Texto del Libro – El diario de Santa Faustina:
Tengo un gran deseo de esconderme: quisiera vivir como si no existiera en absoluto; siento una inclinación interior a esconderme profundamente de modo que me conozca solamente el Corazón de Jesús. Deseo ser una pequeña, silenciosa morada de Jesús para que Él pueda descansar en ella. No dejaré acercarse a ninguna cosa que pueda despertar a mi Amado. El esconderme me permite tratar continua y exclusivamente con mi Amado. Me relaciono con las criaturas sólo cuanto eso agrada a mi Amado. Mi corazón ha amado al Señor con todo el poder del amor y no conozco otro amor, porque desde el principio mi alma se ha sumergido en el Señor como en su único tesoro.
Reflexión: Con todo el corazón
“Mi corazón ha amado al Señor con todo el poder del amor y no conozco otro amor”. Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios. Para amar a Dios con todo el corazón se necesitan buenas disposiciones interiores: sin humildad y pureza de corazón es imposible reconocerle. Con dos alas se elevan uno sobre las cosas de la Tierra. Rectitud de intención y pureza: con la rectitud de intención dirigimos hacia Dios todo lo que hacemos, con la pureza en los afectos nos liberamos de lo terrenal para dedicarnos a amar a Dios. Entonces podrás amar con todo el corazón al amor de los amores y descansar en su Sacratísimo Corazón. Amar a Dios con todo el corazón es lo único que importa para eso fuimos creados. Hoy en nuestra oración podemos decirle: Jesús te amo pero enséñame a amarte, que yo aprenda a quererte con el corazón y con las obras. La pureza de corazón o pureza interior es necesaria, es condición de todo amor, se va logrando en una lucha alegre y constante a lo largo de la vida con buenos exámenes de conciencia y confesiones frecuentes donde lavamos nuestro corazón. Amar a Dios con todo el corazón es lo único que importa para eso fuimos creados.
Santa Faustina, lléname de amor ferviente: Ruega por nosotros.
Desearte un lindo día, que la Misericordia del Señor te colme de fe, a ti y a tu familia.
Dios te bendiga y proteja.
Amén.
Dr. Victor Arce.