Esteban de Hungría, Santo
Memoria Litúrgica, 16 de agosto
Rey de Hungría
Martirologio Romano: San Esteban, rey de Hungría, que, regenerado por el bautismo y habiendo recibido la corona real de manos del papa Silvestre II, veló por la propagación de la fe de Cristo entre los húngaros y puso en orden la Iglesia en su reino, dotándola de bienes y monasterios. Justo y pacífico en el gobierno de sus súbditos, murió en Alba Real (Székesfehérvár), en Hungría, el día de la Asunción, entrando su alma en el cielo (1038).
Fecha de canonización: En el año 1083 por el Papa Gregorio VII
Etimología: Esteban = coronado (estebo= corona). viene del griego.
Breve Biografía
Este santo tiene el honor de haber convertido al catolicismo al reino de Hungría.
Fue bautizado por San Adalberto y tuvo la suerte de casarse con Gisela, la hermana de San Enrique de Alemania, la cual influyó mucho en su vida.
Valiente guerrero y muy buen organizador, logró derrotar en fuertes batallas a todos los que se querían oponer a que él gobernara la nación, como le correspondía, pues era el hijo del mandatario anterior.
Cuando ya hubo derrotado a todos aquellos que se habían opuesto a él cuando quiso propagar la religión católica por todo el país y acabar la idolatría y las falsas religiones, y había organizado la nación en varios obispados, envió al obispo principal, San Astrik, a Roma a obtener del Papa Silvestre II la aprobación para los obispados y que le concediera el título de rey. El sumo Pontífice se alegró mucho ante tantas buenas noticias y le envío una corona de oro, nombrándolo rey de Hungría. Y así en el año 1000 fue coronado solemnemente por el enviado del Papa como primer rey de aquel país.
El cariño del rey Esteban por la religión católica era inmenso; a los obispos y sacerdotes los trataba con extremo respeto y hacía que sus súbditos lo imitaran en demostrarles gran veneración. Su devoción por la Virgen Santísima era extraordinaria. Levantaba templos en su honor y la invocaba en todos sus momentos difíciles. Fundaba conventos y los dotaba de todo lo necesario. Ordenó que cada 10 pueblos debían construir un templo, y a cada Iglesia se encargaba de dotarla de ornamentos, libros, cálices y demás objetos necesarios para mantener el personal de religiosos allá. Lo mismo hizo en Roma.
La cantidad de limosnas que este santo rey repartía era tan extraordinaria, que la gente exclamaba: «¡Ahora sí se van a acabar los pobres!». El personalmente atendía con gran bondad a todas las gentes que llegaban a hablarle o a pedirle favores, pero prefería siempre a los más pobres, diciendo: «Ellos representan mejor a Jesucristo, a quien yo quiero atender de manera especial».
Para conocer mejor la terrible situación de los más necesitados, se disfrazaba de sencillo albañil y salía de noche por las calles a repartir ayudas. Y una noche al encontrarse con un enorme grupo de menesterosos empezó a repartirles las monedas que llevaba. Estos, incapaces de aguardar a que les llegara a cada quien un turno para recibir, se le lanzaron encima, quitándole todo y lo molieron a palos. Cuando se hubieron alejado, el santo se arrodilló y dio gracias a Dios por haberle permitido ofrecer aquel sacrificio. Cuando narró esto en el palacio, sus empleados celebraron aquella aventura, pero le aconsejaron que debía andar con más prudencia para evitar peligros. El les dijo: » Una cosa sí me he propuesto: no negar jamás una ayuda o un favor. Si en mí existe la capacidad de hacerlo».
A su hijo lo educó con todo esmero y para él dejó escritos unos bellos consejos, recomendándole huir de toda impureza y del orgullo. Ser paciente, muy generoso con los pobres y en extremo respetuoso con la santa Iglesia Católica.
La gente al ver su modo tan admirable de practicar la religión exclamaba: » El rey Esteban convierte más personas con buenos ejemplos, que con sus leyes o palabras».
Dios, para poderlo hacer llegar a mayor santidad, permitió que en sus últimos años Esteban tuviera que sufrir muchos padecimientos. Y uno de ellos fue que su hijo en quien él tenía puestas todas sus esperanzas y al cual había formado muy bien, muriera en una cacería, quedando el santo rey sin sucesor. El exclamó al saber tan infausta noticia: «El Señor me lo dio, el Señor me los quitó. Bendito sea Dios». Pero esto fue para su corazón una pena inmensa.
Los últimos años de su vida tuvo que padecer muy dolorosas enfermedades que lo fueron purificando y santificando cada vez más.
El 15 de agosto del año 1038, día de la Asunción, fiesta muy querida por él, expiró santamente. Desde entonces la nación Húngara siempre ha sido muy católica. A los 45 años de muerto, el Sumo Pontífice permitió que lo invocaran como santo y en su sepulcro se obraron admirables milagros.
Que nuestro Dios Todopoderoso nos envíe en todo el mundo muchos gobernantes que sepan ser tan buenos católicos y tan generosos con los necesitados como lo fue el santo rey Esteban.
No alejarse de lo que es verdaderamente bueno
Santo Evangelio según san Mateo 19, 16-22. Lunes XX del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, Señor mío, que te conozca hasta tal punto que no pueda dejar de amarte, y que te ame hasta tal punto que no pueda dejar de seguirte.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 19, 16-22
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un joven y le preguntó: «Maestro, ¿qué cosas buenas tengo que hacer para conseguir la vida eterna?». Le respondió Jesús: «¿Por qué me preguntas a mí acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno.
Dios. Pero, si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos». Él le replicó: «¿Cuáles?».
Jesús le dijo: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo. Le dijo entonces el joven: «Todo eso lo he cumplido dese mi niñez., ¿Qué más me falta?». Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, ve a vender lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme». Al oír estas palabras, el joven se fue entristecido, porque era muy rico.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
«¿Por qué me preguntas a mí acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno. Dios.» En este Evangelio Jesús nos recuerda uno de los nombres de Dios. Él es la Bondad, el único verdaderamente bueno.
Todos nosotros sentimos simpatía hacia las personas buenas. Buscamos hacer el bien y huir del mal. Todos, en el fondo queremos ser buenos, gentes de bien. Lo bueno edifica, engrandece, sana. Y el bien, el ejemplo de una persona buena arrastra, es algo que se difunde solo. Es algo que todos experimentamos.
¡Y cuánto más Dios! Siendo Él la Bondad misma, no hay nadie que busque tanto nuestra felicidad, nuestro bien como Él. Dios es bueno y nosotros a veces lo olvidamos. En el fondo, cualquier pecado, cualquier desobediencia a sus mandatos, sucede porque no creemos que Él es bueno y que desea nuestro bien por encima de todo, aunque a primera vista no lo comprendamos. Nos pasa como el niño que hace berrinches a su madre, que le dice que la odia porque le prohíbe jugar con un cuchillo. El niño no entiende que eso le puede hacer daño, pero la mamá, que ama entrañablemente a su hijo, por ese mismo amor, le impide tocar el cuchillo.
El joven rico no confió en Cristo. Rehuyó su mirada amorosa. No quiso renunciar a sus bienes. Olvidó quién era Dios y prefirió seguir los impulsos de su razón y de sus pasiones. Confío más en sus riquezas. ¿Y yo? ¿Confío que lo que me está pidiendo Dios ahora mismo, es por mi bien?
«La tercera respuesta de Jesús, amar con todas las fuerzas, nos recuerda que allí donde está nuestro tesoro está nuestro corazón, y que es en nuestras pequeñas cosas, seguridades y afectos, donde nos jugamos el ser capaces de decir que sí al Señor o darle la espalda como el joven rico. No se pueden contentar con tener una vida ordenada y cómoda, que les permita vivir sin preocupaciones, sin sentir la exigencia de cultivar un espíritu de pobreza radicado en el Corazón de Cristo que, siendo rico, se ha hecho pobre por nuestro amor o, como dice el texto, para enriquecernos a nosotros. Se nos pide adquirir la auténtica libertad de hijos de Dios, en una adecuada relación con el mundo y con los bienes terrenos, según el ejemplo de los Apóstoles, a los que Jesús invita a confiar en la Providencia y a seguirlo sin lastres ni ataduras. No se olviden de esto: el diablo siempre entra por el bolsillo, siempre. Además, es bueno aprender a dar gracias por lo que tenemos, renunciando generosa y voluntariamente a lo superfluo, para estar más cerca de los pobres y de los débiles».
(Homilía de S.S. Francisco, 1 de abril de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Veré lo que Dios me está pidiendo que le ofrezca hoy y se lo daré, confiando en que lo que me pide es por mi bien.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
La Vocación del Joven Rico
Precisamente porque se es bueno y amable Jesús exige mucho a los llamados. Meditación
MIRADA AMOROSA QUE PRESIDE EL LLAMADO Y LAS EXIGENCIAS DEL RENUNCIAMIENTO
«Cuando Jesús se ponía en camino, alguien corrió, se arrodilló delante de El y le dijo: – «Maestro bueno: ¿qué debo hacer para ganar la vida eterna?». Jesús respondió – «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios. Ya conoces los mandamientos: no mates, no cometas adulterio, no robes, no digas cosas falsas de tu hermano, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre». El le contestó: – «Maestro, todo esto lo he cumplido desde mi juventud». Jesús fijando su mirada en él, lo amó, y le dijo: «Una sola cosa te falta: Anda, vende cuanto tienes, dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; ven después y sígueme». Pero al oír estas palabras se fue triste; tenía muchos bienes». (San Marcos X: 17 a 22).
UN ARRANQUE DE ENTUSIASMO
San Marcos no nos dice nada sobre la edad de esta persona rica; San Mateo (XIX-20) precisa que se trata de un joven. El entusiasmo que manifiesta parece confirmarlo ¿Acaso no hace falta ser joven de cuerpo y de alma para precipitarse hacia Jesús? En efecto el joven corrió y se prosternó ante el Maestro. Lo que provocó su fervor fue la bondad de Cristo de que fue testigo, pues lo llama de inmediato: «Maestro bueno».
Jesús ciertamente merece este entusiasmo. El amor que derrama a su alrededor es digno de conquistarle los corazones. El rasgo distintivo del Maestro es su bondad. Por esto se puede uno abandonar a El sin reserva, le puede entregar su vida con toda la confianza.
El entusiasmo por la persona amante de Cristo favorece la floración de una vocación.
EL DESEO DE LA VIDA ETERNA
¿Qué debo hacer para ganar la vida eterna? El fin que se propone este joven es muy alto: comprendió que no debía vivir sencillamente por el placer o por los goces terrenales, tan pasajeros, sino por la verdadera vida que es la que dura siempre, la vida eterna. Se muestra dispuesto a todo para alcanzar este fin. Diríase que está pronto para aceptar todo lo que Cristo le va a decir. Por su pregunta pone en manos del Maestro la orientación de todo su porvenir.
La disposición ideal para recibir la vocación es por un lado el deseo de una vida más alta que la vida terrenal, y por otro la voluntad de tomar todos los medios para alcanzarla.
BONDAD EXIGENTE
Jesús responde con bastante viveza: – ¿»Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios». El Maestro resfría el entusiasmo del joven porque su punto de vista es inadecuado. Sin duda el joven esperaba que la bondad de Cristo fuera menos exigente y más accesible que la de Dios. Jesús lo desengaña afirmándole que su bondad es idéntica a la de Dios, con las mismas exigencias y en particular que nada se quita a los mandamientos de la antigua ley.
El error del joven no consiste en dejarse llevar del entusiasmo, son más bien en una falsa esperanza, en contar que por razón de su bondad, Cristo lo dirigiría a la vida eterna, sin exigirle mucho, sin pedirle renunciamientos ni sacrificios. Precisamente porque se es bueno y amable Jesús exige mucho a los llamados.
LA MIRADA DE CARIÑO
Cuando el joven declaró haber cumplido los mandamientos, Cristo quiso señalarle un camino mas alto. Pero antes de hablarle le dirige una mirada de amor, mirada que llamo la atención de los testigos de esta escena. San Marcos lo dice claramente: «Jesús fijó su mirada sobre él y lo amó».
Esta mirada del amor de Cristo precede a la vocación. El Maestro mira al joven con una mirada penetrante que quisiera llegar hasta las profundidades del alma para decidirla a entregarse totalmente a El. Esta mirada está cargada de amor. En otros lugares del Santo Evangelio leemos que Jesús amaba a ciertas personas como Lázaro, Marta y María, o a Juan, «el discípulo que Jesús amaba». Aquí el Evangelista escribe: «Jesús lo amó». Es un amor que surgió en ese momento y que vieron pasar por los ojos del Maestro. Es pues, un amor muy especial, el que acompaña el llamamiento.
AMOR GRATUITO
Al leer por primera vez el texto, se pudiera tener la impresión que el amor de Cristo fue atraído por el hecho de que el joven había cumplido los mandamientos desde chico. Si hubiera sido así, este sería un amor de agradecimiento y de aprobación, una recompensa por la fidelidad del joven.
Sin embargo, el amor de su mirada reviste otro significado, precede y lleva en sí una invitación a una vida mas alta. Este amor de su mirada no se refiere a su pasado sino a su porvenir. El amor de Jesús es un amor nuevo que llama a una vida nueva. Es un don gratuito, un favor hecho al joven. Nunca hubiera podido merecer este favor ni este amor. Se podría preparar y disponerse a recibir la gracia de la vocación por el fiel cumplimiento de los mandamientos, pero nunca podría merecer el llamado en sí mismo, que viene del libre amor del Señor.
MAS ALLA DE LOS MANDAMIENTOS
«Una sola cosa te hace falta» le dice Cristo. Esta sola cosa tiene una importancia capital, aunque no sea un mandamiento. Según el Evangelio de San Mateo, Jesús dijo: «Si quieres ser perfecto»… Subraya que no se trata de un camino para practicar lo mínimo indispensable para la amistad con Dios, sino para conquistar la perfección. Este sentido estricto, este camino no es obligatorio: se propone a los que libremente quieren obligarse: «Si tú quieres…»
Después se llamó a este camino la vía de los consejos, para distinguirlo de la vía de los preceptos, por cuanto llama mas a la libertad personal y porque no es necesario para la salvación. El llamado a la vocación no se impone bajo pena de pecado. Viene de un amor especial de Cristo, que reclama una mayor espontaneidad de amor, una decisión mas libre, y quiere suscitar el deseo de una generosidad que vaya mas allá de lo prescrito.
LLAMADO A LA POBREZA
«Vende cuanto tienes». Cristo pide el renunciamiento a los bienes de esta tierra, al dinero. Si el joven quiere ser perfecto debe liquidar su fortuna y darla a los pobres. En cambio, tendrá un tesoro invisible, un tesoro en el cielo. Así podrá como pobre, seguir a un Maestro pobre.
Tal es la exigencia de la vocación. El llamamiento pone frente a una opción, como al joven del Evangelio; permanecer apegados a los bienes de la tierra, o entregarse a Cristo renunciando a estos bienes.
El joven rico probablemente esperaba conciliar el disfrutar de su herencia y alcanzar la perfección. Cristo le impone a escoger, porque «nadie puede servir a dos señores».
UNA OPCION CLARA Y LIBRE
Esta vez la elección de la vocación está claramente definida. El joven puede tomar una decisión con conocimiento de causa. Jesús no quiso aprovechar su entusiasmo pasajero para atraerlo a su lado. Al contrario, desea que lejos de seguirlo por un impulso emotivo, reflexione y pese el valor del sacrificio que le pide. Al enumerar los mandamientos le da tiempo de que recobre su sangre fría: después le ha manifestado las condiciones de una vida mas perfecta, sobre todo la pobreza, que era más difícil de aceptar para el joven.
El amor de la mirada de Cristo es realmente seductor, pero no quita la libertad a aquél a quien se dirige: por encantado que esté por este cariño , el joven responderá con entera independencia a la propuesta que se le hace.
EL RECHAZO
«Pero él al oír estas palabras se fue triste». No puede no manifestar la decepción que tuvo al oír las palabras de Cristo: no era lo que esperaba. Poseyendo una gran fortuna, no quiere sacrificarla. Entre la riqueza y Jesús, escoge la riqueza. Rechaza la invitación de seguir al Maestro.
«Se fue triste». Se le vio dar la espalda a Jesús y se fue hacia sus bienes. La opción que hizo no lo hace feliz. Está triste porque Dios es la única fuente de felicidad: el que se aleja del Señor para gozar de los bienes de este mundo, solo cosecha la tristeza.
El joven rechazó la mas grande de las gracias que le era ofrecida. Permanece como ejemplo del «No» dicho a la vocación, «No» que se opone a la mirada de amor de Cristo.
Si no cometió pecado al decir «No», sin embargo, perdió por su cobardía, el don tan precioso que se le ofrecía, y perdió la oportunidad de una vida mucho más noble: la participación al gran sacrificio de Cristo por la salvación de los hombres.
Es la humildad la que atrajo la mirada de Dios hacia María
Ángelus del Papa Francisco, 15 de agosto de 2021
Dios no nos exalta por nuestros dones, riquezas o habilidades, sino por la humildad, señaló el Papa en su alocución previa a rezo mariano, Dios levanta a quien se abaja, a quien sirve. “En efecto, María no se atribuye más que el «título» de sierva: es «la esclava del Señor». No dice nada más de sí misma, no busca nada más para sí misma”.
Francisco recuerda también que Jesús nos enseña que “el que se humilla será exaltado». En la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, el Papa Francisco recuerda que el secreto de María es la humildad. “Es la humildad la que atrajo la mirada de Dios hacia ella. El ojo humano busca la grandeza y se deslumbra por lo que es ostentoso, dijo el Papa, Dios, en cambio, no mira las apariencias, sino el corazón y le encanta la humildad.
¿Cómo está mi humildad?
Seguidamente el Pontífice, nos cuestiona a cada uno de nosotros. ¿cómo está mi humildad? ¿Busco ser reconocido por los demás, reafirmarme y ser alabado, o pienso en servir? ¿Sé escuchar, como María, o solo quiero hablar y recibir atención? ¿Sé guardar silencio, como María, o siempre estoy parloteando? ¿Sé cómo dar un paso atrás, apaciguar las peleas y las discusiones, o solo trato de sobresalir?
Para seguir el ejemplo de la Virgen María, Francisco nos recuerda que ella, en su pequeñez, conquista primero los cielos. “El secreto de su éxito reside precisamente en reconocerse pequeña, necesitada. Con Dios, solo quien se reconoce como nada es capaz de recibirlo todo. Solo quien se vacía es llenado por Él. Y María es la «llena de gracia» precisamente por su humildad”.
Este es el consejo que da el Papa, que nuestro punto de partida, que el comienzo de nuestra fe sea la humildad. “Es esencial ser pobre de espíritu, es decir, necesitado de Dios. El que está lleno de sí mismo no da espacio a Dios, pero el que permanece humilde permite al Señor realizar grandes cosas”, manifestó el Santo Padre.
Un mensaje de esperanza
Y la Virgen María, la “criatura más humilde y elevada de la historia, la primera en conquistar los cielos con todo su ser, cuerpo y alma, pasó su vida mayormente dentro del hogar, en lo ordinario”, sus días no tuvieron mucho de impresionantes, señaló Francisco, eran iguales, en silencio, por fuera, “nada extraordinario. Sin embargo, “la mirada de Dios permaneció siempre sobre ella, admirando su humildad, su disponibilidad, la belleza de su corazón, nunca tocado por el pecado”.
Y este es el mensaje de esperanza para nosotros, expresó Francisco: “Para ti, que vives las mismas jornadas, agotadoras y a menudo difíciles. María te recuerda hoy que Dios también te llama a este destino de gloria. No son palabras bonitas. No es un final feliz artificioso, una ilusión piadosa o un falso consuelo. No, es la pura realidad, viva y verdadera como la Virgen Asunta al Cielo. Celebrémosla hoy con amor de hijos, animados por la esperanza de estar un día con ella en el Cielo”.
El Papa concluyó su alocución pidiendo a la Virgen que nos “recuerde que el secreto del recorrido está contenido en la palabra humildad. Y que la pequeñez y el servicio son los secretos para alcanzar la meta”.
Saludos a los fieles y presentes en la Plaza de San Pedro
En su alocución después del rezo mariano del Ángelus, el Papa saludo a todos los presentes en la Plaza, peregrinos de varios países, familias, asociaciones y fieles individuales. En particular, saludó al grupo de Santa Giustina in Colle, a los jóvenes de Carugate, a los de Sabbio Bergamasco y a los de Verona. También dirigió un pensamiento a todos los que «están pasando estos días de Ferragosto en los distintos centros de vacaciones: les deseo serenidad y paz», les dijo, y no olvidó a los que «no pueden irse de vacaciones, a los que permanecen al servicio de la comunidad para servir, y también a los que se encuentran en circunstancias difíciles, agravadas por el fuerte calor y el cierre de algunos servicios por las vacaciones. Pienso especialmente en los enfermos, los ancianos, los presos, los desempleados, los refugiados y todos aquellos que están solos o en dificultades. Que María extienda su protección maternal a cada uno», señaló. Por último, invitó a que realicen «un hermoso gesto: acudir a un santuario mariano para venerar a la Virgen». Los que estén en Roma, dijo, podrán ir a rezar ante el icono de la Salus populi romani, en la Basílica de Santa María la Mayor.
Sentimientos, imaginación y pasiones
Estas características afectan el comportamiento y la manera de ser de cada uno de nosotros
En el mundo en que vivimos encontramos personas de todo tipo: desde el que es capaz de luchar por un gran ideal y lograrlo, hasta aquél que se hunde en el vicio y la desesperación. ¿Cuál es la diferencia entre uno y otro?
Existen muchas diferencias: tal vez lo que le tocó vivir a cada uno, u otra circunstancia, pero la diferencia más importante es que el primero seguramente supo educar sus sentimientos, imaginación y pasiones guiado por la inteligencia y la voluntad y el segundo no.
Además de las facultades del alma: inteligencia, voluntad, libertad y capacidad de amar, la persona humana tiene otras características que enriquecen su personalidad. En esta ocasión hablaremos únicamente de tres de ellas, que son: los sentimientos, la imaginación y las pasiones.
Estas características afectan el comportamiento y la manera de ser de cada uno de nosotros. Debemos conocerlas, saber cómo nos afectan y saber qué medios podemos utilizar para educarlas.
La madurez de una persona depende de cómo maneja sus sentimientos, imaginación y pasiones. Cuando vemos a alguien que se deja llevar por sus sentimientos o por sus pasiones y no es capaz de utilizar su voluntad correctamente, decimos que es inmaduro. En cambio, si observamos a aquellas personas que han logrado educar sus sentimientos, su imaginación y sus pasiones, vemos que normalmente son personas felices que logran también hacer felices a los demás.
Tomemos como ejemplo a una gran persona conocida por todos: la Madre Teresa de Calcuta. Fue su gran sentimiento de ternura y compasión por los pobres y necesitados el que le sirvió de motor para emprender su obra. Su imaginación le permitió concebir posibilidades para ayudar a los demás. Grandes pasiones como el amor, el ansia de justicia y la valentía le permitieron luchar día a día para seguir adelante. Por otro lado, fue capaz de controlar sentimientos negativos como el desaliento, la tristeza, etc. Fue capaz de controlar pasiones como la pereza, la ira, etc., y cumplir así la misión que Dios le tenía encomendada.
Podemos analizar también otros líderes mundiales y concluir que ellos son lo que son porque han sabido educar sus sentimientos y pasiones, así como su imaginación
SENTIMIENTOS
Los sentimientos son las respuestas de nuestra emotividad a un estímulo. Por ejemplo, nos agrada, por un lado recibir la visita de un amigo o amiga y nos desagrada, por el otro, estar con una persona aburrida. Los sentimientos son reacciones que son motivadas ya sea por causas externas o internas. Pueden durar mucho o ser pasajeros.
Nosotros no provocamos nuestros sentimientos ni tampoco podemos evitarlos. Sin embargo, podemos dejarnos llevar por ellos o no. Podemos también alejarnos o acercarnos a la causa que los provoca. Y, sobre todo, podemos controlar la reacción que los sentimientos inducen nuestras acciones dado que un sentimiento nos puede llevar a hacer cosas buenas y positivas.
Por ejemplo: Vamos a suponer que muere un familiar cercano al que queríamos mucho. No podemos evitar sentir tristeza; pero sí podemos controlar nuestra reacción: en lugar de sentarnos en un sillón a llorar, podemos buscar la manera de ayudar a los demás familiares…
Medios para educar los sentimientos:
· Aprender a poner en orden los sentimientos para que ellos no nos controlen.
· Cultivar la capacidad para reaccionar en forma positiva ante las situaciones importantes. Para adquirirla bueno, tener sentimientos.
· Cumplir el deber siempre, sean favorables o desfavorables los sentimientos.
· Remover (eliminar) la causa de los sentimientos adversos. No tratar de cambiar los sentimientos, sino lo que los provoca.
IMAGINACIÓN
La imaginación es una aptitud o disposición para reproducir, combinar o crear imágenes o ideas mentalmente. Aumenta nuestra creatividad y nos permite visualizar ideas o ideales.
La imaginación puede ser nuestra gran aliada, pues nos ayuda a concebir ideas que podemos llevar a cabo. Sin ella viviríamos estancados, sin avanzar. Nos ayuda a crear nuevos proyectos, a pensar la mejor forma de lograrlos. Es la sal de la vida.
No obstante también debemos cuidarla porque es capaz de distorsionar la realidad y hacernos creer como cierto algo que no lo es. Santa Teresa de Ávila la llamaba «la loca de la casa», al advertir a sus novicias de los peligros que puede tener el dejar trabajar a la imaginación sin el control de la razón.
Medios para educar la imaginación:
· Ser consciente de la diferencia entre realidad e imaginación
Sustituir los pensamientos negativos o dañinos por ilusiones sanas y atractivas.
Dejar volar la imaginación únicamente en ciertos momentos, con finalidades específicas y razonadas, sin que afecte la realización de nuestras tareas y deberes, ni nuestra convivencia con los demás.
PASIONES
Las pasiones son la energía de las personas. La energía nos lleva a actuar. Debemos aprender a encauzarlas, ya que una energía descontrolada puede ser muy nociva. Al igual que los sentimientos, no podemos evitarlas, pero sí canalizar su fuerza para el bien de todos.
Cada pasión tiene dos aspectos: uno positivo y otro negativo, según nos lleve a un buen fin o a un mal fin. Por ejemplo, se dice que el orgullo es malo, pero bien encauzado hace que una persona se sienta realizada, satisfecha y contenta de su familia, de su trabajo, etc.
Las pasiones bien encaminadas son el motor de nuestra vida, son las que han conquistado los más grandes logros en este mundo. La pasión más grande del cristiano debe ser el amor, amor que es capaz de hacer hasta lo imposible por lo amado. Procuremos orientar y cultivar nuestras pasiones hacia el bien.
Existen dos tipos de pasiones: de autoconservación y de autorrealización.
1. Pasiones de autoconservación: Son las energías que nos ayudan a lograr la protección de nuestra vida física y nuestra conservación como especie humana. Algunos ejemplos de estas pasiones son:
* Deseo de descanso: Tendencia a recuperar nuestras fuerzas. Sin equilibrio, el deseo de descanso se puede convertir en pereza.
* Deseo sexual: Impulso hacia las personas del sexo complementario para la conservación de la especie. Sin equilibrio, el deseo sexual se puede convertir en erotismo.
* Hambre: Tendencia a la propia conservación por la alimentación. Sin equilibrio, el hambre nos puede llevar a la gula.
* Sed: Tendencia a la propia conservación por la bebida. Sin equilibrio, el deseo de beber nos puede llevar a la embriaguez.
2. Pasiones de autorrealización: Son las energías que nos ayudan a conseguir la protección de nuestra vida psíquica, es decir, el sano fortalecimiento interno de nuestra propia personalidad. Algunos ejemplos de estas pasiones son:
* El deseo de amar y ser amado. Sin equilibrio, puede convertirse en envidia o celos.
* La valentía. Sin equilibrio, se puede transformar en temeridad.
* El sentimiento de rechazo hacia algo o alguien. Sin equilibrio, puede mudar a odio.
* El orgullo. Sin equilibrio, se puede convertir en soberbia.
* El deseo de justicia. Sin equilibrio, nos puede llevar a la ira.
Medios para educar las pasiones:
· No suprimir sino encauzar.
· Darnos cuenta de las pasiones que predominan en nosotros, para manejarlas.
· Fortalecer nuestra voluntad mediante el sacrificio, para aprender a controlar nuestras reacciones e impulsos.
· Conocer y reconocer lo que provoca y despierta negativamente nuestras pasiones más fuertes. Así podremos vigilar lo que las desmanda y protegernos.
· Aprovechar nuestras pasiones fuertes para orientarlas hacia grandes ideales y proyectos.
· Cuidarnos de los ambientes que desatan fácilmente las pasiones. Porque quien se acerca al agua, tarde o temprano se moja.
Se han puesto de moda ciertas asociaciones que promueven unas dinámicas de grupo en las que prometen «la liberación de presiones», el «autoconocimiento», la «autorrealización», y otras cosas por el estilo. Hay que tener mucho cuidado para no caer en sus trampas, pues generalmente en estos grupos se realizan dinámicas contrarias a la dignidad de la persona humana como «gritar como animales», «arrastrarse», «tocarse», «desfogar los sentimientos internos», «liberar las emociones», y presionan fuertemente a todos los presentes a participar en estos ejercicios, aun en contra de su voluntad.
Se conoce que los resultados de este tipo de dinámicas de grupo son siempre nocivos, pues llevan a la persona a la angustia, a la pérdida de identidad y a la pérdida de los valores más íntimos.
Lo perdido tiene un dueño
Las cosas perdidas tienen dueño, por lo tanto, no pueden guardase sin más. Hay que procurar averiguar quién es el dueño y devolverlas, pudiendo deducir los gastos que se hayan hecho (anuncios, etc.), para encontrar al dueño
2. Las cosas perdidas tienen dueño, por lo tanto, no pueden guardase sin más. Hay que procurar averiguar quién es el dueño y devolverlas, «pudiendo deducir los gastos que se hayan hecho (anuncios, etc.), para encontrar al dueño»2 .
Y tanta más diligencia habrá que poner en buscar al dueño, cuanto mayor sea el valor de la cosa.
Solamente puedo quedarme con lo encontrado, cuando, después de una diligencia proporcionada al valor de la cosa, no he podido saber quién es su dueño3 .
No podemos causar daños en bienes ajenos. Cuidar bien las cosas que usamos (autobuses, ferrocarriles, jardines, etc.) es señal de buena educación y cultura. Maltratarlas es propio de gamberros. ¡Y además queda la obligación de reparar!
3. Lo robado hay que devolverlo
4 . No se puede ni vender ni comprar.
Quien adquiere objetos que sabe son robados se hace cómplice del robo y está obligado a la restitución.
Quien compra a un ladrón, carga con la obligación de devolver lo robado a su verdadero dueño o dar a los pobres el dinero de su valor.
Quien peca contra este mandamiento debe tener propósito de devolver lo robado y reparar los daños ocasionados, para que se le pueda perdonar el pecado.
La restitución no es siempre fácil. El confesor puede orientar sobre el modo más a propósito para hacerla.
Sobre la restitución conviene tener presente:
1) Debe restituirse a las personas que han sido injustamente perjudicadas. Si éstas han muerto, a sus herederos. Y si no hay herederos, a los pobres o a obras piadosas. Pero nadie puede beneficiarse de lo que robó.
2) Si uno no puede restituir todo lo que debe, tiene que restituir, al menos, lo que pueda; y procurar llegar cuanto antes a la restitución total.
3) El que no puede restituir enseguida, debe tener el propósito firme de restituir cuando le sea posible.
4) El que no pueda hacer la restitución personalmente, o prefiere hacerla por medio de otro, puede consultar con el confesor.
5) El que pudiendo no restituye, o no repara los daños causados injustamente al prójimo, no obtiene el perdón de Dios: no puede ser absuelto6 .
«Quienes pudiendo no cumplen su deber de restituir, no tienen ni verdadera contrición del pecado cometido ni el propósito firme de enmienda, necesarios para la válida absolución sacramental. (…) Excusa del deber de restituir únicamente la imposibilidad física o moral, mientras dure. La obligación de restituir queda extinguida por la libre y válida condonación del acreedor, por la recíproca compensación, y por la legítima prescripción»7.
No obliga la restitución si por hacerla perdemos la fama o el nivel social justamente adquirido. Y también por prescripción, según las leyes civiles.
Si no puedes restituir de momento, debes evitar gastos inútiles y superfluos para poder restituir todo cuanto antes.
Quien se halle en absoluta imposibilidad de restituir, que procure hacer el bien al damnificado y orar por él.
Caso especial es el poseedor de buena fe.
«Quien está convencido de que lo que posee es suyo, bien porque lo haya comprado o recibido en herencia o en donación, si llega a conocer que no le pertenece, puede encontrarse en los siguientes casos:
-Si conoce al verdadero dueño, debe devolverlo, a no ser que haya prescrito.
-Si la cosa pereció por consumo o por causas naturales, no está obligado a compensar al verdadero dueño, pues «las cosas perecen para su dueño».
– Si la posesión produjo algunos beneficios de modo espontáneo (cría de animales, réditos bancarios) éstos pertenecen la verdadero dueño, pero si se deben a esfuerzo personal (frutos industriales) pertenecen al poseedor de buena fe»8 .
Hay personas que roban cosas pequeñas por un impulso interior. Se trata de una enfermedad que recibe el nombre de cleptomanía.
Conviene curarla pues puede poner, al que la padece, en situaciones vergonzosas.
Pero hay otras personas que roban en Hoteles y Comercios por puro deporte, por la vanidad de presumir de ingeniosos. Esto es inmoral, vergonzoso y rebaja al que lo realiza.
Y además queda la obligación de restituir al perjudicado; y si esto no es posible dando de limosna el importe de lo robado.
Riesgos de las técnicas orientales: breves notas aclaratorias.
El yoga conlleva un trasfondo filosófico-religioso y que su fin no es una simple relajación física y psíquica…
Hay que advertir que uno de los errores más difundidos hoy en Occidente en torno a los “métodos orientales”, y más en particular el yoga, es creer que se trata de simples métodos de relajación o de ejercicios gimnásticos muy aptos para descargar al hombre moderno de su tensión psicológica, afectiva, laboral, etc., sin caer en la cuenta de que conllevan todo un trasfondo filosófíco-religioso y que su fin no es una simple relajación física y psíquica, sino un vaciamiento de sí mismo
Planteamiento de la cuestión.
Ante la fascinación orientalizante que existe en buena parte de nuestra sociedad occidental, como fruto de la profunda decadencia de valores que sufre actualmente y que le conduce hacia un desmedido afán de novedad, de originalidad y de entusiasmo por lo exótico; y ante el hecho cierto de que se puede descubrir esa misma fascinación en ámbitos católicos, incluso dentro de comunidades religiosas, debido a un mal entendido “ecumenismo” y al deseo de un “diálogo interreligioso” ajeno a cualquier norma de prudencia; hemos considerado conveniente exponer unas breves notas acerca de los riesgos principales que de estas actitudes se pueden derivar para un católico, así como algunos de los puntos doctrinales que éste debe tener claro con relación a unas filosofías y religiones, que en no pocos aspectos muestran unas diferencias esenciales con la fe de la Iglesia. En especial, queremos advertir de la ingenuidad con que muchas personas enfocan los denominados “métodos orientales”, considerando equivocadamente que se trata de simples técnicas de respiración y de relajación, sin otras cuestiones de mayor fondo.
Con relación a todo esto, debemos recordar, antes que nada, que la Iglesia Católica ha dispuesto algunas normas al respecto, singularmente en los siguientes documentos:
a) las indicaciones del Concilio Vaticano II, que reconocen los valores que se hallan en las religiones no cristianas, pero que invitan a la prudencia en las relaciones que se deriven de los mutuos intercambios (Nostra Aetate, 2);
b) las advertencias del Catecismo de la Iglesia Católica en torno a los conceptos erróneos sobre la oración, poniendo en guardia sobre “los que ven en ella una simple operación psicológica o un esfuerzo de concentración para llegar al vacío mental” (CEC, 2726);
c) y por fin, las más precisas acotaciones de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (Carta de 15.10.1989, Algunos aspectos de la meditación cristiana), donde habla de los “métodos orientales”, por los que entiende los métodos que se inspiran en el hinduismo y en el budismo, como el zen o la “meditación trascendental” o incluso el yoga, y a los que se refiere en el nº 2 al añadir que “con la difusión actual de los métodos orientales de meditación en el mundo cristiano y en las comunidades eclesiales, se encuentra frente a una renovación aguda de la tentativa, no exenta de riesgos y errores, de mezclar la meditación cristiana y la meditación no cristiana”. Y después de hacer un recuento bastante completo de tales tentativas, concluye el nº 2 diciendo que éstas “deberán ser continuamente examinadas con un cuidadoso discernimiento de los contenidos y del método, para evitar caer en un pernicioso sincretismo”.
Breve examen del trasfondo de los “métodos orientales”.
En primer lugar, hay que advertir que uno de los errores más difundidos hoy en Occidente en torno a los “métodos orientales”, y más en particular el yoga, es creer que se trata de simples métodos de relajación o de ejercicios gimnásticos muy aptos para descargar al hombre moderno de su tensión psicológica, afectiva, laboral, etc., sin caer en la cuenta de que conllevan todo un trasfondo filosófíco-religioso y que su fin no es una simple relajación física y psíquica, sino un vaciamiento de sí mismo (el “vacío mental” que señala el CEC, 2726). El documento de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe de 15-10-1989, asimismo, hace referencia a los que se acogen a estos métodos “por razones terapéuticas” y que “un cierto número de cristianos” busca “en ellos el camino de la tranquilidad interior y del equilibrio psíquico”. Aunque dicho documento no trate propiamente de este aspecto, sino más bien de la aplicación de tales métodos a la oración cristiana, deja ver el peligro de que conduzcan a formas de sincretismo y a una confusión de criterios.
No se puede olvidar que el yoga nace como un método ascético del brahmanismo-hinduismo que busca la inactividad, la supresión de los actos (a los que se considera fuente de sufrimientos), con el fin de “quemar” el karma y escapar al renacer (escapar a la reencarnación o samsara), uniéndose (mokhsa) al Ser (Brahmán). El karma es la energía o fuerza que afecta al alma del ser humano y que es el resultado de sus acciones pasadas, por lo que determina la próxima reencarnación y la condición del futuro nacimiento, aun cuando exista la libertad en la vida presente de cara a una mejor reencarnación. Aquí hay que considerar:
a) Que se entra en un determinismo fatalista opuesto al concepto cristiano del libre albedrío y la armonía entre éste y la Providencia divina.
b) Que esta idea determinista del karma y la reencarnación conducen a la configuración de una sociedad de tipo hermético y con graves injusticias: la denominada “sociedad de castas” (brahmanes, kshatriyas, vaishyas y shudras y parias); sociedad que por su estructura y por las terribles injusticias que genera es inaceptable desde la perspectiva de las virtudes cristianas de caridad y justicia.
- c) Que el concepto de reencarnación es abiertamente ajeno e incluso contrario a la fe cristiana. Además, en el hinduismo no se considera un principio del alma humana, mientras que el cristianismo afirma claramente que ésta es creada por Dios e infundida por Él en el cuerpo humano gestado por los padres en el momento de la concepción.d) Que el Ser Supremo (Brahmán) del hinduismo no es perfectamente asimilable al Dios cristiano (si bien es cierto que dentro del hinduismo existen muchas variantes, escuelas, etc.), pues el Dios cristiano, de acuerdo con la fe católica, es Unidad de Esencia y Trinidad de Personas, mientras que Aquél otro es más bien un Ser Absoluto impersonal, que entra más en el terreno del panteísmo. De hecho, en el hinduismo se puede encontrar una diversidad de elementos que van desde el politeísmo hasta un panteísmo naturalista.
7 – Génesis 7. Comienza el diluvio
- e) Que esa unión con el Ser Absoluto a la que aspira el yoga, ya en esta vida terrena, implica la disolución del alma humana en dicho Absoluto, lo cual es una plasmación clara de ese panteísmo. Precisamente, la Santa Sede tuvo que advertir también de los peligros y errores en que incurrían en este sentido las obras de algunos autores católicos, como el jesuita Anthony de Mello, por realizar una mezcla de elementos de las religiones orientales con el cristianismo. La doctrina católica acerca de la unión del alma humana con Dios, por el contrario, sostiene que, tanto en el éxtasis místico como en la visión beatífica eterna, no hay un aniquilamiento de la sustancia del hombre, de la persona humana, sino que permanece en esa unión perfecta de voluntades; no se diluye la persona humana en un absoluto impersonal. Son totalmente diferentes la visión del panteísmo y el concepto católico de la “deificación” del hombre en la visión beatífica: mientras que en el primero el hombre es absorbido completamente por el conjunto de que forma parte y que es Dios, en el catolicismo, en cambio, el hombre, después de ser penetrado por la sustancia divina, conserva aún la individualidad inviolable de su propia sustancia, y ello por el respeto enorme que Dios guarda hacia la individualidad humana, hacia la libertad humana. Además, la doctrina católica afirma que, después de la muerte, el disfrute de la felicidad celestial y de la visión de Dios serán plenamente completadas, hallarán su culminación, tras la resurrección de la carne, cuando el hombre alcance la perfección de su naturaleza al poseer un cuerpo como el de Jesucristo Resucitado y unido ya inseparablemente al alma. f) Que la búsqueda de la inactividad para no engendrar karma negativo puede conducir al peligro del “quietismo”, el cual ha sido condenado en sus diversas formas por la Iglesia Católica.
- g) En fin, las visiones monistas o panteístas en torno a este Ser Absoluto impersonal también se pueden encontrar de una u otra forma en otras filosofías y religiones orientales como el taoísmo y el sintoísmo.
- Algunas de estas prácticas ascéticas y otras, con finalidades semejantes, han sido recogidas y desarrolladas por otras corrientes filosóficas y religiosas surgidas del hinduismo, en especial el jainismo y el budismo, ambos también con numerosas variantes internas, escuelas y sectas. Y uno y otro, igualmente, parten de las ideas del karma y de la metempsícosis o transmigración de las almas y buscan por medio de tales prácticas la liberación temporal y la definitiva de estas realidades, de sus consecuencias y de sus causas. La liberación definitiva de la realidad a la que está sometido el hombre y todo el cosmos es conocida como nirvana en el budismo y mokhsa en el jainismo, y en los dos casos se halla bastante inclinada hacia aspectos de tipo panteísta, de una aniquilación del ser personal.
El jainismo, entre sus prácticas, cuenta con la ahimsa o “no violencia”, concepto que tuvo gran aceptación dentro del movimiento pacifista de los años 60 en Occidente, y grandes austeridades (tapas) que contemplan incluso la muerte voluntaria por inanición, algo totalmente reprobado por el catolicismo, dada la valoración que éste otorga a la vida humana como un don de Dios.
El budismo, en el planteamiento de sus “Cuatro Nobles Verdades”, insiste en el “deseo”, la “sed”, el “ansia de vivir” (por tales conceptos puede traducirse el término trishna) como causa del dolor, y considera que para suprimir éste hay que suprimir su raíz, utilizando métodos como, por ejemplo, la meditación y el yoga. La metafísica budista, por otro lado, entra en abierta contraposición con la cristiana, pues para aquélla sólo hay fenómenos que se suceden; para el budismo, el ser, como tal, no existe: sólo hay estados sucesivos, un flujo incesante de fenómenos, así que se afirma la momentaneidad de todo. El karma es la causa de ese flujo continuo, como una ley de causalidad, y en relación con esta visión se halla también la metempsícosis o reencarnación, cuyo motor es el deseo de vivir. Así que para extinguir el deseo de vivir, se puede contar con el ascetismo, la meditación y el yoga, medios con los que se podrá llegar a alcanzar el nirvana o liberación, un estado místico en que se supera toda esa realidad.
Conclusiones.
El yoga y otros “métodos orientales”, entendidos adecuada y completamente, no pueden ser considerados de forma parcial ni superficial por sus aspectos externos de relajación física y mental, técnicas de respiración, posturas y movimientos, etc., sino que parten de unos supuestos que hunden sus raíces más profundas en unas doctrinas filosófico-religiosas, cuyo núcleo central (si no se le quiere dar el nombre de dogma), el karma, es totalmente opuesto a la fe católica, así como otras consecuencias derivadas del mismo.
La Iglesia Católica reconoce lo positivo de estas corrientes filosóficas y religiosas nacidas, en su entraña más profunda, del deseo de hallar la Verdad, de buscar a Dios, deseo que el mismo Creador ha puesto en la mente y el corazón de todos los hombres, y por ello pueden servir de cauce para acercarse a Él a aquellas personas que no han conocido la Revelación cristiana. Pero eso no significa que sus doctrinas estén exentas de errores, tal como se ha ido viendo, ni que los católicos deban contribuir a su difusión, sino que, por el contrario, el deber auténtico de caridad ha de mover a anunciar, también hacia los seguidores de esas corrientes, la plenitud de la Verdad revelada en y por Aquél que se ha manifestado a Sí mismo como “el Camino, la Verdad y la Vida”.
Promover actividades en las cuales se incluyan prácticas derivadas de esas corrientes orientales, aun cuando se trate de presentarlas de un modo desvinculado respecto de ellas, es un riesgo en el que no debe incurrir precipitadamente una comunidad religiosa o parroquial, y menos aún cuando en los últimos años han sido tan claras las disposiciones de la Iglesia, pues puede engendrar, cuanto menos, un estado de confusión que conduzca a formas de sincretismo y de relativismo religiosos. Convendrá actuar con precaución, claridad de criterios y un discernimiento prudente y oportuno a la hora de realizar actividades que, en mayor o en menor medida, partan de supuestos originados en dichas corrientes.
Bastante dolorosa ha sido la experiencia de descristianización y pérdida de valores de la sociedad occidental, muy aguda desde los años 60 del pasado siglo, y no debemos perder de vista que, a la vez como una de las muchas causas y consecuencias de ella, ha contribuido la difusión de sectas y corrientes filosófico-religiosas orientales. Ante la crisis de valores y la descristianización, muchos jóvenes buscaron en ellas una respuesta a su vacío espiritual, a la vez que el entusiasmo por lo exótico les impulso hacia las mismas. Ante esta experiencia, los católicos, y más aún las comunidades parroquiales y religiosas, no debemos favorecer todavía más el confusionismo y el relativismo existentes, apoyando actividades que puedan contribuir a difundir esas corrientes, pues nuestro deber es anunciar a Cristo y no otros mensajes “liberadores”.
Incluso cuando ciertos cursillos promovidos por parroquias y comunidades religiosas fueran del todo ajenos a la finalidad de difundir el budismo, el hinduismo, etc., siempre pueden servir de base para que sus asistentes, en lugar de verse inclinados a buscar a Cristo al ser recibidos, se encuentren motivados a profundizar en esas corrientes orientales. Hay que evitar simplismos como aquel del permisivismo hacia las “drogas blandas”, pues la experiencia también ha demostrado que en muchas ocasiones fueron la puerta de entrada hacia las “drogas duras”.
Por otro lado, para llevar a cabo optimistas “encuentros interreligiosos”, no se debe hacer de forma precipitada, sino con la prudencia, la cautela, el discernimiento y la atención a las indicaciones de la autoridad eclesiástica, de acuerdo con las normas dadas por el Magisterio de la Iglesia (por ejemplo, Concilio Vaticano II, Nostra Aetate, 2; Juan Pablo II, Vita Consecrata, 102). Hay que evitar dejarse llevar por un afán de novedad, de originalidad y de entusiasmo por lo exótico.
En adelante, trataremos de ofrecer algunas otras notas aclaratorias sobre estos temas, así como una reseña del libro del P. José María Verlinde, (La) Experiencia prohibida. Del ashram a un monasterio (traducción de Manuel Ordóñez Villarroel), Burgos, Monte Carmelo (Colección “Otra mirada”),2003.
Documentos Importantes
Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre algunos aspectos de la meditación cristiana
Jesucristo , Portador del Agua de la Vida, Una Reflexión Cristiana sobre la New Age o Nueva Era, elaborado por el Consejo Pontificio de la Cultura y el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso
El Papa: El amor de Dios no es una telenovela
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La manera de encontrarlo es amar y recibir el amor que siempre se ofrece, afirma Francisco en su homilía en la Casa Santa Marta
Dios nos precede siempre en el amor. Es uno de los pasajes de la homilía del Papa Francisco en la primera Misa matutina en Santa Marta del año 2015 con un grupo de fieles.
El Pontífice subrayó que el amor cristiano está hecho de obras concretas, no palabras. Y reafirmó que para conocer a Dios no basta el intelecto, es necesario el amor.
Jesús se manifiesta: en la fiesta de la Epifanía, en el Bautismo y de nuevo en las Bodas de Caná. Pero, se pregunta el Papa, “¿cómo podemos conocer a Dios?”.
Para conocer a Dios nuestro “intelecto”, “la razón” es “insuficiente”.
Dios, explica, “se conoce totalmente en el encuentro con Él, y para el encuentro la razón no basta”. Hace falta algo más.
“¡Dios es amor! Y sólo por el camino del amor tu puedes conocer a Dios. Amor razonable, acompañado de la razón. ¡Pero amor!
Pero ¿cómo puedo amar lo que no conozco? Ama a los que tienes cerca. Esta es la doctrina de los dos mandamientos: el más importante es amar a Dios, porque Él es amor. Pero el segundo es amar al prójimo, y para llegar al primero debemos subir los escalones del segundo: es decir, a través del amor al prójimo llegamos a conocer a Dios, que es amor.
Sólo amando razonablemente, pero amando, podemos llegar a este amor”.
Amar para conocer a Dios
Por esto, exhortó, debemos amarnos unos a otros, porque “el amor es de Dios” y “quien ama ha sido engendrado por Dios”. Y también, añadió, para conocer a Dios hay que amar:
“El que ama conoce a Dios, el que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. Pero no amor de telenovela. ¡No, no! Amor sólido, fuerte; amor eterno, amor que se manifiesta –la palabra de estos días, manifestación– en su Hijo, que vino para salvarnos.
Amor concreto; amor de obras y no de palabras. Para conocer a Dios hace falta toda una vida; un camino, un camino de amor, de conocimiento, de amor al prójimo, de amor a los que nos odian, de amor por todos”.
Jesús nos enseña a amar
Francisco observa que no hemos sido nosotros en dar el amor a Dios, sino que fue “Él quien nos amó y nos mandó a su Hijo como víctima de expiación por nuestros pecados”.
En la persona de Jesús, reflexiona, “podemos contemplar el amor de Dios” y siguiendo su ejemplo “llegamos –escalón a escalón– al amor de Dios, al conocimiento de Dios que es amor”.
Recordando después al profeta Jeremías, el Papa dice que el amor de Dios nos “precede”, nos ama antes incluso de que lo busquemos.
El amor de Dios, subrayó, es como “la flor del almendro”, que es “la primera que florece en primavera”. El Señor “nos ama primero”, “siempre tendremos esta sorpresa”.
Dios te está esperando
Y observó que “cuando nos acercamos a Dios a través de las obras de caridad, la oración, la Comunión, la Palabra de Dios, encontramos que Él está allí antes, esperándonos, así nos ama”.
El Papa dirigió el pensamiento al Evangelio que narra la multiplicación de los panes y los peces por parte de Jesús.
El Señor, afirmó, “tuvo compasión” de la tanta gente que había ido a escucharlo, porque “eran ovejas sin pastor, desorientadas”.
Y añadió que también hoy mucha gente está “desorientada” en “nuestras ciudades, en nuestros países”.
Por esto, Jesús les enseña la doctrina y la gente le escucha.
Cuando se hace tarde y les pide que les den de comer, los discípulos responden “un poco nerviosos”.
Una vez más, comentó el Papa, Dios llegó “primero, los discípulos no habían entendido nada”.
“Así es el amor de Dios: siempre nos espera, siempre nos sorprende. Es el Padre, es nuestro Padre que nos ama tanto, que siempre está dispuesto a perdonarnos. ¡Siempre! No una vez, 70 veces 7. ¡Siempre!
Como un padre lleno de amor y para conocer a este Dios que es amor debemos subir por los escalones del amor al prójimo, por las obras de caridad, por las obras de misericordia, que el Señor nos ha enseñado.
Que el Señor, en estos días en que la Iglesia nos hace pensar en la manifestación de Dios, nos dé la gracia de conocerle por el camino del amor”.