153
Reseñas de algunos títulos 157
Capítulo 9:
LA EDAD DE LOS GRANDES LECTORES 167
Las posibilidades de esta edad (de 8 a 11 años) 167
Los padres han de hacer una labor constante de animación a la lectura 171
Reseñas de algunos títulos (de 8 y 9 años) 174
Reseñas de algunos títulos (de 10 y 11 años) 185
Capitulo 10:
LA PRE-ADOLESCENCIA 195
Los intereses lectores del preadolescente (entre 11 y 13 años) .195
Reseñas de algunos títulos 200
PARTE TERCERA «C»:
CÓMO FORMAR UNA BIBLIOTECA
Capítulo 11:
DESCUBRIR LOS CLÁSICOS 223
Consejos para alejar a los jóvenes de los libros clásicos 229
Capítulo 12:
LA POESÍA 231
Etapas en el desarrollo poético 235
1 ° etapa: de 4 a 7 años 235
2° etapa: de 8 a 11 años 236
3″ etapa: de 11 a 13 años 237
¿Cuál es la poesía adecuada para la infancia? 238
Características de la poesía infantil 240
Capítulo 13:
EL INTERÉS POR LA CULTURA 243
Capítulo 14:
LOS CÓMICS Y LA LECTURA 247
¿Por qué atrae el cómic? 251
Capítulo 15:
LA BIBLIOTECA FAMILIAR 255
Bibliografía:
BIBLIOGRAFÍA PARA LA ANIMACIÓN LECTORA 261

GUÍA DE TRABAJO 271

¿Le faltan libros a la Biblia protestante, o le sobran a la Biblia católica?

La diferencia son 7 libros, ¿por qué esa diferencia? He aquí la respuesta.

¿Yo quiero saber si es cierto que a la Biblia católica le sobran libros, o es al revés, que a la Biblia de los hermanos protestantes les faltan porque se los han quitado? Si me puede contestar se lo agradecería pues en el trabajo hay compañeros protestantes que me dicen que nosotros tenemos libros de sobra.
Respuesta:
Saludos y respondo a tu inquietud. La Biblia esta dividida en dos partes principales: Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. Cada una de estas partes son una serie de libros, de ahí su nombre de Biblia que en griego es «Biblos» y significa=libros ó o conjunto de libros. A esta «lista de libros inspirados por Dios» se le llama: «cánon bíblico».
En el Nuevo Testamento tanto los católicos como los protestantes tenemos 27 libros, en eso no hay desacuerdo. Pero en el Antiguo Testamento si es diferente, pues los católicos tenemos 46 libros y los hermanos protestantes tienen 39. La diferencia son 7 libros a los cuales se les llama deuterocanonicos (Tobías, Judit, Baruc, Sabiduría, Eclesiástico y 1 y 2 de Macabeos).
¿Por qué? He aquí la respuesta.

1.- El Antiguo Testamento en tiempos de Cristo.

Cuando Jesucristo inicia su ministerio público obviamente no existía nada del Nuevo sino solamente del Antiguo Testamento, y de este había dos cánones o listas que eran usadas, La primera lista con 47 libros era la llamada versión de los 70 ó canon Alejandrino; El otro canon tenía menos libros pues era de 39 y se le conocía como canon hebreo ó palestinense. Las dos se usaban, pues no existía una sola lista cerrada que todos debieran de seguir. Hasta este momento si alguno optaba por usar una lista u otra era relativamente poco importante.

2.- Los Apóstoles y sus discípulos usaron estos siete libros.

Como la versión de los setenta estaba escrita en griego y era ampliamente conocida, los Apóstoles de Jesús usaron también estos libros al citar pasajes del Antiguo Testamento, incluyendo los siete que hoy en día algunos protestantes no aceptan y que los católicos si para seguir el ejemplo de los Apóstoles.

Aproximadamente dos terceras partes de las citas que los Apóstoles mencionaron están tomadas del canon alejandrino, es decir, de la lista que incluye estos siete libros deuterocanónicos.

Por lo tanto un primer comentario importante que hacer es que si los Apóstoles y sus discípulos los usaron seguramente es porque ellos los veían como libros sagrados y por eso, años después, cuando se escribe el Nuevo Testamento que fue hecho casi totalmente en griego, no dudaron en usar esos siete libros y en dejarlos con referencias de haberlos usado. Un ejemplo clarísimo esta en Hebreos 11 que nos anima a seguir el testimonio de los héroes del Antiguo Testamento:

«las mujeres recibieron a sus muertos por la resurrección. Algunos fueron torturados, rehusando aceptar ser liberados, para poder levantarse nuevamente a una vida mejor» (Heb 11, 35).

Si buscamos donde esta eso en la Biblia en ninguna parte del Antiguo Testamento Protestante se encontrara, desde el principio hasta el final, desde el Génesis hasta Malaquías – no hay alguien siendo torturado y rehusando aceptar ser liberado, por su esperanza de una mejor resurrección.

Si quiere encontrar eso que se menciona en la carta a los hebreos, tiene que mirar en el Antiguo Testamento de una Biblia Catolica -en los libros deuterocanonicos que nosotros tenemos y que ellos quitaron a la Biblia-. La historia donde se nos narra esa situación se encuentra en 2 Macabeos capitulo 7. Entonces no es a los católicos a los que no sobran libros, sino a nuestros hermanos separados a los que les faltan. De hecho muchos de ellos no saben porque ó cuando les quitaron esos libros a sus Biblia.

Tambien en Hech 7,43 Esteban habla del «dios Refán», eso esta tomado de la versión griega de los setenta que contiene los deuterocanónicos, pues en la otra versión que no los tiene se le llama «dios Quiyun»(Am 5,26). Asi que si Esteban uso la palabra «Refán» es porque para ellos era normal la version de «los setenta» que contiene los 7 libros que los protestantes rechazan y nosotros al igual que Esteban si los aceptamos.

3.-La Iglesia Católica fué la que estableció el canon bíblico (lista de libros inspirados).
Otra razón del porque en la Iglesia Católica se usan estos libros en la Biblia es por que se quiere ser fiel a la lista que se aprobó en un principio por el cristianismo. Pongamos un ejemplo para que sea mas sencillo: Si tenemos un libro X y una persona nos dice que le faltan páginas y otra nos dice que le sobran, una forma muy segura de saber quien tiene la razón es buscando al autor del libro y el libro original, de esa manera saldremos de dudas al comparar lo que nos dicen con lo que fué originalmente. En el caso de la Sagrada Escritura: ¿Quién? y ¿Cuándo? se tomó la decisión de definir que libros deberíamos de tener en la Biblia.

Encontrémoslo en la historia: El canon de la Escritura, Antiguo y Nuevo Testamento, empezó a ser definido en el Concilio de Roma en el año 382, bajo la autoridad del Papa Dámaso I.
Después se confirmó en el Concilio de Hipona en el 393 y en el Concilio de Cártago en el 397. Es importante hacer notar que todos estos cánones eran idénticos a la moderna Biblia Catolica, y todos ellos incluían los deuterocanonicos.

Así que si alguien dice que son mas ó menos hay que recurrir a la Iglesia Católica, que fué la única de las actuales que decidió cuantos y cuales libros eran reconocidos como Palabra de Dios. Ella los reunió, ella los aprobó. Yo digo que los protestantes cada noche deberían en su oración de dar gracias a la Iglesia Católica, pues si ellos la tienen es gracias a esta Iglesia.

4.- Los judíos se quedaron con el canon corto y los cristianos con el largo.
Mirando hacía lo que los judíos decidieron encontramos que ellos aproximadamente en el año 90-100 también establecieron su canon ó lista del Antiguo Testamento y se quedaron con el canon corto, principalmente porque para ellos si no estaba escrito en hebreo no tendría el mismo valor y con esto hicieron a un lado la lista mas larga y por supuesto cualquier otro libro escrito en griego como lo fue el Nuevo Testamento.

Entonces los judíos se quedaron sin esos siete libros y los cristianos si los incluyeron. ¿Si somos cristianos a quien vamos a obedecer? Por supuesto que a los responsables cristianos de aquellos tiempos. Esta es otra razón por la que en la Biblia Catolica si son incluidos, por ser fieles al cristianismo primitivo. Incluso, hay algunos judíos como los de Etiopia que siguieron con el canon largo que incluye los siete libros que tenemos.

Recuerde que todos los puntos que estamos explicando los puede confirmar por usted mismo buscando, libros y enciclopedias que hablen sobre este tema.

5.- La Iglesia Primitiva también usó los deuterocanonicos.

Para comprobar esto citaremos al estudioso protestante Sr. J. Kelly que dice: «Debería observarse que el Antiguo Testamento entonces admitido como autorizado en la Iglesia era algo mayor y comprendía más que el [Antiguo Testamento Protestante]… Siempre incluía, aunque con varios grados de reconocimiento, los llamados l

ibros deuterocanónicos.

La razón para esto era que el Antiguo Testamento que pasó en primera instancia a las manos de los cristianos era la traducción griega conocida como versión de los setenta… la mayoría de las citas bíblicas que se encuentran en el Nuevo Testamento se basan en ella más que en la Hebrea… En los primeros dos siglos… la Iglesia parece haber aceptado como inspirados todos, o la mayoría, de estos libros adicionales, y haberlos tratados como Escritura sin más cuestión.»

Recuerde que esto lo dijo un profesor protestante. Entonces, si la Iglesia los usó en los primeros siglos con mayor razón nosotros. Un último detalle importante es que durante muchos siglos la Biblia protestante también tenía estos siete libros. Incluso Lutero, Zwinglio y Calvino los tuvieron en sus Biblias al menos como un apéndice.

Fue apenas en el año 1835 la primera vez que la imprimieron sin ellos. De hecho hoy en día gracias a la investigación, al ecumenismo y al amor a la verdad hay cada vez mas protestantes serios que están volviendo a incluirlos en sus nuevas ediciones bíblicas.

Esperamos haber contestado su pregunta y no olvides ayudarnos a promover este sitio www.defiendetufe.org Dios te siga bendiciendo.

Yo creo, Señor; en Ti
que eres la Verdad Suprema.
Creo en todo lo que me has revelado.
Creo en todas las verdades
que cree y espera mi Santa Madre
la Iglesia Católica y Apostólica.
Fe en la que nací por tu gracia,
fe en la que quiero vivir y luchar
fe en la que quiero morir.

Siete misas para salir del purgatorio: la visión de San Nicolás de Tolentino

Nicolás de Tolentino

El santo italiano, autor de 300 milagros, recibió la petición de sufragio de un alma en el purgatorio. Y lo realizó durante toda una semana

Aunque durante siglos la piedad católica ha dedicado el mes de noviembre a las almas del purgatorio, lamentablemente desde hace más de 50 años en nuestras parroquias se habla cada vez menos del purgatorio.

Por tanto, es necesario retomar la catequesis sobre este tema también presentando las experiencias de numerosos santos al respecto. Y uno de ellos es este del que hablamos a continuación.

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Era sábado por la noche en la ermita agustina de Valmanente, cerca de Pesaro. Un joven sacerdote acababa de irse a la cama para un merecido descanso cuando escuchó un grito: “¡Nicolás! ¡Hombre de Dios, mírame! ”.

Con un sobresalto, se volvió en la dirección de donde había venido el grito y vi una figura de la que no podía identificarse.

Este continuó: «Soy el alma del hermano Pellegrino de Osimo, a quien conociste, y estoy atormentado en el Purgatorio, donde vine a purificarme de mis pecados». Luego de presentarse, esa bendita alma le pidió que celebrara una misa de réquiem para salir de las llamas que la consumían.

¿No vas a escucharnos?

Nicolás argumentó que era el encargado de presidir la Eucaristía conventual durante la semana, por lo que no le era posible celebrar la Misa de difuntos. Pero fray Pellegrino le mostró un valle cerca de Pesaro, lleno de una multitud de almas de todas las condiciones, edades y sexo, muchas de ellas pertenecientes a distintas órdenes religiosas, y le preguntó si era capaz de rechazar los ruegos de tanta gente.

A la mañana siguiente, Nicolás le contó a su superior la visión que había tenido, obteniendo la autorización para celebrar la misa de difuntos en sufragio de las almas sufrientes durante toda la semana. Además, oró por ellos día y noche, en medio de lágrimas de compasión.

Después de siete días, fray Pellegrino vino a agradecer su intercesión, ya que él y un gran número de sus compañeros de purgatorio ya disfrutaban de la visión celestial.

Este es el origen del septenario de misas por los fieles difuntos de San Nicolás de Tolentino, que comenzó a ser conocido por las almas benditas como el que «con el barco de sus méritos y oraciones surca el mar del Purgatorio».

Conocemos, en estas breves líneas, algunos rasgos de la vida singular de este gran taumaturgo, de los que dijo el Papa Eugenio IV, que lo canonizó: «No hubo santo desde la época de los Apóstoles que supere a san Nicolás de Tolentino en número y magnitud de milagros».