«Honrarás a tu padre y a tu madre»… también cuando son mayores: 10 formas de respetar su vejez

«Rezar por nuestros padres mayores a menudo puede aliviar la tensión y ayudarnos a comprender mejor sus sentimientos».

Aunque el “Honrarás a tu padre y a tu madre” se tiende a observar de cara a la obediencia de los hijos hacia los padres, este mandato incluye muchas otras derivadas. Entre ellas, el Catecismo de la Iglesia Católica recuerda que cuando se hacen mayores, los hijos deben seguir respetando a sus padres, ya sea valorando sus consejos y opiniones, prestando ayuda material y moral y en la vejez, soledad o enfermedad, y especialmente mostrando su gratitud por haber recibido la fe.

Como divulgadora de la fe, la visión cristiana de la familia y evangelizadora, así como por su dedicación como abogada a la administración de bienes entre familias, Laura K. Meier ha cosechado una amplia experiencia en lo que se refiere a deberes y obligaciones entre los miembros de la familia.

En uno de sus últimos artículos publicados en Catholic Link, se interroga por las últimas etapas de padres y madres ya ancianos, especialmente por cómo los católicos deben mostrar el respeto y honra que exige el cuarto mandamiento en estos momentos.

“Amar a nuestros padres ancianos no se trata de perfección”, escribe, sino “de presencia, gracia y honrar quienes son. Cuando amas y sirves a tus padres, incluso cuando sus caminos no sean necesariamente los tuyos, no solo les ayudas a escribir el último y hermoso capítulo de su legado, sino que también estás forjando el tuyo. Porque un día, cuando estés en tus últimos años dorados, tus propios hijos sabrán cómo amar a sus padres ancianos porque aprendieron eso de ti”.

Del artículo de Meier se desprenden diez valiosos consejos para demostrar amor y respeto por los padres de avanzada edad:

1º Visítalos tan a menudo como puedas

La abogada observa el contraste de la generación actual de padres jóvenes, con unas vidas determinadas por sus trabajos, el cuidado y educación de sus hijos y las responsabilidades del día a día, mientras que las de los padres adultos, ya abuelos en muchos casos, baja de ritmo.

“Puede que no lo digan abiertamente, pero nos echan de menos. Una visita, sobre todo cuando no tenga que ver con un recado o citas médicas, les recuerda que los queremos y valoramos. Conozco a un hijo que planifica una visita periódica para que sus padres cuenten con verle una vez cada semana. Cuando la distancia es un factor, una llamada puede ser igual de importante que una visita”, escribe.

2º Ser mayor no anula su autonomía

Otro de los elementos que recuerda de cara al respeto de los padres mayores es que envejecer no debería significar perder automáticamente la autonomía.

“Hace poco le `sugerí´ a mi abuela que no subiera ni bajara las escaleras sin nosotros, cuando me respondió con un aplauso: «Laura, puede que seas la jefa en el trabajo, pero a mí nadie me dice qué hacer en casa». Muchos padres mayores todavía se enorgullecen de tomar sus propias decisiones y lo están haciendo bien. Debemos ofrecerles apoyo, pero dejarles que lideren siempre que sea posible. Los expertos nos dicen que, en lugar de decir: «No deberías hacer eso», deberíamos preguntar: «¿Cómo puedo ayudarte a seguir haciendo lo que te gusta de forma segura?».

3º Comparte tu fe, incluso si sigues un camino diferente

La escritora y abogada también recuerda la importancia de compartir la fe con ellos, desde ir a misa juntos a rezar el rosario o hablar del impacto que la fe tiene en sus vidas. Incluso sin practicar la fe surgen otras formas de honrarles como padres, como es ayudándoles a ir a misa, aunque uno ya no acuda.

“Es conmovedor ver cuántos hijos adultos aún deciden apoyar la fe de sus padres, planificando su asistencia a la iglesia, escuchando sin juzgarlos cuando hablan de su fe o simplemente preguntándoles por qué están rezando. Ese es un tipo especial de amor sacrificado que significa muchísimo para un padre mayor con fe. También debemos mantener un corazón abierto a la posibilidad de transmitir la fe de nuestra familia a nuestros hijos aún si actualmente nos sentimos alejados de la Iglesia”.

4º Ayúdalos a recibir los sacramentos

En la misma línea, para muchos ancianos, la confesión, la santa misa o la unción de enfermos son sacramentos de gran importancia, siendo el sustento que los sostiene en la soledad, agobios o enfermedad. Por ello, agrega la abogada, “es importante asegurarles acceso. Debemos ofrecerles ayuda para que reciban los sacramentos llevándolos a misa o encargándose de coordinar la visita de un sacerdote si están en casa u hospitalizados”.

5º Hazles sentir útiles

Entre las partes más difíciles de envejecer que Meier escucha con más frecuencia es la de que los padres sientan que ya no son necesarios.

“Debemos darles la oportunidad de contribuir de una manera que resulten útiles. ¿Conocen alguna receta especial que puedan enseñar a sus nietos? ¿Pueden preparar algo especial para la primera comunión de uno de ellos? Conozco a un profesor de lingüística jubilado que todavía usa su experiencia como lector en nuestra parroquia. Un sentido del propósito, deber o utilidad, puede mantener a nuestros padres mayores sanos y felices, ¡además de que son una fuente inagotable de conocimiento!”.

6º Ser pacientes

De cara a su siguiente consejo, Meier cita el Eclesiástico 3:12-14, que reza: “Hijo mío, socorre a tu padre en su vejez y no le causes tristeza mientras viva. Aunque pierda su lucidez, sé indulgente con él; no lo desprecies, tú que estás en pleno vigor”.

Meditando sobre este mandato bíblico, considera como algo lógico o normal que, conforme se envejezca, surjan más comportamientos rígidos, olvidadizos e incluso bruscos: “Si bien siempre debemos cuidar nuestra dignidad personal y establecer límites apropiados, debemos ser indulgentes y perdonar, en lugar de frustrarnos o enfadarnos. Rezar por nuestros padres mayores a menudo puede aliviar la tensión y ayudarnos a comprender mejor sus sentimientos”.

7º Mantenlos conectados con sus seres queridos

Meier también incide en que muchos padres mayores luchan contra la soledad, especialmente si han perdido a su cónyuge. Por eso considera importante ayudarles a mantenerse en contacto con sus amigos de toda la vida, sus comunidades parroquiales y su familia extensa, y que así puedan sentirse queridos y escuchados.

«Ayúdalos a facilitar las visitas, a agendar llamadas o a aprender a usar aplicaciones como FaceTime, Zoom o videollamadas para que puedan mantenerse conectados más fácilmente. He visto personalmente a mi madre repartir galletas a los vecinos de mi abuela en ocasiones especiales en su nombre para mantener viva la relación. Los vecinos han correspondido amablemente, lo que ayuda a mi abuela a sentirse incluida».

8º Prepáralos para el éxito

Entre los consejos que se desprenden de su campo directo de actuación, Meier remarca que todo padre mayor necesita una planificación financiera y patrimonial para garantizar que sus seres queridos puedan ayudarlo a administrar sus decisiones económicas o médicas, así como transmitir sus bienes en herencia sin que la familia tenga que pasar por los tribunales.

“Sin esta planificación legal vital, los padres podrían no obtener la ayuda que necesitan, lo cual es difícil para todos los involucrados. Podemos animarlos a poner sus asuntos en orden, centrándonos no en el dinero, sino en el deseo de asegurar su bienestar y de preservar la armonía familiar”, comenta.

9º Ayúdalos a transmitir su conocimiento y virtudes

Como experta en el ordenamiento de la transmisión y administración de bienes, Meier sabe que la vida y el patrimonio es mucho más que dinero.

“Nuestros padres son una fuente inagotable de conocimiento, y sus recuerdos, valores y sabiduría merecen ser preservados. Deberíamos ayudarlos a grabar una entrevista sobre su legado, para que puedan hablar en audio o video sobre lo que realmente importa. Mi abuela dedicó tiempo a escribir en un diario muchos de sus pensamientos antes de fallecer, incluyendo un mensaje especial para nosotros, sus nietos. Sus palabras de aliento, que se tomó el tiempo de preservar, han significado mucho para mí, incluso mucho después de su fallecimiento”, detalla.

10º Su mayor orgullo son los hijos virtuosos

Como último consejo, Meier invita a recordar lo felices y orgullosos que parecían los padres cuando, mirando a sus hijos de pequeños, los veían logrando éxitos o sacando buenas notas, remarcando que, “conforme envejecen, su mayor orgullo no se encuentra en lo que hacemos, sino en quiénes somos”.

“No hay mayor alegría ni paz que saber que has criado a alguien bondadoso y honesto. Aunque ninguno de nosotros seamos perfectos, podemos honrar el esfuerzo y legado de nuestros padres esforzándonos por vivir una vida buena y virtuosa. Y debemos hacer todo lo posible por evitar la discordia familiar con nuestros hermanos y, de ser posible, optar por fortalecer estas relaciones como sea posible por el bien del legado familiar”, concluye. 

 

FUENTE: RELIGIONENLIBERTAD.COM