• Luke 12:49-53
Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús afirma su deseo de vida eterna para los seres humanos. “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!”
¿Qué es ese fuego? Su precursor, Juan, nos da una pista: “Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo…Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego”. Jesús vino a incendiar el mundo con el calor y la luz del Espíritu Divino, que no es otro que el amor compartido entre el Padre y el Hijo, la misma vida interior de Dios.
Jesús es profeta porque enseña; es rey porque ordena y dirige el rebaño; pero es sacerdote porque reparte el fuego sagrado. Cada uno de los bautizados participamos del sacerdocio de Cristo y, por tanto, estamos obligados a ser conductos de santidad, portadores de vida divina, esparcidores del fuego que enciende el mundo.
Él vino para “separar con el fuego”. ¿Separar qué? El bien del mal, lo justo de lo injusto. En este sentido vino a “dividir”, a poner en “crisis” —pero de modo saludable— la vida de sus discípulos, destruyendo las fáciles ilusiones de cuantos creen poder conjugar la vida cristiana y la mundanidad, la vida cristiana y las componendas de todo tipo, las prácticas religiosas y las actitudes contra el prójimo. Conjugar, algunos piensan, la verdadera religiosidad con las prácticas supersticiosas: cuántos así llamados cristianos van con el adivino o la adivina para hacerse leer la mano. Y esta es superstición, no es de Dios. Se trata de no vivir de manera hipócrita, sino de estar dispuestos a pagar el precio de la decisiones coherentes —esta es la actitud que cada uno de nosotros debería buscar en la vida: coherencia— pagar el precio de ser coherentes con el Evangelio. Coherencia con el Evangelio. (Angelus 18 agosto 2019)
María Bertila, Santa
Virgen, 20 de octubre
Martirologio Romano: En Treviso, en Italia, santa María Bertila (Ana Francisca) Boscardin, virgen de la Congregación de las Hermanas de Santa Dorotea de los Sagrados Corazones, que en su trabajo en un hospital se mostró solicita de la salud corporal y espiritual de los enfermos († 1922).
Fecha de beatificación: 8 de junio de 1952 por el Papa Pío XII.
Fecha de canonización: 11 de mayo de 1961 por el Papa Juan XXIII.
Breve Biografía
Anna Francesca Boscardín era una muchacha campesina nacida en Brendola, cerca de Vicenza, en el seno de una familia de agricultores. Trabajó en los campos, frecuentó la escuela unos pocos años y trabajó como criada en las casas del poblado. Le gustaba la vida parroquial y formó parte de la Unión de las Hijas de María, enseñando el catecismo a los niños. Desde joven se caracterizó por su espiritualidad mariana.
A los 17 años, por indicación de su párroco, se hizo religiosa de las Maestras de Santa Dorotea, Hijas de los Sagrados Corazones, y tomó el nombre de María Bertila. En su comunidad, como no la consideraron ni muy despejada, ni capaz de hacer grandes cosas, le confiaron los quehaceres de cocina. Al ingresar ya había dicho: «Soy una pobre cosa, una gansa. Enséñeme. Quiero convertirme en una santa».
Profesó en 1907, y fue enviada a Treviso, donde trabajó en un asilo infantil, y al estallar la I Guerra Mundial, ejerció como enfermera en un hospital militar cerca de Como; allí despertó grandes admiraciones por su serenidad durante los bombardeos y su abnegada solicitud para con los enfermos, a los que logró atraerlos a la fe a muchos de ellos. Consiguió con gran esfuerzo el diploma de enfermera. En 1910, tuvo que someterse a una operación para extraerle un tumor cerebral.
Al concluir la guerra, una superiora decidió que, debido a su escasa instrucción y a sus cortas luces, sólo podían encomendársele tareas serviles, y pasó a una lavandería, aunque en 1919 volvió al asilo de Treviso. Su salud nunca había sido buena, y una dolorosa enfermedad le llevó al quirófano del que no saldrá con vida. Entonces la comunidad se dio cuenta que la «tonta» de sor Bertila había dejado un recuerdo imborrable en quiénes la habían conocido. Su tumba colocada inicialmente en el cementerio de Treviso, se convirtió en centro de peregrinación popular. Hoy sus restos descansan en la capilla de la casa madre de Vicenza. Dejó escrita su vida en su “Diario espiritual”. El papa san Juan XXIII la canonizó el 11 de mayo de 1961.
Traer paz o división
Santo Evangelio según san Lucas 12, 49-53.
Jueves XXIX del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, quiero estar contigo en este momento y decirte tantas cosas: contarte de mi vida, aunque ya la conoces, hablarte de mis proyectos, desahogarte mis problemas, platicarte mis ilusiones y mis fracasos. Quiero escucharte, verte, experimentarte, tocarte con la fe. Necesito de Ti tanto como del agua o del aire. Cuando me alejo de ti soy tan triste, tan débil, tan frágil. Pero sé también que contigo todo lo puedo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 49-53
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y cómo me angustio mientras llega!
¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo.
No he venido a traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
El Evangelio me muestra cómo eres y en este pasaje contemplo una faceta de tu persona que pocas veces se descubre. Eres un hombre celoso por la salvación de las almas, un hombre luchador, aguerrido, lanzado. Sabes bien que tu mensaje va contra corriente y que no será bien acogido por el mundo, por ello adviertes de las consecuencias de tus actos. Eres un apasionado, un loco de amor que quisiera que el mundo ardiera por este amor, pero se topa con la frialdad del hombre que pocas veces y con resistencia se deja encender.
Con esto me enseñas a cultivar en mi vida ese celo a hacer que más personas te conozcan y te amen, porque así sus vidas serán mejores. Esa pasión por evangelizar no sólo a unos cuantos, sino alcanzar el mundo entero. Dame, Señor, un poco de ese celo tuyo que me mueva a ser dócil instrumento en tus manos para llevar tu mensaje por toda la tierra. Que me queme por dentro el anhelo de llevarte a los que no te conocen. Que me mueva, me motive a sudar y desgastarme consciente que de ti depende la salvación.
Evangelizar no es siempre motivo de unión, aunque debería serlo. Esto me lo dejas claro en este pasaje. Es difícil que los hombres dejemos las formas de pensar, de actuar, de ser, contrarias al Evangelio. Por ello tu mensaje no es siempre acogido con docilidad y apertura. Sin embargo esto no es motivo de desánimo. El fuego de tu amor puede consumir esas dificultades y hacer que todos seamos un solo rebaño, con un solo Pastor.
«El fuego del cual habla Jesús es el fuego del Espíritu Santo, presencia viva y operante en nosotros desde el día de nuestro Bautismo. Este –el fuego– es una fuerza creadora que purifica y renueva, quema toda miseria humana, todo egoísmo, todo pecado, nos transforma desde dentro, nos regenera y nos hace capaces de amar. Jesús desea que el Espíritu Santo estalle como el fuego en nuestro corazón, porque sólo partiendo del corazón el incendio del amor divino podrá extenderse y hacer progresar el Reino de Dios». (Angelus de S.S. Francisco, 14 de agosto de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy me esforzaré por vivir mis deberes con espíritu de perfección, ofreciendo al Señor este acto de amor por la salvación de quienes no han sido evangelizados.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María,
Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Releer la propia vida nos hace descubrir «los pequeños milagros»
Catequesis del Papa Francisco, 19 de octubre de 2022.
Por: Adriana Masotti | Fuente: Vatican News
El Santo Padre prosiguió este miércoles sus reflexiones sobre el tema del discernimiento y hoy en su catequesis se detuvo en «otro ingrediente indispensable»: la propia historia de vida. Y enseguida explicó el motivo:
“Nuestra vida es el ‘libro’ más precioso que se nos ha dado, un libro que, lamentablemente, muchos no leen, o lo hacen demasiado tarde, antes de morir. Y sin embargo, es en ese mismo libro donde se encuentra lo que se busca inútilmente por otras vías”
El ejemplo de San Agustín
El Papa citó a San Agustín, «gran buscador de la verdad», afirmando que había tenido esta experiencia interior y había leído la presencia del Señor en su vida, hasta el punto de escribir, al final, en las Confesiones:
“Tú estabas dentro de mí, y yo fuera. Y ahí te buscaba. Deforme, me lanzaba sobre las bellas formas de tus criaturas. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo”
Mientras que en el libro La vera religione (La verdadera religión), el santo de Hipona invitaba: «Vuelve a ti mismo. En el hombre interior habita la verdad». Y Francisco subrayó: «Lee tu vida. Lee en tu interior, cómo ha sido tu camino. Con serenidad. Vuelve a entrar ti mismo».
Muchas veces nosotros también hemos tenido la experiencia de Agustín, de encontrarnos presos de pensamientos que nos alejan de nosotros mismos, mensajes estereotipados que nos hacen daño: por ejemplo: «no valgo nada», y te hundes; «todo me sale mal», y te hundes; «nunca conseguiré nada bueno», y te hundes, y así es la vida. Esas frases pesimistas que te deprimen. Leer la propia historia significa también reconocer la presencia de estos elementos «tóxicos», pero luego ampliar la trama de nuestra historia, aprender a notar otras cosas, hacerla más rica, más respetuosa de la complejidad, logrando también captar las formas discretas en que Dios actúa en nuestra vida.
Descubrir en la propia vida las perlas preciosas diseminadas por Dios
El Papa explicó además que el ejercicio del discernimiento propone preguntas que nos llevan a reflexionar profundamente sobre nuestras acciones, sin detenernos en cada una de ellas, sino leyéndolas en un contexto más amplio. Nos hace preguntar, por ejemplo, ¿de dónde viene un pensamiento y a dónde nos lleva? “Observar los acontecimientos de la vida nos permite – dijo – fijarnos en detalles preciosos”.
Por ejemplo, una lectura, un servicio, una reunión, a primera vista consideradas cosas de poca importancia, en el tiempo que sigue transmiten una paz interior, transmiten la alegría de vivir y sugieren otras buenas iniciativas. Detenerse y reconocerlo es indispensable. Detenerse es reconocer: es importante para el discernimiento, es un trabajo de recolección de esas perlas preciosas y ocultas que el Señor ha diseminado en nuestro terreno. El bien está oculto (…), silencioso, requiere una excavación lenta y continua. Porque el estilo de Dios es discreto: a Dios le gusta ir escondido, con discreción, ¿mejor, no? No se impone; es como el aire que respiramos, no lo vemos pero nos hace vivir, y sólo nos damos cuenta sólo cuando sentimos su falta.
La búsqueda de San Ignacio de Loyola
Releer la propia vida «educa la mirada” – agregó Francisco – nos hace ver los «pequeños milagros» que Dios realiza por nosotros y nos muestra nuevos caminos porque – añadió – «sabiamente se ha dicho que el hombre que no conoce su propio pasado está condenado a repetirlo». De ahí que el Papa haya invitado a todos a contar su vida a otra persona, «se trata – dijo – de una de las formas más bellas e íntimas de comunicación». Por último, ofreció una sugerencia:
“Las vidas de los santos son también una valiosa ayuda para reconocer el estilo de Dios en la propia vida: permiten familiarizarse con su forma de actuar. Algunos de los comportamientos de los santos nos desafían, nos muestran nuevos significados y oportunidades. Es lo que le ocurrió, por ejemplo, a San Ignacio de Loyola”
El examen de conciencia para comprender lo que nos ocurre
El fundador de los jesuitas escribió que había descubierto que «algunos pensamientos lo dejaban triste, otros alegre» y que poco a poco había empezado a «conocer la diversidad de los espíritus que se agitaban en su interior». Así que nosotros también podemos aprender a hacerlo.
El Santo Padre concluyó añadiendo con sus propias palabras:
“Preguntémonos, al final del día, por ejemplo: ¿qué ha pasado hoy en mi corazón? Algunos piensan que hacer este examen de conciencia es hacer un recuento de los pecados que has cometido. Ah, hacemos muchos, ¿no? No, no: ¿qué pasó dentro de mí. ¿Tuve alegría? ¿Qué es lo que me traído alegría? ¿Me quedé triste? ¿Qué me trajo la tristeza? Y así aprender a discernir lo que sucede en nuestro interior. Gracias”
Saludos del Papa en nuestro idioma
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. El próximo domingo celebramos la Jornada Mundial de las Misiones. Recemos especialmente por los misioneros y las misioneras que, enviados a distintas partes del mundo, escriben con sus propias vidas una historia de amor al servicio del Evangelio. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.
San Cornelio, el centurión: el primer bautizado de origen no judío
Un militar romano de corazón recto que buscaba a Dios que estaba destinado en Judea, donde se convertiría en el primer no judío bautizado
Cornelio era un centurión de la cohorte II Italica Civium Romanorum, también llamada Cohors Italica en la Vulgata.
Se encontraba destacado en Cesarea Marítima, la capital de la provincia romana de Judea (actualmente en ruinas entre Tel Aviv y Haifa).
Conocemos la historia de san Cornelio por la narración del capítulo 10 de los Hechos de los Apóstoles, en el Nuevo Testamento.
Se dice que era un “hombre piadoso y temeroso de Dios, lo mismo que toda su familia”. Tenía rectitud de corazón y Dios escuchó su oración de búsqueda.
Dos visiones que se complementarán
Un día, Cornelio tuvo una visión en la que Dios le ordenó ir a buscar a “Simón, llamado Pedro”, que estaba en Jope. Para ello, mandó a dos servidores y a un soldado piadoso.
Allí se encontraba, efectivamente, Simón Pedro. Este a su vez, había tenido una visión que no sabía cómo interpretar.
Se le habían aparecido un mantel y animales sobre él, y la voz de Dios le había dicho: “Mata y come”.
Él no comprendía qué debía hacer, porque ejecutar eso al pie de la letra habría sido una acción impura para un judío. Pero la voz de Dios le había señalado:
“Lo que Dios ha purificado, no lo llames impuro” (Hechos, 10, 15).
Por su parte, al llegar los enviados de Cornelio a su casa, el Espíritu Santo habló a Pedro, que estaba rezando en la terraza:
«Allí hay tres hombres que te buscan. Baja y no dudes en irte con ellos, porque soy yo quien los he enviado».
Los emisarios le dijeron que su señor, Cornelio, quería que fuera a su casa “para escuchar tus palabras», tal como le había indicado un ángel.
Pedro comprendió entonces que Dios lo llamaba a evangelizar también a los gentiles (los no judíos). Al día siguiente partieron los cuatro hacia Cesarea.
Al llegar Pedro a casa de Cornelio, este se echó a sus pies y lo adoró. Dicen los Hechos que “había reunido a su familia y a sus amigos íntimos”, dispuesto a compartir con ellos algo trascendental para sus vidas.
Pedro le ordenó inmediatamente que se levantara y dijo:
“Vosotros sabéis que está prohibido a un judío unirse a un extranjero y entrar en su casa. Pero Dios me enseñó a no llamar profano o impuro a ningún hombre” (Hechos, 10, 28).
Dios no hace acepción de personas
Pedro y Cornelio entonces entraron en conversación y el centurión le contó lo que había experimentado: que Dios había escuchado su oración y que debía acudir a san Pedro.
Pedro, ya convencido entonces de que su visión tenía un sentido evangelizador y universal que superaba la Ley de Moisés, dijo:
“Dios no tiene acepción de personas, sino que se complace en toda nación que le teme y practica la justicia”.
Cristo ya no era solo para el pueblo de Israel sino para todos.
El Espíritu Santo se posó sobre todos los que estaban allí, fieles de origen judío y gentiles. Y Pedro afirmó:
“¿Puede acaso alguien negar el agua del bautismo a estos, que recibieron el Espíritu Santo como nosotros?” (Hechos, 10, 47).
Y así fue como se bautizó a los gentiles y se comenzó la evangelización de los no judíos.
De ahí que a san Cornelio, el centurión, se le considere el primer gentil bautizado en la historia de la Iglesia.
La fiesta de san Cornelio se celebra el 20 de octubre.
Oración a san Cornelio, centurión
San Cornelio, ayúdame a seguir tu ejemplo a diario.
Haz que busque a Dios con rectitud de corazón
y que este criterio impregne mi modo de vivir,
mi toma de decisiones y mi horizonte.
Que Dios sea la meta de mis días y de mi vida entera.
Ayúdame a que sea una persona de oración
y que eso se note en mi comportamiento
coherente con la fe.
Haz que haga partícipes de la alegría de ser cristianos
a mi familia y a todas las personas
a las que tengo oportunidad de conocer
a través de mi trabajo y mis relaciones sociales.
Haz que siempre esté agradecido/a
por haber recibido la gracia del bautismo
y que haga rendir mis talentos al servicio del Señor.
Haz que ame siempre a la Iglesia y al Papa, sucesor de san Pedro.
Amén.