Conmemoracion: 15 de Noviembre
Este 15 de Noviembre nos unimos a la Orden de los Dominicos para recordar a un santo esplendoroso y sabio de primer orden: San Alberto Magno. Padre de la Intelectualidad Cristiana, Doctor Universal de la Iglesia Católica en reconocimiento al alto grado del don raro y divino del espíritu científico… Pero ante todo un teólogo, observante y mortificado, hombre de oración permanente, amante de la Eucaristía, un místico que descubre a Dios en el encanto de la creación, un místico mariano, con una sencilla y profunda devoción a la Virgen María.
San Alberto Magno nació en Lauingen, a orillas del Danubio, en la Baviera Alemana alrededor del año 1206, en el seno de una familia rica de importancia política y social. Estudió en la Universidad de Padua. Allí se encontró con el beato Jordán de Sajonia, sucesor de Santo Domingo, la personalidad de Jordán fue tan impresionante para él, que dejó todo su futuro de hombre de mundo, y entró de religioso con los Padres Dominicos; tenía entonces treinta años.
La carrera intelectual de San Alberto suele dividirse en cuatro etapas. Un primer período teológico, vivido en Alemania y en París (1228-1248); un segundo momento, transcurrido en Colonia, en que estuvo interesado por la cultura griega post-romana y durante la cual fue además el maestro de Santo Tomás de Aquino (1248-1254); los años en que anduvo a vueltas con la filosofía aristotélica y con los escritos de Boecio (1254-1270), y, finalmente, la segunda etapa teológica (1270-1280), en la que redactó ya pocas obras, agotado como estaba por tan dilatada e intensa existencia, aunque todavía tuvo fuerzas para dictar su magna Suma de Teología. A todo ello deberíamos añadir su actividad diplomática al servicio de la Santa Sede (predicador de las Cruzadas), su labor interna como organizador de los estudios de la orden dominica, y su consagración episcopal para la sede de Ratisbona.
Una de sus grandes preocupaciones como profesor e investigador fue la adaptación al mundo occidental del pensamiento filosófico del griego Aristóteles. Aplicó el método y los principios aristotélicos al estudio de la teología, por lo que fue el iniciador del sistema escolástico, que su discípulo Tomás de Aquino había de perfeccionar. Así pues, fue San Alberto el principal creador del «sistema predilecto de la Iglesia». El reunió y seleccionó los materiales, echó los fundamentos y Santo Tomás construyó el edificio.
Como naturalista, San Alberto Magno fue un hombre de vocación analítica y observador nato. Pero es preciso destacar que estudia, investiga, analiza todo en función de la Santa Predicación; por eso utiliza tanto las Ciencias Naturales, Biología, Botánica, Química, Zoología, Arqueología, como la Filosofía y la Teología.
Su producción literaria adquirió unas proporciones no superadas por nadie: 38 gruesos volúmenes en la edición de Borgnet (Paris 1890-1899). Se calculan ciento cincuenta años para llevar a término la edición crítica de sus escritos. Entre las obras albertinas -que supondrán cuarenta tomos in folio, algunos divididos en varios volúmenes, de la nueva edición coloniense- se cuentan tratados de lógica, metafísica, matemáticas, física y química, medicina y astronomía, fisiología animal, filosofía y teología, y comentario a los antiguos, sin excluir varios ensayos sobre saberes prácticos, como un manual del perfecto jardinero. Se considera que contribuyó mucho más que Bacon en el avance de la ciencia en el siglo XIII.
Murió a los setenta y cuatro años, mientras charlaba tranquilamente con unos religiosos de su comunidad. Sus restos reposan en la Catedral de Colonia. Fue beatificado en 1622 y declarado santo por el papa Pío XI en 1931, al tiempo que fue proclamado Doctor de la Iglesia. En 1941 el papa Pío XII le convirtió en patrón de los científicos.
Hoy en la fiesta de San Alberto Magno, te pedimos Señor que este santo inspire a todos aquellos que buscan con tantas ansias la paz y tienen tanta esperanza en sus descubrimientos científicos… y como él lo hiciese en su momento sepamos pedir tu ayuda para no dejarnos seducir de las vanas palabras tentadoras sobre lo que la ciencia tiene de atractivo.
Compartamos algo de la espiritualidad y el pensamiento de San Alberto Magno.
[…] Pensad, os ruego, en esto: una joven, Virgen y Madre a la vez, tenía en su seno virginal a su propio Hijo, y sabía que era Dios y hombre; y El, con sus tiernas manos, abrazaba el pecho sagrado de la Virgen, y ella con sus bienaventurados brazos envolvía el pequeño cuerpo de su Hijo; El, bebiendo, levantaba los ojos con bondad hacia el rostro de su madre, y Ella, inclinando su santa cabeza, miraba con devoción a los ojos de su Hijo.
Pero todo esto es bien poca cosa sin el misterio de su intimidad. En todo lo que acabamos de decir, ¿cuáles serían los pensamientos de los corazones de la Madre y del Hijo?: Teniendo a su pequeño, Ella meditaba cómo lo había tenido, de dónde le había venido, y todo lo que había visto y oído por el ministerio de los ángeles, de Isabel, de los pastores, de los Magos, y todo ello le llevaba a meditar sobre lo que debla sucederle en el mundo a este pequeño; y El, por su parte, acostado sobre el seno de la humilde joven, a quien sus propios vecinos no se habían preocupado de reconocer, pensaba de qué modo la propondría a los hombres y a los ángeles y la haría invocar por todos como el abogado de los suyos: y mientras bebía de su seno, decidía ya, secretamente, la redención del mundo […] (Homilía de San Alberto Magno sobre la Virgen María)
[…] María no es una mera ayudante. Es cooperadora y compañera. Participa en el reino exactamente igual a como participó en los sufrimientos del Señor por el género humano. […] (San Alberto Magno, In Epis. Dionysii, 8)
[…] Ciertos ignorantes, combaten de muchas maneras el estudio de la filosofía, y principalmente este estudio entre los frailes Predicadores… Como brutos animales estos hombres desprestigian todo lo que no comprenden […] (San Alberto Magno, In Epis. Dionysii, 8)
[…] El ánimo de las ciencias naturales no es simplemente aceptar los juicios (narrata) de otros, sino la investigación de las causas que son ejercidas en la naturaleza” […] (De Miner., Lib. II, tr.ii,i)
[…] El experimento es la única guía segura en tales investigaciones. […] (Tratado sobre las Plantas…De Veg., VI, tr. ii, i).
«… Alberto, ¿por qué en vez de huir del colegio, no me rezas a mí que soy «Causa de la Sabiduría»? Si me tienes fe y confianza, yo te daré una memoria prodigiosa. Y para que sepas que sí fui yo quien te la concedí, cuando ya te vayas a morir, olvidarás todo lo que sabías…» Y así sucedió, al final de su vida, cuando dictaba una clase, le falló súbitamente la memoria y perdió la agudeza de entendimiento, y dijo: «…Es señal de que ya me voy a morir, porque así me lo anunció la Virgen Santísima…» Y se retiró de sus labores y se dedicó a orar y a prepararse para morir, y a los pocos meses murió.
(Visión de San Alberto Magno)