Una voz de Pax
Reflexión del Evangelio Dominical
Mc 4,35-40
Jesús está por encima de las fuerzas de la naturaleza y de la fragilidad humana. Jesús es el Señor de toda la creación, puede increpar al viento y decirle: «¡Silencio, cállate!», pero también puede permanecer “dormido” en medio de la tormenta sin que esta pueda inquietarlo mínimamente.
La escena narrada en el Evangelio de Marcos pone al descubierto, a un grupo de hombres aún en proceso de conocimiento de quién es en realidad Jesús y el maestro se los echa en cara: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?», más aún, queda en evidencia su desconcierto cuando se dicen unos a otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!».
En la homilía que el Santo Padre nos dirigiera con motivo de la bendición extraordinaria Urbi et orbi en marzo del año pasado, nos recordaba que la humanidad viaja en una misma barca amenazada por la gran tormenta de la pandemia y así como los discípulos salieron adelante, pues su capitán era Jesús, así también, si nos sentimos uno en Cristo, podremos superar la crisis sanitaria mundial.
Podríamos preguntar ¿pero cómo? …el Señor nos reclama valentía y fe. Pero una valentía que supera el estado meramente psicológico, una valentía cimentada en Dios, en su providencia y que en términos evangélicos se conoce como parresía una palabra griega que significa “decir todo”, una libertad para hablar, para decirlo todo, para proclamar.
Es una libertad valiente y que se sustenta en la confianza en Dios. Y la fe, un don de Dios que se va fraguando en el día a día, pero siempre en relación viva con Jesús. A este no le vemos siempre con claridad, muchas veces lo tenemos dormido en nosotros y puede que cuando más lo necesitamos se halle en el extremo de nuestra barca.
Dejémonos, por tanto, increpar por Jesús, que él se encargue de calmar nuestras tormentas, de amainar nuestros huracanes. Vivamos despiertos con la valentía y la fe, que el Señor de todo lo creado, nos reclama.
por Mario Aquino Colmenares