Uruguay legaliza la eutanasia: así contesta la Iglesia

 

El documento señala que “en un país con una alta tasa de suicidios, con serias dificultades para abordar el tema de la salud mental, esta ley va en contra del valor y la dignidad de la vida humana y nos pone en un riesgoso camino de naturalizar la búsqueda de la muerte como solución a situaciones de la vida que se pueden enfrentar de otra manera”.

 

Ante la aprobación de la ley por la que el Senado autorizó la eutanasia en Uruguay, la Conferencia Episcopal de Uruguay (CEU) expresó su alta inquietud en un comunicado del 16 de octubre.

El 15 de octubre, el Senado de Uruguay aprobó la habilitación y regulación de la eutanasia con 20 votos a favor y 11 en contra sobre la Ley de Muerte Digna. Los grupos defensores lo consideran un nuevo paso en la ampliación de derechos con su aprobación.

Uruguay se convirtió así en el tercer país de América, junto a Colombia y Ecuador, en legalizar la eutanasia.

El comunicado de la CEU está firmado por su presidente, monseñor Milton Tróccoli, obispo de Maldonado-Punta del Este-Minas; su vicepresidente, el cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo; y el secretario general, Monseñor Heriberto Bodeant, obispo de Canelones. Los prelados renuevan su compromiso con la defensa de la vida humana en todas sus fases y circunstancias, advirtiendo que la legislación aprobada favorece «la cultura de la muerte».

El documento señala que “en un país con una alta tasa de suicidios, con serias dificultades para abordar el tema de la salud mental, esta ley va en contra del valor y la dignidad de la vida humana y nos pone en un riesgoso camino de naturalizar la búsqueda de la muerte como solución a situaciones de la vida que se pueden enfrentar de otra manera”.

El texto también aclara conceptos fundamentales: “Cuando hablamos de dignidad humana, nos referimos al valor incomparable de cada ser humano concreto. Cada vida humana aparece ante nosotros como algo único, irrepetible e insustituible, su valor es independiente de su estado de salud, etnia, sexo, cultura, situación socio económica, o cualquier otra circunstancia”.

Y piden ampliar la visión humana de la muerte: “Morir con dignidad significa morir sin dolor u otros síntomas mal controlados; morir a su tiempo natural, sin que se acorte o se prolongue de forma innecesaria la vida; morir rodeado del cariño de la familia y los amigos; morir con la posibilidad de haber sido informado adecuadamente, eligiendo, si se puede, el lugar (hospital o domicilio) y participando en todas las decisiones importantes que le afecten; morir con la ayuda espiritual que precise”.

Los prelados se comprometen a trabajar en el cuidado de la vida y de su dignidad. Y recuerdan que la dignidad humana es reconocida por la Constitución de Uruguay y por la firma de varios tratados internacionales que ha hecho el país.

 

Fuente: zenit.org