El Papa a los gitanos: trabajo y oración «fuerza» para derribar los muros de la desconfianza

El Papa León XIV recibe a los participantes en el Jubileo de los Romaníes, Sinti y Caminantes, reunidos en el Aula Pablo VI. Música, cantos, danzas, lectura de escritos, testimonios, antes de la llegada del Pontífice, que les exhorta a ser «protagonistas del cambio de época en curso», dando a conocer «la belleza de vuestra cultura» y «compartiendo la fe, la oración y el pan fruto del trabajo honesto».

 

 

Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano

Dignidad y desconfianza, belleza y miedo, marginación e inculturación. Luego fe, oración, trabajo, acompañamiento, educación, formación. Y también la paz que «es posible, no un sueño». Muchas son las palabras clave del discurso que el Papa León XIV dirige a los participantes en el Jubileo de los Romaníes, Sinti y Caminanti. Tantas y tan variadas como el público del Aula Pablo VI que le escucha, ataviado con faldas gitanas bordadas, chalecos bordados, pañuelos de lunares, sombreros de ala ancha y peinados adornados con flores.

 Esta mañana es tiempo de fiesta en el Vaticano con el pueblo gitano que, procedente de diferentes partes de Europa e incluso de fuera de Europa, celebra este acontecimiento jubilar con el título simbólico de «La esperanza es itinerante». Un signo de la atención de la Iglesia hacia un segmento de la población a menudo relegado y, a veces, auto-relegado a los márgenes del perímetro social. La misma atención que el Papa León, citando a sus predecesores, pide a las instituciones, a la sociedad y a la propia Iglesia, lanzando al mismo tiempo un llamamiento a estas poblaciones para que sean protagonistas del cambio.

“Sed protagonistas del cambio de época en curso, caminando juntos con otras personas de buena voluntad desde los lugares donde os encontráis, yendo más allá de la desconfianza mutua, dando a conocer la belleza de vuestra cultura, compartiendo la fe, la oración y el pan fruto del trabajo honesto”

 

 

Música, danzas, testimonios, oraciones

La llegada del Papa, a las 11h20, viene precedida de momentos de música balcánica y jazz manouche. Violines, guitarras, clarinetes, trompetas y tambores resuenan por las bóvedas de la antigua Aula Nervi, donde se comparten testimonios y experiencias desde el escenario. Y se leen escritos de gitanos del presente y del pasado. Conmovedor el que recuerda la tragedia del exterminio de los gitanos en Auschwitz: «Pueden matarnos, pero como las flores, siempre volvemos», escribió un superviviente. Aplausos en la sala, luego el Cardenal Fabio Baggio, Subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral -el Dicasterio promotor y organizador del Jubileo, junto con la Fundación Migrantes- pide «un momento de silencio y recogimiento» y pide a todos que recen el Padre Nuestro en su propia lengua. Se leen pasajes del Evangelio y de nuevo se reanuda la música y el baile con un grupo de niños y adolescentes.

«¡O Del si tumentsa!»

Entre las notas, León XIV hace su entrada, saludando a los presentes con el saludo en lengua romaní: «¡O Del si tumentsa!  El Señor esté con vosotros!».

“Que su fe fuerte, su esperanza inquebrantable sólo en Dios, la confianza sólida que no cede ante las dificultades de una vida a menudo al margen de la sociedad. Que la paz de Cristo esté en sus corazones, hermanos y hermanas romaníes, sinti y caminantes. Y que la paz esté también en los corazones de los numerosos agentes pastorales que están aquí presentes y caminan incansablemente con ustedes.”

 

 

El primer encuentro histórico en Pomezia con Pablo VI

El Papa León XIV recuerda la coincidencia de la celebración del Jubileo con el 60 aniversario del primer encuentro histórico de Pablo VI con los Rom y Sinti en Pomezia. Fue el 26 de septiembre de 1965 y el «testigo» de aquel acontecimiento es la estatua de Nuestra Señora expuesta en el Vaticano. Se trata de la efigie, donada en 1961 por el escultor Fabio Pancheri a los Sinti y Roma del Trentino, llevada por ellos en diversas peregrinaciones marianas y entregada después a Roma para la veneración del mundo. En Pomezia, Montini la coronó «Reina de los Roma, Sinti y Caminanti». Desde aquel acontecimiento, los encuentros de los Papas con estas comunidades se han sucedido cada vez con más frecuencia, «signo de un diálogo vivo y de una atención pastoral especial hacia vosotros, porción amada del pueblo peregrino de Dios», dice León.

“Sí, Dios Padre los ama y los bendice, y también la Iglesia l ‘os ama y los bendice. Pueden ser testigos vivos de la centralidad de estas tres cosas: confíen sólo en Dios, no se apeguen a ningún bien mundano, muestren una fe ejemplar con obras y palabras…”

Modelos de desarrollo injustos e insostenibles

«El corazón de la Iglesia, por su propia naturaleza, es solidario con los pobres, excluidos y marginados, con los que son considerados un rechazo de la sociedad», añadió el Pontífice, recordando que durante casi mil años peregrinos y nómadas se han encontrado en contextos que, progresivamente, han «construido modelos de desarrollo que se han revelado injustos e insostenibles en muchos aspectos».

“Por esta razón, las sociedades llamadas ‘avanzadas’ los han descartado puntualmente, situándolos siempre en los márgenes: al margen de las ciudades, al margen de los derechos, al margen de la educación y la cultura”

 

 

Sin embargo, señala León XIV, «el mismo modelo de sociedad que los ha marginado y los ha hecho itinerantes sin paz y sin acogida -primero en caravanas estacionales y luego en campamentos en las afueras de las ciudades, donde a veces seguís viviendo sin electricidad ni agua- es el que ha creado las mayores injusticias sociales a nivel mundial en el último siglo: enormes desigualdades económicas entre las personas y los pueblos, crisis financieras sin precedentes, catástrofes medioambientales, guerras».

Punto de referencia en Occidente

Pero desde la Iglesia llega un mensaje a contracorriente: «Son precisamente los valores que los pobres llevan adelante con gran dignidad y orgullo a los que todos debemos mirar para cambiar el rumbo”.

“Su presencia en las periferias de Occidente es, de hecho, un signo al que debemos remitirnos para la eliminación de muchas estructuras de pecado, por el bien y el progreso de la humanidad hacia una convivencia más pacífica y justa, en armonía con Dios, con la creación y con los demás.”

 

 

Las invitaciones de Benedicto XIV y Francisco

En su discurso, León XIV cita a Benedicto XVI y su invitación a liberarse «de toda tentación de poseer, de todo apego injusto a las cosas, para permanecer itinerantes en el Espíritu, pobres de espíritu, y por ello bienaventurados». Luego Francisco exhortó a tener un «corazón más grande» y «sin rencor». Y también a «seguir adelante con dignidad: la dignidad de la familia, la dignidad del trabajo, la dignidad de ganarse el pan de cada día -esto es lo que te mantiene- y la dignidad de la oración».

“Que la dignidad del trabajo y la dignidad de la oración sean su fuerza para derribar los muros de la desconfianza y del miedo.”

Una pastoral adecuada

Antes de concluir, el Papa invita a los agentes pastorales con los gitanos, sinti y caminantes a perseguir los objetivos formulados por el V Congreso Mundial de Pastoral para los Gitanos: educación y formación profesional, atención a la familia y a la comunidad, inculturación de la liturgia y de la catequesis (incluida la cuestión lingüística), diálogo ecuménico e interreligioso.

“A continuación, el Papa espera que cada diócesis desarrolle una «pastoral adecuada» para un «verdadero desarrollo humano integral» de las comunidades romaníes, sinti e itinerantes.”

Diálogo a distancia

Entre aplausos y coros, cuatro participantes -entre ellos dos niños- plantean preguntas a León XIV, que las responde de improviso. La primera es sobre la amistad con Jesús, un vínculo que, explica, nace de la oración, la palabra de Dios, los sacramentos y la vida de la Iglesia que llevan al conocimiento: «No podemos ser amigos de quien no conocemos, ser amigos significa intentar conocer al otro». A continuación, el tema de la guerra, importante para todos, adultos y niños, porque «todos queremos vivir en un mundo sin guerras», dice Leo. «Debemos intentar ser siempre promotores de la paz, constructores de puentes, convenciéndonos firmemente de que la paz es posible, no es sólo un sueño, de que podemos vivir en paz».

Para ello, para «cambiar el mundo», debemos empezar por nosotros mismos: con los amigos, con los compañeros, en la familia, entre las familias. «Es muy importante que busquemos siempre esa capacidad de diálogo, de respeto mutuo y de promover los valores que nos ayuden a construir un mundo de paz».

“Creo que es posible y espero que un día todos encontremos, veamos un mundo donde reine la paz y todos podamos vivir en paz”

 

 

No a los prejuicios y las distinciones

León XIV exhorta a continuación a superar los prejuicios, las críticas, las distinciones hacia los que son «diferentes». Y a imitar en esto a los más pequeños: «Los niños cuando ven a otro niño quieren jugar, quieren ver cómo hacer amigos, no se preocupan por la diversidad sino que dicen: podemos jugar juntos, podemos vivir juntos en paz… Somos los adultos los que empezamos a decir: ‘Pero él es así o ella es así, esta cultura, esta nación, esta religión son cosas diferentes’ y empezamos a hacer cierta separación, ciertos juicios. Tenemos que ‘dejar un poco de lado estas distinciones de quién es diferente y empezar por respetar a todos los seres humanos'».

“Todo ser humano nace con la imagen de Dios. Si uno es pobre, si viene de una familia rica, si tiene propiedades, si no las tiene, todos somos hermanos y hermanas. Entonces respetemos esta fraternidad de todos y veremos que el mundo puede cambiar también ahí”

 

FUENTE: VATICANNEWS