Una voz de Pax 📢

Reflexión del Evangelio Dominical

Lucas 12,32-48

 

 

Al no saber ni el día ni la hora, podría decirse que la venida del Señor es siempre inminente. Cualquier día podría ser el último. Y entonces, cabría hacer la cuenta de todo lo que hemos hecho o hemos dejado de hacer en miras a nuestra propia salvación.

En las parábolas empleadas por Jesús destacan la actitud de espera, el estar despiertos y en vela. Luego se nos recuerda que somos administradores de algo otorgado por el mismo Dios, a saber, nuestras propias vidas y con ello se hace alusión también a los dones que se nos han regalado.

Estos últimos, son los talentos que hemos recibido del Señor y también los encargos que él nos ha hecho en favor de nuestros hermanos. Por ello hay mayor responsabilidad en quienes son depositarios de mayor cantidad de dones y de encargos y por los cuales se nos pedirá cuenta.

Estos bienes espirituales distan mucho de aquellos que se enumeran al inicio de la lectura y que más bien se invita a abandonar y dejar de lado en favor de un verdadero tesoro que no conoce la corrupción y que hemos de cultivar para alcanzar el Reino.

 

 

La pregunta de Pedro acerca del alcance de estas exigencias es verdaderamente aleccionadora. Cuantas veces se nos ha dicho: ¡ah¡, !no¡, la santidad es para unos cuantos. Yo soy muy pecador, esto no es para mi…Este pensamiento, sin embargo, no es privativo del mundo actual. El mismo evangelio nos narra el ecepticismo de los propios discípulos ante el mensaje de Cristo: este lenguaje es muy duro o ¿quién podrá salvarse? Y la respuesta nos la da el mismo Jesús: lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. Lo nuestro es buscar el Reino, lo demás llegará por añadidura. Y en esta última, la fuerza para cumplir lo que se nos exige.

Una voz de Pax