León XIV elogia al histórico cardenal Merry del Val y destaca cuatro de sus Letanías de la Humildad
Desde hace tiempo se trabaja en la reactivación de la causa de canonización del cardenal Rafael Merry del Val y Zulueta (1865-1930), nacido en Londres en el seno de una ilustre familia de diplomáticos españoles.
Ha pasado a la historia como secretario de Estado a lo largo de todo el pontificado de San Pío X (1903-1914) pero fue también estrecho colaborador de su predecesor León XIII como presidente de la Pontificia Academia Eclesiástica -la escuela de la diplomacia vaticana- y de sus dos sucesores, Benedicto XV y Pío XI, como secretario de la Congregación del Santo Oficio (actual Dicasterio para la Doctrina de la Fe).
León XIV recibió este lunes en la Sala Clementina del Palacio Apostólico a los participantes en el encuentro de estudios sobre el legado del histórico purpurado español, con motivo del 160º aniversario de su nacimiento.
El Papa destacó los elementos biográficos en la vida del cardenal Merry del Val (sus orígenes hispano-británicos y su «infancia cosmopolita») que le permitieron respirar desde su cuna «la universalidad que después sabría reconocer como vocación de la Iglesia».
Asimismo ensalzó el modelo de diplomático que encarnó y que enseñó a encarnar desde sus responsabilidades en la formación de los nuncios y demás representantes pontificios, un modelo en el que «la diplomacia de la Iglesia florece cuando se vive dentro de la fidelidad sacerdotal, la de un corazón que ofrece sus talentos a Cristo y a la misión confiada al Sucesor de Pedro». Por su parte la desempeñó con «fidelidad, discreción y entrega», convirtiéndose «en una de las figuras más significativas de la diplomacia pontificia del siglo XX».
Pero no fue solo un «diplomático de despacho», sino un «sacerdote cercano, padre y amigo» de los niños y jóvenes del barrio del Trastévere, «a quienes catequizaba, confesaba y acompañaba con cariño».
Una de las obras más célebres del cardenal Merry del Val son sus Letanías de la Humildad [verlas abajo íntegras] que el Papa Francisco obsequió personalmente a los nuncios en 2019, recomendándola como guía para su trabajo.
Siguiendo esta estela, León XIV hizo lo propio al dirigirse a los estudiosos de su figura y a sus familiares, «porque en ellas se dibuja un modelo válido para todos los que ejercen responsabilidades en la Iglesia y en el mundo».
En concreto, destacó cuatro de las jaculatorias contenidas en las Letanías de la Humildad:
• Del deseo de ser alabado… ¡líbrame, Jesús! El deseo de reconocimiento «es una tentación constante para quien ocupa responsabilidades», señaló el Papa Robert Prevost, quien recordó que «el único triunfo verdadero es poder decir cada día: «Señor, estoy donde Tú quieres, haciendo lo que Tú me confías, hoy»”, en una «fidelidad silenciosa, invisible a los ojos del mundo».
• Del deseo de ser consultado… ¡líbrame, Jesús! Merry del Val «pudo creerse indispensable», pero entendió que el lugar del diplomático es que con su acción se cumpla la voluntad de Dios «a través del ministerio de Pedro, más allá de intereses personales». Es «la libertad del auténtico servidor».
• Del miedo a ser humillado… ¡líbrame, Jesús! Tras la muerte de San Pío X desempeñó las tareas que le fueron encargadas»con la serenidad de quien sabe que todo servicio en la Iglesia es valioso cuando se vive por Cristo»: «Quien no teme perder visibilidad, gana disponibilidad para Dios», subrayó el Papa.
• Del deseo de ser aceptado… ¡líbrame, Jesús! Fue su forma de vivir su misión «con fidelidad al Evangelio y libertad de espíritu, sin dejarse guiar por el deseo de agradar, sino por la verdad sostenida siempre por la caridad». Porque «la fecundidad de la vida cristiana no depende de la aprobación humana, sino de la perseverancia de quien, unido a Cristo como el sarmiento a la vid, da fruto a su tiempo».
León XIV concluyó recordando «la súplica conclusiva en las Letanías: «Que los demás sean más santos que yo, con tal que yo sea todo lo santo que pueda»», frase que condensa «un tesoro de la vida cristiana: la santidad no se mide por comparación, sino por comunión… Hemos de trabajar por la santidad propia mientras impulsamos la de los demás, caminando juntos hacia Cristo».
Letanías de la humildad
Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón parecido al tuyo.
(Después de cada frase decir: Líbrame, Señor)
Del deseo de ser alabado,
del deseo de ser honrado,
del deseo de ser aplaudido,
del deseo de ser preferido a otros,
del deseo de ser consultado,
del deseo de ser aceptado,
del temor a ser humillado,
del temor a ser despreciado,
del temor a ser reprendido,
del temor a ser calumniado,
del temor a ser olvidado,
del temor a ser ridiculizado,
del temor a ser injuriado,
del temor a ser rechazado,
(Antes de cada frase decir: Concédeme, Señor, el deseo de…)
que otros sean más amados que yo,
que otros sean más estimados que yo,
que otros crezcan susciten mejor opinión de la gente y yo disminuya,
que otros sean alabados y de mí no se haga caso,
que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil,
que otros sean preferidos a mí en todo,
que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda.
De ser desconocido y pobre, Señor, me alegraré,
De estar desprovisto de perfecciones naturales de cuerpo y de espíritu.
… que no se piense en mí,
que se me ocupe en los empleos más bajos,
que ni se dignen usarme,
que no se me pida mi opinión,
que se me deje el último lugar,
que no me hagan cumplidos,
que me reprueben a tiempo y a destiempo,
bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia,
porque suyo es el Reino de los Cielos.
Oración
Dios mío, no soy más que polvo y ceniza. Reprime los movimientos de orgullo que se elevan en mi alma. Enséñame a despreciarme a mí mismo, Vos que resistís a los soberbios y que dais vuestra gracia a los humildes. Por Jesús, manso y humilde de Corazón. Amén.
FUENTE: RELIGIONENLIBERTAD.COM