Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

 

Conmemoracion: 27 de Junio

Este 27 de Junio nos vamos a la Iglesia de San Alfonso, muy cerca de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma donde los Padres Redentoristas veneran a su Patrona: Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y celebramos su fiesta junto a todos sus devotos en las iglesias y santuarios por todo el mundo.

La pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es un icono Bizantino de Nuestra Señora en la forma medieval de la Madona oriental Hodegetria (líder del camino) de San Lucas, pero modificada en la suavidad de sus rasgos en estilo Cardiotisa ( lo que significa “tener corazón” o mostrar simpatía, piedad y compasión.)

Este icono pintado en una tabla de 54 cm. de alto por 41.5 cm. de ancho es de origen incierto. Según pruebas científicas, análisis de pintura, pruebas con Carbón 14-indican que la madera del icono data de entre el 1325 al 1480. Retocado en 1866, cuando los redentoristas devolvieron el icono al culto público. Además de esto, pruebas científicas indican que algunas de las pinturas en el icono proceden de una época después del siglo XVII y aunque se originó en Oriente, ha sido retocado por manos que son claramente occidentales.

Dice la historia que un hombre de negocios se lo robó de una iglesia en la isla de Creta y lo colocó en un altar en su casa. Parece que Nuestra Señora se sentía inquieta allí y le dijo a una pequeña niña de la familia que ella deseaba morar en una iglesia. De una manera u otra, el icono llegó a San Mateo hacia el año 1499 y fue venerado allí por 300 años.

Entonces, tomando en cuenta la seguridad debido a la ocupación francesa que estaba destruyendo algunas de las iglesias en Roma, los agustinos irlandeses, quienes estaban a cargo de la iglesia de San Mateo, sacaron el icono de la iglesia y lo colocaron en una capilla privada. Había sido olvidado por mucho tiempo cuando los redentoristas de Roma la redescubrieron y en el 1866 lo encuadraron como relicario en su iglesia de San Alfonso.

Hoy en la Fiesta de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro rindámosle homenaje uniéndonos a la oración que nos legara Juan Pablo II:

Ven, en nuestro Socorro

Signo grandioso de nuestra esperanza, te invocamos.
Oh Virgen del Perpetuo Socorro, Madre Santa del Redentor, socorre a tu pueblo, que anhela resurgir.
Da a todos el gozo de trabajar por la construcción del Reino en consciente y activa solidaridad con los más pobres, anunciando de modo nuevo y valiente el Evangelio de tu Hijo.
Él es fundamento y cima de toda convivencia humana, que aspira a una paz verdadera, estable y justa.
Como el Niño Jesús, que admiramos en este venerado Icono, también nosotros queremos estrechar tu mano derecha.
A ti no te falta poder ni bondad para socorrernos, en las más diversas necesidades y circunstancias de la vida. ¡
La hora actual es tu hora! Ven, pues, en ayuda nuestra y sé para todos socorro, refugio y esperanza. Amén”.

 

Contemplemos la imagen de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro 

(conocida en el Oriente bizantino como el icono de la Madre de Dios de la Pasión)

 

Atemorizado por la visión de dos ángeles que le muestran los instrumentos de la Pasión, el Niño Jesús ha corrido hacia su Madre, perdiendo casi una de sus pequeñas sandalias en su precipitada huida. María lo sostiene en sus brazos de manera protectora y amorosa. La cara de Nuestra Señora aparece llena de dolor, pero sumamente digna en su contemplación no sólo de sus propios dolores, sino también de los sufrimientos de su Hijo. Su mirada esta fija no en Jesús sino en nosotros. Las pequeñas manos de Jesús también están sujetas a las de María como una forma de recordarnos a nosotros que, así como en la tierra él se puso enteramente en su manos buscando protección, así ahora en el cielo él nos confía a cada uno de nosotros en sus tiernos y amorosos cuidados. Este es el mensaje principal del icono, que no obstante, esta repleto de otros símbolos. He aquí algunos de ellos:

1. Iniciales en griego para “Madre de Dios”

2. Corona. Fue añadida al cuadro original por orden de la Santa Sede en 1867. Es un tributo a los muchos milagros obrados por Nuestra Señora bajo la advocación del “Perpetuo Socorro”.

3. Estrella en el velo de la Virgen. Ella es la Estrella del Mar… que trajo la luz de la luz al mundo en tinieblas… la estrella que nos conduce al puerto seguro del Cielo.

4. Inicial griega para “San Miguel, el arcángel”. Sostiene la lanza y la esponja de la Pasión de Cristo.

5. Inicial griega para “San Gabriel, el arcángel”. Sostiene la cruz y los clavos. Nótese que los ángeles no tocan los instrumentos de la pasión con las manos, sino con el paño que los cubre.

6. La boca de María. Es pequeña para significar un recogimiento silencioso. Ella habla poco.

7. Los ojos de María. Son grandes para todos nuestros problemas. Están vueltos siempre hacia nosotros.

8. Túnica roja. Los colores que llevaban las vírgenes en los tiempos de Cristo.

9. Iniciales griegas para “Jesucristo”.

10. Las manos de Cristo. Con las palmas boca abajo y dentro de las de su madre, indican que las gracias de la redención están bajo su custodia.

11. Fondo amarillo. Es el símbolo del cielo, donde Jesús y María están ahora entronizados. El amarillo también brilla a través de sus ropas, mostrando así la felicidad celestial que puede traer a los cansados corazones humanos.

12. Manto azul oscuro. Es el color que usaban las madres en Palestina. María es las dos cosas a la vez: virgen y Madre.

13. Mano izquierda de María. Sostiene de manera posesiva a Cristo. Ella es su madre. Es una mano consoladora para todo el que acuda a ella.

14. Sandalia caída. ¿Ha casi perdido Jesús su sandalia corriendo hacia María en busca de consuelo ante el pensamiento de su Pasión? Los encantos del retrato son muchos… desde la ingenuidad del artista, quien quiso asegurarse que la identidad de cada uno de los sujetos se conociera, hasta la sandalia que cuelga del pie del Niño. El Niño divino, siempre con esa expresión de madurez que conviene a un Dios eterno en su pequeño rostro, está vestido como solían hacerlo en la antigüedad los nobles y filósofos: túnica ceñida por un cinturón y manto echado al hombro. El pequeño Jesús tiene en el rostro una expresión de temor y con las dos manitas aprieta la derecha de su Madre, que mira ante sí con actitud recogida y pensativa, como si estuviera recordando en su corazón la dolorosa profecía que le hiciera Simeón, el misterioso plan de la redención, cuyo siervo sufriente ya había presentado Isaías.

Jesús te ama.