John 10:1-10

Amigos, el Evangelio de hoy nos presenta nuevamente la imagen de Jesús como pastor que guía las ovejas.

Qué maravilloso y extraño que el cristianismo no sea un conjunto de ideas. No es una filosofía o una ideología. Es una relación con alguien que tiene voz. Los primeros discípulos tuvieron el privilegio de escuchar la voz del Jesús histórico. Escucharon su tono y textura muy particular.

Pero también escuchamos su voz, a nuestra manera, especialmente cuando las Escrituras son proclamadas en la Misa. No solo leemos la Biblia; escuchamos la Biblia. También podemos escuchar la voz de Jesús a través de las enseñanzas de los obispos y los Papas. También podemos escuchar la voz de Jesús en nuestra conciencia, lo que John Henry Newman llamó “el Vicario aborigen de Cristo en el alma”. También podemos escuchar la voz de Jesús en los buenos amigos espirituales, en aquellas personas que nos consuelan y nos desafían y siguen llamándonos hacia ideales más elevados y los que nos animan cuando caemos.

Escuchamos la voz de Jesús porque nos está conduciendo a una vida renovada y transformada con Dios.

Agapito I, Santo

LVII Papa, 22 de abril

Por: n/a | Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa

LVII Papa

Martirologio Romano: En Constantinopla, nacimiento para el cielo de san Agapito I, papa, que trabajó enérgicamente para que los obispos fuesen elegidos libremente por el clero de la ciudad y se respetase la dignidad de la Iglesia. Enviado a Constantinopla por Teodorico, rey de los ostrogodos, ante el emperador Justiniano confesó la fe ortodoxa, ordenó a Menas como obispo de aquella ciudad y descansó en paz (536).

Etimológicamente: Agapito = Aquel que es amable, es de origen griego.

Breve Biografía

Papa del 535 al 536.

Su fecha de nacimiento es incierta; murió el 22 de abril del 536.

Fue hijo de Gordianus, un sacerdote Romano que había sido liquidado durante los disturbios en los días del Papa Symmachus.

Su primer acto oficial fue quemar en presencia de la asamblea del clero, el anatema que Bonifacio II había pronunciado en contra de Dioscurus, su último rival, ordenando fuera preservado en los archivos Romanos.

El confirmó el decreto del concilio sostenido en Cartago, después de la liberación de África, de la yunta de Vándalo, según los convertidos del Arrianismo, fueron declarados inelegibles a las Santas Ordenes y aquellos ya ordenados, fueron admitidos meramente para dar la comunión.

Aceptó una apelación de Contumeliosus, Obispo de Riez, a quien un concilio en Marsella había condenado por inmoralidad, ordenando a San Caesarius de Aries otorgar al acusado un nuevo juicio ante los delegados papales. Mientras tanto, Belisarius, después de la sencilla conquista de Sicilia, se preparaba para una invasión de Italia.

El rey Gótico, Theodehad, como último recurso, mendigó al viejo pontífice proceder a Constantinopla y traer su influencia para lidiar con el Emperador Justiniano.

Para pagar los costos de la embajada, Agapito se vio obligado a prometer las naves sagradas de la Iglesia de Roma.

Se embarcó en pleno invierno con cinco obispos y un séquito imponente. En febrero del 536, apareció en la capital del Este y fue recibido con todos los honores que convienen a la cabeza de la Iglesia Católica.

Como él había previsto sin duda, el objeto aparente de su visita fue condenado al fracaso. Justiniano no podría ser desviado de su resolución para restablecer los derechos del Imperio en Italia. Pero desde el punto de vista eclesiástico, la visita del Papa a Constantinopla marcó un triunfo escasamente menos memorable que las campañas de Belisario.

El entonces ocupante de la Sede Bizantino era un cierto Anthimus, quien sin la autoridad de los cánones había dejado su sede episcopal en Trebizond, para unir el cripto-Monophysites que, en unión con la Emperatriz Teodora, intrigaban para socavar la autoridad del Concilio de Calcedonia.

Contra las protestas del ortodoxo, la Emperatriz finalmente sentó a Anthimus en la silla patriarcal.

No bien hubo llegado el Papa, la mayoría prominente del clero mostró cargos en contra del nuevo patriarca, como un intruso y un herético. Agapito le ordenó hacer una profesión escrita de la fe y volver a su sede abandonada; sobre su negativa, rechazó tener cualquier relación con él.

Esto enfadó al Emperador, que había sido engañado por su esposa en cuanto a la ortodoxia de su favorito, llegando al punto de amenazar al Papa con el destierro. Agapito contestó con el espíritu: “Con anhelo ansioso vengo a mirar hacia el Emperador Cristiano Justiniano.

En su lugar encuentro a un Dioclesiano, cuyas amenazas, sin embargo, no me aterrorizan.” Este atrevido idioma hizo que Justiniano tomara una pausa; siendo convencido finalmente de que Anthimus era poco sólido en la fe, no hizo ninguna objeción al Papa en ejercitar la plenitud de sus poderes a deponer y suspender al intruso, y, por primera vez en la historia de la Iglesia, consagrar personalmente a su sucesor legalmente elegido, Mennas.

Este memorable ejercicio de la prerrogativa papal no se olvidó pronto por los Orientales, que, junto con los Latinos, lo veneran como un santo.

Para purificarlo de cualquier sospecha de ayudar a la herejía, Justiniano entregó al Papa una confesión escrita de la fe, que el último aceptó con la juiciosa cláusula, “aunque no pudiera admitir en un laico el derecho de enseñar la religión, observaron con placer que el afán del Emperador estaba en perfecto acuerdo con las decisiones de los Padres”.

Poco después Agapito cayó enfermo y murió, después de un glorioso reinado de diez meses. Sus restos fueron introducidos en un ataúd y dirigidos a Roma, siendo depositados en San Pedro.

Yo soy la puerta de las ovejas

Santo Evangelio según San Juan 10, 1-10. Lunes IV de Pascua.

Por: Redacción | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Dios mío, ayúdame a escucharte en este rato de oración, porque Tú me das vida, y en abundancia. Concédeme amarte más a ti que a mí mismo, dame la gracia de saber entrar por la puerta que me señalas y que en definitiva seas Tú realmente el Señor de mi vida entera.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10

En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas.

A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera.

Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba. Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Pronunciar el nombre de Cristo, escucharle y reconocerle en nuestro interior, sólo nace de las almas que verdaderamente han hecho esa experiencia amorosa con Él. Una experiencia que no se reduce a un simple recitar de oraciones, o a un compromiso obligatorio dominical, sino que más bien se eleva a un contacto frecuente e íntimo con el Señor en la oración de todos los días, en el trabajo cotidiano, e incluso, en los sufrimientos que podamos padecer y ofrecer por amor a Él.

Las personas que buscan la verdadera fuente de la felicidad en Cristo, saben que solamente en su interior, donde Dios se hace paz, alegría, serenidad, gozo, se encuentra la verdadera e íntima amistad con Él. Son esas ovejas que entran por la puerta de la renuncia y del sacrificio, que escuchan el llamado personal del Buen Pastor, y que le siguen por los caminos por donde Él las lleva, siempre con la única finalidad y deseo de estar con Él delectándose con su dulce compañía.

La parábola del Buen Pastor me permite recordar que Tú eres quien debe guiar mi vida. Buscas mi bien y por eso me invitas a entrar por la puerta de la fe, para que pueda realmente tener un encuentro personal contigo en la oración y mi vida sacramental. Ayúdame a nunca temer, que me atreva a abrir, entrar y recorrer el camino que me señalas, porque es el camino a la felicidad.

«A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar. Sean los primeros en tratar de hacer el bien, de no habituarse al mal, sino a vencerlo con el bien. La Iglesia los acompaña ofreciéndoles el don precioso de la fe, de Jesucristo, que ha “venido para que tengan vida y la tengan abundante”».

(Homilía de S.S. Francisco, 25 de julio de 2013).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

No dejar que la esperanza se apague, confiar en Dios y hacer lo que corresponda para construir una sociedad más justa y caritativa

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Sotero y Cayo, dos impulsores de la Iglesia en sus inicios

Agata Stele | ALETEIA

Dolors Massot – publicado el 21/04/22 – actualizado el 20/04/24

Estos papas santos promovieron la expansión del cristianismo defendiendo la verdad que mostró Jesús hasta entregar la vida

San Sotero nació en la Campania (sur de Italia). Fue elegido Papa en el año 165.

Ordenó a muchos diáconos, sacerdotes y obispos y promovió la expansión de la Iglesia. Dictó leyes sobre el papel de las mujeres en la Iglesia y luchó contra las herejías de la época.

Entre ellas, condenó el montanismo, que era rigorista y afirmaba que los pecados no podían ser perdonados. Sotero predicaba la esperanza en Cristo, el perdón y la alegría del cristiano.

San Sotero destacó por su caridad con los más necesitados. Pedía a las iglesias más ricas para dárselo a las que carecían de medios.

El emperador Marco Aurelio persiguió duramente a los cristianos en ese tiempo y parece que el mismo san Sotero murió mártir el 22 de abril del 175.

Cayo

San Cayo vivió un siglo más tarde. Fue elegido Papa el año 283. Promovió las dos escuelas de Teología más importantes de Oriente: Alejandría y Antioquía.

En algunas temporadas de persecución, el Pontífice tuvo que ocultarse en las Catacumbas de San Calixto y desde allí seguía animando a los cristianos.

Como ocurre con san Sotero, se cree -pero no hay certeza histórica- que san Cayo pudo morir mártir en el año 296.

Oración

Pastor eterno:
Sé benevolente con tu rebaño,
y protégelo siempre por tus bienaventurados mártires y papas Sotero y Cayo,
a quienes constituiste pastores de toda la Iglesia. 
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.