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• John 14:21-26

Bishop Robert Barron

Amigos, en nuestra lectura del Evangelio de hoy vemos que la señal principal del Espíritu Santo es el amor. La noche antes de morir, Jesús les contó a sus amigos las verdades más profundas. Él habló de sí mismo, de su Padre y del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo es el amor que conecta Padre e Hijo. Desde toda la eternidad, Él es el soplo de aire entre Padre e Hijo, y por lo tanto no es más que amor. Por lo tanto, cuando viene a habitar en ti y en mí nos dirige hacia el camino del amor. “Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí y yo en ustedes. El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre”.

Dios ha creado un universo dinámico, yendo incansable e implacablemente hacia una meta, y esa meta nos ha sido revelada en Cristo: la participación en el amor del Padre y el Hijo. 

Por lo tanto, si deseamos conocer el reino de las criaturas en toda su complejidad y multiplicidad, tanto en su idas y vueltas, debemos sumergirnos en la corriente del Spiritus Sanctus.

 

 

Catalina de Siena, Santa

 

Memoria Litúrgica, 29 de abril
Por: P. Ángel Amo |
Fuente: Catholic.net
Virgen y Doctora de la Iglesia
Patrona de Italia y de Europa

Martirologio Romano: Memoria de santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia, que habiendo entrado en las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, deseosa de conocer a Dios en sí misma y a sí misma en Dios, se esforzó en asemejarse a Cristo crucificado y trabajó también enérgica e incansablemente por la paz, para que el Romano Pontífice regresara a la Urbe y por la unidad de la Iglesia, dejando espléndidos documentos llenos de doctrina espiritual († 1380).

Etimológicamente: Aquella que es pura y casta, es de origen griego.

Breve Biografía

 


Lo que más maravilla en la vida de Santa Catalina de Siena no es tanto el papel insólito que desempeñó en la historia de su tiempo, sino el modo exquisitamente femenino con que lo desempeñó. Al Papa, a quien ella llamaba con el nombre de “dulce Cristo en la tierra”, le reprochaba la poca valentía y lo invitaba a dejar Aviñón y regresar a Roma, con palabras humanísimas como éstas: “¡Animo, virilmente, Padre! Que yo le digo que no hay que temblar”. A un joven condenado a muerte y a quien ella había acompañado hasta el patíbulo, le dijo en el último instante: “¡a las bodas, dulce hermano mío! que pronto estarás en la vida duradera”. 


Pero la voz sumisa de la mujer cambiaba de tono y se traducía frecuentemente en ese “yo quiero” que no admitía tergiversaciones cuando entraba en juego el bien de la Iglesia y la concordia de los ciudadanos.

 

Catalina nació en Siena (Italia) el 25 de marzo de 1347 y era la vigésimo cuarta hija de Santiago y Lapa Benincasa. A los quince años entró a la Tercera Orden de Santo Domingo, comenzando una vida de penitencia muy rigurosa. Para vencer la repugnancia hacia un leproso maloliente, se inclinó y le besó las llagas. A los diecinueve años (1366) celebró su místico matrimonio con Cristo. Esto no se debió a fantasías juveniles, sino que era el comienzo de una extraordinaria experiencia mística, como se pudo comprobar después.



Como no sabía leer ni escribir, comenzó a decir a varios amanuenses sus cartas, afligidas y sabias, dirigidas a Papas, reyes, jefes y a humilde gente del pueblo.

Su valiente compromiso social y político suscitó no pocas perplejidades entre sus mismos superiores y tuvo que presentarse ante el capítulo general de los dominicos, que se celebró en Florencia en mayo de 1377, para explicar su conducta. 



En Siena, en el recogimiento de su celda, dictó el “Diálogo sobre la Divina Providencia” para tributar a Dios su último canto de amor. En los comienzos del gran cisma aceptó el llamamiento de Urbano VI para que fuera a Roma. Aquí se enfermó y murió rodeada de sus muchos discípulos a quienes recomendó que se amaran unos a otros. Era el 29 de abril de 1380: hacía un mes que había cumplido 33 años. 



Fue canonizada el 29 de abril de 1461. En 1939 fue declarada patrona de Italia junto con San Francisco de Asís, y el 4 de octubre de 1970 Pablo VI la proclamó doctora de la Iglesia, y el 1 de Octubre de 1999 S.S. Juan Pablo II la declaró Patrona de Europa.



 

 

Además Santa Catalina tiene los siguientes patronatos:


° contra los incendios;
° contra los males corporales;
° contra la enfermedad;
° contra los abortos involuntarios;
° contra las tentaciones;

° Allentown, Pennsylvania;
° para la prevención de incendios;
° de los bomberos;
° de las enfermeras;
° de las personas ridiculizadas por su piedad;
° de los enfermos.

Oración


Bendita y amada del Señor,
y gloriosa santa Catalina:
por aquella felicidad que recibisteis de poder unirte a Dios
y prepararte para una santa muerte,
alcanzadme de su divina Majestad
la gracia de que purificando mi conciencia
con los sufrimientos de la enfermedad
y con la confesión de mis pecados,
merezca disponer mi alma,
confortándola con el trance terrible de la muerte,
y poder volar por ella a la eterna bienaventuranza de la gloria. Amén.

 

 

Morada de Dios

Santo Evangelio según San Juan 14, 21-26.

 

 

Lunes V de Pascua
Por: Rogelio Suárez, LC |
Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.

¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

 



Jesús, te pido que aumentes en mi corazón el deseo de amarte cada día más. Que todo lo que haga sea siempre para mayor gloria tuya.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Juan 14, 21-26



En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él”. Entonces le dijo Judas (no el Iscariote): “Señor, ¿por qué razón a nosotros sí te nos vas a manifestar y al mundo no?”. Le respondió Jesús: “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho”.



Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La identidad de todo cristiano, es el amor. En esta Pascua, Cristo nos invita a la intimidad con Él. Quiere que nuestro amor por Él sea cada vez más íntimo, que no sea un simple asistir a misa los domingos y ya. Lo que Cristo quiere es que nuestro corazón aumente de amor hacia Él. En esta intimidad, Cristo se nos quiere dar y quiere que nos demos a Él, que tengamos un amor verdadero.

 

Estamos llamados a la intimidad con Dios, y nos podemos preguntar en primer lugar, ¿por qué estamos llamados a la intimidad? Sencillamente porque todos estamos llamados a amar y ser amados. Todos tenemos en nuestros corazones el deseo de poder amar sin límites y, a la vez, ser amados. Este deseo sólo se sacia por completo, en Dios. Es Él el amor verdadero que se entrega por completo a nosotros, incluso dando su vida, sólo por amor.

Nuestra segunda pregunta sería, ¿cómo se llega a la verdadera intimidad? Buscando amar, antes que ser amado. Esto se llama amor desinteresado, es decir, aquél que sólo busca amar sin esperar nada a cambio. Amar a Cristo cada día es negarme a mí mismo y cumplir en todo momento su voluntad. En el amor, el que ama muere por el amado. No le importa lo que le pueda pasar, sólo con el simple hecho de amar. Que cada día, en nuestro corazón, esté presente este deseo de poder amar a Dios sobre todas las cosas, incluso sobre mí mismo.

Por último, nuestra pregunta sería, ¿para qué quiere Dios esta intimidad con nosotros? Porque quiere manifestarse en nuestras vidas, “me manifestaré a él”. Él quiere revelarnos los deseos de su corazón, quiere que experimentemos su gran amor por nosotros. Lo que Dios quiere es darse completamente a nosotros, y ya lo ha hecho muriendo por nosotros en la cruz. Él se ha dado a nosotros en la cruz, sólo por amor, y éste es el amor más grande..

Que en esta Pascua podamos cada día entrar en esa intimidad a la que estamos llamados. Quien a Dios se da por completo, amándolo, Él vendrá a habitar en su corazón. Abramos las puertas de nuestros corazones y dejemos que Dios haga de nosotros lo que Él más quiera.

«Dios se manifiesta en vuestra soledad personal, así como en la solidaridad que os une a los miembros de la comunidad. Estáis solos y separados del mundo para adentraros en el sendero de la intimidad divina; al mismo tiempo, estáis llamados a dar a conocer y compartir esta experiencia espiritual con otros hermanos y hermanas en un equilibrio constante entre la contemplación personal, la unión con la liturgia de la Iglesia y el recibimiento de los que buscan momentos de silencio para ser introducidos en la experiencia de vivir con Dios». (Homilía de S.S. Francisco, 23 de septiembre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Haré una visita a Cristo Eucaristía pidiéndole la gracia de amarlo cada vez más con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas.

 

 

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

 

Espíritu Santo

Espíritu Santo, tercera Persona de la Santísima Trinidad.

Por: Margarita Gonzalez |
Fuente: Catholic.Net

Ya desde el Génesis, se nos dice cómo el Espíritu Santo, junto con Dios Padre y Dios Hijo, aleteaba sobre las aguas, infundiéndoles Vida.  Es así como esa fuerza creadora viene también a Re-Crear al hombre, que Jesús redimió y que por sus pecados y malas acciones, se había alejado de Dios.  Nos permite comprender, con sus luces y dones, la dar estatura Divina que Jesús nos alcanzó.

El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad que procede del Padre y del Hijo, y que recibe la misma Adoración y Gloria, que con Su Aliento Divino nos da Santidad.

• Es la presencia de Dios con nosotros, y en nosotros que por gracia divina Dios Padre nos concedió, para aspirar a la vida eterna. 



• Es la Unción Espiritual que devuelve la gracia original, y la estatura primaria al hombre, que tenía antes de la desobediencia de los primeros padres.
• Fuerza invencible que nos comunica Vida en e Espíritu para darnos a entender y comprender la Divina Revelación de Dios, Uno y Trino a la vez.






• Renueva y Vigoriza al Alma, al Espíritu que nos mueve a buscar el alimento espiritual, ya que falto de alimentos, puede perecer.
• Distinción de Dios para los hombres, pues solo al hombre se le concedió un Espíritu, Santo porque procede de Dios.
• Es ese Huésped Amable del Alma que nos motiva con sus mociones a encaminarnos al Bien, para que, experimentándolo con nosotros mismos, deseemos darlo a conocer a los demás.

 


 
En el Antiguo Testamento:

Como hemos dicho, el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo y es el enlace de amor entre-ambos.

Dios, desde el Principio,  nos hace otra Promesa más, pues ya nos había anunciado el envío del Mesías que nos daría la Redención, y esta Promesa es: “Enviaré MI Espíritu para santificar vuestras vidas en el conocimiento y experiencia del Amor de Dios”.  

Así, en Jeremías 31, 21-24, Dios Padre nos dice: “Días vienen en que Yo haré con la Casa de Israel Nueva Alianza, pondré MI  Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré. Yo seré Su Dios y ellos serán mi pueblo”.  


En el Nuevo Testamento:

 

En Jesús se cumple la Promesa del Padre, hecha a nuestros primeros padres, Adán y Eva de enviarles un Redentor, y una vez realizado este Acto Supremo de Amor, de obtenernos la Redención por el Sacrificio y Resurrección de Jesús, es que estamos capacitados a recibir esa otra Promesa del Padre, de recibir el Espíritu Santo.    

En Juán 15, 26-27, nos dice Jesús:

“Cuando venga el Espíritu de Verdad que procede del Padre y que yo enviaré de junto al Padre, Él dará Testimonio de Mí, y ustedes también darán Testimonio”…

En Hechos 1, 4-8; Jesús dice a sus Apóstoles que no se ausenten de Jerusalén, sino que aguarden la Promesa del Padre, les dice: “Ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo y serán mis testigos hasta los confines de la tierra”…

Aquí vemos como el Espíritu Santo, promesa cumplida de Dios, nos dará luces para comprender lo actuado por Dios en nuestro favor y así podamos desarrollarnos en el Amor.

Dentro de la Santísima Trinidad, el Espíritu Santo es la Presencia Santificante del Padre y del Hijo, que desea continuar modelando nuestro Espíritu a la Luz de la Verdad Revelada por el Testigo enviado por Dios, Jesús, el Hijo Primero y Único que nos ha traído la Salvación, la Redención, Signo inequívoco del Amor con el que nos ama Dios., aumentada con la Gracia de la Filiación.

Así, el mismo Jesús ratifica y precisa todas las Promesas anteriores sobre el Espíritu.  Nos lo Revela como Promesa y nos habla de Su Presencia y de Su Acción Multiforme, y es así que en Juán 7, 39, nos dice: “Yo pediré al Padre y les dará otro Paráclito para que esté con ustedes siempre, el Espíritu de Verdad a quien el mundo no puede recibir, porque el mundo no lo ve ni le conoce.  Pero ustedes le conocen porque mora en ustedes y en ustedes está”.   Somos Templos del Espíritu Santo.   

 
PENTECOSTÉS:  
 
Y así vemos cómo en el Libro de Hechos de los Apóstoles, 2, 1-11; nos dice:  “En el día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar.  De repente se oyó un gran ruido que venía del Cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que aparecieron Lenguas de Fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos, se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu les inducía a expresarse.

En esos días, había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo.  Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.

Atónitos y llenos de admiración, preguntaban: “¿No son galileos todos estos que están hablando?… ¿Cómo es que los escuchamos hablar en nuestra lengua nativa?…

Entre nosotros hay medos, partos, elamitas, otros venidos de Mesopotamia, Judea, Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto o de la zona de Libia que limita con Cirene.  Algunos somos visitantes, venidos de Roma y judíos y prosélitos, también hay cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las Maravillas de Dios en su propia lengua”   

 
BABEL – PENTECOSTÉS:   
 
Y aquí podemos ver la acción del Espíritu Santo en los Apóstoles.  Personas de distintos lugares e idiomas entendían lo que el Espíritu Santo les comunicaba por Su Acción en los Apóstoles:   En Babel la soberbia del hombre les hace hablar distintos idiomas Nadie se entiende pues cada quien hablaba de sus egoísmos y soberbias.  De lo que había en sus corazones No hay unidad ni humildad ni respeto a Dios. Solo soberbia al querer conquistar el Cielo por medios distintos a los de Dios.

En cambio, en Pentecostés, por la derrama del Espíritu Santo, todos los corazones están en comunión con Dios. Comunión = Común Unión con Dios y el mensaje que llevan en sus corazones puede ser comprendido por todos.  Todos los escuchan hablar en su propio idioma Presencia de Dios.
 
Otro pasaje de la Escritura nos hace ver otro aspecto de la acción del Espíritu Santo, que Jesús nos da.

 

 

Juán 20, 19-23 que nos dice: “al anochecer del día de la Resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: La Paz esté con ustedes.  Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: la Paz esté con ustedes, como El Padre me ha enviado, así también los envío Yo.

Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo.  A los que perdonen sus pecados, les quedarán perdonados. A los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”…  
 
Así podemos ver esta nueva moción del Espíritu Santo, la de ser capaces de perdonar como deseamos ser perdonados por Dios.

 
Así, vemos como, con la dación del Espíritu Santo, los Apóstoles y discípulos se convierten de comunidad pasiva en comunidad activa.  De comunidad que espera todo de Dios, en Comunidad puesta al Servicio de Dios, y eso somos todos nosotros, los que hemos sido Ungidos por el Espíritu Santo que se nos ha dado en los Sacramentos que hemos recibido y que practicamos.  

Y esa efusión plena  del Espíritu Santo es la que se les dará con mayor fuerza durante la Confirmación,  que nos convierte en soldados de Cristo, Apóstoles para ir al encuentreo de los Hermanos para anunciar la buena nueva, que nos transforma de Testigos del Amor de Dios y nos da la dulcísima Gracia de poder decir “ABBA”, Padre, pues hemos sido conformados dentro de la Familia de Dios.
 
Y así, el Espíritu Santo, actuante siempre en nosotros, cumple en determinados momentos, acciones especiales que sirven para dar cumplimiento a las Promesas del Padre que nos ama y que lucha por darnos la Felicidad que nos ha prometido, pero que tenemos que defender y consolidar.
 
Así, el Espíritu Santo derrama sus Dones sobre nosotros:
 
1 DON DE FORTALEZA, para resistir las tentaciones y pecados.
2 DON DE CIENCIA: Para aprender y comprender
3 DON DE SABIDURÍA:  Para conocer el Amor de Dios  por nosotros
4 DON DE ENTENDIMIENTO: Para entender lo que Dios quiere de nosotros y hacerlo con prontitud.
5 DON DE CONSEJO: que nos inspira las obras de Amor y Lealtad hacia Dios y hacia nuestro origen divino que busca volveré a Su Creador.
6 DON DE PIEDAD: Para compadecernos de las necesidades ajenas, viendo cuán pródigo ha sido Dios con nosotros.
7 DON DE TEMOR DE DIOS:  No como temor que se experimenta ante algo desconocido que quiere hacernos mal, sino como el Santo Temor de Dios que, sabiendo cuánto nos ama, no queremos hacerle mal a tan Santo Amor.  Temor de ofenderlo, sabiendo de la Delicadeza de Su Amor. Querer actuar como Él actúa.

Así, con estos Dones debemos desarrollarnos en el Amor, Ley y Moneda del Reino de Dios que nos hace partícipes de Su Reino Celestial.

EL BIEN NO CONTEMPLA LIBERTINAJE.  LOS VALORES MORALES SON ETERNOS Y SIEMPRE ACTÚAN EN NUESTRO FAVOR.  Hagámoslos vida y dignifiquémonos en el Amor.  

 
FRUTOS DEL ESÍRITU SANTO   
 
Caridad, Paz, Alegría, Paciencia, Benignidad, Comprensión de los demás, Generosidad, Bondad, Fidelidad, Mansedumbre, Continencia y Castidad.

Y todas las obras que son hechas con gozo y paz en el Alma, es por la Luz del Espíritu Santo en nosotros.

LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO NO SON HÁBITOS, O REALIDADES PERMANENTES, SINO ACTOS DE AMOR.

 

 

¿Sabías que santa Catalina de Siena no era monja?

 

 

Puede que pareciesen religiosos, pero algunos de nuestros santos dominicos más queridos eran laicos

Parecía una monja. En todas las imágenes, Catalina de Siena aparece vistiendo el hábito de una moniale, o hermana religiosa, de la Orden de Predicadores. En realidad era laica, la única persona laica con el título de Doctora de la Iglesia en la actualidad.

Entonces, ¿por qué lo parece?

Caterina Benincasa nació en Siena, Italia. Fue la hija número 23 de Lapa Piagenti y Giacomo di Benincasa, aunque la mitad de sus hermanos fallecieron a una edad temprana.

Decidida a ser solo para Dios

A los 13 años, Catalina era una adolescente muy enérgica sin intención de contraer matrimonio.

Cuando era joven, tuvo una visión de Cristo sentado en la gloria con san Pedro, san Pablo y san Juan.

Eso le sirvió como inspiración para hacer un voto privado y dedicar su vida a Dios.

Nadie conocía dicho voto, así que cuando alcanzó la edad para casarse, sus padres buscaron a un esposo respetable para ella.

Esto no acabó bien. Catalina rechazó la idea, se cortó el pelo y comenzó a vestir harapos para no tener un aspecto atractivo. Hasta que sus encolerizados padres entendieron que todos los intentos para persuadirla serían en vano.

Aceptaron la devoción de su hija y construyeron en su casa una celda de convento para ella.

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Dominica con hábito… pero laica

Catalina estaba interesada en la Orden Dominicana, pero no sintió la llamada de la clausura.

Descubrió en Siena a las Hermanas de la Penitencia de la Tercera Orden de Santo Domingo, que ayudaba a los feligreses locales.

Al presentar su deseo de ser admitida, fue rechaza inicialmente. Porque el grupo se componía generalmente de viudas y solteronas. Pero pudo ingresar más adelante.

Se convirtió entonces en una terciaria dominica, o un miembro “de tercera orden”, y se le permitió vestir un hábito, algo común en esta época.

La intensa actividad caritativa de santa Catalina

Después de pasar tres años recluida en su celda, Catalina reapareció. Y se unió a la labor de catequizar a los jóvenes, ofrecer guía espiritual, cuidar de los enfermos y ayudar a los más desfavorecidos; actividades que realizó sin descanso durante el resto de su vida.

Si bien la mayor parte de su tiempo lo pasó en Siena, Catalina también viajó en múltiples ocasiones para ofrecer asesoramiento. Porque sus consejos eran muy valorados.

Era la corresponsal (incluso a veces se encargaba de sermonear directamente) para la realeza e incluso el propio Papa. Su biografía es digna de leer.

Terciarios santos

No obstante, Catalina no es la única santa dominica que fue seglar y perteneció a la Orden como terciaria.

Muchas personas se sorprenden al conocer que algunos de los santos más importantes y queridos de la Iglesia fueron dominicos y laicos, como Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres, el beato Pier Giorgio Frassati, la beata Margarita de Castello y el beato Bartolo Longo.

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Cualquier católico con buena reputación puede ser admitido en una orden terciaria, incluidas las personas casadas y los sacerdotes diocesanos.

Las órdenes terciarias, oblaciones o asociaciones son otro camino para todo aquel creyente laico que busque la santidad y desee acercarse a Dios en la oración y la caridad.

Aunque las ordenes terciarias siguen existiendo, sus miembros ya no visten con el hábito religioso, excepto al fallecer.

Los dominicos llevan un escapulario blanco de unos 40 centímetros cuadrados, los carmelitas llevan uno similar en marrón (diferente al conocido Escapulario Marrón), los franciscanos llevan una cruz Tau y los oblatos benedictinos una medalla conmemorativa de San Benito.

Las órdenes terciarias, o seculares, ofrecen una oportunidad para que las personas laicas llenen su vida con oraciones y buenas acciones según una espiritualidad concreta que deseen que sea la “levadura del mundo”.

Y, como vemos en el ejemplo de santa Catalina y otras muchas hermanas y hermanos de las ordenes terciarias, a menudo lo consiguen.