- Mark 7:14-23
Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús enseña que el mal viene de adentro. De nuestros corazones “provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino”.
La Iglesia nos enseña que tales males son consecuencias del pecado original. La doctrina sostiene que hay algo fundamentalmente fuera de lugar en nosotros, que no todo está bien, que estamos descentrados, sesgados, confundidos. Los católicos no nos aferramos a una doctrina de depravación total, pero sí sostenemos que el pecado original se ha introducido en cada rincón y grieta de nuestras vidas: nuestras mentes, voluntades, deseos y pasiones, incluso nuestros propios cuerpos.
Un siglo atrás G.K. Chesterton argumentó que el pecado original es la única doctrina para la cual existe evidencia empírica, porque podemos sentirla dentro de nosotros mismos y ver los efectos de ella en todas partes.
Una de las señales de nuestra disfunción es que tendemos a celebrar a todas aquellas personas incorrectas y despreciar o menospreciar a las mejores personas. Presta mucha atención a las personas que no te gustan, a las que consideras desagradables; podrían decirte mucho acerca de tu propio estado espiritual.
A menudo pensamos que el mal proviene principalmente del exterior: del comportamiento de los demás, de quienes piensan mal de nosotros, de la sociedad. ¡Cuántas veces culpamos a los demás, a la sociedad, al mundo, de todo lo que nos pasa! Y pasamos el tiempo repartiendo culpas; pero pasar el tiempo culpando a los demás es una pérdida de tiempo. Nos enojamos, nos amargamos y mantenemos a Dios fuera de nuestro corazón. Como esas personas del Evangelio, que se quejan, se escandalizan, discuten y no acogen a Jesús. No se puede ser verdaderamente religioso en la queja. Pidamos en la oración la gracia de no perder el tiempo contaminando el mundo con quejas, porque esto no es cristiano. Jesús nos invita a mirar la vida y el mundo desde nuestro corazón.
(Ángelus, 29 de agosto de 2021)
Ricardo, Santo
Laico, 7 de febrero
Fuente: misa_tridentina.t35.com !! «Vidas de los santos», Alban Butler
Martirologio Romano: En Luca, de la Toscana, san Ricardo, padre de los santos Willibaldo y Waldburgis, el cual, peregrinando junto con sus hijos desde Inglaterra a Roma, falleció durante el viaje. (†720 )
Breve Biografía
En la primavera del año 720 un pequeño grupo de personas salió del Hamble para ir en peregrinación a Roma y Tierra Santa. Era una familia de Wessex, compuesta del padre, cuyo nombre no se menciona, y sus hijos Wilibaldo y Winebaldo. Hicieron la travesía por el Sena, desembocaron en Rouen visitaron varios santuarios franceses y salieron para Roma. Pero en Lucca el padre murió y fue sepultado en la iglesia de san Frediano. Se registraron milagros en su tumba, donde están todavía sus reliquias y donde se observa su fiesta con devoción.
Su hijo Wilibaldo se unió más tarde a san Bonifacio y llegó a ser el primer obispo de Eichstätt en Baviera. Los detalles anteriores los debemos a un documento llamado el «Hodoeporicon», escrito por una de sus parientes, monja de Heidenheim, quien anotó los recuerdos que tenía sobre la vida del santo, tal como él se las relató de palabra. Dicho documento es la fuente de todo lo que sabemos del padre de san Wilibaldo y san Winebaldo y su hermana santa Walburga: pero esto no era suficiente para los fieles de Lucca y de Eichstátt, que tanto veneraban al santo varón. Entonces le inventaron un nombre «Ricardo», una vida y una posición: «rey de los ingleses». En realidad en Inglaterra no hubo ningún rey Ricardo antes de Corazón de León, y nada se sabe de la condición del padre de Wilibaldo, excepto que tenía buena posición social, pues podía costear viajes de larga duración. Sin embargo, en el Martirologio Romano antiguo se inscribía como «sanctus Richardus rex Anglorum», aunque en el actual se ha retirado esa caracterización de «rey de los ingleses», que sólo permanece en la iconografía del santo. Lo poco que sabemos acerca de él queda compensado por los amplios informes dignos de confianza sobre sus hijos.
Lo que sale de dentro
Santo Evangelio según San Marcos 7, 14-23. Miércoles V del Tiempo Ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, estoy de nuevo ante ti. Tú me conoces y sabes cómo me encuentro, cuáles son mis tristezas, alegrías, ilusiones y miedos. Todo lo pongo en tus manos. No quiero separarme de ti. Sólo en tus manos quiero encontrar mi verdadero hogar. Si muchas veces me voy de él, no te canses, te ruego, de esperarme con los brazos abiertos y haz que yo tampoco me canse nunca de regresar a ti, amado Jesús.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 7, 14-23
En aquel tiempo, Jesús llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escúchenme todos y entiéndanme. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro». Cuando entró en una casa para alejarse de la muchedumbre, los discípulos le preguntaron qué quería decir aquella parábola. Él les dijo: «¿También son incapaces de comprender? ¿No entienden que nada de lo que entra en el hombre desde afuera puede contaminarlo, porque no entra en su corazón, sino en el vientre y después, sale del cuerpo?» Con estas palabras declaraba limpios todos los alimentos. Luego agregó: «Lo que sí mancha al hombre es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy, Jesús, me dices que no son los alimentos los que me manchan, sino lo que sale de mi corazón. Tú bien sabes las heridas que tengo y conoces hasta mis últimos escondrijos. Hay tantas cosas que están en mi corazón y que me lastiman; manchan tu imagen que hay en mí.
¡Ayúdame, Jesús! Sólo Tú eres capaz de sanar mi corazón herido por el pecado. Nadie más que Tú puede purificar mi interior, mis intenciones y deseos más profundos.
Quiero aprender de tu Sagrado Corazón, del cual sólo surge amor, perdón y misericordia.
Te suplico que formes en mí uncorazón semejante al tuyo, del que no salga otra cosa que el amor que recibe de ti.
«En nuestro tiempo, algunas orientaciones culturales ya no reconocen la huella de la sabiduría divina en las realidades creadas y tampoco en el hombre. La naturaleza humana, de este modo, queda reducida en materia, modelable según un designio cualquiera. Nuestra humanidad, en cambio, es única y muy valiosa a los ojos de Dios. Por esto, la primera naturaleza que se debe custodiar, a fin de que dé fruto, es nuestra humanidad misma. Tenemos que darle el aire limpio de la libertad y el agua vivificante de la verdad, protegerla de los venenos del egoísmo y de la mentira. En el terreno de nuestra humanidad podrá brotar, entonces, una gran variedad de virtudes».
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de marzo de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy buscaré pensar bien de las personas que me rodean.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.