Quería hablarles de nuevo acerca de esta terrible crisis por la que ha pasado la Iglesia, esta crisis de abusos sexuales y su encubrimiento por parte de algunos obispos.. Pero recientemente me ha llamado la atención el número de personas que parece querer dejar la Iglesia: “Debido a esta crisis, es hora de dejar la Iglesia. Ya hemos tenido suficiente”.
Ahora, ¿se puede decir esto y ya? Entiendo perfectamente como se siente esta gente. Comparto con ellos la rabia y la frustración. Lo entiendo. Pero también quiero decirles que, precisamente, esa es la estrategia equivocada en este momento de la vida de la Iglesia. Abandonar no es lo que deberíamos estar haciendo. Lo que deberíamos estar haciendo es luchar.
La Iglesia Católica, sus grandes principios e ideales; la Iglesia Católica, fundada en Jesucristo, el amor de Dios que se manifestó al morir en la cruz y en la resurrección; la Iglesia Católica, con todo su poder, belleza y perfección, está verdaderamente amenazada por esta terrible lacra de los abusos sexuales. Es una verdadera plaga que ha caído sobre la Iglesia. Es lógico que la gente sienta rabia, frustración.
Supongo que la opción está sobre la mesa: vete. “Ya me cansé. Esto está demasiado corrompido. Me voy de aquí”. Pero miren, quiero decirles a todos que no es eso a lo que están llamados. En cambio, nos toca imitar: pelear por la Iglesia en la que creemos tan profundamente; reconocer esta plaga, llamarla por su nombre, claramente, sin ambigüedades, pero luego luchando para poner las cosas en orden. No es la hora de salir corriendo. Es tiempo de empezar a luchar.
Y me dirán, “Bueno, SACERDOTE, entiendo. Pero ¿cómo lucho?” Mire: Luchas a través de tu ira justa. Luchas con el sólo hecho de estar presente en Misa. Luchas haciendo que las personas rindan cuentas. Luchas organizando a tus hermanos en la fe. Luchas de cualquier manera que puedas. Pero luchas porque crees en la Iglesia; tu amas a la Iglesia; y te darás cuenta de que, a pesar de esta terrible plaga, vale la pena luchar.
¿Saben algo? Ténganlo muy en mente, no somos católicos por la excelencia moral de nuestros líderes. Somos católicos por Jesucristo, crucificado y resucitado de entre los muertos. Somos católicos por el amor Trinitario de Dios. Somos católicos por formar parte del cuerpo místico de Cristo. Somos católicos por los sacramentos. Somos católicos especialmente por la Eucaristía. Somos católicos por nuestra Madre santísima. Somos católicos por los santos. Incluso si nuestros pastores fallan moralmente, la Iglesia sigue siendo el cuerpo místico de Cristo, la novia de Cristo. Y vale la pena luchar por ella.
También tengan esto en mente: cada bautizado es sacerdote, profeta y rey. Hace unos días hable de nuestro oficio real. ¿Puedo hablarles de nuestro oficio profético ahora? Cuando Israel se desviaba del camino (lean el antiguo testamento, pasaba a menudo: esta comunidad estaba pensada para reflejar la voluntad de Dios en el mundo—Israel, el pueblo elegido de Dios—pero frecuentemente sus líderes fallaban, frecuentemente el pueblo pecaba, frecuentemente se desvió de la Torá y del templo), ¿qué hacía Dios? Suscitaba profetas: gente como Jeremías, Isaías, Amos, Ezequiel y Zacarías. Y ellos levantaron la voz—muchas veces con gran enfado—contra las corrupciones de Israel.
Tú eres profeta. Todo aquel quien me escuche ahora y esté bautizado en Jesucristo es profeta. ¡Levanta tu voz! Los profetas no salieron huyendo cuando Israel estaba en problemas; los profetas hablaron. Somos todos responsables, todos los que tenemos el carisma profético. En los comienzos de la Iglesia, no había parroquias. No había escuelas, hospitales, instituciones. Había evangelistas que proclamaban la palabra de Dios.” El punto es que la Iglesia no depende en última instancia de sus instituciones. No peleamos principalmente por ese aspecto de la vida de la Iglesia. Peleamos por las víctimas de estos terribles crímenes. Peleamos por la gente que ha sido violada, abusada sexualmente. Si salimos corriendo precisamente en este tiempo de prueba, ¿quién será la voz profética que hable en nombre de las víctimas?
Este es mi cri de coeur—mi lamento desde el corazón. Lo entiendo. Entiendo la frustración que siente la gente. La comparto. Pero este no es el momento de abandonar la Iglesia. Es momento de luchar por ella.
Luke 4:38-44
En el Evangelio de hoy, Jesús declara su misión: “Debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado”. Y Su misión continúa hoy entre nosotros a través de nuestros esfuerzos en el trabajo de evangelización.
¿Necesitamos evangelización? Las estadísticas no pueden ser más claras. ¿Saben que en este país hay muchos más ex-católicos que católicos? ¿Saben que el grupo que crece más rápido en las encuestas sobre afiliación religiosa es el que dice tener “ninguna” afiliación?
Entonces, los católicos no podemos evitar la necesidad de evangelización proclamando la fe. El Concilio Vaticano II fue muy claro en este aspecto, viendo a la Iglesia misma como un vehículo de evangelización: así no es tanto que la Iglesia tenga una misión, sino que la misión tiene a la Iglesia.
San Pablo VI y San Juan Pablo II hicieron que esta idea fuera un elemento central de su enseñanza. De hecho, Juan Pablo II hizo un llamamiento a favor de una nueva evangelización. Atraer gente a Cristo no es una obra entre muchas, más bien es el trabajo central de la Iglesia en torno al cual gira todo lo demás que hacemos.
Magno de Füssen, Santo
Abad, 6 de septiembre
Martirologio Romano: En el monasterio de Füssen, en Baviera (Alemania), san Magno, abad (s. VIII).
Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.
Breve Biografía
SAN MAGNO DE FÜSSEN nació cerca de St. Gallen, en la actual Suiza, aunque son pocos los datos biográficos que se conocen de este santo.
Las referencias que tenemos de la vida de San Magno provienen primordialmente de comentarios de sus compañeros San Columbano y San Galo.
Junto con ellos, San Magno fue designado por Witkerp, el obispo de Augsburgo, para evangelizar rincones de Alemania que todavía eran paganos. Hacia 746 San Magno estuvo activo en la región de Algovia, o Allgäu, en el sur de Baviera, donde fundó el monasterio de Füssen.
Según la tradición, San Magno habría recibido el bastón de San Columbano cuando falleció. En el camino de vuelta se le habría aparecido un dragón, pero por medio del bastón lo habría derrotado fácilmente.
También se narra que con el mismo bastón San Magno sometió a un oso que había invadido su huerto, y que con el bastón era capaz de ahuyentar víboras y alimañas.
Durante su vida, San Magno, abad de Füssen, presenció las pugnas que concluyeron con la victoria de los francos sobre los alamanes.
A pesar de la actividad política de Witkerp, obispo y superior suyo, San Magno siempre prefirió fomentar actividades que beneficiaran a la población local, como la minería.
A San Magno de Füssen se le ha considerado tradicionalmente el “Apóstol de Algovia”. Se le venera todavía en el sur de Baviera y Suavia, en el Tirol y en Suiza, se le invoca en la labranza como protector contra insectos y animales perniciosos.
Déjate sorprender por Dios
Santo Evangelio según San Lucas 4, 38-44. Miércoles XXII del Tiempo Ordinario.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, sé que ahí estás; que de mí estás pendiente… Hoy te pido la gracia de dejarme sorprender.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 4,38-44
En aquel tiempo, Jesús salió de la sinagoga y entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron a Jesús que hiciera algo por ella. Jesús, de pie junto a ella, mandó con energía a la fiebre, y la fiebre desapareció. Ella se levantó enseguida y se puso a servirles. Al meterse el sol, todos los que tenían enfermos se los llevaron a Jesús y Él, imponiendo las manos sobre cada uno, los fue curando de sus enfermedades.
De muchos de ellos salían también demonios que gritaban: «¡Tú eres el Hijo de Dios!» Pero él les ordenaba enérgicamente que se callaran, porque sabían que él era el Mesías. Al día siguiente se fue a un lugar solitario y la gente lo andaba buscando. Cuando lo encontraron, quisieron retenerlo, para que no se alejara de ellos; pero él les dijo: «También tengo que anunciarles el Reino de Dios a las otras ciudades, pues para eso he sido enviado». Y se fue a predicar en las sinagogas de Judea.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Ante los milagros que llaman la atención, que son trasmitidos en televisión; ante aquellos que sólo tú sabes, que consideras detalles de Dios simplemente…¡déjate sorprender!
Hay que dejarnos sorprender por aquellos regalos que consideramos ya como aspectos cotidianos; la amistad, la familia, la vida misma. Sin olvidar también aquellos aspectos misteriosos que no llegamos a entender, aquellos que incluso nos hacen dudar si Dios verdaderamente está… aun ahí hay que dejarnos sorprender.
«La gente lo andaba buscado e intentaban retenerlo para que no se les fuese». Ésa es la actitud de alguien que se ha dejado sorprender por Dios en su vida. Es una experiencia que te hace buscarlo, noche y día. Es una experiencia que te hace no querer soltarlo; que te hace querer a Dios como compañero, no sólo por unos cuantos días, sino para toda la vida.
«El amor te abre a la sorpresa. El amor siempre es una sorpresa, porque supone un diálogo entre dos: entre el que ama y el que es amado. Y a Dios decimos que es el Dios de las sorpresas, porque él siempre nos amó primero, y nos espera con una sorpresa. Dios nos sorprende. Dejémonos sorprender por Dios. Y no tengamos la ‘psicología del computer’ de creer saberlo todo. -‘¿Cómo es esto?’ -‘Wait a moment’ (espera un momento). [Francisco hace que consulta en el ordenador] El computer, todas las respuestas. Ninguna sorpresa…».
(Mensaje de S.S. Francisco, 18 de enero de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy intentaré viviren la presencia de Dios en todos los aspectos de mi día y me esforzaré por dedicar menos tiempo a las redes sociales.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
El poder de Dios.
Como bautizados, hemos recibido el Espíritu Santo y con él, infinidad de dones y carismas.
“Yo soy simplemente como el burro que lleva a Jesús. Lo peor sería fijarse en el asno y no en el que va montado en sus lomos. El día que seamos conscientes de que somos portadores de Cristo Jesús, ese día se va a transformar nuestro ministerio; ya no hablaremos tanto de Jesús, sino que le dejaremos actuar con todo su poder”. – Padre Emiliano Tardif.
Dios, soberano Rey del universo, en su omnipotente grandeza se fía de nosotros, simples burros, para actuar con infinito poder sobre sus hijos. No solamente confía, sino que quiere necesitarnos para semejante propósito.
Esta reflexión del Padre Emiliano Tardif, me recuerdan las palabras de Juan el Bautista cuando se le preguntó si él era el Cristo: “Mas viene quien es más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de sus sandalias”. (Jn 1, 27) El Bautista, sin duda, conocía plenamente su lugar en el plan de Dios. Aún cuando el pueblo pensaba y creía que sus palabras y acciones eran dignas del Mesías, él supo comunicar sin reserva alguna su condición de “burro”. Esa humildad le ganó la santidad.
Como bautizados, hemos recibido el Espíritu Santo y con él, infinidad de dones y carismas. A través de su don, el mismo Dios nos arma con unas capacidades extraordinarias para la evangelización. Lo innegable es que no somos nosotros los dueños y administradores de ese poder, sino el mismo Altísimo. No somos más que el “burro” que lo lleva en su lomo. En la medida en que somos capaces de reconocer el alcance y el lugar de nuestra participación, el Señor se manifiesta para mostrarnos el infinito valor comprendido en la experiencia de servirle. Él mismo, que habiéndote escogido, llamado y facultado para llevarlo sobre tu “lomo” te hace partícipe de su despliegue de poder y amor. Es él quien concede cada una de las bendiciones que se derraman a través de tu ser, por medio del Espíritu.
Toda nuestra formación como católicos, desde los primeros pasos en la catequesis hasta los niveles más altos conseguidos a través del estudio y de los sacramentos, tiene como propósito fundamental convertirnos en “burros” que sirven al Señor. Solamente transformándonos en humildes servidores podremos recibir lo que ésta nueva condición requiere: discernimiento, regalo de nuevos dones, acrecentamiento de otros ya recibidos, celo por el Evangelio, entre otros. Y todos ellos puestos al servicio inmediato del Creador.
En mi experiencia como “burro”, que apenas comienza, siento en mi corazón un deseo ardiente de servirle. Reconozco que es él quien me permite anelar ser su humilde servidor, y a la vez me capacita con los elementos necesarios para cumplir con el trabajo de “llevarlo”. Es él quien se manifiesta a través de la palabra y mis manos y confirma la autenticidad de su obra.
Les cuento que la primera vez que Dios me puso en frente de alguien para imponer mis manos y orar, la persona experimentó el Descanso en el Espíritu. La sensación de un poder inimaginable que fluyó a través de mis manos y que inmediatamente reconocí que no es mío, es sencillamente maravillosa. Esa efusión del poder de Dios no solamente hizo descansar a uno, sino que se devolvió hacia mi persona haciéndome estallar en llanto. Dios me confirmó que es su poder el que se manifiestó y al mismo tiempo me hizo consciente de mi pequeñez de “burro”.
En otra ocasión, durante una imposición de manos, el Espíritu Santo liberó de un espíritu de temor a quien recibía la oración y a cambio le regaló el don de alabar en lenguas, lo cual pude confirmar posteriormente. La fluidez y hermosura de la alabanza que orquestaban aquellos labios estaba, sin duda, fuera del alcance de mis sentidos. En aquel momento, todo mi cuerpo comenzó a temblar, al punto de sentir que era yo quien experimentaría un descanso en el espíritu. Finalmente, la persona experimentó el descanso, pero igual mi corazón había sido testigo del poder avasallador de Dios.
Dice el Padre Emiliano Tardif que cuando el “burro” se regresa a su corral, en esa intimidad y en el pleno análisis del trabajo realizado es que se reconoce en toda su magnificencia la grandeza de Dios. Así me siento un poco, en mis momentos de silencio puedo reflexionar en lo vivido y más me hago consiente de mi pequeñez ante la gloria de mi Señor.
Permítenos oh Dios, ser humildes y dóciles a tu llamada.
Acrecienta en nosotros el don del servicio.
Conviértenos en “burros”, de modo que, la gente no se fije en nosotros
y permitan ser arrollados por el poder de tu amor.
Amén.
El poder de la imagen. Más que una hermosa sonrisa
Manuel Velásquez nos ofrece unas recomendaciones básicas para mejorar nuestra imagen
¿Apoco no es desagradable hablar con alguien que tiene mal aliento? ¿No sabes qué hacer cuando tienes que hacerlo? Inclusive, si vas en el metro o en un lugar con mucha gente, puede resultar terriblemente incómodo. Lo peor, es que algunas personas no se dan cuenta de su problema y si alguien se los señala, lo pueden tomar mal y causar un conflicto.
Pero todo esto sería innecesario, si tenemos una buena higiene bucal. Aquí daremos unos consejos prácticos para cuidar de tus dientes y tu aliento, pero también para tu imagen.
Lo primero para tener un buen aseo bucal, es lavarse los dientes. Punto sencillo y básico, que si bien, a veces nos puede resultar un poco pesado por cuestiones laborales o de llegar tarde a casa, es necesario que lo hagamos. Para que el trabajo no interfiera con este hábito, es bueno llevar un cepillo de dientes en la mochila o bolsa, ya que no ocupa mucho espacio y sí nos va a ayudar bastante.
Otro de los grandes aliados a la hora de tener una buena higiene bucal, es el enjuague. Ahora, ya hay una gran variedad de presentaciones. Hay para la noche, para el día, en distintos sabores, sin alcohol, con alcohol, especiales para la gingivitis (enfermedad de las encías), especiales para un aliento fresco, etcétera. El chiste, es saber cuál se adecua más a las necesidades de uno, y conforme a eso, ocuparlo.
También tenemos al hilo dental, que si bien ya no es tan usado, sigue siendo importante para la higiene. Y es que aunque los cepillos se han hecho mucho mejor y con mejores diseños, el hilo llega a donde las cerdas y el enjuague no, removiendo partículas de comida entre los dientes. A veces, un pedazo de carne, puede provocar muy mal aliento.
Algo que probablemente poca gente sepa, es que tener caries puede generar mal aliento. Por lo que si notamos que tenemos mal sabor de boca después de hacernos nuestro aseo bucal, es conveniente acudir a un dentista a que nos haga una revisión general.
Pero nuestros hábitos bucales deben ir más allá de limpiarnos bien los dientes. Es necesario saber puntos básicos de educación, para que una buena sonrisa, esté acompañada de una buena imagen integral.
Es básico comer con la boca cerrada. Puede resultar también terriblemente desagradable, para algunas personas, ver cómo alguien degusta con la boca abierta. Más si se está en un ambiente formal o de trabajo. Hablar con la boca llena se debe también evitar o bien hacerlo de la forma más discreta posible.
El tema del chicle es delicado, y es que mascarlo puede resultar desestresante, lo que en ciertas situaciones nos puede ayudar. Sin embargo, también genera mucha salivación, haciendo que nuestro estómago crea que estamos comiendo sin que éste reciba alimento alguno, por lo que los jugos gástricos se incrementan y pueden causar a la larga gastritis. Pero también hay que saber cuando mascarlo, y es que estando en una junta, puede no resultar lo más conveniente, ya que demuestra indiferencia y falta de atención.
Si el mal olor persiste pese al habitual aseo bucal puede tener alguna enfermedad por lo que es indispensable que acuda al médico.
Escucha por qué Cristo es el profeta definitivo
En su meditación cuaresmal para Aleteia, Fray Nelson Medina explica qué es exactamente un profeta
¿Qué es exactamente un profeta? ¿Por qué Jesucristo es el profeta definitivo? Responde Fray Nelson Medina en su serie de audio-meditaciones para Cuaresma:
El profeta definitivo es una de las mejores descripciones que se puede hacer de Jesucristo. Él es esa voz perfecta que Dios nos ha concedido después de hablarnos de tantas maneras a través de los profetas.
¿Qué es un profeta?
En el nivel más superficial suele entenderse por profeta aquella persona que acierta sobre el futuro: lo que dice se cumple.
Pero esa imagen es apenas inicial. Él es es conocedor y en cierto sentido el garante de la alianza que Dios ha hecho con su pueblo.
El movimiento profético surge en paralelo con el tiempo de los reyes. Cuando el poder parece estar claramente en manos del rey, ahí está el profeta para recordarle al rey de turno que el verdadero y único rey frente al que debemos responder es el rey de Israel.
Son la memoria y la conciencia viva del pueblo.
Y todavía podemos ir más hondo. ¿Por qué el profeta tiene esa sensibilidad sobre la Alianza? ¿Por qué le duele que se rompa la alianza? Porque ha asumido en su corazón los intereses de Dios.
Es como cuando tienes un amigo y te duele lo que le duele a tu amigo. En este nivel, los profetas son los verdaderos amigos de Dios.
Asumir los intereses de Dios significa una fuente de alegría y de amor, pero también una gran responsabilidad y una pesada carga de dolor.
El profeta tendrá que decir muchas veces palabras incómodas y ya sabemos lo que el mundo suele hacer ante las palabras incómodas. En lugar de escuchar el mensaje, lo que hace es rechazar, torturar, deshacerse del mensajero.
Ese fue el destino de la mayoría de los profetas. También el de Jesús. Su muerte en la cruz es el acto profético mayor.