Este domingo 9 de diciembre iniciamos la segunda semana en nuestro recorrido de Adviento
Nos acercamos más a la Navidad, la Fiesta de la Esperanza
Estos días contienen una fiesta llena de gracia y belleza: nuestra Virgen de Guadalupe
Conmemoracion: 09 de Diciembre
Este domingo 9 de diciembre iniciamos la segunda semana en nuestro recorrido de Adviento…nos acercamos más a la Navidad, la Fiesta de la Esperanza. Además, estos días contienen una fiesta llena de gracia y belleza, el 12 de diciembre celebramos la festividad de la Emperatriz de las Américas, Patrona de México, Señora del Tepeyác: nuestra Virgen de Guadalupe.
Además con Ella nos alegramos por un aniversario más que conmemora nuestro canal Pax Televisión al servicio del Evangelio y la Paz. La Virgen ha ido siempre por delante en la evangelización de los pueblos. Es por ello que hoy como hace 14 años nos encomendamos a Nuestra Señora de Guadalupe y le pedimos la gracia de servir desde Pax Televisión con renovado espíritu misionero y que nos señale el modo de acercar a nuestros amigos a Dios y que Ella misma prepare sus almas para recibir la gracia.
Y es que María es ejemplo de virtudes, y fue adornada con esa Inteligencia del Corazón…sabiduría hecha de amor y de discernimiento, que es don del Espíritu Santo… y es Ella para nosotros sus hijos, compañía valiosa en nuestra vida y en especial en este caminar a la Navidad…
En el lenguaje corriente, todos empleamos el término: “dejarse llevar por el corazón”, “querer con todo el corazón”, “tener un buen corazón”, “estar de corazón en las cosas…”
Cuando hablamos así, nos estamos refiriendo a lo que es central en la personalidad, al núcleo donde realmente somos diferentes de los demás, allá en lo íntimo, al lugar donde está el centro de nuestros deseos, preferencias y decisiones.
Hablar de “corazón” es hablar de autenticidad, de esa coherencia última que nos permite ser nosotros mismos.
“Sólo se ve bien con el corazón lo esencial es invisible a los ojos”, decía el Principito. Pero mucha gente da vueltas en torno a su vida sin sentido, viven medio dormidos, haciendo cosas que les parecen importantes pero que en realidad les dejan vacíos e insatisfechos. Es como si hubieran “desconectado” con su propia interioridad y viven como si estuvieran huecos.
Pues bien, esta segunda semana de Adviento nos recuerda que la Inteligencia del Corazón nos permitirá mantener presente el objetivo – “acoger” a Cristo y “entrar en su propia vida” y poner en práctica los medios propuestos para esperarlo. Primeramente, la oración que implora la ayuda del Señor; pero también un comportamiento atento a nosotros mismos, con relación a nuestra situación con respecto a nuestras tareas actuales – es decir todo aquello que tenga que ver con la vocación que hemos recibido de Dios… ¿Hemos dado frutos en las relaciones, la educación, el trabajo, el respeto de la creación, etc.? Quizá estos frutos en vez de estar destinados a acercarnos al Señor, se han convertido en obstáculos, dando lugar a preocupaciones excesivas tareas que sobrecargan nuestro corazón, y alteran nuestra capacidad de acoger a Jesús.
¿No será que preparar el camino esta Navidad, tiene que ver con aprender a localizar dónde y cuándo se da ese movimiento fluctuante y lo que representa en nosotros? Miedo, voluntad de poder; olvidar que Dios está con nosotros, a pesar de su silencio y de su aparente ausencia…Aquí sería conveniente recordar aquello “que sólo la verdad nos hará libres” y es que despojándonos de falsas apariencias, nos tornamos vulnerables a Dios, que viene a colmarnos de su Amor infinito y su Paz para nuestros corazones.
A ello se une esa ternura maternal que encontramos en nuestra compañera de camino esta semana, nuestra querida Virgen de Guadalupe, con quien tenemos siempre motivo de gozo y alegría verdaderos, de esperanza y de silencio en oración, porque Ella sigue cumpliendo la promesa que le hiciera a San Juan Diego: «No estoy yo aquí que soy tu Madre…”
Y es que todo comenzó cuando la Virgen María se le apareció al indio Juan Diego, alguien con corazón de niño, a quien le expresó su deseo de que en ese lugar se edificara un templo. El obispo de México requirió un signo por el cual se manifestase la voluntad de la Virgen. Entonces Nuestra Señora se volvió a aparecer a Juan Diego y le hizo recoger muchas rosas que el colocó en un pliegue de su tilma. Al desplegar su tilma ante el obispo, a la sorpresa de las rosas fuera de estación, se agregó el hecho milagroso de aparecer grabada en la tilma una maravillosa pintura de la Virgen, tal como decía el indio haberla visto en la colina. El milagro de Guadalupe perdura en la tilma de Juan Diego, la que conserva el testimonio vivo de lo ocurrido, ésta se expone en la pequeña capilla en Tepeyác que luego se convirtió en la monumental basílica actual, que es visitada cada año por millones de personas, haciendo de este Santuario Mariano el más popular en el mundo, al igual que la iglesia católica más visitada después del Vaticano.
Este acontecimiento nos pone frente a ese tierno corazón de madre, y donde hay mamá, hay niños… Sin duda Juan Diego manifestó su corazón de niño, y aquí viene la interrogante: ¿Por qué se ha hecho de la Navidad una fiesta de niños, no son ellos los más ilusionados con esta fiesta? ¿No será que esto nos hace comprender mejor que justamente el niño es un ser inacabado, en camino a su realización y que para ello necesita de la ayuda de otros, ya que por sus propias fuerzas no podría lograrlo? Y es Jesús mismo quien nos prescribe hacernos como niños, abiertos y confiados a la solicitud amante más fuerte que nosotros y a la decisión de parecernos a Él. Pues bien, de la mano de María Santísima, saboreemos esos frutos que ofrece la Inteligencia del Corazón manifestados en interioridad, humildad y esperanza.
Virgencita de Guadalupe, gracias por todas las bendiciones derramadas sobre nuestra labor en estos once años, haznos día a día mejores anunciadores del Evangelio, que sepamos comprender a todos, participando de sus gozos y esperanzas, de todo lo que inquieta su vida, para que, siendo muy humanos, podamos manifestar a nuestros hermanos que verdad, justicia y amor no son simplemente ideales, sino realidades.
“…Santa María, Madre de Dios, Madre nuestra, enséñanos a creer, esperar y amar contigo… …Indícanos el camino hacia su reino. Estrella del mar, brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino…”
Benedicto XVI – Carta Encíclica Spe salvi 30.11.2007