Sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer

Evangelio del día domingo 05/09/2025

Lucas 17, 5-10

 

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».

El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería.

¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”?

¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?

¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».

Palabra del Señor

 

Sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer

 

No es la cantidad sino la calidad, lo que el Señor destaca ante la petición de sus discípulos por una fe más grande. Está claro que queremos creer y eso fue lo que sus apóstoles le manifestaron porque sentían que la fe que tenían, no bastaba. Jesús en cambio les dice que una fe del tamaño de una semilla de mostaza es suficiente, tal vez, porque más no se le puede pedir al hombre por lo menos al inicio de su camino de fe. Para muestra, un botón: aunque sus discípulos tenían tres años a su lado supieron manifestar en más de una ocasión cuan limitada era su disposición a la hora de creer, sobre todo si la fe era puesta a prueba.

Por eso, más que fuerza, poder o grandeza de fe, está la apuesta, por decirlo de algún modo, para atreverse a soltarse en los brazos del Señor, dar el paso, el salto, el sí, sin muchas preguntas ni pruebas, ni demostraciones. Es una actitud infantil de confianza en Dios al modo de Santa Teresita del Niño Jesús.

Es también poner el acento no tanto en lo que podamos hacer sino en lo que Dios hace por nosotros y a través de nosotros, claro está, si lo dejamos obrar. Por eso nuestro actuar está teñido de pequeñez no en el sentido peyorativo sino porque es lo que Dios nos permite y quiere que hagamos.

Así como no hay aparente mérito de lo que hace el siervo respecto de su Señor o lo que podamos ofrecerle nosotros a Dios. Así también son los ojos de Dios los que meritúan nuestros actos porque somos para Él sus hijos amados. Es un llamado a la humildad, nada de lo aparentemente bueno que hagamos, nos pertenece, por el contrario, nos es dado, es iluminación y gracia de Dios. Hacemos el bien porque Dios lo permite y lo permite en la medida que nos abramos a su actuar en nosotros. La medida de nuestra fe se ve en nuestros actos. Hacer lo debido es lo primordial, lo demás llegará por añadidura. Por eso una fe grande considera poco lo que hace. Siempre se puede hacer más.

Pongámonos entonces al servicio del Reino de Dios y de la fe para poder tener el honor de decir un día: sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer.

 

UNA VOZ DE PAX