Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:
6 V [1937]. Ascensión del Señor.
Hoy, desde al amanecer mi alma está tocada por Dios. Después de la Santa Comunión, durante un momento traté íntimamente con el Padre celestial. Mi alma fue atraída al ardor mismo del amor, comprendí que ninguna obra exterior puede compararse con el puro amor de Dios… Vi el gozo del Verbo Encarnado y fui sumergida en la Divina Trinidad. Cuando he vuelto en mí, la nostalgia inundó mi alma, el anhelo de unirme (33) a Dios. Me ha envuelto el amor tan grande hacia el Padre celestial que todo este día lo considero como un continuo éxtasis del amor. Todo el universo me ha parecido como una pequeña gotita frente a Dios. No hay felicidad más grande que ésta, que Dios me da a conocer interiormente, que le es agradable cada latido de mi corazón, y cuando me muestra que me ama de modo particular. Esta convicción interior con la que Dios afirma su amor hacia mí y lo mucho que le es agradable mi alma, infunde en mi alma un abismo de serenidad. Durante todo el día no me fue posible ningún alimento. Me sentía satisfecha hasta la saciedad con amor.
Reflexión: La Ascensión del Señor
6 – V – 1937. Ascensión del Señor. Hoy, desde el amanecer mi alma está tocada por Dios, vi el gozo del verbo encarnado y fue sumergida en la Divina Trinidad. Les dice Jesús: “Recibiréis el Espíritu Santo qué descenderá sobre vosotros y seréis más testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines de la Tierra”. Levantando sus manos los bendijo, alejándose de ellos, comenzó a elevarse al cielo, hasta que una nube lo ocultó. Era un signo de que Jesús había entrado en los cielos. La vida de Jesús en la Tierra, no concluye con su muerte en la cruz, sino con la Ascensión a los cielos. Jesús subió glorioso al cielo, pues su obra quedaba terminada. Dos ángeles les dicen: “Varones de Galilea, ¿Qué hacéis mirando al cielo?”: Les dicen a los apóstoles que es hora de comenzar la hermosa tarea y no se debe perder un solo instante. Inicia la tarea de los discípulos, la nuestra; la misión será transmitir al mundo entero, todo lo que han visto y oído durante su permanencia con el Señor. La Ascensión nos recuerda el mandato amoroso del Señor que nos envía como testigos suyos por el mundo para salvar las almas.
El Señor intercede ante el Padre por nosotros: “No pido que los saques del mundo, sino que los preserves del mal”. Quiere el Señor que cada uno en su lugar continúe la tarea de santificar el mundo. Jesús se va al cielo y se queda muy cerca de nosotros, haciéndose sacramento. Los apóstoles junto con la Virgen María esperan la llegada del Espíritu Santo. La Ascensión genera en nuestros corazones una esperanza y alegría: “¡Ven Señor, Jesús!
Desearte un lindo día. El Señor de la misericordia te conceda ser testigo y propagador de su Evangelio a ti y a tu familia.
Dios te bendiga y te proteja. Santa Faustina: Ruega por nosotros.
Amén
Dr. Victor Arce.