Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús dice: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás”.
Jesús vino como guerrero a batallar contra un enemigo final que es la muerte. Es fácil domesticar a Jesús presentándolo como un amable maestro moral. Pero no es así como lo presentan los Evangelios. Él es un guerrero cósmico que viene a luchar contra aquellas fuerzas que nos impiden estar completamente vivos.
A lo largo de los Evangelios Jesús confronta los efectos de la muerte y de una cultura obsesionada con la muerte: violencia, odio, egoísmo, exclusión, religiones falsas, comunidades falsas. Pero al enemigo final que debe enfrentar es la muerte misma. Al igual que Frodo cuando va a Mordor, tiene que ir al territorio de la muerte, acercarse y enfrentarse con ella.
Al llegar a la tumba de Lázaro, Jesús siente las emociones más profundas y comienza a llorar. Es Dios entrando en la oscuridad, confusión y agonía de la muerte de los pecadores. No está despreocupadamente por encima de nuestra situación, sino que la enfrenta y siente en su nivel más profundo.
Aquí sentimos claramente que Dios es vida y da vida, pero asume el drama de la muerte. Jesús podría haber evitado la muerte de su amigo Lázaro, pero quiso hacer suyo nuestro dolor por la muerte de nuestros seres queridos y, sobre todo, quiso mostrar el dominio de Dios sobre la muerte. En este pasaje del Evangelio vemos que la fe del hombre y la omnipotencia de Dios, el amor de Dios, se buscan y, finalmente, se encuentran. Es como un doble camino: la fe del hombre y la omnipotencia del amor de Dios se buscan y finalmente se encuentran. Lo vemos en el grito de Marta y María y todos nosotros con ellas: “¡Si hubieras estado aquí!…”. Y la respuesta de Dios no es un discurso, no, la respuesta de Dios al problema de la muerte es Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida… ¡Tened fe! En medio del llanto seguid teniendo fe, aunque la muerte parezca haber vencido. ¡Quitad la piedra de vuestro corazón! Que la Palabra de Dios devuelva la vida allí donde hay muerte”. (Ángelus, 29 de marzo de 2020)
Marta de Betania, Santa
Memoria Litúrgica, 29 de julio
Por: Redacción | Fuente: Corazones.org
Hemana de Lázaro y María
Martirologio Romano: Memoria de santa Marta, que recibió en su casa de Betania, cerca de Jerusalén, a Jesús, el Señor, y muerto su hermano Lázaro, proclamó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo» (s. I).
Etimológicamente:: Marta = ama de casa, señorial, atractiva. Viene de la lengua hebrea.
Marta es hermana de María y de Lázaro y vivía en Betania, pequeña población distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos.
Jesús Nuestro Señor vivía en Galilea pero cuando visitaba Jerusalén acostumbraba hospedarse en la casa de estos tres discípulos en Betania, que, tal vez, habían cambiado también su morada de Galilea por la de Judea. Marta se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano.
San Juan nos dice que «Jesús amaba a Marta y a su hermana María y Lázaro» (Jn 11:5).
Lucas añade: «Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» -Lucas 10:38-40
No podemos estar seguros de la motivación de Marta al hacer su petición al Señor pero todo parece indicar que se quejaba contra su hermana. Nuestro Señor aprecia el servicio de Marta, pero al mismo tiempo sabía que era imperfecto.
Muchas veces nuestro servicio, aunque sea con buena intención, esta mezclado con el afán de sobresalir, la compulsión por ser protagonistas, la competencia para sentirnos que somos los mejores. Es entonces que salen las comparaciones. ¿Por que la otra no hace nada y soy la que trabajo?
El Señor corrige a Marta, penetra en su corazón afanado y dividido y establece prioridades:
«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» -Lucas 10: 41-42
Esa única cosa de la que hay necesidad es de poner todo el corazón en amar a Dios, atender a Jesús que nos habla, que quiere levantarnos de nuestra miseria.
Toda vida activa debe surgir de la contemplación. La vida activa sin contemplación lleva al alma a dispersarse perder de vista el fin. La vida contemplativa se concentra en Dios y se une a El por la adoración y el amor. La vida contemplativa es una especie de noviciado del cielo, pues la contemplación es la ocupación de los bienaventurados del paraíso. Por ello, Cristo alabó la elección de María y afirmó: «sólo una cosa es necesaria». Eso significa que la salvación eterna debe ser nuestra única preocupación.
Si contemplamos como van las cosas en cualquier Iglesias podremos ver muchas actividades, programas, ideas… Es relativamente fácil hacer cosas por Jesús, pero cuanto nos cuesta estar en silencio ante su Presencia. En seguida pensamos en cosas que hacer. No comprendemos que lo primero y mas importante es atenderlo a El directamente por medio de la oración.
Jesús encontró más digna de alabanza la actitud contemplativa de María. Cuanto quisiera El Señor que todos, como María, nos sentáramos ante el para escucharle. Ella se consagraba a la única cosa realmente importante, que es la atención del alma en Dios. También el Padre nos pide que, ante todo, escuchemos a Su Hijo (Mt 17-5).
Entonces, ¿no es necesario trabajar? Claro que sí lo es. Pero para que el trabajo de fruto debe hacerse después de haber orado. El servicio de Marta es necesario, pero debe estar subordinado al tiempo del Señor. Hay que saber el momento de dejar las cosas, por importantes que parezcan, y sentarse a escuchar al Señor. Esto requiere aceptar que somos criaturas limitadas. No podemos hacerlo todo. No podemos siquiera hacer nada bien sin el Señor
San Agustín escribe: «Marta, tú no has escogido el mal; pero María ha escogido mejor que tú». San Basilio y San Gregorio Magno consideran a la hermana María modelo evangélico de las almas contemplativas y su santidad no está en duda, sin embargo, es curioso que, de los tres hermanos, solo Marta aparece en el santoral universal.
El capítulo 11 de San Juan narra el gran milagro de la resurrección de Lázaro. En aquella ocasión vuelve a hablarse de Marta. Lázaro se agravó de muerte mientras Jesús estaba lejos. Las dos hermanas le enviaron un empleado con este sencillo mensaje: «Señor aquel que tú amas, está enfermo». En un mensaje de confianza en que Jesús va actuar a su favor.
Pero Jesús, que estaba al otro lado del Jordán, continuó su trabajo sin moverse de donde estaba. A los apóstoles les dice: «Esta enfermedad será para gloria de Dios». Y luego les añade: «Lázaro nuestro amigo ha muerto. Y me alegro de que esto haya sucedido sin que yo hubiera estado allí, porque ahora vais a creer».
A los cuatro días de muerto Lázaro, dispuso Jesús dirigirse hacia Betania, la casa estaba llena de amigos y conocidos que habían llegado a dar el pésame a las dos hermanas. Tan pronto Marta supo que Jesús venía, salió a su encuentro y le dijo: «Oh Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo concederá»
Jesús le dice: «Tu hermano resucitará».
Marta le contesta: «Ya sé que resucitará el último día en la resurrección de los muertos».
Jesús añadió: «Yo soy la resurrección y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá. ¿Crees esto?»
Marta respondió: «Sí Señor, yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»
Jesús dijo: «¿Dónde lo han colocado?». Y viendo llorar a Marta y a sus acompañantes, Jesús también empezó a llorar. Y las gentes comentaban: «Mirad cómo lo amaba».
Y fue al sepulcro que era una cueva con una piedra en la entrada. Dijo Jesús: «Quiten la piedra». Le responde Marta: «Señor ya huele mal porque hace cuatro días que está enterrado». Le dice Jesús: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?». Quitaron la piedra y Jesús dijo en voz alta: «Lázaro ven afuera». Y el muerto salió, llevando el sudario y las vendas de sus manos.
Marta aparece también en un banquete en el que participa también Lázaro, poco después de su resurrección: también esta vez aparece Marta como la mujer ocupada en el servicio, pero puede ser que para entonces ya lo sabía someter al Señor con mas amor, sin quejarse ni compararse.
De los años siguientes de la santa no tenemos ningún dato históricamente seguro, aunque según la leyenda de la Provenza, Marta fue con su hermana a Francia y evangelizó Tarascón donde según cuenta la leyenda Santa Marta derroto a la Tarasca, un dragón que amenazaba a la ciudad. Ahí se dice que encontraron, en 1187, sus pretendidas reliquias, que todavía se veneran en su santuario.
Los primeros en dedicar una celebración litúrgica a santa Marta fueron los franciscanos en 1262, el 29 de julio, es decir, ocho días después de la fiesta de santa María Magdalena, identificada por algunos como su hermana María.
S. Marta es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien.
ORACIÓN DE LAS MADRES DE FAMILIA
A SANTA MARTA
Oh Santa Marta dichosa,
que tantas veces tuviste el honor
y la alegría de hospedar a Jesús
en el seno de tu familia,
de prestarle personalmente tus servicios domésticos,
y que juntamente con tus santos hermanos Lázaro y María Magdalena,
gozaste de su divina conversación y doctrina,
ruega por mí y por mi familia,
para que en ella se conserve la paz
y el mutuo amor,
para que todos sus miembros
vivan en la observancia de la Ley de Dios,
y para que sólo Dios,
y no el mundo ni el pecado,
reine en nuestro hogar.
Libra a mi familia de toda desgracia espiritual y temporal,
ayúdame en el cuidado de mis hijos y subordinados,
y concédeme la dicha de verlos unidos bajo
la mirada paternal de Dios en la tierra,
para volver a verles reunidos en las moradas del cielo.
Amén.
Tras escándalo en la inauguración, reacciones de la Iglesia y el comité olímpico
Capture France 2
Une parodie de la Cène a été proposée lors de la cérémonie d’ouverture des Jeux olympiques, 26 juillet 2024.
Mathilde De Robien – publicado el 28/07/24
La inauguración de los Juegos olímpicos desató un escándalo por una escenificación que guardó gran parecido a La Última Cena. La Iglesia de Francia y el mundo, así como el comité olímpico y el director artístico se han pronunciado
La escena ofendió a los cristianos de todo el mundo. Y con razón: la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de 2024, que tuvo lugar en París el viernes 26 de julio, contó con un retablo que se parecía mucho a una parodia de la Última Cena.
Esta escenificación suscitó, al día siguiente, la reacción de la Conferencia Episcopal Francesa, que deploró «las escenas de escarnio y burla del cristianismo» y provocó la solidaridad de miembros de otras confesiones religiosas, escandalizados por la falta de respeto a la religión y a lo sagrado.
«Nuestros pensamientos están con todos los cristianos de todos los continentes que se han sentido heridos por el ultraje y la provocación de ciertas escenas. Queremos que comprendan que la celebración olímpica va mucho más allá de los prejuicios ideológicos de algunos artistas», declararon los obispos franceses.
Comité olímpico y director artístico hacen declaraciones
Ante el alcance de la polémica en Francia y en el extranjero, el Comité Olímpico Internacional (COI) se vio obligado a pedir disculpas a través de Anne Descamps, directora de comunicación de París 2024:
«Está claro que nuestra intención no era faltar al respeto a ningún grupo religioso. Al contrario, nuestra intención era mostrar tolerancia y comunión. Si alguien se ha sentido ofendido, le pedimos disculpas», declaró la Directora de Comunicación en una rueda de prensa celebrada el domingo 28 de julio.
El director artístico de la ceremonia, Thomas Jolly, rechazó las críticas el domingo, argumentando que La Última Cena no fue su inspiración, sino que se trataba de una escena de los dioses del Olimpo y descartó haberse burlado.
«La idea era crear una gran fiesta pagana vinculada a los dioses del Olimpo. Nunca encontrarán en mí o en mi obra ningún deseo de burlarse o denigrar a nadie. Quería crear una ceremonia que reparara y reconciliara».
Reacciones de la Iglesia en Francia
El obispo delegado para los Juegos Olímpicos, Mons. Emmanuel Gobilliard, pide que se apacigüen los ánimos, sobre todo de los atletas. «Nos han herido profundamente. El espíritu olímpico, que es un espíritu unificador, un espíritu de paz, ha sido herido y lo que se ha creado, sea cual sea la intención de las personas que lo hicieron, es división», lamentó. «He tenido noticias de atletas que se han sentido heridos por esta secuencia, y que ahora piden poder concentrarse en sus pruebas. Mi misión es acoger su petición de apaciguamiento y ofrecerles apoyo espiritual durante sus pruebas».
«Para nosotros, la paz es Cristo»
«Redescubramos algo del reino de la paz, que es lo que los católicos tienen en común con el olimpismo. Para nosotros, la paz es Cristo», subrayó Mons. Gobilliard, instándonos a no fomentar un espíritu de oposición.
En Francia, algunos obispos celebraron Misa el domingo 28 de julio en desagravio por esta parodia blasfema.
Reacciones en el mundo
Mons. Donald Hying, obispo de Madison (Estados Unidos), fue uno de los primeros en reaccionar así: «En reparación por la blasfemia de París, ayunemos y recemos, renovando nuestra devoción a la Eucaristía, al Sagrado Corazón y a la Virgen María. Que Jesús sea adorado y amado en todos los sagrarios del mundo. Gracias Señor por la Eucaristía y la Última Cena, por tu amor por nosotros».
Monseñor José Ignacio Munilla, también criticó los hechos y llamo a hacer actos de reparación en su homilía y redes sociales.
Tras el rezo del Ángelus, el Papa Francisco calificó de «escándalo» el comercio de armas «que contradice el espíritu de fraternidad de los Juegos Olímpicos que apenas han comenzado», pero no comentó la ceremonia de apertura.
Te puede interesar : Tres actitudes para vivir la Misa, explica el Papa Francisco
Te puede interesar : (VIDEO) Esto dicen los Papas sobre el deporte
Te puede interesar : ¿Sabes lo que es un acto de desagravio?
Si hubieras estado aquí
Santo Evangelio según san Juan 11, 19-27. Santa Marta
Por: Redacción | Fuente: Catholic.net
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, tu resurrección es la prueba más grande de que el amor puede triunfar en el mundo y en mi vida. Tú me enseñas que el amor es más fuerte y que contigo es siempre posible volver a empezar y trabajar por un mundo basado en la caridad. Ilumina mi oración para vivir este día, y toda mi vida, de cara a la eternidad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 11, 19-27
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para consolarlas por la muerte de su hermano Lázaro. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas». Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta respondió: «Ya sé que resucitará en la resurrección del último día». Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y crea en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?». Ella contestó: «Sí, Señor. Creo firmemente que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Decía santo Tomás de Aquino: «Tan sólo un necio trata de consolar a una madre ante su hijo muerto». Estas palabras surgen como fruto directo de la contemplación de este pasaje en el que Jesús, frente al sepulcro de su amigo Lázaro, derrama unas de las pocas lágrimas que aparecen expresamente en el evangelio.
Jesús es consciente del valor de la vida frente a la eternidad y la muerte. Sabe que el alma de Lázaro reposa esperando, como la del resto de los hombres, el momento sublime de la redención. Sin embargo, Jesús también es un hombre. Lo que en un primer momento no le cuesta aplazar cuatro días, más tarde se transformará en lágrimas y llanto: la contemplación del sepulcro de su amigo.
El regreso a la vida de Lázaro es un anticipo, una profecía, de lo que será en el futuro la resurrección de los muertos. Los amigos de Jesús, sus íntimos, sus más queridos, volverán a la vida ante el asombro de sus enemigos y las miradas mezquinas de los que en vida no acogieron a Jesús en su corazón.
Pidamos a Cristo en este día que guarde un puesto para nosotros en su corazón. Digámosle con todo nuestro ánimo que queremos ser sus amigos y sus íntimos.
Jesús, Tú me amas tanto que, con tal de salvarme, venciste el miedo al sufrimiento y a la muerte. Yo también, Jesús, quiero vivir así, sin temer a la renuncia o el desprendimiento, con tal de vivir en tu gracia y así poder acercar a otros a tu amor, especialmente a aquellos miembros de mi familia que se encuentran alejados de tu amor.
.«Toda la revelación divina es fruto del diálogo entre Dios y su pueblo, y también la fe en la Resurrección está unida a este diálogo, que acompaña el camino del Pueblo de Dios en la historia. No hay que maravillarse de que un misterio tan grande, tan decisivo, tan sobrehumano como el de la Resurrección haya requerido todo el recorrido, todo el tiempo necesario hasta Jesucristo. Él puede decir: ‘Yo soy la resurrección y la vida’ porque en él ese misterio no sólo se revela plenamente, sino que se cumple, sucede, por primera y definitiva vez se convierte en realidad. Estamos llamados a estar primero ante la cruz de Jesús, pero también a escuchar su último grito y su último suspiro, así como el silencio que se prolonga durante todo el Sábado Santo. Y después estamos llamados a ir a la tumba, para ver que la gran piedra se ha abierto, para escuchar el anuncio: ‘Ha resucitado, no está aquí’. Allí está la respuesta. Allí está el fundamento, la roca. No en ‘discursos persuasores de sabiduría, sino en la palabra viva de la cruz y la resurrección de Jesús».
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Visitar a esa persona enferma o solitaria que sé que nadie visita, para darle ánimo.
Despedida
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Sabías que Jesús tuvo tres amigos a los que amaba mucho?
Renata Sedmakova | Shutterstock
En las relaciones humanas, todos tenemos más afinidad con ciertas personas, ya sea porque congeniamos en costumbres, gustos, formación religiosa o cualquier otro motivo; pero siempre existirá alguien con quien sentiremos una conexión tan fuerte que querremos como a nuestra propia familia.
Lázaro, Marta y María
Jesús tuvo unos amigos muy especiales: la familia de Lázaro, Marta y María, quienes vivían en Betania. Era tan profundo el cariño que se profesaban, que el Evangelio de Juan dedica todo el capítulo a un evento ocurrido con ellos:
Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta. María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, el que tú amas, está enfermo» (Jn 11, 1-3).
Juan sabía cuánto era el cariño de Jesús por estos hermanos, pues continuamente estaban de visita con ellos. Por eso se entiende que narre el milagro que el Maestro se permitió realizar con Lázaro y no acudir en cuanto lo llamaron sus amigas.
Además, se entiende también que, cuando murió Lázaro, Marta recriminó cariñosamente a Jesús, por la gran confianza que había entre ellos.
«Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas»» (Jn 11, 20-22).
Luego, llamó a María. Ella llegó para reclamarle en el mismo tono que su hermana. Cuando María comenzó a llorar, el Señor se conmovió mucho y, turbado preguntó:
«¿Dónde lo pusieron?». Le respondieron: «Ven, Señor, y lo verás». Y Jesús lloró. Los judíos dijeron: «¡Cómo lo amaba!» (Jn 11, 34-36).
Nuestra relación con Jesús
Este bello Evangelio nos descubre el lado humano de Jesús. Buscó amigos, y tuvo muchos, pero sintiendo gran predilección por estos tres hermanos, se dejó consentir por ellos durante su vida terrena.