Isaías 7:10-14 / Romanos 1:1-7 / Mateo 1:18-24

Estamos junto a la Navidad y en este último domingo de Adviento las lecturas que la liturgia nos propone evocan una notable sorpresa ante la forma en que Dios actúa. La gran lección de la Navidad es que Dios responde muy en serio, muy profundamente a las esperanzas, expectativas y anhelos humanos. Pero su manera de hacerlo, el camino que elige, siempre nos sorprende, como sorprendió a José y María el proyecto que Dios tenía para ellos.

El fragmento evangélico que acaba de ser proclamado nos explica el nacimiento del Mesías. Se trata de un relato breve, que no se pierde en detalles innecesarios y su objetivo es narrarnos la intervención definitiva de Dios en la historia de la humanidad en la persona de Jesús, es decir, Dios se ha hecho un de nosotros. Una vez más su intervención huye de lo aceptado como “normal”. María, su madre, que tenía una promesa de matrimonio con José, un descendiente de la familia real de David, le había concebido por obra del Espíritu Santo.

José y María, por razón de la promesa de matrimonio eran considerados ante sus contemporáneos y ante Dios marido y mujer, por eso no es difícil imaginarnos la sorpresa y el estado de ánimo de aquel joven que esperaba alusión el momento de compartir con su esposa un hogar y una familia. Ante esta situación que le resultó del todo incomprensible, siendo un hombre bueno, pensaba cómo podía resolver la situación sin que tuviera ninguna consecuencia desfavorable por aquella que él amaba de todo corazón.

Una vez tomada la decisión de separarse de María, Dios se revela a José en el silencio de la noche para revelarle el significado de lo sucedido. En el sueño, el ángel se dirige a José de forma solemne y le llama hijo de David. Salvo este caso, sólo a Jesús se le atribuye ese tratamiento. ¿Por qué el ángel le llama hijo de David? Porque todo lo que le debe comunicar sólo puede sentirlo como hijo del rey David, ya que ésta será la clave que le aclarará el sentido de todos los hechos y de todas las palabras que vendrán. Contrariamente a lo que podía pensarse, el Mesías descendente David no aparecerá en medio de las instituciones de Jerusalén, sino que surgirá del rebrote más débil del gran rey, porque la fuerza de la salvación no se encuentra en los grandes palacios sino en el amor sencillo y lleno que se puede vivir en la casa de un carpintero.

El mensajero de Dios habla claramente: María, su esposa ha concebido un hijo por obra del Espíritu Santo y es necesario que José la tome en su casa y cuando nazca el chico debe ponerle el nombre de Jesús. La imposición del nombre era un derecho del padre que indicaba claramente el reconocimiento de su paternidad sobre el recién nacido.

En la Biblia, cuando se nos habla de sueños y de ángeles que traen mensajes, suelen querernos hablar de descubrimientos profundos, de encuentro interior con Dios que muestra su camino, lo que espera de cada uno. José, en la oscuridad, en la perplejidad y la tristeza de aquella situación que nunca hubiera imaginado, entiende la llamada que Dios le hace. Por eso una vez despertado, cumpliendo lo que el ángel del Señor le había mandado, tomó a María en su casa con todo el misterio de su maternidad. La toma junto con el hijo que llegará al mundo demostrando así su disponibilidad a lo que Dios le pedía.

La propuesta que Dios le hace cambia radicalmente su vida como hombre y creyente. De ahora en adelante su existencia ya no será como él le había podido prever. Su vida será como Dios la quería. La vida entera de José, el justo, quedó desestabilizada a partir de ese momento porque, al igual que Moisés ante la zarza incandescente, ha sido invitado a acercarse al misterio de Dios hecho hombre.

Como decíamos al inicio, estamos a punto de terminar el tiempo de Adviento, pero todavía hoy, Dios nos ha dirigido a cada uno de nosotros su anuncio, a cada uno nos envía su ángel, bajo signos y mediaciones bien diversas e inesperadas. También a nosotros, hoy, nos dice que con la fuerza del Espíritu Santo son posibles aquellas cosas que tenemos por imposibles. Por eso, podríamos preguntarnos: ¿sé crear en mi interior y en el ambiente donde vivo el clima adecuado para que Dios pueda hacerse presente? ¿Confío lo suficiente en el Señor? ¿Dónde pongo mi confianza?

La rutina y la misma experiencia de lo que nos cuesta amar a los demás, de perdonar, de recomenzar una relación débil, de dialogar, de ser magnánimos, de trabajar por la paz, de movernos por quienes lo necesitan, … nos pueden hacer desconfiar de nosotros mismos y de la posibilidad de cambio. Sin embargo, las palabras claves para no caer en la desconfianza son: “No tengas miedo”. La Eucaristía es el memorial de la confianza de Dios en nosotros. 

Luke 1:5-25

Amigos, nuestro Evangelio de hoy es del primer capítulo de Lucas, y está cuidadosamente repleto de temas Davídicos del Antiguo Testamento. 

La primera cosa que escuchamos de Zacarías es que sirve como sacerdote en el Templo de Jerusalén; y el sueño de David fue construir el Templo en el que Zacarías sirve. Estando en el santuario, Zacarías es visitado por el ángel Gabriel; y el escenario del Templo y el anuncio del nacimiento de un niño en contra de las expectativas nos trae recuerdos del embarazo de Ana, que resultó en el nacimiento del predecesor de David. En efecto, las palabras de Isabel luego de concebir —“El Señor ha hecho esto conmigo y me ha librado de la vergüenza ante la gente”— evocan poderosamente el estado de ánimo cuando ella, después de demasiadas lágrimas y mucha oración, quedó finalmente encinta. 

¿Qué tiene esto que ver con la vida de Jesús? Desde el comienzo hasta el final de su predicación, el tema central de Jesús fue la venida del reino de Dios, que era interpretado como reunir a las tribus dispersas de Israel. Y lo que queda eminentemente claro en todos los Evangelios es que el reunirse sucedería en y a través de Jesús mismo, tal como la unión del antiguo Israel aconteció en la persona de David. Jesús consuma definitivamente lo que David mismo dejó incompleto e inconcluso.

El Papa Francisco afirmó que el Evangelio es el fuego del amor de Dios que enciende la llama de la fe, quema el egoísmo, ilumina la vida y consume los ídolos que esclavizan a las personas.

Así lo indicó el Santo Padre en su reflexión antes del rezo del Ángelus este domingo en la Plaza de San Pedro, al meditar sobre una frase de Jesús en el Evangelio de hoy: “He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! (Lc 12,49)”.

Al explicar lo que el Señor quiere decir con esta frase, el Papa Francisco resaltó que “el Evangelio es como un fuego porque es un mensaje que, cuando irrumpe en la historia, quema el viejo equilibrio de la vida».

El Evangelio también «nos desafía a salir del individualismo, nos desafía a vencer el egoísmo, nos desafía a pasar de la esclavitud del pecado y de la muerte a la vida nueva del Resucitado, de Jesús resucitado”.

Anastasio I, Santo

XXXIX Papa, 19 de diciembre

Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio Ponciano, en la vía Portuense, sepultura de san Anastasio I, papa, varón de gran pobreza y de apostólica solicitud, que se opuso firmemente a las doctrinas heréticas († 401)

Breve Biografía

Fue de nación romano; su padre se llamó Máximo. Fue elegido Sumo Pontífice imperando Graciano, y sucedió en la silla apostólica a San Siricio en diciembre del 398. Tuvo el sumo pontificado tres años, diez meses y veinticinco días.

Constituyó que los sacerdotes no estuviesen sentados, sino en pie e inclinados, cuando se leyese o cantase el Evangelio en la Iglesia, y que ningún peregrino, mayormente si era transmarino, fuese admitido en la clerecía si no traía fe de quién era, sellada y firmada de cinco obispos. Esto mandó por los Maniqueos, que entonces eran muy estimados en África, y para corromper a los católicos enviaban muchos de los suyos a diversas partes donde pudiesen sembrar sus herejías. Constituyó también que los débiles o mancos, o cualesquiera otros que careciesen de algún miembro, no fuesen clérigos.

Consagró la Iglesia llamada Crescentina en la región segunda, en la vía Mamertina. Celebró dos veces órdenes por el mes de diciembre, y ordenó en ellas a 8 presbíteros, 5 diáconos y 10 obispos; y habiendo servido al Señor fielmente (porque no fue digno el mundo de gozarlo mucho tiempo, como dice San Jerónimo, su contemporáneo, pues fue hecho Pontífice por su gran santidad y pobreza apostólica a los 70 años y más de su edad, y también porque en su tiempo no viese rendida a la siempre triunfante Roma, señora del mundo), pasó de esta presente vida a tomar posesión eterna a los 27 de abril del año 401, imperando Graciano, según algunos Arcadio y Honorio.

San Anastasio combatió la herejía donatista en el África septentrional y condenó los errores de Orígenes.

Su santo cuerpo fue sepultado en el Cementerio de San Pedro junto al Oso Pleato y estuvo por su muerte vacante la silla apostólica 21 días.

No ponerle «peros» al Señor

Santo Evangelio según san Lucas 1, 5-25. Lunes IV de Adviento

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, ayúdame a vivir el momento presente en plenitud, que las preocupaciones del futuro no perturben mi paz y los errores del pasado sepa abandonarlos en tu infinita misericordia, pues no puedo cambiarlos en nada. Quiero confiar más en ti, Señor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 5-25

Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una descendiente de Aarón, llamada Isabel.

Ambos eran justos a los ojos de Dios, pues vivían irreprochablemente, cumpliendo los mandamientos y disposiciones del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos, de avanzada edad.

Un día en que le correspondía a su grupo desempeñar ante Dios los oficios sacerdotales, le tocó a Zacarías, según la costumbre de los sacerdotes, entrar al santuario del Señor para ofrecer el incienso, mientras todo el pueblo estaba afuera, en oración, a la hora de la incensación.

Se le apareció entonces un ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y un gran temor se apoderó de él. Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu mujer, te dará un hijo, a quien le pondrás el nombre de Juan. Tú te llenarás de alegría y regocijo, y otros muchos se alegrarán también de su nacimiento, pues él será grande a los ojos del Señor; no beberá vino ni licor y estará lleno del Espíritu Santo, ya desde el seno de su madre. Convertirá a muchos israelitas al Señor; irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia sus hijos, dar a los rebeldes la cordura de los justos y prepararle así al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo».

Pero Zacarías replicó: «¿Cómo podré estar seguro de esto? Porque yo ya soy viejo y mi mujer también es de edad avanzada». El ángel le contestó: «Yo soy Gabriel, el que asiste delante de Dios. He sido enviado para hablar contigo y darte esta buena noticia. Ahora tú quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto suceda, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo».

Mientras tanto, el pueblo estaba aguardando a Zacarías y se extrañaba de que tardara tanto en el santuario. Al salir no pudo hablar y en esto conocieron que había tenido una visión en el santuario. Entonces trató de hacerse entender por señas y permaneció mudo.

Al terminar los días de su ministerio, volvió a su casa. Poco después concibió Isabel, su mujer, y durante cinco meses no se dejó ver, pues decía: «Esto es obra del Señor. Por fin se digno a quitar el oprobio que pesaba sobre mí».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

«Tú te llenarás de alegría y regocijo, y otros muchos se alegrarán también de su nacimiento, pues él será grande a los ojos del Señor»

Nuestra naturaleza nos hace emitir un juicio, casi de manera natural en contra de Zacarías. Sí, al leer este pasaje evangélico, juzgamos a Zacarías por haber dudado del ángel. Pero, era bastante lógica su duda, pues su esposa y él eran viejos. Pero ¿será ésa la verdadera inquietud de Zacarías?, ¿o también era el contenido del mensaje?

Creo que hoy, son pocas las personas que de verdad se sentirían completamente felices y no pondrían ningún obstáculo si el Señor les pidiese un hijo para consagrarlo a su servicio.

Porque, aunque estamos en el camino del servicio del Señor, oramos y tratamos de ser buenos creyentes como lo era Zacarías, al momento de tener que ofrecer un hijo a Dios empezamos a poner «peros», más aún, cuando ese hijo ha sido tan esperado, anhelado o simplemente tenemos puestas todas nuestras ilusiones en él. Pero ¿por qué, si amo a Dios de verdad, al que me lo dio todo, no se lo entregó? Señor, creo que nunca te he ofrecido a mis hijos de corazón, a mis seres queridos; creo que el sólo pensar en que me los pudieras pedir, me da miedo. Veo que en verdad no confió en ti.

Mi confianza es muy humana aún, considero que Tú no los puedes hacer totalmente felices, que no podrían vivir una vida sin familia y, además, entregada de lleno al servicio a los demás. No, hoy en día ya no vale la pena que se hagan monjas, sacerdotes o matrimonios consagrados y entregados a Dios, porque sufren mucho…

Señor, enséñame a entregarte incluso a aquellos que más amo en esta vida, porque sólo así podrás cuidarlos y obrar en ellos para hacerles felices.

Sea al sacerdocio, a la vida consagrada o al matrimonio, te consagro a mis hijos y seres queridos para que en ti encuentren su plenitud y felicidad.

«El objetivo ha de ser lograr inserirse en el diálogo con los hombres y mujeres de hoy, para comprender sus expectativas, sus dudas, sus esperanzas. Son hombres y mujeres a veces un poco desilusionados con un cristianismo que les parece estéril, que tiene dificultades precisamente para comunicar incisivamente el sentido profundo que da la fe. En efecto, precisamente hoy, en la era de la globalización, estamos asistiendo a un aumento de la desorientación, de la soledad; vemos difundirse la pérdida del sentido de la vida, la incapacidad para tener una “casa” de referencia, la dificultad para trabar relaciones profundas. Es importante, por eso, saber dialogar, entrando también, aunque no sin discernimiento, en los ambientes creados por las nuevas tecnologías, en las redes sociales, para hacer visible una presencia, una presencia que escucha, dialoga, anima. No tengan miedo de ser esa presencia, llevando consigo su identidad cristiana cuando se hacen ciudadanos de estos ambientes. ¡Una Iglesia que acompaña en el camino, sabe ponerse en camino con todos!».

(Mensaje de S.S. Francisco, 21 de septiembre de 2013).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Haré un acto de entrega y consagración de mis seres queridos, poniendo en las manos de Dios y de mi Madre María, sus vidas para que encuentren la felicidady la paz verdaderas que sólo Tú les puedes dar.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

El sueño de un ángel

El valor de la eternidad

Por: Marcelino de Andrés y Juan Pablo Ledesma | Fuente: Catholic.net

De niño escuché esta fábula…

Un buen día en el cielo muchos ángeles y santos se presentaron ante el trono de Dios. Llevaban una petición a la que el Señor, justo y piadoso, no podría negarse. En los ratos libres de cielo, mientras los arcángeles jugaban con las estrellas, algunos santos habían curioseado las rendijas del infierno. No es que esté prohibido. Simplemente, los bienaventurados no suelen perder el tiempo. Pero esta vez divisaron un alma que, al parecer, no merecía el castigo eterno.

En vida ha realizado bastantes buenas obras– afirmaba con gesto reverencial un ángel luminoso como el sol.

Creo que merecería otra cosa… Quizás… podría estar a salvo-, profirió casi tartamudeando otro bendito. Y el coro de los ángeles y de los santos entonó una gran alabanza al Señor, que retumbó hasta las puertas del infierno.

Dios accedió a rescatarla, si todo eso era cierto. Y todos los santos y santas de la eternidad, desde el confín de los siglos, escudriñaron los abismos de fuego, azufre y llanto. Entre la muchedumbre de los condenados alguien lo identificó con la rapidez del rayo: “¡Aquél es!”. Los cielos se alegraron y el universo se conmovió.

Entonces el Señor mandó a su ángel de confianza, Gabriel, que bajara hasta el precipicio de tinieblas y vacío. -Tómalo y tráelo a la gloria-.

El ángel descendió, obedeciendo la orden de Dios. Bien equipado, surcó el abismo infranqueable y logró penetrar en la tiniebla. Al aproximarse sintió la llamarada centelleante del infierno. Temió internarse, pero se acordó de las palabras del Señor y de la dicha de los bienaventurados. Burlando la guardia, tomó del brazo al alma que le había sido encomendada. El condenado sintió un cierto alivio al percibir el tirón celestial.

Muchos condenados presenciaron la escena y, en vez de dar la voz de alarma, se asieron como pudieron del alma que ya se elevaba, de la mano del espíritu celeste. Habían comprendido que se trataba de un rescate. Muchos, a causa del vapor y de la humarada, no distinguían la escena. El caso es que todos, como podían, se agarraban fuertemente al alma en su despegue hacia las alturas. Los más próximos, los más lejanos: todos formaban una hilera de almas encendidas, luminosas, incandescentes. Como una mecha humana, iban subiendo infinidad de condenados, asidos unos de otros.

En el cielo la emoción era intensa. Los bienaventurados seguían sin pestañear el vuelo de salvación. Muchos se felicitaban. Pero al alma que los santos creían “santa” y merecedora de tan grande premio no le pareció bien tanto meneo. Y pensando en una gloria quizás menor por la multitud que de ella colgaba, comenzó a patalear y a deshacerse de cuantas almas podía.

Con saña diabólica, con odio infernal maldecía la suerte de quienes se precipitaban en el abismo de la desdicha. Poco a poco, entre bruscos movimientos y contorsiones, pudo librarse de la mitad de los que le seguían. Todavía una buena parte aguantaba los tirones. A lo lejos se escuchaban gritos desgarradores.

Cerca ya del paraíso de la luz, siguió pataleando hasta sentir que su carga se aligeraba. -Siendo menos, seré más feliz-, pensaba en su interior, mientras estrujaba fuertemente el brazo del ángel liberador. Sintiéndose ligera, su odio aumentaba.

Al llegar a la entrada de la gloria, sólo quedaba un condenado que, con grandes esfuerzos, continuaba sin soltar los pies del alma afortunada. Ésta se agachó y en una gesto de conmiseración le tendió la mano. El réprobo, confiando, soltó los pies. En ese momento una carcajada infernal acompañó el gesto malintencionado. Un movimiento brusco, un amago y el condenado rodó, precipitándose en el abismo entre aullidos de desesperación. Al fin el alma “buena” podría entrar a gozar de la eternidad.

El ángel Gabriel se cubría su rostro celeste y derramaba lágrimas (No sé si los ángeles pueden llorar). Al alma liberada le ardían de cólera los ojos. Después de su heroica acción se sentía salvada y, felicitándose se decía: -Ya era hora. Yo me he salvado. Merezco mi cielo.

Ante tanto egoísmo, las puertas del cielo se cerraron. Por un momento hubo tristeza y desazón en el cielo. Y el alma egoísta se precipitó por inercia en las llamas infernales como un imán. Y volvió a su lugar, porque incluso después de la muerte se es lo que se ha vivido.

Hasta aquí la fábula que no me dejó conciliar el sueño durante tantas noches. Y ahora que no soy tan niño me pregunto si esta fábula no será también verdad.

Porque a fin de cuentas lo único que cuenta en la vida del hombre es saber cuál es el centro de su alma. Se trata de descubrir si soy el centro de mí mismo o si tengo el alma y el corazón volcados hacia fuera. En una palabra, si mi vida y mi alma se alimentan de egoísmo o de amor. El egoísta, al ver caer la lluvia, afirma con toda la naturalidad del mundo: “Yo llueve”. Cuando los tejados de las casas se cubren de copos de nieve, recalca: “Yo nieva”. Al despejarse y clarear el día, volverá a señalar con cierto orgullo: “Yo hace sol”. Porque en un día de tormenta, de sol o de lluvia lo más importante, lo único es él. Y su vida es él, como su cielo o su infierno seguirá siendo él mismo.

¿Quién era Eva? ¿Cuántos hijos tuvo?

5 hechos sobre Eva, la primera mujer en la Biblia

En las páginas iniciales de la Biblia, el autor del Génesis presenta la creación de los primeros seres humanos. Adán es creado a partir de “arcilla del suelo” y entonces Dios quiso que Adán recibiera “una ayuda adecuada”.

Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando este se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío. Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre. (Génesis 2,21-22)

Ella fue la primera mujer y sus acciones tuvieron un profundo impacto sobre el resto de la Historia de la Salvación. Aquí tenéis cinco datos sobre Eva que no siempre se captan después de una lectura inicial del Génesis.

1. Su nombre es más un verbo que un sustantivo

La Enciclopedia Católica explica que el nombre Eva “se relaciona etimológicamente con el verbo que significa ‘vivir’: ‘Adán llamó a su mujer Eva [hawwah], por ser ella la madre de todos los vivientes’. La Versión de los Setenta [de la Biblia] interpreta este pasaje como Zoe (= vida, o dadora de vida), que es una traducción”.

A través de Eva nace la vida en el mundo, algo que Adán no podía hacer por su cuenta.

2. Eva fue creada para ser igual que Adán en dignidad

Muchos estudiosos a lo largo de los siglos han destacado el hecho de que Eva fue creada del costado de Adán, no de su cabeza o de sus pies. Un exégeta bíblico del siglo XVIII lo explicó de esta forma:

“[Eva] no fue tomada de su cabeza para dirigirlo, ni de sus pies para que lo pise, sino de su costado para ser su igual, de debajo de su brazo para ser protegida por él, y de cerca de su corazón para ser amada por él”.

Según afirma el Catecismo:

“El hombre y la mujer están hechos ‘el uno para el otro’: no que Dios los haya hecho ‘a medias’ e ‘incompletos’; los ha creado para una comunión de personas, en la que cada uno puede ser ‘ayuda’ para el otro porque son a la vez iguales en cuanto personas (‘hueso de mis huesos…’) y complementarios en cuanto masculino y femenino”.

CIC 372

3. Tuvo al menos tres hijos (quizás más)

Adán y Eva criaron a tres hijos documentados en la Biblia: Caín, Abel y Set. Sin embargo, el libro del Génesis expresa:

“Después que nació Set, Adán vivió ochocientos años y tuvo hijos e hijas”.

Génesis 5,4

La muerte de Eva no se menciona en la Biblia, ni tampoco se conecta nunca a Adán con otra mujer. Por lo tanto, es posible que Eva tuviera otros hijos no mencionados por nombre en la Biblia.

4. Eva es considerada una “santa” en muchas iglesias cristianas

Aunque no está canonizada oficialmente, existe una antigua tradición (encerrada en el Credo) de que tras Su muerte, Cristo “descendió a los infiernos” para llevar de vuelta a los justos a la Vida Eterna. Una antigua homilía narra este evento.

Va a buscar a nuestro primer Padre [Adán] como si éste fuera la oveja perdida. Quiere visitar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. Él, que es la mismo tiempo Dios e Hijo de Dios,  va a librar de sus prisiones y de sus dolores a Adán y a Eva […] “Yo soy tu Dios, que por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho tu Hijo. A ti te mando: Despierta, tú que duermes, pues no te creé para que permanezcas cautivo en el abismo; levántate de entre los muertos, pues yo soy la vida de los muertos”.

Teniendo esto en cuenta, Adán y Eva son considerados “santos” debido a su unión con Dios en los Cielos.

5. Su día festivo es el 19 de diciembre

La iglesia medieval honraba a Adán y Eva el 24 de diciembre, el día antes de la venida del Salvador, en Navidad. Representaban “teatros del Paraíso” en los que un árbol era la figura central, lo cual inspiró más tarde la tradición de los árboles navideños.

Actualmente, celebran su onomástica las que llevan el nombre de Eva el 19 de diciembre, en que la Iglesia conmemora a la idealizada madre de toda la humanidad, que bien se ganó la gloria del Paraíso.

Muñecas de Carne y Hueso

¿Qué os parecen este tipo de casos y que parte de culpa tiene la sociedad en ello?

Hay gente cuya obsesión por el físico va un paso más allá

Que hay gente obsesionada con la cirugía todos lo sabemos, pero que su obsesión sea el parecer salidos de una película de dibujos o parecerse a la muñeca más famosa del mundo es ya «too much».

El caso más reciente es el de Penny Brown, una chica de 25 años cuya mayor obsesión es parecerse a Jessica Rabbit, la dibujada protagonista de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? Para conseguirlo se ha operado el pecho en dos ocasiones y ha disminuido el tamaño de su cintura ¡de 96 a 56 centímetros! Esto lo hace usando un corsé opresor de acero 23 horas al día que constriñe los órganos. A pesar de las consecuencias orgánicas que esto puede suponerle, la joven admite no preocuparse por ello.

Nosotros no entendemos como alguien puede poner su salud en peligro para parecerse a un personaje de ficción, pero no es la única. Desde Ucrania nos llega otra joven, más conocida por todos, Valeria Lukyanova, que con 28 años quiere parecerse a la famosa muñeca Barbie. Para ello se ha sometido a innumerables cirugías, reduciendo su cintura, aumentando sus senos y cambiando su cara prácticamente en su totalidad.

Lo peor de este caso es que Valeria afirma haberse pasado al respiracionismo, o lo que es lo mismo, ha dejado de consumir comida y agua. La rubia dice alimentarse sólo de luz y aire. No nos gusta meternos con nadie pero, ¿ha pensado esta chica ir a otra clase de médico que no sea un cirujano plástico? Y, sobre todo, ¿no sabe que Barbie siempre ha cocinado?

Por supuesto, en Japón no podían ser menos y la última moda entre las adolescentes es hacerse pasar por las llamadas «living dolls». Maquillar su rostro en tonos pastel y destacar lo dulce y aniñado de sus rasgos para parecer muñecas vivientes.

A través de sus canales de YouTube, este grupo de chicas comparten con todos su obsesión por ese físico con aire a plástico. Está claro que estas niñas han bebido desde bien pequeñas la cultura del manga y el anime, así como ese gusto por el cosplay, por lo que podemos llegar a entender un poco más que se transformen en seres de ficción.

Lo que más nos asusta es que, a pesar de no haber cirugía de por medio, estas chicas no actúan de manera natural una vez entran en su personaje, gesticulando de manera infantil e inanimada. Que sea una moda y pase de largo a la vez que cambian de color de pelo nos parece bien, pero deben tener cuidado porque este tipo de obsesiones puede derivar en un graves trastorno de personalidad.

¿Qué os parecen este tipo de casos y que parte de culpa tiene la sociedad en ello?

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