Matthew 9:36-38,

Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús envía a misionar a aquellos apóstoles a quienes formó. Los sacerdotes, a través de los siglos —desde San Agustín y Santo Tomás de Aquino, hasta San Francisco Javier, John Henry Newman, y hasta San Juan Pablo II— son descendientes de esos primeros amigos y discípulos del Señor. Han sido necesitados en todas las épocas, y se necesitan hoy, porque el Reino de los Cielos debe ser proclamado, los pobres deben ser atendidos, Dios adorado, y los sacramentos administrados.

Los padres espirituales son necesarios especialmente en nuestro tiempo, cuando una marea creciente de secularismo amenaza oprimir los impulsos religiosos. Hemos sido diseñados por Dios, y nunca satisfaceremos el anhelo más profundo de nuestro corazón sin Dios.

La ideología secularista enseña cantidades suficientes de riqueza, placer, poder u honor que nos harán felices. ¿Quién puede contrarrestar esto? ¿Quién hablará a esta cultura de la belleza de Dios? ¿Quién nos recordará que nuestras vidas no son acerca de nosotros? ¿Quién interpretará y hará comprender las palabras del Evangelio, y extenderá la mesa del banquete del Cuerpo y la Sangre de Cristo? Por eso necesitamos sacerdotes. 

El Evangelio dice que Jesús «instituyó a Doce — que llamó apóstoles—, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar» (Mc 3,14), dos cosas: para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar. Hay un aspecto que parece contradictorio: los llama para que estén con Él y para que vayan a predicar. Se podría decir: o una cosa o la otra, o estar o ir. En cambio, no: para Jesús no hay ir sin estar y no hay estar sin ir. No es fácil entender esto, pero es así. Tratemos de entender un poco cuál es el sentido con el que Jesús dice estas cosas. En primer lugar, no hay ir sin estar: antes de enviar a los discípulos en misión, Cristo —dice el Evangelio— los “llamó” (cfr. Mt 10,1). El anuncio nace del encuentro con el Señor; toda actividad cristiana, sobre todo la misión, empieza ahí. No se aprende en una academia: ¡no! Empieza por el encuentro con el Señor. Testimoniarlo, de hecho, significa irradiarlo; pero, si no recibimos su luz, estaremos apagados; si no lo frecuentamos, llevaremos nosotros mismos a los demás en vez de a él —me llevó a mí y no a Él—, y todo será en vano. Por tanto, puede llevar el Evangelio de Jesús solo la persona que está con Él. Alguien que no está con Él no puede llevar el Evangelio. Llevará ideas, pero no el Evangelio. Igualmente, sin embargo, no hay estar sin ir. De hecho, seguir a Cristo no es un hecho intimista: sin anuncio, sin servicio, sin misión la relación con Jesús no crece. 

(Audiencia General, 15 febrero 2023)

Jesús no se da abasto

Santo Evangelio según san Mateo 9, 36-10, 8. Domingo XI del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Espíritu Santo, ven. Te pido que desciendas sobre los que están sufriendo esta pandemia. Yo creo que estás en mi corazón. Te ofrezco mi oración, como el Sagrado Corazón de Jesús, abre mis oídos para escucharte.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 36-10, 8

En aquel tiempo, al ver Jesús a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”. Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias. Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: “No vayan a tierra de paganos ni entren en ciudades de samaritanos. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente”.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús envía a los doce Apóstoles: Juan, Santiago, Mateo, tú y yo… Es bonito cómo el Evangelio remarca que Pedro era «el primero de todos». Esta es una buena ocasión para unirme al Papa e interesarme por sus exhortaciones y discursos. ¿Qué ha dicho? ¿Cuál es el centro de su mensaje? ¿Me he preocupado por extenderlo? Nuestro buen pastor, papa Francisco, nos está llevando por los caminos de la misericordia del Padre.

Jesús vio a las multitudes como ovejas sin pastor. Y nos podemos preguntar: ¿pero no podría haber hecho algo con su omnipotencia para atender a todos sin excepción? ¿Por qué no se quedó entre nosotros para guiarlas? ¿No podría haberse multiplicado?

Si nos ponemos a reflexionar, el Señor sí ha hecho algo extraordinario para cuidar a cada persona, para atender cada alma sin excepción: nos envió su Espíritu.

Ya ha pasado la Navidad. La Pascua ya se fue. Ahora estamos en el tiempo litúrgico más largo que es el tiempo ordinario. Es el tiempo del Espíritu Santo, en el que quiere transformar cada minuto de nuestra vida cotidiana. Jesús nos lo envió para que hiciera nuestros corazones como el suyo, de forma que cada cristiano sea otro Cristo, disponible y dispuesto a amar su rebaño como Él lo haría. Jesús sí se ha multiplicado: está en la Eucaristía (claramente), y está en nosotros. Ha querido que su amor llegue a cada persona a través nuestro.

Todos somos esos apóstoles enviados. Todos tenemos la misión de ser santos y expandir el Reino. Sin embargo, hoy el Evangelio también nos invita a rezar por las vocaciones al sacerdocio, por esos elegidos que segarán el plantío del Señor in Persona Christi.

«Cuántas veces hemos escuchado en el Evangelio esta emoción de Jesús, con esa frase que se repite: “Viendo, tuvo compasión”. Jesús no puede mirar a la gente y no sentir compasión. Sus ojos miran con el corazón; Jesús ve con sus ojos, pero ve con su corazón y es capaz de llorar. Hoy, ante un mundo que sufre tanto, ante tanta gente que sufre las consecuencias de esta pandemia, me pregunto: ¿soy capaz de llorar, como seguramente lo habría hecho Jesús y lo hace ahora? ¿Mi corazón se parece al de Jesús? Y si es demasiado duro, si bien soy capaz de hablar, de hacer el bien, de ayudar, pero mi corazón no entra, no soy capaz de llorar, debo pedir esta gracia al Señor: Señor, que yo llore contigo, que llore con tu pueblo que en este momento sufre. Muchos lloran hoy. Y nosotros, desde este altar, desde este sacrificio de Jesús, de Jesús que no se avergonzó de llorar, pedimos la gracia de llorar. Que hoy sea para todos nosotros como el domingo del llanto».

(Homilía SS Francisco, 20 de marzo de 2020)

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En familia o a través de los medios de comunicación, voy a rezar por las
vocaciones al sacerdocio.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Enviados de Dios

Los enviados de Dios siembran semillas de esperanza y amor

Hay conversiones gracias a un encuentro. Una persona vive de modo desordenado, egoísta, injusto, cínico. Conoce a un auténtico católico. Algo se mueve en su corazón. Empieza el cambio.

Para esa persona, el católico significó el inicio de nuevas reflexiones. Es posible vivir de otra manera. Hay belleza en el perdonar y servir desinteresadamente. Hay respeto en quien piensa de otra manera y sabe ayudar sin imponerse.

Encontrarnos con alguien bueno, auténtico, sincero, creyente, impresiona. Vemos a ese alguien como un auténtico enviado de Dios, como una señal viva y concreta del mundo del Evangelio.

Cristo anunció a sus discípulos que serían sus testigos hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1,8). También hoy discípulos buenos nos recuerdan el Amor del Padre de las misericordias.

Los enviados de Dios siembran, en cada época y en tantos lugares del planeta semillas de esperanza y de amor. El mundo necesita su ejemplo, su palabra, su valentía, su calor.

Surge la pregunta: ¿yo también puedo ser enviado, testigo? ¿Tengo fuerzas y fe suficientes para llevar la Buena Noticia a otros? ¿O me asusto cuando percibo mi debilidad y mi incoherencia, que me impiden llevar a Dios a los otros?

Lo sé: hablar de Dios sin vivir honestamente es contraproducente, provoca muchas veces daño en quien me escucha. Por eso necesito abrirme a la misericordia para confesar mi pecado y convertirme seriamente.

Todos hemos sido hechos para Dios y necesitamos descubrirle, también con la ayuda de quienes han iniciado esa maravillosa aventura de la fe y la testimonian, a veces sin darse cuenta, ante quienes viven a su lado.

Yo también puedo ser uno de esos enviados de Dios para los demás. Desde la conversión sincera, desde la acogida de la ayuda de otros, desde la oración continua de la Iglesia por mí y por todos los hombres, desde el testimonio de quienes me acompañan y me muestran el rostro maravilloso de Cristo, vivo y cercano también en nuestro tiempo.

«El Papa ahora podrá hacerlo todo, más fuerte y mejor que antes»

El profesor que operó dos veces a Francisco habló con los medios vaticanos.

Se ha quitado la bata médica por unas horas y se pasea por el Gemelli en traje y corbata. Un signo de breve relajación tras los nueve días de hospitalización del Papa, que ha sido operado dos veces en menos de tres años. La segunda, el miércoles 7 de junio, por laparotomía. Hoy que Francisco ha sido dado de alta del policlínico, mientras espera para irse de vacaciones («Todavía no, porque tengo muchos pacientes. Pero espero que pronto, porque hay que ‘curar’ también a la familia»), el cirujano Sergio Alfieri mira con satisfacción la operación y la rápida recuperación del Pontífice. Dice estar satisfecho, el profesor, con los medios vaticanos por este paciente de 86 años que se había mostrado más ‘indisciplinado’ en 2021 (‘Después de 4-5 días no veía la hora de irse a casa’) y que ahora ha aceptado la sugerencia de los médicos de una convalecencia más larga. Una convalecencia que espera que dure unas semanas más, en Santa Marta, para que el Papa pueda llevar a cabo todos sus compromisos «más fuerte». Ya es fuerte, el Papa Francisco, afirma el especialista: ‘La única sugerencia verdadera que podemos darle es que siga adelante. Tiene la cabeza de una persona de 50 años, como ya he dicho. Todos necesitamos un Papa así’.

Profesor Alfieri, el Papa Francisco ha regresado este viernes por mañana al Vaticano. ¿Cómo continuará su evolución?

El Santo Padre fue operado hace unos ocho días, por lo que le recomendamos -personalmente, pero también a todo el equipo médico que lo asistió- que continúe su convalecencia. No podemos decirle que no trabaje, porque él ya ha empezado a trabajar. Le hemos pedido, recomendado y explicado que una buena convalecencia ahora le permitirá poder ser operativo en todos los compromisos que tiene previstos a partir de julio, incluidos los viajes. Por tanto, no tiene que estar en cama, en absoluto, pero sí debe ser cuidadoso con sus esfuerzos. Al menos un mes de convalecencia para aliviar un poco sus músculos abdominales, para que puedan curarse bien, y así poder reanudar de la mejor manera todos sus compromisos.

 

🙏 Por las familias (Intenciones del Papa junio 2022)

La operación ha ido bien, como ha explicado en los últimos días. ¿Tiene algún temor para el futuro?

La operación ha ido bien. ¿Me preocupa la salud del Papa? No, en el sentido de que el Santo Padre, comparado con otros coetáneos de 86 años, tiene un corazón perfecto, tiene análisis de sangre que envidiarían muchos cincuentones porque no tiene un parámetro fuera de lugar, ni uno solo: glucemia, colesterol, glóbulos blancos… Tiene un valor de hemoglobina excelente, no tiene ningún problema. Tiene los órganos vitales, los que tenemos en cuenta en los pacientes cuando tenemos que valorar la criticidad o no, sanos. Su corazón está sano, nunca ha tenido problemas, sus riñones funcionan muy bien, sus pulmones funcionan bien. Ustedes han visto que ocasionalmente tiene ese silbido, pero recuerdan la operación ulterior que le hicieron en su juventud -la extirpación de una parte del lóbulo-, por lo que tiene menos pulmón que los demás, pero siempre ha tenido eso… Eso no es lo que preocupa. La preocupación que tengo es que tenga una buena convalecencia: que él y los que le rodean este primer mes limiten un poco sus compromisos, no en general, sino los que son gravosos por lo que podría ser la tensión en la pared abdominal.

¿Existen riesgos de recidiva?

Bueno, todas las enfermedades, sean quirúrgicas o no, pueden tener una incidencia de recidiva, y dado que ha sido operado cuatro veces de la pared abdominal, donde luego hemos intervenido para reparar el defecto, así como para solucionar el problema suboclusivo, es importante que cicatrice muy bien. Claramente es una pared que ha sido debilitada por cuatro cirugías. Así que, teóricamente, es posible, pero si se observa la convalecencia adecuada, es poco probable.

La Oficina de Prensa vaticana ha confirmado que en los próximos días se celebrarán las audiencias previstas y también el Ángelus, con excepción de la audiencia general del miércoles. También están confirmados los viajes a Lisboa y Mongolia. En su opinión, después de esta operación, ¿podrá el Papa mantener todos estos compromisos?

Si no recuerdo mal, el primer viaje a Portugal es en agosto, es decir, a unos dos meses después de la operación. Si hace una convalecencia cuidadosa, podrá hacer este viaje en mejores condiciones respecto a cuando lo había programado anteriormente, con estos dolores, estas crisis suboclusivas. Es decir, cuando terminen los procesos de cicatrización, él estará mejor. Y por eso, para mí, puede hacer los viajes absolutamente. Luego con sus colaboradores durante este mes y medio tratará de equilibrar los compromisos entre los inaplazables y los más gravosos.

El Papa volvió a trabajar ya en el hospital y visitó la planta de oncología pediátrica. Y dio las gracias a todo el personal que le atendió. Usted estuvo presente, ¿qué puede decirnos de estos encuentros?

El Papa es una persona muy reservada para las cosas que le conciernen, como hombre, pero al mismo tiempo es de una humildad increíble. Dijo «gracias» a todo el mundo. Dijo «gracias» a los médicos, a las enfermeras, al personal sanitario, a la dirección, al rector de la Universidad Católica. Él, al venir al hospital, sabe que tiene que haber toda una organización que luego hay que coordinar, pero su deseo es que el hospital no se pare y que ningún paciente se quede atrás. Y esto ha sido posible aquí, en el Policlínico Gemelli: no se ha aplazado ninguna operación, no se ha posteregardo ninguna visita ambulatoria. Ha sido posible atenderle, sin interferir con otros pacientes. Cerca del departamento del Papa Francisco en el hospital está la unidad de niños enfermos. Y él los visita cada vez que viene aquí. Le envían mensajes, dibujos, y el Papa se emociona mucho. Es como un abuelo que recibe esos dibujos de sus nietos: a él también le dan vida. Y cuando va allí es una fiesta enorme. La vez anterior bautizó a un niño. Hoy creo que ha dado instrucciones para que un niño haga la Primera Comunión.

Esta vez también recibió a una pareja, un paciente que en realidad no es un paciente, sino un colega mío al que operé hace tres años y que no está muy bien. Le pregunté al Santo Padre si podía recibirle en privado con su esposa y al final me dijo ‘gracias’, porque estoy ejerciendo mi ministerio como sacerdote».

Circuló una foto del Papa, bajo un crucifijo, hablando a una pareja con el marido en silla de ruedas…

Así es. Es un colega mío, jefe de cirugía aquí. Por razones de privacidad no revelaré su nombre. Fue una larga conversación, no sé lo que se dijeron, pero fue uno de los momentos más conmovedores de esta hospitalización, y quizá también de mi vida.

Nardo del 18 de Junio

!Oh Sagrado Corazón, sediento de amor!

Meditación: Jesús, Jesús…ya sobre la tierra te han elevado, no puedes sostener Tu Cabeza, de Ella Sangre gotea…de Tu Santa Boca salen hilos de Sangre. Señor, te escucho decir: «tengo sed…», pero me miras a mi, ¿Señor, tienes sed de mí?, ¿de esta pobre criatura?. Repites «tengo sed…», sí, Señor, sed de amor, sed de éste pobre amor que te niego yo…perdón Señor, ¡perdón Mi Dios!. Mi Cristo, mi amado, escúchame bien, ya que te lo digo de corazón: «Jesús en Ti confío, perdona todos mis olvidos, «Jesús en Ti confío», perdona porque te he hecho un «mendigo», un mendigo de amor, que espera a mi pobre corazón.
Padre, míralos. Mira a Tu Hijo aún mancillado, mira a Su Madre también Crucificada, cambia nuestro corazón para que siendo hijos Tuyos, te llenemos de orgullo.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Hagamos una Hora Santa de Adoración Eucarística.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.