Santo Tomas Moro nació en Londres el 7 de Febrero de 1478
Estudio leyes en Oxford y Londres
Estadista inglés de indefectible integridad moral
Conmemoracion: 25 de Junio
Hoy recordamos a un estadista inglés de indefectible integridad moral, de carácter alegre y simpático y de una erudición extraordinaria que ofreció un testimonio de la primacía de la verdad sobre el poder hasta el derramamiento de su sangre: Santo Tomás Moro. Un ejemplo imperecedero de coherencia moral, de profundo desprendimiento de honores y riquezas, de humildad serena y jovial, de equilibrado conocimiento de la naturaleza humana y de la vanidad del éxito, así como de seguridad de juicio basada en la fe, que le dieron aquella confiada fortaleza interior que lo sostuvo en las adversidades y frente a la muerte. Proclamado patrono de los Gobernantes y de los Políticos en el año 2000.
Nació en Londres el 7 de Febrero de 1478 en el seno de una respetable familia, entró desde joven al servicio del Arzobispo de Canterbury Juan Morton, Canciller del Reino. Prosiguió después los estudios de leyes en Oxford y Londres, interesándose también por amplios sectores de la cultura, de la teología y de la literatura clásica. Aprendió bien el griego y mantuvo relaciones de intercambio y amistad con importantes protagonistas de la cultura renacentista, entre ellos Erasmo Desiderio de Rotterdam.
Sintiéndose llamado al matrimonio, a la vida familiar y al compromiso laical, se casó en 1505 con Juana Colt, de la cual tuvo cuatro hijos. Juana murió en 1511 y Tomás se casó en segundas nupcias con Alicia Middleton, viuda con una hija. Fue durante toda su vida un marido y un padre cariñoso y fiel, profundamente comprometido en la educación religiosa, moral e intelectual de sus hijos.
En 1504, bajo el rey Enrique VII, fue elegido por primera vez para el Parlamento.
En 1510 se le renovó el mandato y fue nombrado también representante de la Corona en la capital.
En la década sucesiva, el rey lo envió en varias ocasiones para misiones diplomáticas y comerciales en Flandes y en el territorio de la actual Francia. Nombrado miembro del Consejo de la Corona, juez presidente de un tribunal importante, vicetesorero y caballero, en 1523 llegó a ser presidente de la Cámara de los Comunes.
En 1529, el Rey le nombró Canciller del Reino. Como primer laico en ocupar este cargo, Tomás afrontó un período extremadamente difícil, esforzándose en servir al Rey y al País. Fiel a sus principios se empeñó en promover la justicia e impedir el influjo nocivo de quien buscaba los propios intereses en detrimento de los débiles. En 1532, no queriendo dar su apoyo al proyecto de Enrique VIII que quería asumir el control sobre la Iglesia en Inglaterra, presentó su dimisión. Se retiró de la vida pública aceptando sufrir con su familia la pobreza y el abandono de muchos que, en la prueba, se mostraron falsos amigos.
Constatada su gran firmeza en rechazar cualquier compromiso contra su propia conciencia, el Rey, en 1534, lo hizo encarcelar en la Torre de Londres dónde fue sometido a diversas formas de presión psicológica. Santo Tomás Moro no se dejó vencer y rechazó prestar el juramento que se le pedía, porque ello hubiera supuesto la aceptación de una situación política y eclesiástica que preparaba el terreno a un despotismo sin control. Cuando estaba solo, pasaba el tiempo rezando y haciendo penitencia; escribió el «Diálogo sobre la consolación en la tribulación», tratado (inconcluso) sobre la Pasión de Cristo, y muchas cartas a su familia y a otros.
Santo Tomás Moro fue un agudo escritor, de todos sus escritos, el más famoso es: “Utopía”, publicada por primera vez en 1516. Esta obra narra los viajes ficticios de un tal Raphael Hythlodaye, un personaje mítico que, en el curso de un viaje a América, fue dejado en Cabo de Frío, y estuvo vagando hasta que, por casualidad, llegó a la Isla llamada Utopía («ningún lugar») en la que encontró una sociedad ideal. Esta obra es un ejercicio de su imaginación, mezclado con una brillante sátira sobre el mundo en el que vivía. El libro fue varias veces editado en su versión latina original y después traducido a varios idiomas.
Santo Tomás Moro muere decapitado en Tower Hill, el 6 de julio de 1535. Junto con otros 53 mártires, fue beatificado por el Papa León XIII en 1886. Fue canonizado después por Pío XI en 1935, con ocasión del IV centenario de su martirio. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia de San Pedro ad vincula.
Hoy demos gracias a nuestro Señor por Santo Tomás Moro y pidámosle que a su ejemplo sepamos mantener esa seguridad de juicio basada en la fe, que le dieron aquella confiada fortaleza interior que lo sostuvo en las adversidades y frente a la muerte.
La virtud del humor en Santo Tomás Moro:
[…] Santo Tomás Moro murió decapitado. Antes de subir al cadalso, se le acercó su hijo que, llorando, le pidió la bendición. El momento era muy dramático. Tomás Moro le dijo entonces al oficial que dirigía la ejecución, y que también tenía una actitud sumamente seria: «¿Puede ayudarme a subir?, porque para bajar, ya sabré valérmelas por mí mismo». Era una actitud llena de humor ante su muerte […] […]El rey Enrique VIII le prohibió hablar, porque sabía lo que era capaz de provocar en la gente. Él sabía lo poderoso que era Tomás. No se le permitió, pues, pronunciar un discurso, y el condenado solamente pudo decirle al verdugo, al oficial de la ejecución: «Fíjese que mi barba ha crecido en la cárcel; es decir, ella no ha sido desobediente al rey, por lo tanto no hay por qué cortarla. Permítame que la aparte” […] Compartamos algunos extractos del retrato de Santo Tomás Moro, realizado por Erasmo de Rótterdam, fechado el 23 de julio de 1519 (Epp. 447).
[…]Voy ha comenzar por lo que menos conoces, no es alto de estatura, aunque tampoco chato. Sus extremidades están formadas con tan perfecta simetría, que no deja lugar a desear otra cosa. Su cutis es blanco, su cara es un poco pálida, pero nada rubicunda, un rubor débil de color rosa aparece bajo la blancura de su piel. Su pelo es color castaño oscuro o negro parduzco. Sus ojos son de un azul grisáceo, con algunas manchas, las cuales presagian un talento singular, y que entre los ingleses es considerado atractivo […] Se dice que nadie está tan libre de los vicios como él. Su semblante está en armonía con su carácter, siempre expresa una amable alegría, e incluso una risa incipiente y, para hablar con franqueza, está mejor condicionado para la alegría que para la gravedad o dignidad, aunque sin caer en la tontería o en bufonadas […] Parece haber nacido e ideado para la amistad, y es un amigo muy fiel y paciente […] Cuando encuentra alguien sincero y según su corazón, se complace tanto en su compañía y conversación que pone en él todo el encanto de la vida […]En una palabra, si quieres un perfecto modelo de amistad, no lo encontrarás en nadie mejor que en Moro […] En asuntos humanos no hay nada de lo que él no saque algo divertido, incluso de cosas que son serias. Si conversa con los sabios y juiciosos, se deleita en su talento, si con el ignorante y tonto, se deleita de su estupidez. Ni siquiera se ofende con los bromistas profesionales. Con una destreza maravillosa se acomoda a cada situación. Incluso con su propia esposa, como regla hablando con mujeres, habla con muchos chistes y bromas. Nadie es menos llevado por las opiniones de la muchedumbre, sin embargo, se aleja menos que nadie del sentido común […] (Véase Life, escrita por el padre Bridgett, Pág. 56-60, para leer toda la carta).
EL GUSTO DE VIVIR
Felices los que saben reírse de sí mismos,
porque nunca terminarán de divertirse.
Felices los que saben distinguir una montaña de una piedrita,
porque evitarán muchos inconvenientes.
Felices los que saben descansar y dormir sin buscar excusas
porque llegarán a ser sabios.
Felices los que saben escuchar y callar,
porque aprenderán cosas nuevas.
Felices los que son suficientemente inteligentes,
como para no tomarse en serio,
porque serán apreciados por quienes los rodean.
Felices los que están atentos a las necesidades de los demás,
sin sentirse indispensables,
porque serán distribuidores de alegría.
Felices los que saben mirar con seriedad las pequeñas cosas
y tranquilidad las cosas grandes,
porque irán lejos en la vida.
Felices los que saben apreciar una sonrisa
y olvidar un desprecio,
porque su camino será pleno de sol.
Felices los que piensan antes de actuar
y rezan antes de pensar,
porque no se turbarán por lo imprevisible.
Felices ustedes si saben callar y ojalá sonreír
cuando se les quita la palabra,
se los contradice o cuando les pisan los pies,
porque el Evangelio comienza a penetrar en su corazón.
Felices ustedes si son capaces de interpretar
siempre con benevolencia las actitudes de los demás
aún cuando las apariencias sean contrarias.
Pasarán por ingenuos: es el precio de la caridad.
Felices sobretodo, ustedes,
si saben reconocer al Señor en todos los que encuentran
entonces habrán hallado la paz y la verdadera sabiduría.
SANTO TOMAS DE MORO
Jesús te ama