• Luke 11:1-4
Nuestro Evangelio de hoy nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre la gran oración que Jesús nos enseñó. Piensen cómo esta oración nos conecta con las grandes personalidades de la historia del cristianismo, desde San Pedro y San Pablo a San Agustín, Santo Tomás de Aquino, San Francisco de Asís, John Henry Newman, G.K. Chesterton, Juan Pablo II, y hasta hoy día.
El deseo de rezar está dentro nuestro, plantado en lo más profundo. Esto quiere decir que hay un deseo de hablar con Dios y de escucharlo. Tengamos en cuenta que el rezar no está orientado a cambiar lo que Dios tiene en mente o decirle algo que no sabe. Dios no es como un gran jefe de la ciudad o un gran señor en un palacio a quién tenemos que convencer de algo. Sino que es Aquel quien nada necesita más que darnos cosas buenas, a pesar que no siempre sean lo que nosotros queremos.
¿Pueden ver cómo esta oración nos ordena correctamente? Debemos poner primero el santo nombre de Dios, esforzarnos en hacer Su voluntad en todas las cosas y en todo momento, fortaleciéndonos con Su comida espiritual porque sino desvaneceremos, debemos ser instrumentos del perdón, y ser capaces de resistir las fuerzas del mal.
• Luke 11:5-13
Nuestro Evangelio de hoy es acerca de la oración y el poder que ella tiene. El pasaje de Lucas está repleto de sabiduría respecto a la actitud apropiada en oración. ¿Qué es rezar, y cómo debemos hacerlo? Rezar es una conversación y comunión íntima con Dios. Considerando la propia vida de Jesús, vemos que rezar es algo que deberíamos hacer seguido, especialmente en los momentos claves de nuestras vidas.
Ahora bien, ¿cómo debemos rezar? ¿Cómo es en realidad? Tenemos que rezar con fe. ¿Han observado que Jesús, antes de realizar un milagro, dice, “¿Tú crees que puedo hacer esto?”. Podemos escuchar la simpleza de la fe en estas sorprendentes palabras de Jesús: “Les digo que todo lo que pidan en oración, creed que ya lo han recibido, y les será concedido”. Y hoy nos dice, “Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá”.
«El Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan.
Hoy, el Evangelio es una catequesis de Jesús sobre la oración. Afirma solemnemente que el Padre siempre la escucha: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá» (Lc 11,9).
A veces podemos pensar que la práctica nos muestra que esto no siempre sucede, que no siempre “funciona” así. ¡Es que hay que rezar con las debidas actitudes!
La primera es la constancia, la perseverancia. Hemos de rezar sin desanimarnos nunca, aunque nos parezca que nuestra plegaria choca con un rechazo, o que no es escuchada enseguida. Es la actitud de aquel hombre inoportuno que a medianoche va a pedirle un favor a su amigo. Con su insistencia recibe los panes que necesita. Dios es el amigo que escucha desde dentro a quien es constante. Hemos de confiar en que terminará por darnos lo que pedimos, porque además de ser amigo, es Padre.
La segunda actitud que Jesús nos enseña es la confianza y el amor de hijos. La paternidad de Dios supera inmensamente a la humana, que es limitada e imperfecta: «Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo…!» (Lc 11,13).
Tercera: hemos de pedir sobre todo el Espíritu Santo y no sólo cosas materiales. Jesús nos anima a pedirlo, asegurándonos que lo recibiremos: «…¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!» (Lc 11,13). Esta petición siempre es escuchada. Es tanto como pedir la gracia de la oración, ya que el Espíritu Santo es su fuente y origen.
El beato fray Gil de Asís, compañero de san Francisco, resume la idea de este Evangelio cuando dice: «Reza con fidelidad y devoción, porque una gracia que Dios no te ha dado una vez, te la puede dar en otra ocasión.
De tu cuenta pon humildemente toda la mente en Dios, y Dios pondrá en ti su gracia, según le plazca».
• «Tu verdad ha dicho que si llamamos nos responderán, que si pedimos, recibiremos: —Oh Padre eterno, tus servidores están clamando. ¡Respóndeles!» (Santa Catalina de Siena)
• «Cuando necesitamos ayuda, Jesús no nos dice que nos resignemos y nos cerremos en nosotros mismos, sino que nos dirijamos al Padre y le pidamos a Él con confianza todas nuestras necesidades, desde aquellas más evidentes y cotidianas» (Francisco)
• «El Espíritu Santo que enseña a la Iglesia y le recuerda todo lo que Jesús dijo, la educa también en la vida de oración, suscitando expresiones que se renuevan dentro de unas formas permanentes de orar: bendición, petición, intercesión, acción de gracias y alabanza» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.644)
SAN BRUNO
Memoria Litúrgica, 6 de octubre
Fundador de los Cartujos
Martirologio Romano: San Bruno, presbítero, que, oriundo de Colonia, en Lotaringia, enseñó ciencias eclesiásticas en la Galia, pero deseando llevar vida solitaria, con algunos discípulos se instaló en el apartado valle de Cartuja, en los Alpes, dando origen a una Orden que conjuga la soledad de los eremitas con la vida común de los cenobitas. Llamado por el papa Urbano II a Roma, para que le ayudase en las necesidades de la Iglesia, pasó los últimos años de su vida como eremita en el cenobio de La Torre, en Calabria (1101).
Fecha de canonización: Su culto fue aprobado por el Papa León X y luego confirmado por el Papa Gregorio XV en el año 1623.
Etimologicamente: Bruno = «fuerte como una coraza o armadura metálica» (Brunne, en alemán es coraza).
Breve Biografía
Este santo se hizo famoso por haber fundado la comunidad religiosa más austera y penitente, los monjes cartujos, que viven en perpetuo silencio y jamás comen carne ni toman bebidas alcohólicas.
Nació en Colonia, Alemania, en el año 1030. Desde joven demostró poseer grandes cualidades intelectuales, y especialísimas aptitudes para dirigir espiritualmente a los demás. Ya a los 27 años era director espiritual de muchísimas personas importantes. Uno de sus dirigidos fue el futuro Papa Urbano II.
Ordenado sacerdote fue profesor de teología durante 18 años en Reims, y Canciller del Sr. Arzobispo, pero al morir éste, un hombre indigno, llamado Manasés, se hizo elegir arzobispo de esa ciudad, y ante sus comportamientos tan inmorales, Bruno lo acusó ante una reunión de obispos, y el Sumo Pontífice destituyó a Manasés. Le ofrecieron el cargo de Arzobispo a nuestro santo, pero él no lo quiso aceptar, porque se creía indigno de tan alto cargo. El destituido en venganza, le hizo quitar a Bruno todos sus bienes y quemar varias de sus posesiones.
Dicen que por aquel tiempo oyó Bruno una narración que le impresionó muchísimo. Le contaron que un hombre que tenía fama de ser buena persona (pero que en la vida privada no era nada santo) cuando le estaban celebrando su funeral, habló tres veces. La primera dijo: «He sido juzgado». La segunda: «He sido hallado culpable». La tercera: «He sido condenado». Y decían que las gentes se habían asustado muchísimo y habían huido de él y que el cadáver había sido arrojado al fondo de un río caudaloso. Estas narraciones y otros pensamientos muy profundos que bullían en su mente, llevaron a Bruno a alejarse de la vida mundana y dedicarse totalmente a la vida de oración y penitencia, en un sitio bien alejado de todos.
Teniendo todavía abundantes riquezas y gozando de la amistad de altos personajes y de una gran estimación entre la gente, y pudiendo, si aceptaba, ser nombrado Arzobispo de Reims, Bruno renunció a todo esto y se fue de monje al monasterio de San Roberto en Molesmes. Pero luego sintió que aunque allí se observaban reglamentos muy estrictos, sin embargo lo que él deseaba era un silencio total y un apartamiento completo del mundo. Por eso dispuso irse a un sitio mucho más alejado. Iba a hacer una nueva fundación.
San Hugo, obispo de Grenoble, vio en un sueño que siete estrellas lo conducían a él hacia un bosque apartado y que allá construían un faro que irradiaba luz hacia todas partes. Al día siguiente llegaron Bruno y seis compañeros a pedirle que les señalara un sitio muy apartado para ellos dedicarse a la oración y a la penitencia. San Hugo reconoció en ellos los que había visto en sueños y los llevó hacia el monte que le había sido indicado en la visión. Aquel sitio se llamaba Cartuja, y los nuevos religiosos recibieron el nombre de Cartujos.
San Bruno redactó para sus monjes un reglamento que es quizás el más severo que ha existido para una comunidad. Silencio perpetuo. Levantarse a media noche a rezar por más de una hora. A las 5:30 de la mañana ir otra vez a rezar a la capilla por otra hora, todo en coro. Lo mismo a mediodía y al atardecer.
Nunca comer carne ni tomar licores. Recibir visitas solamente una vez por año. Dedicarse por varias horas al día al estudio o a labores manuales especialmente a copiar libros. Vivir totalmente incomunicados con el mundo… Es un reglamento propio para hombres que quieren hacer gran penitencia por los pecadores y llegar a un alto grado de santidad.
San Hugo llegó a admirar tanto la sabiduría y la santidad de San Bruno, que lo eligió como su director espiritual, y cada vez que podía se iba al convento de la Cartuja a pasar unos días en silencio y oración y pedirle consejos al santo fundador.
Lo mismo el Conde Rogerio, quien desde el día en que se encontró con Bruno la primera vez, sintió hacia él una veneración tan grande, que no dejaba de consultarlo cuando tenía problemas muy graves que resolver. Y aun se cuenta que una vez a Rogerio le tenían preparada una trampa para matarlo, y en sueños se le apareció San Bruno a decirle que tuviera mucho cuidado, y así logró librarse de aquel peligro.
Por aquel tiempo había sido nombrado Papa Urbano II, el cual de joven había sido discípulo de Bruno, y al recordar su santidad y su gran sabiduría y su don de consejo, lo mandó ir hacia Roma a que le sirviera de consejero. Esta obediencia fue muy dolorosa para él, pues tenía que dejar su vida retirada y tranquila de La Cartuja para irse a vivir en medio del mundo y sus afanes. Pero obedeció inmediatamente. Es difícil calcular la tristeza tan grande que sus monjes sintieron al verle partir para lejanas tierras. Varios de ellos no fueron capaces de soportar su ausencia y se fueron a acompañarlo a Roma. Y entonces el Conde Rogerio le obsequió una finca en Italia y allá fundó el santo un nuevo convento, con los mismos reglamentos de La Cartuja.
Los últimos años del santo los pasó entre misiones que le confiaba el Sumo Pontífice, y largas temporadas en el convento dedicado a la contemplación y a la penitencia. Su fama de santo era ya muy grande.
Murió el 6 e octubre del año 1101 dejando en la tierra como recuerdo una fundación religiosa que ha sido famosa en todo el mundo por su santidad y su austeridad. Que Dios nos conceda como a él, el ser capaces de apartarnos de lo que es mundano y materialista, y dedicarnos a lo que es espiritual y lleva a la santidad.
Pide-Llama-Busca
Santo Evangelio según san Lucas 11, 5-13. Jueves XXVII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Padre Nuestro, que estás en el cielo: danos hoy nuestro pan de cada día. Danos el pan del alma. Danos el pan para el trabajo y para el descanso. Danos el pan para construir tu Reino en nuestros corazones, en nuestras familias y en nuestra sociedad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 5-13
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’. Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite.
Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pan, le dé una piedra? ¿O cuando le pida pescado, le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán?
”Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial les dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Pongamonos de pie en este rato de oración. Levantemos los brazos –signo de que alzamos el corazón hacia Dios– y presentémosle al Señor todo lo que somos. Nuestras manos están vacías porque le pedimos que Él las llene de sus bendiciones. Nuestros ojos fijos en la cruz, imitemos la confianza de Cristo en su Padre. Padre nuestro…danos hoy el pan…
Como seres humanos tenemos necesidades que nos acompañan día con día. Incluso la vida más cómoda tiene algo de incómodo, algún problema que no podemos solucionar, algún vacío que no podemos llenar por nuestro propio esfuerzo. Aun si tuviéramos todos los medios materiales y todo el dinero, algo faltaría dentro de nosotros, algo que no encontramos aquí abajo y que nos obliga a buscar arriba, en el cielo…
Muchos dicen que la vida es así y que hay que aprender a sobreponerse… Que ignoremos el hambre del alma y sigamos como si nada pasara… Que, a fin de cuentas, las soluciones no caen del cielo y nadie puede saciar los deseos más profundos de la persona… ¡Nada de esto! ¡Esto no es lo que nos enseña el Maestro! Cristo nos dice hoy que tenemos un amigo a quien podemos acudir a cualquier hora del día. No importa si sólo son tres panes lo que necesitamos, o si creemos que, por ser de noche, no es el momento oportuno. Tenemos un padre que supera todos nuestros conceptos de paternidad. Es un Padre capaz sólo de conjugar el verbo “amar”, como dice el Papa Francisco. Es un Padre que ansía escuchar nuestra voz; quiere que salga de nuestro corazón el deseo de tenerlo cerca. Prefiere estar en silencio, para escuchar mejor, pero si nos hablara ahora mismo, muy seguramente nos diría: ¡Pídeme! ¡Llámame! ¡Búscame!
Esta tercera exclamación es muy importante. Porque, en el caso de que nos falte de todo, o bien si no vemos que nos falte nada, en cualquier caso y circunstancia, lo que más necesitamos es a Dios mismo. No temamos pedirle que venga Él para saciarnos. No pensemos que es temeridad o arrogancia. Pidámosle lo mejor que se puede pedir: el Espíritu Santo, que es Dios en donación. ¿O acaso no es verdad que el «Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden»?
«Queridos hermanos y hermanas, nunca estamos solos. Podemos estar lejanos, hostiles, podemos también profesarnos “sin Dios”. Pero el Evangelio de Jesucristo nos revela que Dios que no puede estar sin nosotros: Él no será nunca un Dios “sin el hombre”; ¡es Él quien no puede estar sin nosotros, y esto es un misterio grande! Dios no puede ser Dios sin el hombre: ¡este es un gran misterio! Y esta certeza es el manantial de nuestra esperanza, que encontramos custodiada en todas las invocaciones del padrenuestro. Cuando necesitamos ayuda, Jesús no nos dice que nos resignemos y nos cerremos en nosotros mismos, sino que nos dirijamos al Padre y le pidamos a Él con confianza. Todas nuestras necesidades, desde aquellas más evidentes y cotidianas, como la comida, la salud, el trabajo, hasta la de ser perdonados y apoyados en las tentaciones, no son solo el espejo de nuestra soledad: sin embargo hay un Padre que siempre nos mira con amor, y que seguramente no nos abandona». (Catequesis de S.S. Francisco, 7 de junio de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy invitaré a mi familia a rezar un padrenuestro antes de comer, pidiendo por todas nuestras necesidades.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿El Rosario ¿es solamente una tradición de hombres?
Es falso que la Biblia prohiba repetir palabras en la oración
¿Por qué nosotros en el Rosario repetimos oraciones, si en la Biblia Jesús prohibió que repitiéramos palabras al orar?
Un hermano separado me dijo que eso estaba muy mal y que nada del rosario es bíblico. ¿Qué podría contestar?
RESPUESTA
Es sumamente importante que como católicos, siempre estemos dispuestos a dar razones de nuestra fe (1 Pe 3,15) y presentemos los fundamentos bíblicos de ello. En este caso el Papa Juan Pablo II en su reciente encíclica sobre el Rosario ha hecho un llamado a que presentemos los fundamentos bíblicos del mismo para mostrar su riqueza espiritual y su validez pastoral (Cfr. Rosarium Virginis Mariae No. 43. Con alegría te comparto algunas de las respuestas católicas inmediatas que hemos dado a eso:
1.- Jesucristo nos puso el ejemplo de rezar así
Es falso que la Biblia prohiba repetir palabras en la oración. Cuando en el Evangelio de San Mateo Jesús dice que no se hable tanto en la oración, en ese mismo versículo aclara que se refiere a los paganos que creen que por hacer tanta palabrería van a ser escuchados.
El rechazo no es a «repetir palabras» sino al hacerlo sin sentido interior y profundo, pensando que la fuerza esta en la repetición de palabras, como lo haría un pagano.
Si alguien te dijo eso, sería muy bueno que le comentaras que el mismo Señor Jesucristo nos puso el ejemplo al rezar ‘repitiendo palabras’.
Esto fue lo que sucedió. Era uno de los momentos más importantes en la vida de Nuestro Señor Jesucristo, pues él sabía que había llegado la hora de entregarse para salvación del hombre. Es la oración del Huerto de Getsemaní. ¿Cómo fue su oración? Veamos lo que la Biblia nos dice:
«Se alejó de nuevo a orar, repitiendo las mismas palabras». Mc 14,39
Si Jesucristo oró «repitiendo las mismas palabras» entonces también nosotros lo podemos hacer. A menos que alguien diga que también Jesucristo hizo mal al hacerlo así. Aunque usted no lo crea, algunos serán capaces de decir eso con tal de no reconocer su equivocación.
2.- Los Salmos tienen oraciones repetitivas
Al parecer muchos hermanos protestantes no han leído atentamente la palabra de Dios, pues en ella encontramos que varios salmos de la Biblia son oraciones que tienen partes que se van repitiendo cada dos o tres versículos. Eso era algo muy común en la Biblia. Por ejemplo:
El salmo 29 Repite: «Voz de Yahvé».
El salmo 46 Repite: «Con nosotros Yahvé rey de los ejércitos».
El salmo 80 Repite: «Oh Dios haznos volver».
El salmo 107 Repite: «Den gracias a Yahvé».
3.- Por supuesto que el Rosario es una oración bíblica
*En el Rosario «repetimos palabras» así como Jesús lo hizo. Mc 14,39
*El Padre Nuestro está en la Biblia. Mt 6,9-13
* Gran parte del Ave María está en la Biblia. Lc 1,28-55: Jn 2,1-11
*El Gloria (Alabanza trinitaria) está en la Biblia 2 Cor 13,13-14
*Los ´misterios´ del Rosario en su mayoría son pasajes bíblicos:
Misterios gozosos
Primer misterio: La Encarnación del Hijo de Dios Lc 1,26-38
Segundo misterio: La Visita de María a Isabel Lc 1,39-45
Tercer misterio: El nacimiento de Jesús Lc 2,1-7
Cuarto misterio: La Presentación del niño Jesús Lc 2,22-34
Quinto misterio: Perdido y hallado en el templo Lc 2,41ss
Misterios Dolorosos
Primer misterio:La oración de Jesús en el Huerto Mc 14,32-38
Segundo misterio: La Flagelación de Jesús Mc 15,15
Tercer misterio: La Coronación de espinas Mc 15,16-19
Cuarto misterio: Jesús con la Cruz a cuestas Mc 15,21-22
Quinto misterio:Crucifixión y muerte de Jesús Jn 19,18-30
Misterios gloriosos
Primer misterio: La resurrección de Jesucristo Mt 28,1-6
Segundo misterio: La Ascención de Jesús Mc 16,19-20
Tercer misterio: La Venida del Espíritu Santo Hech 2,1-4
Cuarto misterio:La Asunción de María Cant 6,10
Quinto misterio:La coronación de María Ap 12,1ss
Misterios de la Luz
1.- Su Bautismo en el Jordán Mc 1,9-10
2.- La autorrevelación en las bodas de Caná Jn 2,1-11
3.- El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión Mc 1,15
4.- La Transfiguración Mc 9,2-8
5.- La Institución de la Eucaristía. Lc 22, 19
Aunque a muchos no les agrade o piensan que no hay que hacerlo, sí hay algo bíblico, eso es el Rosario, con las evidencias bíblicas que ya lo hemos mostrado.
Además, ¿acaso a una esposa le molestará que su marido le diga una y otra vez: «te quiero mucho» «te quiero mucho» «te quiero mucho»… ? Por supuesto que no, sino todo lo contrario.
De igual manera el Rosario es un «ramillete de rosas» para María, pidiendo su intercesión y glorificando a Nuestro Señor Jesucristo.
El Rosario gira alrededor de la persona de Jesucristo.
San Bruno de Colonia, fundador de la Orden de los Cartujos
Amaba el silencio de Chartreuse pero su obediencia al Papa lo llevó a Roma para aconsejarlo y a ayudar en los concilios de su tiempo
San Bruno nació en Colonia (Alemania) hacia el año 1030 y murió el 6 de octubre de 1101.
Según la tradición, pertenecía a la familia de los Hardebüst, una de las principales de la ciudad. Comenzó allí sus estudios y después los prosiguió en Reims (Francia). Se formó en Sagrada Escritura y estudió a fondo a los Padres de la Iglesia. Demostró talento para la filosofía y la poesía.
Regresó a Colonia y fue nombrado canónigo de san Cuniberto. En 1055 fue ordenado sacerdote. Al año siguiente el obispo Gervais le pide que vaya a Reims de nuevo, y un año más tarde dirigirá la escuela episcopal. Además, será ecólatra, es decir, supervisor de las escuelas de la diócesis.
Sufrió la injusticia de un obispo sucesor de Gervais, que era mala persona. Al ser denunciado por Bruno y otras dos personas ante el Papa, se vengó arrasando sus casas. Bruno tuvo que defenderse y en 1080 una sentencia clara del Papa obligó al obispo a retirarse, aunque encontró refugio en el emperador Enrique IV.
Con otros dos compañeros, Bruno decidió apartarse del mundo y llevar vida religiosa. Hicieron votos y fueron a Molesme, donde estaba san Roberto. Pero enseguida vieron que no era esa su vocación. Después de una corta estancia en Sèche-Fontaine, cerca de Molesme, dejó a dos de sus compañeros, Pedro y Lamberto, y fue con otros seis a encontrarse con Hugo de Châteauneuf, obispo de Grenoble.
Fundación de la Orden de la Cartuja
Hugo los reconoció enseguida y los identificó con los hombres que había visto en un sueño inspirado por Dios. Los llevó a Chartreuse (la Cartuja, cerca de Grenoble), en medio de las montañas. Bruno y su grupo construyeron un monasterio y así quedó fundada la Orden de la Cartuja. Estaban Landuino, Esteban de Bourg y Esteban de Die, canónigos de San Rufo, y Hugo el Capellán, “todos ellos los hombres más sabios de su tiempo”. Además, había dos laicos, Andrés y Guerin, que después serían los primeros hermanos legos.
Vivían especialmente la pobreza, la oración y el estudio.
Llamado a Roma
Entonces fue elegido papa Eudes de Châtillon, discípulo de san Bruno, que tomó el nombre de Urbano II (1088). Llamó a san Bruno a Roma y le pidió consejo en múltiples ocasiones. También le pidió ayuda en la preparación de concilios, siempre de manera muy discreta, y en la reforma del clero.
Tras muchas dificultades para lograrlo, el Papa concedió a san Bruno regresar a la vida de apartamiento en el monasterio. Sin embargo, no le permitió volver al Delfinado sino que le hizo quedar cerca, en la diócesis de Squillace (cerca de Calabria), por si lo necesitaba.
San Bruno entonces construyó allí una pequeña capilla de tablones y cabañas hechas con techo de barro. Roger, Gran Conde de Sicilia y Calabria y tío del Duque de Apulia, lo visitó a él y a sus compañeros en 1091 y les cedió las tierras que ocupaban. De ahí nació una estrecha amistad, que se plasmaría en algunas visitas de san Bruno a la familia del futuro rey de Sicilia, también llamado Roger como su padre.
Igualmente el conde iba a las moradas de los religiosos, hasta el punto de que en 1095 hizo construir el monasterio de san Esteban y una casa de campo donde se alojaba él.
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Próximo a su muerte, después de ver fallecer a todos sus amigos, san Bruno hizo una última profesión de fe en la que subrayaba su fe en la Santísima Trinidad y en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, con lo que negaba las herejías de su siglo: el triteísmo de Roscelin y la empanación de Berengario.
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La fiesta de san Bruno se celebra el 6 de octubre.
Patronazgo
San Bruno es patrono de las vocaciones sacerdotales, de los que buscan a Dios en el silencio y de Eslovenia.
Oración atribuida a san Bruno
Tú, que eres mi Señor,
Tú, cuya voluntad prefiero a la mía.
No me es posible contentarme con palabras
al presentarte mi oración.
Escucha mi grito que te suplica como un inmenso clamor…
Tú, de quien me he constituido siervo:
Te ruego con perseverancia e insistiré en mi ruego,
hasta merecer alcanzar tu favor.
Pues no anhelo un bien de la tierra;
no pido más que lo que debo pedir:
sólo a Ti…
¡Ten piedad de mí!
Y pues inmensa es tu misericordia
y grande mi pecado, ten piedad de mí inmensamente en proporción a tu misericordia.Entonces podré cantar tus alabanzas,
contemplándote, Señor. Te bendeciré con una bendición
que perdurará a lo largo de los siglos;
te alabaré con la alabanza y la contemplación,
en este mundo y en el otro,
como María, de quien nos dice el Evangelio,
que ha escogido la parte mejor.
Amén.