Papa León XIV recibe a líder de iglesia asiria de oriente y le dice cuál es el reto para la unidad entre ambas iglesias

 

Palabras del Papa León XIV a Su Santidad Mar Awa III, Catolicós-Patriarca de la Iglesia Asiria del Oriente, y su séquito

 

Por la mañana del lunes 27 de octubre, el Papa León XIV recibió en audiencia privada al Catolicós de la Iglesia Asiria de Oriente, Su Santidad Mar Awa III. Se trata de la primera audiencia entre el Papa y este líder del cristianismo oriental. La Iglesia Asiria de Oriente (también conocida como Iglesia del Oriente o Iglesia Nestoriana) es una iglesia cristiana oriental que se originó en el siglo I d.C., según la tradición, fundada por el apóstol Tomás junto con San Mari y San Addai. Se separó oficialmente de otras ramas del cristianismo en el año 424, estableciendo su autonomía doctrinal y eclesiástica. La sede se encuentra en Ankawa, Erbil, en el Kurdistán iraquí, y tiene unos 400 mil miembros.

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Santidad,

Queridos amigos en Cristo:

«Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo» (Ef 1,2). Con estas palabras de san Pablo le doy la bienvenida, Santidad, como amado hermano en Cristo, y expreso una vez más mi gratitud por su presencia en la inauguración de mi pontificado. De corazón hago extensivo mi saludo también a los miembros de la Comisión Mixta para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Católica y la Iglesia Asiria de Oriente.

Estas visitas conjuntas del Catholicos-Patriarca de la Iglesia Asiria de Oriente y de los miembros de la Comisión representan una hermosa costumbre instaurada en los últimos años. Dan testimonio de que el encuentro fraterno y el diálogo teológico son elementos mutuamente constitutivos en el camino hacia la unidad. El «diálogo de la verdad» es una expresión del amor que ya une a nuestras Iglesias, mientras que el «diálogo de la caridad» debe entenderse también desde una perspectiva teológica.

 

 

Su última visita, en 2024, marcó el trigésimo aniversario del diálogo oficial entre nuestras Iglesias. Los progresos alcanzados a lo largo de estos años son significativos, ya que han seguido fielmente el mandato y la metodología establecidos por nuestros predecesores. Como se afirma en la Declaración Conjunta de Su Santidad Juan Pablo II y Su Santidad Mar Dinkha IV de 1994: «Para que la comunión sea plena y total, se requiere unanimidad en cuanto al contenido de la fe, los sacramentos y la constitución de la Iglesia».

Este tríptico ha proporcionado el marco para las fases posteriores de nuestro diálogo teológico. Después de haber alcanzado el consenso en la fe cristológica —resolviendo así una controversia que duraba mil quinientos años—, nuestro diálogo avanzó con el reconocimiento mutuo de los sacramentos, permitiendo cierta communicatio in sacris entre nuestras Iglesias. Deseo expresar mi profunda gratitud a cada uno de ustedes, teólogos de la Comisión Mixta, por sus valiosas contribuciones y por los esfuerzos conjuntos sin los cuales estos acuerdos doctrinales y pastorales no habrían sido posibles.

 

 

En lo que respecta a la constitución de la Iglesia —tema actualmente en el centro del diálogo—, el principal desafío consiste en desarrollar conjuntamente un modelo de plena comunión inspirado en el primer milenio, pero que al mismo tiempo responda con atención a los desafíos del presente. Como han subrayado reiteradamente mis predecesores, tal modelo no debe implicar absorción ni dominación; más bien debe promover el intercambio de dones entre nuestras Iglesias, recibidos del Espíritu Santo para la edificación del Cuerpo de Cristo (cf. Ef 4,12). Espero con interés los frutos de su diálogo teológico en curso sobre esta cuestión, llevado adelante «evidentemente juntos», como deseaba fervientemente san Juan Pablo II en su encíclica Ut unum sint (n. 95).

En este camino hacia la plena comunión, la sinodalidad se presenta como una vía prometedora para avanzar. Durante su visita en 2022, Santidad, el Papa Francisco acuñó una expresión que luego fue incluida en el Documento Final del reciente Sínodo sobre la sinodalidad de la Iglesia Católica; cito: «El camino de la sinodalidad, que la Iglesia Católica está recorriendo, es y debe ser ecuménico, así como el camino ecuménico es sinodal» (Por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión, n. 23). En el espíritu de ese Sínodo, espero sinceramente que el 1700º aniversario del Concilio de Nicea nos lleve a «poner en práctica formas de sinodalidad entre los cristianos de todas las tradiciones» e inspire nuevas «prácticas sinodales ecuménicas» (Ibíd., nn. 138-139).

 

 

Podemos continuar este peregrinaje fortalecidos por las oraciones de todos los santos de nuestras Iglesias, especialmente san Isaac de Nínive, cuyo nombre fue añadido al Martirologio Romano el año pasado. Por su intercesión, que los cristianos de Oriente Medio den siempre un testimonio fiel de Cristo resucitado, y que nuestro diálogo acelere la llegada del día bendito en que celebremos juntos en el mismo altar, participando del mismo Cuerpo y Sangre de nuestro Salvador, «para que el mundo crea» (Jn 17,21). Unidos en oración con nuestro Salvador, los invito ahora a recitar conmigo la oración del Señor. Padre nuestro… 

 

 

 

Fuente: zenit.org