Una voz de Pax
Reflexión del Evangelio Dominical
Juan 6, 1-15
Siete panes y dos peces tan sólo, para cinco mil hombres sin contar mujeres y niños. Es inaudito, un verdadero milagro sin duda, porque niega las leyes de la naturaleza.
Pero la palabra del Señor es creadora. Sabiendo Jesús lo que iba a hacer le pregunta a Felipe para ponerlo a prueba » ¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?». Humanamente es imposible y Felipe no duda en responder: “Ni doscientos denarios de pan bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan”. Sin embargo una pequeña luz aparece tras el contundente ecepticismo de Felipe, otro de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le presenta a un niño que trae consigo siete panes y dos peces. Entonces el Señor da las gracias por lo que tienen y el milagro se produce, todos comen y hasta sobran doce canastos.
El Señor parte de la humildad del ser y del corazón humano. Bendice lo que le ofrecen y entonces Dios actúa. Él es todo poderoso pero ha querido involucrar al hombre en su poder y sus efectos. Y es ahí, cuando el don entregado con humildad, se multiplica. Por tanto, podríamos afirmar que en cierto modo la falta de pan o cualquier otra carencia nos habla también de una falta de fe y de amor. Jesús lanza el anzuelo y la fe, el amor y la humildad pican.
Decíamos al inicio que la Palabra de Dios es creadora, en esta ocasión no es a partir de la nada sino a partir de la entrega y la confianza en Dios expresada en la humildad de un niño, dos peces y siete panes. Podría haber sido mucho menos pero igual para Dios todo es posible. Este milagro, uno de los dos que consigna el evangelio no es sino figura y anuncio del sacrificio eucarístico, la acción de gracias (que es precisamente lo que Eucaristía significa) por el don de Dios que nos da de comer, que nos salva, que nos redime. Porque el Señor también se multiplica en la Sagrada Hostia para beneficio de los que con humildad y fe le siguen, creen en su palabra y tienen hambre de Él.
por Mario Aquino Colmenares