Referencias Bíblicas
• John 20:24-29
• Obispo Robert Barron
Amigos, el Evangelio de hoy nos cuenta sobre las dudas que tenía Tomás acerca de la Resurrección. El catolicismo tiene una rica tradición de cuestionamiento y búsqueda de la comprensión. Tomás de Aquino, otro gran santo que también lleva el mismo nombre, pasó gran parte de su vida preguntando y respondiendo preguntas difíciles sobre la fe.
¿Recuerdan la gran frase de Hamlet: “Hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que sueñas en tu filosofía, Horacio”? Si obstinadamente decimos —incluso en el área de la ciencia— que aceptamos solo lo que podemos ver claramente, tocar y controlar, no vamos a saber mucho sobre la realidad.
En la mayoría de las áreas de la vida, hay una interacción entre el saber y el creer. No es algo exclusivo de la parte religiosa de la vida. Blaise Pascal lo resumió así: “El corazón tiene razones que la razón no conoce”.
Esto no significa que nosotros que, no hemos visto y hemos creído, nos estemos conformando con un pobre sustituto de una visión real. No, y se nos describe como bendecidos, y más bendecidos que Tomás. Dios está haciendo todo tipo de cosas que no podemos ver, medir, controlar y entender completamente. Pero una fe informada nos permite enamorarnos de ese Dios.
León XIV invita a orar «para rechazar todo lo que nos aleje de Cristo»
En el video con las intenciones de oración para el mes de julio, realizado por la Red Mundial de Oración del Papa en colaboración con la diócesis de Brooklyn, el Pontífice reflexiona sobre el tema de la formación para el discernimiento y recita en inglés una oración inédita en la que invoca al Espíritu Santo para que nos enseñe a discernir los secretos caminos del corazón.
“Oremos para que aprendamos cada vez más a discernir, saber elegir caminos de vida y rechazar todo lo que nos aleje de Cristo y del Evangelio”
Es la intención de oración del Papa León XIV para el mes de julio ilustrada en El Video del Papa, publicado hoy, jueves 3, a través de su Red Mundial de Oración.
Conocerse a uno mismo para conocer a Dios
En el video – realizado por la Red Mundial de Oración del Papa en colaboración con la diócesis de Brooklyn- la voz y un oración inédita del Pontífice al Espíritu Santo acompañan el camino de una joven en un bosque, que se pierde y necesita orientarse. Mira a su alrededor, se detiene, se libera de los pesos innecesarios y comienza a caminar de nuevo usando una brújula y un mapa. Se detiene otra vez, abre el Evangelio, llega a una gruta en la que hay una estatua de María: la oración, en el silencio y en la escucha, le indica el camino correcto. La oración del Papa León XIV para pedir al Espíritu Santo guía y discernimiento en el propio camino, se concluye con una súplica de inspiración agustiniana:
Concédeme conocer mejor qué es lo que me mueve, para rechazar aquello que me aleja de Cristo, y así más amarlo y servirlo.
En efecto, el obispo de Hipona escribe en sus Confesiones que el conocimiento de uno mismo lleva a un conocimiento cada vez más profundo de Dios: para discernir, es preciso situarse en la verdad ante Dios, entrar en uno mismo, admitir las propias debilidades y pedir al Señor que nos sane. A partir de ahí, se puede renacer a través de una auténtica relación con Dios.
Reconocer la voz de Jesús
El arte del discernimiento, ya recomendado por San Pablo (Rm 12,2) al comienzo de la historia de la Iglesia, es hoy más necesario que nunca, subraya una nota de la Red Mundial de Oración, difundida como comentario al video con las intenciones del Papa para el mes de julio. Hoy en día – se lee – la velocidad con la que se suceden los cambios en la actualidad, la ingente cantidad de información disponible -y no siempre verdadera-, la aparente realidad creada por la inteligencia artificial, y la complejidad de los desafíos globales, entre otros factores, hacen que el discernimiento sea una habilidad esencial para tomar decisiones acertadas que nos permitan vivir una vida buena y nos acerquen a Dios. “En medio de las prisas de la vida cotidiana, debemos aprender a hacer una pausa y crear momentos sagrados para la oración”, comenta Monseñor Robert J. Brennan, Obispo de Brooklyn. “Es en estos espacios silenciosos de escucha atenta -continúa el prelado – donde descubrimos qué caminos importan de verdad y encontramos el discernimiento para elegir lo que conduce verdaderamente a la alegría que sólo viene de Dios”.
Una ayuda para ejercer mejor la libertad
En este sentido, el Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa, P. Cristóbal Fones, S.J., explica que “la formación para el discernimiento es fundamental para navegar en un mundo complejo. Incluye la oración, la reflexión personal, el estudio de las Escrituras y el acompañamiento espiritual. Cultivar una relación profunda con Jesús es lo más importante, ya que de este modo podemos reconocer su voz en medio de tantas voces del mundo y tener la claridad necesaria para tomar nuestras decisiones en función de un propósito y un horizonte más humano”.
El discernimiento es esencial también para nuestra felicidad: “La cultura actual -continua el P. Fones- nos presenta la felicidad como un fin, y tiende a identificarla con el bienestar. En cambio, para San Ignacio de Loyola, en cuya espiritualidad el discernimiento ocupa una posición muy importante, es más bien una consecuencia: hemos sido creados para salir de nosotros mismos aprendiendo a amar y a donarnos, a servir a los demás y a unirnos a Dios. Por este camino -el camino de Jesús, el camino del corazón, que ciertamente es contrario a la cultura egocéntrica y utilitarista predominante-, se alcanza la felicidad”. “San Ignacio nos ofrece unas reglas de discernimiento para sentir y conocer lo que nos pasa interiormente, las mociones, los movimientos de nuestro espíritu, con el fin de que podamos elegir lo que nos ayuda a amar y ser amados, y rechazar lo que nos lo impide. El discernimiento espiritual nos ayuda a ejercer mejor nuestra libertad”.
La oración del Video
En el contexto del Año Santo de 2025, El Video del Papa adquiere una especial relevancia, porque nos da a conocer las intenciones de oración que el Santo Padre lleva en su corazón. Los fieles que deseen recibir las gracias de la indulgencia jubilar deben orar por las intenciones del Pontífice. He aquí el texto integral de la oración inédita del Papa al Espíritu Santo, contenida en el video difundido hoy:
Espíritu Santo, luz de nuestro entendimiento,
dulce aliento en nuestras decisiones,
dame la gracia de escuchar atentamente tu voz
para discernir los secretos caminos de mi corazón,
a fin de captar lo que realmente es importante para ti
y liberar mi corazón de sus aflicciones.
Te pido la gracia de aprender a detenerme
para tomar conciencia de mi manera de actuar,
de los sentimientos que habitan en mí,
de los pensamientos que me invaden,
y que, muchas veces, no logro reconocer.
Deseo que mis elecciones
me conduzcan a la alegría del Evangelio.
Aunque deba atravesar momentos de duda y cansancio,
aunque tenga que luchar, reflexionar, buscar y comenzar de nuevo…
Porque, al final de cuentas,
tu consuelo es el fruto de la decisión correcta.
Concédeme conocer mejor qué es lo que me mueve,
para rechazar aquello que me aleja de Cristo,
y así más amarlo y servirlo.
Amén.
Tomás, Santo
Apóstol, 3 de julio
Por: Redacción
Fuente: www.ewtn.com
Martirologio Romano: Fiesta de santo Tomás, apóstol, quien, al anunciarle los otros discípulos que Jesús había resucitado, no lo creyó, pero cuando Jesús le mostró su costado traspasado por la lanza y le dijo que pusiera su mano en él, exclamó: «Señor mío y Dios mío». Y con esta fe que experimentó es tradición que llevó la palabra del Evangelio a los pueblos de la India.
Etimológicamente: Tomás = «gemelo», viene del arameo
Breve Semblanza
La tradición antigua dice que Santo Tomás Apóstol fue martirizado en la India el 3 de julio del año 72. Parece que en los últimos años de su vida estuvo evangelizando en Persia y en la India, y que allí sufrió el martirio.
De este apóstol narra el santo evangelio tres episodios.
El primero sucede cuando Jesús se dirige por última vez a Jerusalem, donde según lo anunciado, será atormentado y lo matarán.
En este momento los discípulos sienten un impresionante temor acerca de los graves sucesos que pueden suceder y dicen a Jesús: «Los judíos quieren matarte y ¿vuelves allá?. Y es entonces cuando interviene Tomás, llamado Dídimo (en este tiempo muchas personas de Israel tenían dos nombres: uno en hebreo y otro en griego. Así por ej. Pedro en griego y Cefás en hebreo). Tomás, es nombre hebreo. En griego se dice «Dídimo», que significa lo mismo: el gemelo.
Cuenta San Juan (Jn. 11,16) «Tomás, llamado Dídimo, dijo a los demás: Vayamos también nosotros y muramos con Él». Aquí el apóstol demuestra su admirable valor. Un escritor llegó a decir que en esto Tomás no demostró solamente «una fe esperanzada, sino una desesperación leal». O sea: él estaba seguro de una cosa: sucediera lo que sucediera, por grave y terrible que fuera, no quería abandonar a Jesús. El valor no significa no tener temor. Si no experimentáramos miedo y temor, resultaría muy fácil hacer cualquier heroísmo. El verdadero valor se demuestra cuando se está seguro de que puede suceder lo peor, sentirse lleno de temores y terrores y sin embargo arriesgarse a hacer lo que se tiene que hacer. Y eso fue lo que hizo Tomás aquel día. Nadie tiene porque sentirse avergonzado de tener miedo y pavor, pero lo que sí nos debe avergonzar totalmente es el que a causa del temor dejemos de hacer lo que la conciencia nos dice que sí debemos hacer, Santo Tomás nos sirva de ejemplo.
La segunda intervención:
Sucedió en la Última Cena. Jesús les dijo a los apóstoles: «A donde Yo voy, ya sabéis el camino». Y Tomás le respondió: «Señor: no sabemos a donde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» (Jn. 14, 15). Los apóstoles no lograban entender el camino por el cual debía transitar Jesús, porque ese camino era el de la Cruz. En ese momento ellos eran incapaces de comprender esto tan doloroso. Y entre los apóstoles había uno que jamás podía decir que entendía algo que no lograba comprender. Ese hombre era Tomás. Era demasiado sincero, y tomaba las cosas muy en serio, para decir externamente aquello que su interior no aceptaba. Tenía que estar seguro. De manera que le expresó a Jesús sus dudas y su incapacidad para entender aquello que Él les estaba diciendo.
Admirable respuesta:
Y lo maravilloso es que la pregunta de un hombre que dudaba obtuvo una de las respuestas más formidables del Hijo de Dios. Uno de las más importantes afirmaciones que hizo Jesús en toda su vida. Nadie en la religión debe avergonzarse de preguntar y buscar respuestas acerca de aquello que no entiende, porque hay una verdad sorprendente y bendita: todo el que busca encuentra.
Le dijo Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí» Ciertos santos como por ejemplo el Padre Alberione, Fundador de los Padres Paulinos, eligieron esta frase para meditarla todos los días de su vida. Porque es demasiado importante como para que se nos pueda olvidar. Esta hermosa frase nos admira y nos emociona a nosotros, pero mucho más debió impresionar a los que la escucharon por primera vez.
En esta respuesta Jesús habla de tres cosas supremamente importantes para todo israelita: el Camino, la Verdad y la Vida. Para ellos el encontrar el verdadero camino para llegar a la santidad, y lograr tener la verdad y conseguir la vida verdadera, eran cosas extraordinariamente importantes.
En sus viajes por el desierto sabían muy bien que si equivocaban el camino estaban irremediablemente perdidos, pero que si lograban viajar por el camino seguro, llegarían a su destino. Pero Jesús no sólo anuncia que les mostrará a sus discípulos cuál es el camino a seguir, sino que declara que Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida.
Notable diferencia: Si le preguntamos al alguien que sabe muy bien: ¿Dónde queda el hospital principal? Puede decirnos: siga 200 metros hacia el norte y 300 hacia occidente y luego suba 15 metros… Quizás logremos llegar. Quizás no. Pero si en vez de darnos eso respuesta nos dice: «Sígame, que yo voy para allá», entonces sí que vamos a llegar con toda seguridad. Es lo que hizo Jesús: No sólo nos dijo cual era el camino para llegar a la Eterna Feliz, sino que afirma solemnemente: «Yo voy para allá, síganme, que yo soy el Camino para llegar con toda seguridad». Y añade: Nadie viene al Padre sino por Mí: «O sea: que para no equivocarnos, lo mejor será siempre ser amigos de Jesús y seguir sus santos ejemplos y obedecer sus mandatos. Ese será nuestro camino, y la Verdad nos conseguirá la Vida Eterna».
El hecho más famoso de Tomás
Los creyentes recordamos siempre al apóstol Santo Tomás por su famosa duda acerca de Jesús resucitado y su admirable profesión de fe cuando vio a Cristo glorioso.
Dice San Juan (Jn. 20, 24) «En la primera aparición de Jesús resucitado a sus apóstoles no estaba con ellos Tomás. Los discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». El les contestó: «si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su constado, no creeré». Ocho días después estaban los discípulos reunidos y Tomás con ellos. Se presento Jesús y dijo a Tomás: «Acerca tu dedo: aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío». Jesús le dijo: «Has creído porque me has visto. Dichosos los que creen sin ver».

Ilustración que representa a santo Tomás en la India
Parece que Tomás era pesimista por naturaleza. No le cabía la menor duda de que amaba a Jesús y se sentía muy apesadumbrado por su pasión y muerte. Quizás porque quería sufrir a solas la inmensa pena que experimentaba por la muerte de su amigo, se había retirado por un poco de tiempo del grupo. De manera que cuando Jesús se apareció la primera vez, Tomás no estaba con los demás apóstoles. Y cuando los otros le contaron que el Señor había resucitado, aquella noticia le pareció demasiado hermosa para que fuera cierta.
Tomás cometió un error al apartarse del grupo. Nadie está peor informado que el que está ausente. Separarse del grupo de los creyentes es exponerse a graves fallas y dudas de fe. Pero él tenía una gran cualidad: se negaba a creer sin más ni más, sin estar convencido, y a decir que sí creía, lo que en realidad no creía. El no apagaba las dudas diciendo que no quería tratar de ese tema. No, nunca iba a recitar el credo un loro. No era de esos que repiten maquinalmente lo que jamás han pensado y en lo que no creen. Quería estar seguro de su fe.
Y Tomás tenía otra virtud: que cuando se convencía de sus creencias las seguía hasta el final, con todas sus consecuencias. Por eso hizo es bellísima profesión de fe «Señor mío y Dios mío», y por eso se fue después a propagar el evangelio, hasta morir martirizado por proclamar su fe en Jesucristo resucitado. Preciosas dudas de Tomás que obtuvieron de Jesús aquella bella noticia: «Dichosos serán los que crean sin ver».
Reconocer y llorar las propias debilidades
Santo Evangelio según San Juan 20,24-29.
Festividad de Santo Tomás Apóstol.
Por: H. Luis Alberto de Ávila, L.C.
Fuente: www.missionkits.org
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Me pongo en tu presencia, Señor Jesús. Quiero escuchar aquello que quieres comunicarme en este momento de oración. Abre mi mente a tu voz. Permíteme dejar a un lado todo aquello que no seas Tú.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 20,24-29
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré».
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes».
Luego le dijo a Tomás: «Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano; métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree». Tomás le respondió: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús añadió: «Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Tomás, al igual que el resto de los doce, esperaban un Mesías terrenal, un rey que lograría unir al pueblo para restablecer el poderío Israel.
Sin embargo, el plan de Dios era más grande. Jesús enseñó que su reino comienza aquí en la tierra como un reino espiritual que cada quien debe conquistar por medio de la fe y la gracia de Dios. Será después de esta vida que se nos entregará en plenitud.
Tomás hoy se nos presenta como modelo de quien da el paso al nuevo reino. Si bien se había resistido en creer en el testimonio de los demás, ahora Jesús le ofrece su costado para que, introduciendo su mano, supere su incredulidad y haga una experiencia personal de Cristo Resucitado.
Cuántas veces nosotros, al igual que Tomás, nos resistimos a creer porque tenemos la idea de un reino hecho a nuestra medida. Jesús, que es manso y humilde de corazón, sale a encontrarnos para abrirnos los ojos de la fe y purificar nuestra limitada visión de las cosas.
«En su duda y su afán de entender —y también un poco terco—, este discípulo se nos asemeja un poco, y hasta nos resulta simpático. Sin saberlo, nos hace un gran regalo: nos acerca a Dios, porque Dios no se oculta a quien lo busca. Jesús le mostró sus llagas gloriosas, le hizo tocar con la mano la ternura infinita de Dios, los signos vivos de lo que ha sufrido por amor a los hombres. Para nosotros, los discípulos, es muy importante poner la humanidad en contacto con la carne del Señor, es decir, llevarle a él, con confianza y total sinceridad, hasta el fondo, lo que somos. Jesús, como dijo a santa Faustina, se alegra de que hablemos de todo, no se cansa de nuestras vidas, que ya conoce; espera que la compartamos, incluso que le contemos cada día lo que nos ha pasado.» (Homilía de S.S. Francisco, 30 de julio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pensar que Cristo está conmigo aun en las cosas contradictorias y difíciles que se me presenten el día de hoy.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Creer en Jesús sin verlo nos hace del grupo de los dichosos
El Evangelio nos narra un episodio bastante curioso: santo Tomás, a pesar de haber convivido tres años con Jesús, necesitaba ver para creer. ¿Te pareces a él?
Un episodio del Evangelio que reúne a Jesús y a santo Tomás es tan famoso que, incluso, se ha vuelto un dicho popular: «Hasta no ver, no creer». Y se refiere a tener las pruebas en la mano para dar crédito a algún hecho que puede parecer insólito o tan increíble que no basta la palabra de quien lo narra.
Tomás, el incrédulo
Eso le pasó a santo Tomás, y así lo encontramos en la biblia:
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!».
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. (Jn 20, 19, 20)
Leemos en el Evangelio de san Juan que fue el día de la resurrección cuando Jesús se apareció a los discípulos. No tenemos el número de los que testigos de este acontecimiento, sin embargo, bastaría para no dudar porque eran por lo menos diez personas las que vieron al Señor.
La Escritura continúa narrando:
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!»
El les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré» (Jn 20, 24-25).
Creer sin ver
Por supuesto, el Señor tenía una enseñanza más para Tomás – y para todos los hombres y mujeres de todos los tiempos – . San Juan sigue contando lo que ocurrió:
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!»
Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe».
Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Dichosos los que creen sin haber visto!» (Jn 20, 26-29)
Nosotros podemos contarnos entre los dichosos porque nunca hemos visto físicamente al Señor Jesús, pero por el testimonio de innumerables cristianos que han vivido la fe, incluso hasta dar la vida, sabemos que no requerimos de las pruebas que pidió Tomás para creer en Él. Basamos nuestra fe en sus promesas de Vida eterna. Que Dios nos ayude a permanecer fieles siempre.
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