Y es que la Vida puede convertirnos y operar en nosotros un cambio que nos hace reencontrar la Fuente que nos habita. Somos capaces devivir una existencia pascual siempre, sin embargo, la inconstancia, los hábitos, la rutina nos lo impiden. Y es aquí que aparece el tiempo propicio de la Cuaresma, tiempo de ?ejercicios cristianos? para el cual como señala Benedicto XVI ?la Iglesiase preocupa de proponer algunos compromisos específicos que acompañen concretamente a los fieles en este proceso de renovación interior: la oración, el ayuno y la limosna...?
Es verdad que la Cuaresma es o mejor dicho, debería ser vivida por todos los cristianos, pero como nos comparte el Prior del Monasterio de Bosé ?lo que es auténticamente cristiano es también auténticamente humano y por lo tanto concierne a todos los seres humanos, independientemente de su fe?Los no creyentes tienen una vida interior, son capaces de una vida humanizante y la buscan, también para ellos el tiempo de Cuaresma puede tener un gran significado?? De nosotros está el brindar un auténtico testimonio de nuestro compromiso en este tiempo de Cuaresma.
Volvamos a aquello que Cuaresma ?se trata de abrir, de dejar que la Vida nos invada, nos transforme y de ese modo se expanda en nuestro alrededor?? ¿No iremos descubriendo que se trata de un reencontrar la libertad, la plenitud de vida, por medio del alejamiento de muchas cosas que no son necesarias y más bien se revelan pesadas para nuestra vida, como la hiedra que enreda los pies?
La Cuaresma puede ser un tiempo en el que se simplifica la propia vida: en una sociedad como la nuestra, en la que prevalece el culto al ?yo?, el descentralizarse en lo cotidiano de las relaciones con las personas y las cosas, despojarse de nuestras máscaras, romper la costra que encierra nuestro corazón es un ejercicio de humanización que nadie debería refutar.
Inherente a esto, estamos frente a un ejercicio de autenticidad, de veracidad con nosotros mismos. Estamos en una sociedad en la que cuenta lo que se ve, lo que parece, una sociedad que mira más los objetivos que los medios y estilos para lograrlos. Se torna entonces necesaria una pregunta: ¿por qué hacemos ciertas cosas, sobretodo por qué realizamos acciones que consideramos buenas? ¿Para ser vistos, para recibir felicitaciones, aplausos?
Para nosotros los cristianos en Cuaresma, resuenan las palabras de Jesús: ?Tu Padre ve en lo secreto?No hagan como los que ostentan comportamientos devotos?No imiten a los hipócritas?No pidan a los demás lo que ustedes no hacen?No impongan a los demás aquello para lo que ustedes no mueven un dedo?? ¿Y estas advertencias no conciernen a todos? No son palabras ricas en enseñanza y sabiduría?
Este año Su Santidad Benedicto XVI en el Mensaje de Cuaresma nos invita a todos los cristianos a la práctica de la limosna, un término que hoy en día no gusta mucho, pero que en realidad significa ante todo compartir: compartir los bienes de los que los hombre no son propietarios sino sólo administradores, compartir los bienes para no alienarse con el dinero y las posesiones, compartir los bienes como solidaridad, caridad hacia el desposeído y necesitado. Y aquí, ¿quién puede afirmar que este mensaje no es de interés para quien no es cristiano?
Sin embargo, Su Santidad nos recuerda que esta acción buena y dadivosa tiene que ser en secreto, no debe hacerse de manera ostentosa, ni para ser visto, o para obtener algo a cambio. Se promueve la práctica del don gratuito que es acto esencial para la humanización, tan elocuente en la comunicación de las relaciones, de la comunión.
Ahora veamos, por un lado nada más, son 800 millones de personas que se acuestan con hambre diariamente en el mundo?Son tantos, ¡y no los escuchamos, o nos tapamos los oídos! ¿Cómo hacer que esta Cuaresma sea un tiempo para escuchar el grito del desposeído, del necesitado, del pobre, del marginado, del desvalido, del que tiene hambre?
Para responder a esta pregunta, compartamos una reflexión que viene de nuestros hermanos jesuitas de la Universidad de Creighton??Todo comienza con el deseo y algunas decisiones.? Si reconocemos un deseo de poner atención a los pobres y crecer en solidaridad con ellos, lo más probable es que hayamos recibido una gracia? Quizá Dios nos ha estado ofreciendo esta gracia hace algún tiempo, preparándonos para recibirla en esta Cuaresma. Pues bien, si no sentimos esta gracia, decidamos pedírsela a Nuestro Señor?y que Él sea el que nos ayude s escuchar mejor el grito de los que están en necesidad.
Y aquí aparece una segunda inquietud, ¿qué hacemos una vez que comenzamos a escuchar el grito del desposeído, del necesitado, del pobre, del marginado, del desvalido, del que tiene hambre?
Tendemos a no pensar mucho en los pobres porque nos pone tristes, o nos hace sentirnos ?incapaces de ayudar.? Sin embargo, si aprovechamos este tiempo de Cuaresma para reflexionar sobre la situación de los necesitados cerca de nosotros y alrededor del mundo, entonces los pobres nos ayudarán a sentir el amor especial que Dios tiene por ellos. Ya nos dice Su Santidad Benedicto XVI:?Cada vez que por amor de Dios compartimos nuestros bienes con el prójimo necesitado experimentamos que la plenitud de vida viene del amor y lo recuperamos todo como bendición en forma de paz, de satisfacción interior y de alegría??
Es más una vez que reflexionemos sobre la situación de los necesitados, hasta nuestra oración será diferente. No sólo veremos su dependencia radical hacia Dios sino que nos veremos nosotros mismos dirigiéndonos a Dios pidiendo por ellos, antes de pedir algo por nosotros. Y este tipo de oración purifica a nuestra, nos ayuda a orar con un espíritu renovado. Nos libera de tantas peticiones que hacemos a Dios, especialmente por cosas que tienen que ver con nuestra comodidad o éxitos o simplemente pidiendo las cosas a nuestra voluntad.
Teniendo a los pobres como nuestros compañeros de oración, nuestras renuncias se darán con mayor facilidad y pediremos a Dios lo que realmente importa ?primero por los demás, luego por nosotros. Ya así la oración nos convertirá en servidores de los demás, especialmente de los necesitados. Y si finalmente le pedimos al Señor que simplifique nuestro estilo de vida, esto nos irá liberando de nuestra dependencia de los beneficios de estructuras sociales injustas de nuestro mundo. De allí, esto puede hasta conducirnos a tener el coraje de denunciar estas estructuras sociales injustas y anunciar un mensaje de justicia.
Y así, una Cuaresma que escucha el grito del desposeído, del necesitado, del pobre, del marginado, del desvalido, del que tiene hambrecomienza con una toma de conciencia, sigue con un crecimiento de la solidaridad y finalmente conduce a una compasión más profunda y a una oración transformadora.
Señor que en esta Cuaresma, nuestros corazones se abran cada día más al regalo que nos haces en cada uno de nuestros actos de caridad con el necesitado, el desposeído, el pobre, el marginado?son muchos, pero el saberlo que sólo encienda más nuestros corazones y nuestras manos convencidos de que ?La caridad, sólo la caridad puede salvar al mundo??
Jesús te ama.
Me parezco a las cenizas Señor, a esos polvos grises y muertos…
cuando me abro a la envidia que enfría mi amistad,
cuando doy rienda suelta a la cólera en lugar de ofrecer una sonrisa,
cuando permito que la maldad deposite en mí su suciedad,
cuando permito que mi corazón se llene de egoísmo
hasta impedirme pensar en los demás,
cuando te olvido Señor, y dejo apagar mi confianza en Ti!
Y no soy más que cenizas…
Señor… Bajo mis cenizas, tú lo sabes porque me conoces,
duermen brasas que esperan ser reanimadas…
¡Enciende esas brasas para que nuevamente quemen,
de manera viva y gozosa la llama de mi amor por Ti y por todos mis hermanos!
Padre Charles Singer.
Fuentes: Mensaje para la Cuaresma 2008 – Benedicto XVI
Esercizi per tutti, credenti e non. Enzo Bianchi -Monastero di Bose.
Carême: le combat intérieur. Soeur Marie-David, Mère abbesse de l’abbaye de Notre-Dame de Jouarre.
Lent As: Hearing the Cry of the Poor. Jesuit University of Creighton.