Una voz de Pax
Reflexión del Evangelio Dominical
Juan 6,24-35
El Evangelio dominical sigue la secuencia de la multiplicación de los panes, Jesús no ha subido a la barca en la que se retiraron sus apóstoles, pero al igual que ellos llega a la otra orilla (caminando por las aguas) por ello la sorpresa de la multitud que se embarcó y se encuentra con Jesús.
Sin muchos preámbulos, pero leyendo las intenciones, Jesús toma la palabra y les dice: «Os aseguro que vosotros no me buscáis porque hayáis visto las señales milagrosas, sino porque habéis comido hasta hartaros. No trabajéis por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y os da vida eterna».
La recriminación no deja de ser dura, pero también pone al descubierto una aparente e inexplicable indiferencia por parte de la multitud que no llega a sopesar la magnitud del milagro, operado en favor de ellos por Jesús, apenas unas horas antes. Esto da pie a un diálogo entre Jesús y la gente y que dará inicio a lo que se ha denominado como el discurso del pan de Vida.
La gente le pregunta: «¿Qué debemos hacer para que nuestras obras sean las obras de Dios?» Y Jesús les responde: «La obra de Dios es que creáis en aquel que él ha enviado.» Y ellos le piden inmediatamente una señal para creer en él y como una suerte de descargo por la recriminación anterior de no venir a él por los signos milagrosos sino por haber comido, traen a colación parte de la historia de la acción de Dios en favor de ellos y le dicen: «Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: «Dios les dio a comer pan del cielo.»»
Y es precisamente aquí donde Jesús revela su verdadera identidad, por decirlo de alguna manera, pues se identifica con el verdadero pan del cielo que no Moisés sino su Padre le da de comer al pueblo. El texto si bien tiene alcances teológicos realmente profundos no queremos dejar de lado una inquietud pastoral.
La cuestión es bastante sencilla, ¿porque buscamos a Jesús? De un tiempo acá se ha hecho común la pregunta en torno a una devoción de gran tradición en el Perú: ¿Qué o a quién buscamos? ¿Al Señor de los milagros o a los milagros del Señor? Creo que ambas intenciones no se contraponen y muy por el contrario las dos entran en un auténtico ámbito de fe.
Pero, en fin, volviendo a la lectura, el reproche y la advertencia de Jesús apunta indiscutiblemente a lo verdaderamente definitivo, él es el verdadero pan de vida, no hay otro después de él, no hay uno mejor que él.
«Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo. ¡Mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo! Porque el pan que Dios da es aquel que ha bajado del cielo y da vida al mundo.»
Las palabras de Jesús son contundentes y quiebra cualquier resistencia: «Señor, danos siempre ese pan.» Nosotros los cristianos de hoy podríamos actualizar este pedido: Señor, mantennos por tu infinito amor, en estado de gracia. Que siempre podamos comulgar, porque sólo Tú sacias nuestra hambre, sólo Tú sacias nuestra sed.
por Mario Aquino Colmenares