Una voz de Pax

Reflexión del Evangelio Dominical

Lucas 1,39-56

 

 

Cuando rezo el segundo misterio gozoso del rosario, suelo hacer una petición recordando lo que acontece y se narra en el evangelio referido a dicho misterio y que la lectura de ayer recoge.

Primero, la disposición de María para el servicio: «Maria se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá», narra la Escritura, para ayudar a su prima Isabel que estaba en cinta.

María también lo estaba, así que podría haber reclamado la misma disposición en favor de ella, sin embargo acude en ayuda de su prima.

Lo segundo, se refiere al otro momento del relato evangélico, en el que Isabel confiesa a su prima: «En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre».

Ello me hace pensar en cuán despierto debe estar nuestro corazón para alabar y bendecir al Señor en todo tiempo y sobre todo reconocer  su presencia en medio de nosotros, quizá através de acontecimientos aparentemente sin importancia pero que nos mueven como auténticos testigos de la acción de Dios en nuestras vidas.

Y una tercera instancia, que creo destaca sobre las demás: el Magníficat. María inspirada por el Espíritu de Dios exulta y profetiza en acción de gracias por medio de una alabanza que se incerta dentro de la gran tradición de la literatura de género lírico en el texto bíblico. Y esto precisamente debe movernos a dar gracias por las cosas que Dios ha hecho por nosotros, aquellas que está haciendo y las que hará.

En su gran sabiduría, la Iglesia ha sabido incertar esta lectura, que honrra a la madre de Dios en el día en que celebramos su Asunción a los cielos, y esto lo podemos ver desde un primer momento por el saludo de Isabel:«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? . María es la elegida de Dios y es  madre del Señor y a lo largo del texto se van descubriendo diversas notas con las que se destaca a la persona de María. En ella, se cumplen las escrituras, las promesas de Dios a Israel. Ella es la prueba de la acción de Dios en su pueblo humilde y fiel.

por Mario Aquino Colmenares