En la Solemnidad de la Santísima Virgen María, Madre de Dios, oímos tres palabras significativas en el Evangelio de Lucas: prisa, asombrados, y atesoraba. Si Dios ha irrumpido en sus vidas de algún modo decisivo, si se les ha dado su misión, no se preocupen por lo que diga el mundo: muévanse, actúen, adelante. Cuando Dios se manifiesta, la respuesta correcta es asombro. Y luego saboreen, atesoren, reflexionen estas cosas asombrosas en el corazón. De todas estas formas, honramos a María, la Madre de Dios.

La Paz esté con Ustedes y Feliz Año nuevo en sentido secular con la Fiesta de María Madre de Dios en este primero de Enero hay tres  palabras en nuestro Evangelio, es de San Lucas que siempre he amado quiero hacer una reflexión sobre estas palabras, la  primera es prisa la segunda es asombrado la tercera es atesoraba prisa asombro atesoraba San Lucas nos dice que los pastores fueron a toda prisa a Belén y encontraron a María y a José y al niño encontraron a María y a José y al niño recostado en el pesebre prisa los Ángeles les dijeron algo este mensaje vino de otro mundo de las alturas y se les dio una tarea, se les envió en Misión y por Dios que lo hicieron se movieron recuerden por supuesto en el mismo Evangelio escuchamos que María luego de la Anunciación partió partió deprisa la misma palabra a visitar a su prima Isabel se le había dado un mensaje de un mundo superior se le había dado un sentido de Misión y entonces se puso en marcha. LA IGLESIA A LO LARGO DE LOS SIGLOS ATESORANDO Y REFLEXIONANDO SOBRE LOS EVENTOS ASOMBROSOS DE SALVACIÓN. ASÍ QUE DE PRISA MUEVANSE SI DIOS HA IRRUMPIDO EN SUS VIDAS DE ALGÚN MODO DECISIVO SE LES HA DADO SU MISIÓN, NO SE PREOCUPEN DE LO QUE DIGA EL MUNDO, POR ESO NO SE QUEDEN OBSESIONADOS POR SUS PROPIAS LIMITACIONES, MUEVANSE. ACTÚEN, ADELANTE. CUANDO DIOS SE MANIFIESTA ASÍ MISMO LA RESPUESTA CORRECTA ES ASOMBRO Y LUEGO SABOREEN, ATESOREN Y REFLEXIONEN SOBRE ESTAS COSAS ASOMBROSAS EN SUS CORAZONES. PIENSO QUE DE TODAS ESTAS FORMAS HONRAMOS A MARÍA POR SOBRE TODAS LAS COSAS LA MADRE DE DIOS Y DIOS LOS LLENE DE SU AMOR Y LES CONCEDA UN FELIZ AÑO 2023, A TODOS USTEDES Y A TODOS LOS SUYOS CON LA DULZURA Y TERNURA DE LA MADRE DE DIOS, LA SANTISIMA VIRGEN MARIA MADRE DE DIOS Y DE LA IGLESIA Y DE TODOS SUPERVIVIENTES DE LA INOCULACIÓN QUE MAL SON LLAMADAS PSEUDO VACUNAS QUE NO AYUDAN A LA VIDA.

Mother of God
Luke 2:16-21

Hoy celebramos a la Santísima Virgen María como Madre de Dios.

San Ireneo dice que, a lo largo de la historia de la salvación, Dios ha estado probando a la humanidad, gradualmente adaptando la divinidad y la humanidad – preparando para la Encarnación. Toda esa preparación ha sido el preludio para aquella niña Israelita que dirá sí a la invitación de ser Madre de Dios. 

Decir que María es la Madre de Dios es insistir con profundidad en la afirmación de que Dios realmente se hizo humano. Fulton J. Sheen ha dicho que María es como la luna, porque su luz es siempre el reflejo de una luz superior. 

La teología católica ha sacado una gran conclusión acerca de María como Madre de Dios, y es su rol como Madre de la Iglesia. Si ella es la persona a través de la cual nació Cristo, y si la Iglesia es realmente el Cuerpo Místico de Cristo, entonces ella tiene que ser, en un sentido muy real, la Madre de la Iglesia. Ella es la persona a través de la cual Jesús continúa naciendo en los corazones de todos los que creen. Esto no es confundirla con el Salvador, sino insistir en su misión como mediadora e intercesora.

María, Madre de Dios, Santa

Solemnidad Litúrgica. 1 de enero

Primera fiesta mariana que apareció en la Iglesia occidental

En la octava de la Natividad del Señor y en el día de su Circuncisión. Los Padres del Concilio de Efeso la aclamaron como Theotokos, porque en ella la Palabra se hizo carne, y acampó entre los hombres el Hijo de Dios, príncipe de la paz, cuyo nombre está por encima de todo otro nombre.

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Es el mejor de los comienzos posibles para el santoral. Abrir el año con la solemnidad de la Maternidad divina de María es el mejor principio como es también el mejor colofón. Ella está a la cabeza de todos los santos, es la mayor, la llena de Gracia por la bondad, sabiduría, amor y poder de Dios; ella es el culmen de toda posible fidelidad a Dios, amor humano en plenitud. No extraña el calificativo superlativo de «santísima» del pueblo entero cristiano y es que no hay en la lengua mayor potencia de expresión. Madre de Dios y también nuestra… y siempre atendida su oración.

Los evangelios hablan de ella una quincena de veces, depende del cómputo que se haga dentro de un mismo pasaje, señalando una vez o más.

El resumen de su vida entre nosotros es breve y humilde: vive en Nazaret, allá en Galilea, donde concibió por obra del Espíritu Santo a Jesús y se desposó con José.

Visita a su parienta Isabel, la madre del futuro Precursor, cuando está embarazada de modo imprevisto y milagroso de seis meses; con ella convive, ayudando, e intercambiando diálogos místicos agradecidos la temporada que va hasta el nacimiento de Juan.

Por el edicto del César, se traslada a Belén la cuna de los mayores, para empadronarse y estar incluida en el censo junto con su esposo. La Providencia hizo que en ese entonces naciera el Salvador, dándolo a luz a las afueras del pueblo en la soledad, pobreza, y desconocimiento de los hombres. Su hijo es el Verbo encarnado, la Segunda Persona de Dios que ha tomado carne y alma humana.

Después vino la Presentación y la Purificación en el Templo.

También la huída a Egipto para buscar refugio, porque Herodes pretendía matar al Niño después de la visita de los magos.

Vuelta la normalidad con la muerte de Herodes, se produce el regreso; la familia se instala en Nazaret donde ya no hay nada extraordinario, excepción hecha de la peregrinación a Jerusalén en la que se pierde Jesús, cuando tenía doce años, hasta que José y María le encontraron entre los doctores, al cabo de tres días de angustiosa búsqueda.

Ya, en la etapa de la «vida pública» de Jesús, María aparece siguiendo los movimientos de su hijo con frecuencia: en Caná, saca el primer milagro; alguna vez no se le puede aproximar por la muchedumbre o gentío.

En el Calvario, al llegar la hora impresionante de la redención por medio del cruentísimo sufrimiento, está presente junto a la cruz donde padece, se entrega y muere el universal salvador que es su hijo y su Dios.

Finalmente, está con sus nuevos hijos _que estuvieron presentes en la Ascensión_ en el «piso de arriba» donde se hizo presente el Espíritu Santo enviado, el Paráclito prometido, en la fiesta de Pentecostés.

Con la lógica desprendida del evangelio y avalada por la tradición, vivió luego con Juan, el discípulo más joven, hasta que murió o no murió, en Éfeso o en Jerusalén, y pasó al Cielo de modo perfecto, definitivo y cabal por el querer justo de Dios que quiso glorificarla.

Dio a su hijo lo que cualquier madre da: el cuerpo, que en su caso era por concepción milagrosa y virginal. El alma humana, espiritual e inmortal, la crea y da Dios en cada concepción para que el hombre engendrado sea distinto y más que el animal. La divinidad, lógico, no nace por su eternidad.

El sujeto nacido en Belén es peculiar. Al tiempo que es Dios, es hombre. Alta teología clasifica lo irrepetible de su ser, afirmando dos naturalezas en única personalidad. El Dios infinito, invisible, inmenso, omnipotente en su naturaleza es ahora pequeño, visible, tan limitado que necesita atención. Lo invisible de Dios se hace visible en Jesús, lo eterno de Dios entra con Jesús en la temporalidad, lo inaccesible de Dios es ya próximo en la humanidad, la infinitud de Dios se hace limitación en la pequeñez, la sabiduría sin límite de Dios es torpeza en el gemido humano del bebé Jesús y la omnipotencia es ahora necesidad.

María es madre, amor, servicio, fidelidad, alegría, santidad, pureza. La Madre de Dios contempla en sus brazos la belleza, la bondad, la verdad con gozoso asombro y en la certeza del impenetrable misterio.

Recibamos a Jesús con la sencillez de los pastores

Santo Evangelio según san Lucas 2, 16-21. Santa María Madre de Dios

Por: Balam Loza, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Hoy, Señor, quiero alabarte, quiero darte gloria con todo mi corazón. Tú me conoces bien. Conoces mi pobreza y mi miseria. Sin embargo has querido venir a mi corazón. Has tocado a mi puerta y me has mirado. Por eso quiero darte gracias y alabarte, porque siendo Dios, has venido como Pastor a las ovejas necesitadas de tu luz. Has venido a mostrarnos el camino, la verdad y la vida.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 2, 16-21

En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, acostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño y cuantos los oían quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado. Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Estos días navideños son muy propicios para reflexionar y pensar en el gran misterio del nacimiento de Cristo, pero ¿cómo meditar? En el silencio. Cuántas veces se pasan las navidades y nos preguntamos ¿Qué hice estas navidades? ¿Qué me dejó y dijo Jesús? Y nos podemos dar cuenta que se nos han pasado volando y apenas hemos dedicado un tiempo largo para estar delante de Él, en el silencio, escuchándolo…

Ahora veamos cómo vivieron los pastores la primera navidad. Cómo recibieron al Mesías en esa noche fría, en una cueva oscura. Lo primero que vemos es un corazón sencillo. Los pastores no eran gente muy preparada, eran, más bien, gente muy humilde. Al mismo tiempo eran gente auténtica, se mostraban como eran, no había apariencias. Eran gente que escuchaba; apenas escucharon el mensaje del ángel, se fueron directos a ver a ese Mesías. Y, finalmente, era gente de fe. Supieron ver al Mesías, al Rey, aun en medio de la suciedad de un establo. Supieron reconocerlo en ese niño envuelto en pañales.

Y en estas navidades nos enseñan en primer lugar a ser sencillos, a presentarnos delante del Señor como somos, sin apariencias, porque en el fondo Él conoce nuestro corazón. Nos enseñan a hablarle a Jesús con pocas palabras, pero con mucho corazón. Y, al mismo tiempo, nos enseñan a escuchar. ¿Qué es lo que nos quiere pedir Jesús hoy? No hay que tener miedo a ponernos en sus manos, a confiar. Finalmente, nos invitan a tener fe, a ver más allá; a ver realmente a Jesús, en la Eucaristía y a no acostumbrarnos al misterio de la Navidad.

«Al comienzo de un nuevo año, la Iglesia nos hace contemplar la Maternidad de María como icono de la paz. La promesa antigua se cumple en su persona. Ella ha creído en las palabras del ángel, ha concebido al Hijo, se ha convertido en la Madre del Señor. A través de ella, a través de su “sí”, ha llegado la plenitud de los tiempos. […] Bienaventurada eres tú, María, porque has dado al mundo al Hijo de Dios; pero todavía más dichosa por haber creído en él. Llena de fe, has concebido a Jesús antes en tu corazón que en tu seno, para hacerte Madre de todos los creyentes (cf. San Agustín). Madre, derrama sobre nosotros tu bendición en este día consagrado a ti; muéstranos el rostro de tu Hijo Jesús, que trae a todo el mundo misericordia y paz. Amén».

(Homilía de S.S. Francisco, 1 de enero de 2016).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, Jesús, voy a estar especialmente atento a la misa dominical y a lo que Tú me quieras decir.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Santa María Madre de Dios, la fiesta más antigua de la Virgen

Los católicos de todo el mundo siempre han venerado a María como madre de Dios

María es la madre de Jesús, que es Dios, por lo que ella es la Madre de Dios. Esta es la fe que da origen a la celebración católica del primer día del año, la fiesta mariana más antigua de Occidente: María Madre de Dios.

La mujer escogida para traer a Jesús al mundo nació ya sin el pecado original y siendo muy joven fue avisada por un ángel, Gabriel, de esa gran misión que estaba llamada a realizar.

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Al dar su sí al plan de Dios anunciado por el ángel, quedó embarazada con la única intervención del Espíritu Santo, permaneciendo virgen.

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Desde el principio el camino de dar a luz a Dios hecho hombre estuvo marcado por los problemas humanos, su espíritu humildeservicial y dócil y la gracia divina.

Compañera de Jesús

El Evangelio de Lucas relata que durante la gestación de Jesús, María salió de su casa para visitar a su prima Isabel (también embarazada de Juan y de edad avanzada) y más tarde para acompañar a su esposo José a empadronarse en Belén.

Allí nació su hijo en circunstancias humanamente muy precarias. María convivió con Jesús en casa junto a José toda su infancia y juventud.

De la infancia del hijo de Dios, el Evangelio destaca que sus padres cumplieron las leyes judías (le circuncidaron, lo presentaron en el templo).

También que en una ocasión, cuando tenía 12 años, sus padres lo perdieron durante tres días en Jerusalén y después de buscarlo con angustia lo encontraron en el templo conversando con los maestros.

«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?», les respondió cuando le preguntaron. María conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.

María siempre acompañó a su hijo, aunque más desde la distancia durante los tres años de vida pública de Jesús.

Él valoró, por encima incluso de que fuera su madre biológica, que ella cumpliera la voluntad de Dios.

María permaneció también a su lado durante su ejecución en la cruz. En aquel momento, Jesús se la entregó a su discípulo Juan (“He ahí a tu madre”, le dijo) y con él a todas las personas, haciéndola madre de todos.

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Hombres y mujeres con madre

Los católicos siempre han venerado a María como madre de Dios. En el año 431, Nestorio lo negó y los 200 obispos del mundo de aquel momento se reunieron en la ciudad donde María pasó sus últimos años, Éfeso y declararon: 

“La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios”. Galería fotográfica

De hecho, el nombre que más usaban los cristianos para referirse a ella en Oriente y Occidente era “María, Madre de Dios” (en griego, Theotokos: la que dio a luz a Dios).

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También hoy así la nombran con fe católicos de todo el mundo, y por eso la Iglesia empieza el año pidiendo su protección.