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• Luke 13:18-21

Amigos, el Evangelio de hoy compara el Reino de los Cielos con una semilla de mostaza. Pareciera ser una ley en la vida espiritual que Dios desee que las cosas buenas siempre comiencen de modo pequeño y crezcan a través del tiempo.

 

 

Estamos tentados a decir, “Tú eres Dios. Tú puedes poner esto en marcha. Hazlo”. ¿Por qué Dios haría las cosas del modo que las hace? Podemos tratar de dar algunas explicaciones. Es algo común en la Biblia ver que Dios se alegre si cooperamos. Le agrada que nosotros mismos nos involucremos en lo que Él hace – a través de nuestra libertad, inteligencia y creatividad. Entonces, Él planta las semillas que quiere que nosotros cultivemos.

“Francisco, restaura mi Iglesia”. Por supuesto que Dios podría haber restaurado Su Iglesia, pero quería que San Francisco estuviera involucrado. Dios podría haber renovado la vida espiritual del cristianismo a través de una gran infusión de gracia, pero inspiró a San Antonio a dejar todo atrás y vivir solo en el desierto.

 

Hay algo más. Cuando las cosas comienzan de modo pequeño, ellas pueden volar bajo el radar por algún tiempo, mientras juntan seriedad, peso y fortaleza. Y los que están involucrados pueden ser puestos a prueba.

A veces, el fragor del mundo y las muchas actividades que llenan nuestras jornadas nos impiden detenernos y vislumbrar cómo el Señor conduce la historia. Y sin embargo —asegura el Evangelio— Dios está obrando, como una pequeña semilla buena que silenciosa y lentamente germina. Y, poco a poco, se convierte en un árbol frondoso que da vida y reparo a todos. También la semilla de nuestras buenas obras puede parecer poca cosa; mas todo lo que es bueno pertenece a Dios y, por tanto, humilde y lentamente, da fruto. El bien —En el pasaje del Evangelio de Lucas de la Liturgia de este domingo, un hombre le pregunta a Jesús: «¿Son pocos los que se salvan?» Y el Señor responde: «Esforzaos por entrar por la puerta estrecha» (Lc 13,24). La puerta estrecha es una imagen que podría asustarnos, como si la salvación fuera destinada solo a pocos elegidos o a los perfectos. Pero esto contradice lo que Jesús nos ha enseñado en muchas ocasiones; de hecho, poco más adelante, Él afirma: «Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios» (v. 29). Por lo tanto, esta puerta es estrecha, ¡pero está abierta a todos! No hay que olvidar esto: a todos. ¡La puerta está abierta a todos! Recordémoslo— crece siempre de modo humilde, de modo escondido, a menudo invisible. (Ángelus, 13 junio 2021)

 

 

Crispin y Crispiniano, Santos

Mártires, 25 de octubre

Patronos de los zapateros

Martirologio Romano: En Soissons, de la Galia Bélgica, santos Crispín y Crispiniano, mártires.

Breve Semblanza

El alma que quiere darse por entero a Dios, no ha de buscar nada para sí mismo sino que pensar, hablar y actuar tienen como meta Dios. Y esto no es ninguna beatería, sino un impulso fuerte e intenso a desvivirse por los demás.

Los jóvenes de hoy, que murieron en el año 285, quedan lejos de nuestra historia del tercer milenio.

Sin embargo, sus obras y sus nombres han quedado grabados en las páginas de la historia de la Iglesia para siempre.

¿Quiénes eran?, ¿qué hicieron?

Se establecieron en Roma y aprendieron el oficio de zapateros. Y desde cualquier trabajo se puede hacer un anuncio u proclamación del Evangelio y de las riquezas que aporta al alma humana.

Este servicio lo concretó en hacer zapatos para los pobres. A estos, por supuesto, no les cobraban absolutamente nada.

A los ricos, que conocían el buen trabajo que hacían y la calidad del calzado, sí que les cobraban.

Lo bonito de estos dos creyentes es que aprovechaban los momentos de venta o de dar gratis para hablar con entusiasmo de Jesucristo.

Y con la mayor naturalidad del mundo.

Debían vivir lo que decían porque la gente los escuchaba con agrado.

 

 

Los franceses dicen que vivieron en la región de Soissons. Los ingleses, a su vez, afirman que vivieron en el condado de Kent, al sur de Inglaterra.

Shakespeare los elogia en su obra “Enrique V” y en “Julio César”.

En lo que todos están de acuerdo es en que murieron mártires.

¡Felicidades a quienes lleven estos nombres!

 

 

No se puede anunciar el evangelio de Jesús sin el testimonio

Santo Evangelio según san Lucas 13, 18-21. Martes XXX del Tiempo Ordinario

 

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, enciende mi corazón con el fuego de tu amor a fin de que, amándote en todo y sobre todo, pueda obtener aquellos bienes que no puedo por mí mismo ni siquiera imaginar y que has prometido Tú a los que te aman. Dios todopoderoso y eterno, Tú que lo puedes todo, aumenta mi fe, aumenta mi esperanza y aumenta mi caridad; y, para conseguir tus promesas, concédeme amar tus preceptos. Por nuestro Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 13, 18-21

En aquel tiempo, Jesús dijo: “¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a la semilla de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció y se convirtió en un arbusto grande y los pájaros anidaron en sus ramas”. Y dijo de nuevo: “¿Con qué podré comparar al Reino de Dios? Con la levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina y que hace fermentar toda la masa”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Qué importante es que seamos esa semilla de mostaza que se entierra, que desaparece, para que se convierta en un árbol frondoso. El Reino de Dios es semejante a una semilla de mostaza. Esta parábola tan sencilla compara dos momentos de la historia de la semilla: cuando es enterrada (los inicios modestos) y cuando se hace un árbol (el milagro final). Por tanto, Jesús a través de este relato nos explica el crecimiento extraordinario de una semilla que se entierra en el propio jardín, a lo que sigue un crecimiento asombroso al hacerse un árbol. Al igual que esta semilla, el Reino de Dios tiene también su historia: el Reino de Dios es la semilla enterrada en el jardín, lugar que en el Nuevo Testamento indica el lugar de la agonía y de la sepultura del mismo Jesús; pero le sigue después el momento del crecimiento en el que llega a ser un árbol abierto a todos. El Reino de Dios, no se va a concretar, no se va a realizar en otro lugar o ambiente más que en lo concreto de la vida de cada uno. Es semilla en este jardín, es levadura en esta harina. El Reino de Dios se juega aquí, por eso el Papa Francisco nos recuerda constantemente que no se puede anunciar el evangelio de Jesús sin el testimonio concreto de la vida. Quien nos escucha y nos ve, debe poder leer en nuestros actos eso mismo que oye de nuestros labios y dar gloria a Dios.

 

¿Con qué poder comparar el Reino de Dios? Nos interroga el evangelio de hoy. Se parece a un poco a la levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa. El Reino de Dios es semejante a la levadura. La levadura se esconde en tres medidas de harina. Es suficiente meter una pequeña cantidad de levadura en tres medidas de harina para conseguir una gran cantidad de pan. Jesús anuncia que esta levadura, escondida o desaparecida en las tres medidas de harina, después de un tiempo, hace crecer la masa.

San Francisco de Asís decía a sus hermanos: «Prediquen el evangelio y si fuese necesario también con las palabras, prediquen con la vida, el testimonio, la incoherencia de los fieles y de los pastores entre lo que dicen y lo que hacen, entre la palabra y el modo de vivir, mina la credibilidad de la Iglesia.» Nuestro testimonio en la sociedad, mi testimonio concreto de vida coherente cristiana puede ser a mis propios ojos insignificante, mi fidelidad a Cristo y a su Evangelio puede parecerme poco e incluso inútil para la sociedad a la que nos enfrentamos cada día, pero el testimonio de la fe es valioso, cada detalle es importante, también el pequeño y humilde testimonio, también ése escondido de quien vive con sencillez su fe en lo cotidiano de sus relaciones con la familia, el trabajo, la amistad. Hay santos de cada día, santos ocultos suele decir el Papa Francisco, una especie de clase media de la santidad.

Que seamos capaces de construir cada día el Reino de Dios con una vida coherente, con una vida acorde a las exigencias del Evangelio, con una vida donde vayamos puliendo cada día todo aquello que son asperezas, para que nuestra fe sea realmente una forma de vida, para que nuestra fe sea como dice el autor del libro de los hebreos: «La seguridad de lo que no vemos y la certeza de lo que esperamos».

 

 

«Jesús, cuando envía a sus discípulos para que lo precedan en las aldeas, les recomienda: “Digan primero: ‘¡Que descienda la paz sobre esta casa!’… ‘Curen a sus enfermos’”. Todo ello quiere decir que el Reino de Dios se construye día a día y ofrece ya en esta tierra sus frutos de conversión, de purificación, de amor y de consolación entre los hombres. ¡Es una cosa linda! Construir día tras día este Reino de Dios que se va haciendo. No destruir, construir. ¿Con qué espíritu el discípulo de Jesús deberá desarrollar esta misión?». (Homilía de S.S. Francisco, 3 de julio de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Pediré al Señor poder comprender mejor a los demás, saber colocarme en su situación, y cuando se me presente en el día de hoy alguna situación no juzgarles.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

Frei Galvao: El primer santo brasileño y su santuario

Además de sus dones y carisma, Galvao se caracterizó por haber estado involucrado en la fundación de una nueva casa de retiros

 

 

Brasil, uno de los países más católicos de América Latina, tuvo que esperar recién hasta el 11 de mayo de 2007 para tener a su primer santo. En aquella ocasión, fue el papa Benedicto XVI quien lo canonizó. El protagonista en cuestión es Antonio de Santa Ana Galvao, popularmente conocido como “Frei (fray) Galvao”.

Nacido en 1739 en Guaratinguetá (San Pablo), con el correr de los años Antonio decidió abrazar la vida religiosa y vincularse a la tercera orden de San Francisco. Esto, a pesar de que al principio había tenido un acercamiento con los jesuitas.

Murió el 23 de diciembre de 1822 en San Pablo, famosa ciudad que lo supo tener como párroco y confesor.

Además de sus dones y carisma, Galvao se caracterizó por haber estado involucrado en la fundación de una nueva casa de retiros.

Se llamó «Recolhimento» de Nuestra Señora de la Concepción de la Divina Providencia. En este caso, un sitio relacionado a un grupo de religiosas.

Galvao posteriormente redactó un estatuto y el lugar terminó incorporándose a la Orden de la Inmaculada Concepción (ver semblanza publicada en Vatican.va). La fiesta canónica se celebra cada 25 de octubre.

 

@SantuarioFreiGalvao

Los 10 años del santuario Frei Galvao

Con el corre de los años en la ciudad de nacimiento del santo se terminó levantando un santuario, que el 8 de diciembre de 2020 cumplió 10 años de su constitución canónica.

El encargado de ofrecer el decreto en aquella oportunidad entonces arzobispo de Aparecida, cardenal Raymundo Damasceno Assis.

 

@Santua rioFreiGalvao

 

@SantuarioFreiGalvao

Una nota publicada en la web de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) recuerda que la ciudad de Galvao se encuentra dentro del territorio de la Arquidiócesis de Aparecida.

Al mismo tiempo, que con la creación del santuario se terminó separando la iglesia de Frei Galvao de la parroquia Nuestra Señora de Fátima.

@SantuarioFreiGalvao

En tanto, como dato curioso surge que el lugar donde se construiría la primera iglesia dedicada a Fray Galvao se celebró la primera misa el 12 de octubre de 1983 (Fiesta de Aparecida).

Pero antes que llevara el nombre del primer santo brasileño se denominaba capilla de San José.