Una voz de Pax 📢

Reflexión del Evangelio Dominical

Lucas 13,22-30

“Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”. Esta es la justificación que esgrimen los que llamando a la puerta de la casa del amo reciben como única respuesta, no ser conocidos por él .

En otras palabras, el argumento es: hemos estado a tu lado, te hemos seguido, somos testigos de lo que haz obrado… Sin embargo estar al lado no es necesariamente “estar con” o “ser de”. Por eso, los supuestos cercanos, serán desplazados por los más ajenos y distintos: los extranjeros. “Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.” La lectura apunta a cuestionar una mala práctica de la fe o una fe mal entendida o lo que es peor, la ausencia de la misma. Es difícil entender cómo conociendo al Señor se le pueda luego abandonar. Pero es algo real y se explica desde nuestra propia fragilidad y egoísmo. Lo cierto es que cada vez que pecamos nos alejamos de Él y nos hacemos, de alguna manera, desconocidos para Dios. Por el contrario los que son desconocidos para nosotros pueden ganarnos el puesto en el banquete del Reino. Ellos son conocidos por el Señor y vienen del mundo entero. Quizá esta lectura pueda plantearnos la pregunta individual sobre nuestra relación con Jesús. ¿Qué es estar realmente con Él? ¿Cuánto hemos abierto el corazón para dejarnos conocer por Jesús?Esto último es sólo una frase hipotética pues sabemos bien que Dios todo lo conoce, pero así como se ha hecho necesitado, siendo él, el dador de todo, quiere que le amemos de modo personal y total. Pero amarle, es amar al prójimo, es llevar la propia cruz, es cumplir sus mandamientos.Tal vez, al llamar a la puerta del Señor, tendríamos que asegurar en lo íntimo de nuestra conciencia, que hemos caminado por el camino de las bienaventuranzas: Te vimos desnudo y te cubrimos, con hambre y te alimentamos, preso y te visitamos…La pregunta por la salvación al inicio del Evangelio, está pues, mal planteada: no es, cuántos se han de salvar, sino, como hemos de alcanzar la salvación pues en el corazón del Padre está el que todos los hombres se salven, sean de oriente u occidente, del norte o del sur.

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