Mark 3:22-30

Amigos, en el Evangelio de hoy los escribas acusan a Jesús de expulsar demonios por el poder de Belzebul, por Satanás. 

 La Biblia tiene dos nombres para el diablo, estos son “el acusador” y “el dispersador”. Ambos nombres están visibles y operativos en esta historia. Y ello nos ayuda inmensamente a comprender a Jesús y Su obra. 

En el Evangelio de Marcos vemos que Jesús es conocido como exorcista, alguien que expulsa a los demonios. Jesús dice que Su trabajo es expulsar a Satanás, es decir, el acusador. Una forma falsa de organizarnos – que ha estado presente desde el principio – es a través de la acusación, la búsqueda de chivos expiatorios, establecer la división entre nosotros y ellos, los de adentro y los de afuera. 

El Reino de Dios está basado en otros fundamentos – como son, el amor, la no violencia, el perdonar a los enemigos, y superar las divisiones. Cuando esta visión de la vida entra en conflicto con los poderes del mundo, y esto es más o menos inevitable, Jesús se convierte, Él mismo, en la víctima acusada, en el chivo expiatorio. 

Pero en lugar de responder en especie, toma sobre Sí esa energía negativa, satánica, y la devora con la misericordia divina.

Vicente, Santo

Memoria Litúrgica, 22 de enero

Diácono y Mártir

Martirologio Romano: San Vicente, diácono de Zaragoza y mártir, que durante la persecución bajo el emperador Diocleciano hubo de sufrir cárcel, hambre, potro, láminas candentes, hasta que, en Valencia, en la Hispania Cartaginense (hoy España), voló al cielo a recoger el premio del martirio (304).

Etimología: Vicente = Aquel que es un vencedor, es de origen latino.

Breve Biografía

El Diácono San Vicente es el mártir más famoso de España. Un siglo después de su martirio, que tuvo lugar probablemente en el año 304, San Agustín le dedicaba todos los años, en este día, una homilía.

Los Hechos de su martirio, apócrifos como muchas Pasiones de otros mártires, se inspiran en documentos y tradiciones basados en realidades históricas. Las noticias históricas, reducidas a lo esencial, dicen que Vicente, natural de Huesca, durante la persecución de Diocleciano fue llevado encadenado de Zaragoza a Valencia para ser procesado ante el gobernador Daciano, junto con su obispo, y que sufrió el martirio en Valencia.

A estas pocas noticias históricas se añaden las narraciones de los Hechos. EL obispo de Zaragoza era un poco tartamudo y, por tanto, le iba mal en la oratoria. Pero tuvo la fortuna de encontrar al joven Vicente, bien preparado culturalmente y hábil en el manejo de la palabra. Fue ordenado Diácono y se le confió el cargo de coadjutor del obispo para la predicación del Evangelio.

En el imperio romano campeaba una cruel persecución, y Daciano, gobernador de Valencia, hizo pronto encadenar a los hombres más importantes de la Iglesia española. Al Diácono Vicente le fueron puestos grilletes y así lo condujeron a pie de Zaragoza a Valencia, junto con su obispo; pero aún en esas circunstancias aprovechó la ocasión para predicar el Evangelio, y en nombre del obispo tomó la palabra para confutar las acusaciones del gobernador y para exponerle el mensaje evangélico sin las distorsiones de la propaganda anticristiana.

Daciano no se convenció, pero comprendió que el adversario que había que destruir era precisamente Vicente. Pero primero ordenó que lo torturaran. Después lo metieron en una celda oscura, en donde el pavimento estaba totalmente lleno de cascajos cortantes para prolongar los suplicios. Pero Vicente, con voz todavía fuerte, entonó himnos de agradecimiento a Dios. Entonces, el gobernador, para quitarle este motivo de gloria, ordenó que lo colocaran en una cama muy cómoda, pero en ese momento murió el Diácono.

Llevaron el cuerpo al campo para que lo devoraran las fieras, pero apareció un cuervo que defendió el cadáver de la voracidad de los otros animales. Entonces Daciano ordenó que lo metieran en un costal junto con una gran piedra y lo echaran al río; pero el cuerpo no se hundió y las aguas lo fueron llevando hasta dejarlo en una orilla. Los cristianos lo recogieron y erigieron una iglesia para su tumba.

Consulta también San Vicente, Diácono y Mártir de Jesús Martí Ballester

LA FUENTE DEL PODER

Santo Evangelio según San Marcos 3, 22-30. Lunes III del Tiempo Ordinario.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Ilumíname, Espíritu Santo, para escuchar lo que quieres de mí y envía tu unción para tomar consciencia sobre mi condición de hijo de Dios. Ayúdame a reconstruir el Reino de Cristo en mi corazón.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 22-30

En aquel tiempo, los escribas que habían venido de Jerusalén, decían acerca de Jesús: “Este hombre está poseído por Satanás, príncipe de los demonios, y por eso los echa fuera”. Jesús llamó entonces a los escribas y les dijo en parábolas: “¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Porque si un reino está dividido en bandos opuestos no puede subsistir. Una familia dividida tampoco puede subsistir. De la misma manera, si Satanás se rebela contra sí mismo y se divide, no podrá subsistir, pues ha llegado su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus cosas, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa. Yo les aseguro que a los hombres se les perdonarán todos sus pecados y todas sus blasfemias. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca tendrá perdón; será reo de un pecado eterno”. Jesús dijo esto, porque lo acusaban de estar poseído por un espíritu inmundo.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hoy nos enfrentamos a uno de esos evangelios que pueden parecer un poco extraños a primera vista y a lo mejor hasta un poco «secos» para orar, pero no por eso debemos dejarlo pasar por alto. Jesús hoy nos quiere hacer una gran revelación, la fuente del poder de Dios..

Normalmente vemos que los objetos sagrados para la Eucaristía se manejan con mucho cuidado y reverencia porque están destinados exclusivamente a custodiar el Cuerpo y la Sangre de Cristo. También es posible observar en muchos lugares cuánto cuidan su templo porque es lugar de encuentro con el Señor. ¡Cuánto más sagrado no serás tú que eres creado a imagen del mismísimo Dios y eres templo del Espíritu Santo! (1 Cor 6, 19)

Jesús nos dice que un reino dividido no puede vencer. Por un lado, somos la creación más sagrada de Dios, por otro, somos creaturas llenas de debilidad. ¿Cómo venceremos?

Evidentemente no lo podemos hacer por nosotros mismos, pero sí lo podemos hacer con el poder de Dios. Esa fuente es el Espíritu Santo que lava nuestras manchas, riega el corazón en sequía, es fuego que purifica y repele lejos los enemigos del alma, como dice un antiguo himno de la Iglesia Veni Creator Spiritus.

Hoy, si sientes que Dios te está llamando a reconstruir el reino de tu corazón y a tener una mayor amistad con Él, no le cierres la puerta de tu corazón al mayor poder que puedes tener en tu vida, la fuerza del Espíritu Santo que hace nuevas todas las cosas.

«Estamos llamados a ser los colaboradores de Dios en una empresa tan fundamental y única como es testimoniar con nuestra vida la fuerza de la gracia que transforma y el poder del Espíritu que renueva. Dejemos que el Señor nos libere de toda tentación que aleja de lo que es esencial en nuestra misión, y redescubramos la belleza de profesar la fe en el Señor Jesús».

(Homilía de S.S. Francisco, 22 de febrero de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Dedicaré en esta semana un tiempo un poco más prolongado a la oración para crecer en amor en mi relación con Cristo y que Él tome el Reino de mi corazón.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

San Vicente, uno de los 3 primeros diáconos mártires

Aleteia

«Te engañas, hombre cruel, si crees afligirme al destrozar mi cuerpo. Hay dentro de mí un ser libre y sereno que nadie puede violar», le dijo al responsable de su tortura

San Vicente nació en Huesca y era de familia aristócrata. A los 22 años, el obispo de Zaragoza san Valero, que era tartamudo, le eligió diácono y le confió la predicación.

El año 303 el emperador Diocleciano emitió un edicto que obligaba a adorarle. El prefecto Daciano era quien debía ejecutar la orden en la Península Ibérica.

En Zaragoza encarcelaron al obispo san Valero y al diácono san Vicente. Les cargaron cadenas y les mandaron andar hasta Valencia sin comida ni bebida. En el camino, los soldados los maltrataban.

Ya en la ciudad, san Vicente fue atado a una columna y luego conducido a prisión.

Daciano los convocó a su presencia y se sorprendió de su alegría. Sometió a Vicente a la tortura en el potro. Lo desnudaron y le azotaron hasta romperle los nervios. Le aplicaron garfios de hierro para desgarrarle la carne.

Tortura y muerte de un valiente

El propio Daciano participó en el castigo y le mandaba abjurar de la fe. San Vicente respondía:

«Te engañas, hombre cruel, si crees afligirme al destrozar mi cuerpo. Hay dentro de mí un ser libre y sereno que nadie puede violar. Tú intentas destruir un vaso de arcilla, destinado a romperse, pero en vano te esforzarás por tocar lo que está dentro, que sólo está sujeto a Dios».

Daciano afirmó luego que lo liberaría si le entregaba los libros sagrados, pero Vicente no cedió.

El prefecto mandó entonces que lo colocaran sobre un lecho de hierro incandescente. Era el grado supremo de tortura. Vicente se mantuvo sereno.

Todavía vivo Vicente, lo mandaron llevar de nuevo a la cárcel y milagrosamente el suelo de la celda se cubrió de flores y de un agradable perfume.

La ciudad se conmovió ante el milagro y el prefecto Daciano, desconcertado, mandó que curaran las heridas del mártir, pero con idea de volver a torturarlo. Fue entonces cuando Vicente falleció.

Era el 22 de enero del año 304.

Daciano ordenó arrojar el cadáver a un muladar pero un cuervo impedía que las aves carroñeras se acercaran.

Entonces mandó echarlo al mar en un odre atado a una rueda de molino. Sin embargo, el odre fue a parar a la playa de Cullera (un pueblo cercano a Valencia) y allí la cristiana Ionicia lo recogió y lo enterró. Los demás cristianos comenzaron a venerarlo.

Santo patrón

San Vicente es patrón de la ciudad de Valencia.