Hechos de los Apóstoles 2:14a.36-41 / 1 Pedro 2:20b-25 / Juan 10:1-10

Ante el asombro de los judíos presentes en Jerusalén, al oír que los discípulos de Cristo hablaban en diversas lenguas, Pedro les explica lo que significaba aquel fenómeno. Y lo hace, citando salmos de la Escritura, que ya predecían lo que estaban viendo.

Y, para animarlos a la conversión, afirma que ya lo anunciaba el S. 109: “Dice el Señor a mi Señor, se sienta a mi derecha”, y también el S. 16, que dice:”No dejaréis que el tu santo conozca la corrupción”. Y es esto lo que sucedió a Jesús, que Dios le ensalzó a su derecha, y ahora, no hay otro nombre en el que exista la salvación. Y ahora nos ha derramado su Espíritu.

En estas palabras tenemos resumida toda la argumentación de la predicación apostólica, apoyada en la Escritura. Y esto puede sorprendernos a nosotros, acostumbrados a usar argumentos racionales. Pero es necesario saber que, para la tradición judía, las afirmaciones de la fe tienen como primeros, los argumentos de la tradición revelada, aceptada como Palabra de Dios. Y así lo encontraremos en todas las páginas del Evangelio, donde el mismo Jesús argumenta siempre con textos de la Escritura, sea en las tentaciones en el desierto, o en respuesta a la sinagoga de Nazaret, y en las argumentaciones en las polémicas con los judíos.

Hoy encontramos un tema, que sirve de base a la predicación: La puerta del corral. Primero dice que, quien entra por la puerta es el pastor, mientras que quien entra por otro lugar, se ladra o bandolero. Las ovejas sólo reconocen la voz del pastor, porque éste les habla un lenguaje conocido: las Escrituras. Y, todavía, hace Jesús una afirmación más atrevida: «Yo soy la puerta».

Es decir, yo soy la verdadera interpretación de la Escritura. Los predicadores anteriores, no lo eran. Sólo he venido a completar la Ley, a descubrir toda la profundidad y la verdad, que no es otra que la voluntad de Dios. Antes de mí habían cosificado la Ley, se habían quedado en la corteza. Habían cargado pesos pesados que nadie podía soportar. Yo, en cambio, he venido a liberárselo. Venga a decirles que mi carga es ligera y le hace libres. Porque el amor, que es el corazón de la Ley, le hace actuar libremente, no le hace siervos, sino hijos. Y esto es agradable, sin embargo, mucho más exigente que cumplir unas normas. De ahí que, los anteriores que antes os predicaban, eran ladrones y bandoleros, a los que no importaban las ovejas, y les arrebataban la vida, las hacían esclavas. Yo, en cambio, os hago libres, porque os llevo a prados deliciosos, y al reposo junto al agua, donde yo les doy la vida. Porque sólo el que ama tiene vida plena, y ésta es la que yo le doy. Pero, así como yo he dado la vida por amor, libremente, así también, quien me siga debe estar dispuesto a cargar su cruz ya dar también la vida por mí, para que la salve. Tal como yo he dado la vida, y el Padre me ha resucitado, y me ha ensalzado a su derecha, y me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. He entregado mi cuerpo mortal, pero he recibido uno inmortal, he dejado la tierra, pero he ganado el cielo, era como huérfano en este mundo, y ahora he recibido el título de Hijo amado, y me he sentado en el trono, a su derecha.

Ahora, he sido constituido la piedra fundamental de un edificio, y todo aquel que se una a mí, formará un edificio espiritual, un templo del Espíritu, la morada de Dios, donde Dios será glorificado.

Felices, pues, quienes siguen la voz del Bon Pastor, porque él los conducirá a las fuentes del agua de la vida eterna.

José Obrero, Santo

Memoria Litúrgica, 1 de mayo

El carpintero de Nazaret

Martirologio Romano: San José Obrero, el carpintero de Nazaret, que con su laboriosidad proveyó la subsistencia de María y de Jesús e inició al Hijo de Dios en los trabajos de los hombres. Por esta razón, en el día de hoy, en que se celebra la fiesta del trabajo en muchas partes del mundo, todos los obreros cristianos honran a san José como modelo y patrono suyo.

Breve Semblanza

Se cristianizó una fiesta que había sido hasta el momento la ocasión anual del trabajador para manifestar sus reivindicaciones, su descontento y hasta sus anhelos. Fácilmente en las grandes ciudades se observaba un paro general y con no menos frecuencia se podían observar las consecuencias sociales que llevan consigo la envidia, el odio y las bajas pasiones repetidamente soliviantadas por los agitadores de turno. En nuestro occidente se aprovechaba también ese momento para lanzar reiteradas calumnias contra la Iglesia que era presentada como fuerza aliada con el capitalismo y consecuentemente como el enemigo de los trabajadores.

Fue después de la época de la industrialización cuando toma cuerpo la fiesta del trabajo. Las grandes masas obreras han salido perjudicadas con el cambio y aparecen extensas masas de proletarios. También hay otros elementos que ayudan a echar leña al fuego del odio: la propaganda socialista-comunista de la lucha de clases.

Era entonces una fiesta basada en el odio de clases con el ingrediente del odio a la religión. Calumnia dicha por los que, en su injusticia, quizá tengan vergüenza de que en otro tiempo fuera la Iglesia la que se ocupó de prestar asistencia a sus antepasados en la cama del hospital en que murieron; o quizá lanzaron esas afirmaciones aquellos que un tanto frágiles de memoria olvidaron que los cuidados de la enseñanza primera los recibieron de unas monjas que no les cobraban a sus padres ni la comida que recibían por caridad; o posiblemente repetían lo que oían a otros sin enterarse de que son la Iglesia aquellas y aquellos que, sin esperar ningún tipo de aplauso humano, queman sus vidas ayudando en todos los campos que pueden a los que aún son más desafortunados en el ancho mundo, como Calcuta, territorios africanos pandemiados de sida, o tierras americanas plenas de abandono y de miseria; allí estuvieron y están, dando del amor que disfrutan, ayudando con lo que tienen y con lo que otros les dan, consolando lo que pueden y siendo testigos del que enseñó que el amor al hombre era la única regla a observar. Y son bien conscientes de que han sido siempre y son hoy los débiles los que están en el punto próximo de mira de la Iglesia. Quizá sean inconscientes, pero el resultado obvio es que su mala propaganda daña a quien hace el bien, aunque con defectos, y, desde luego, deseando mejorar.

El día 1 de Mayo del año 1955, el Papa Pío XII, instituyó la fiesta de San José Obrero. Una fiesta bien distinta que ha de celebrarse desde el punto de partida del amor a Dios y de ahí pasar a la vigilancia por la responsabilidad de todos y de cada uno al amplísimo y complejo mundo de la relación con el prójimo basada en el amor: desde el trabajador al empresario y del trabajo al capital, pasando por poner de relieve y bien manifiesta la dignidad del trabajo -don de Dios- y del trabajador -imagen de Dios-, los derechos a una vivienda digna, a formar familia, al salario justo para alimentarla y a la asistencia social para atenderla, al ocio y a practicar la religión que su conciencia le dicte; además, se recuerda la responsabilidad de los sindicatos para logro de mejoras sociales de los distintos grupos, habida cuenta de las exigencias del bien de toda la colectividad y se aviva también la responsabilidad política del gobernante.

Todo esto incluye ¡y mucho más! la doctrina social de la Iglesia porque se toca al hombre al que ella debe anunciar el Evangelio y llevarle la Salvación; así mantuvo siempre su voz la Iglesia y quien tenga voluntad y ojos limpios lo puede leer sin tapujos ni retoques en Rerum novarum, Mater et magistra, Populorum progressio, Laborem exercens, Solicitudo rei socialis, entre otros documentos. Dar doctrina, enseñar donde está la justicia y señalar los límites de la moral; recordar la prioridad del hombre sobre el trabajo, el derecho a un puesto en el tajo común, animar a la revisión de comportamientos abusivos y atentatorios contra la dignidad humana… es su cometido para bien de toda la humanidad; y son principios aplicables al campo y a la industria, al comercio y a la universidad, a la labor manual y a la alta investigación científica, es decir, a todo el variadísimo campo donde se desarrolle la actividad humana.

Nada más natural que fuera el titular de la nueva fiesta cristiana José, esposo de María y padre en funciones de Jesús, el trabajador que no lo tuvo nada fácil a pesar de la nobilísima misión recibida de Dios para la Salvación definitiva y completa de todo hombre; es uno más del pueblo, el trabajador nato que entendió de carencias, supo de estrecheces en su familia y las llevó con dignidad, sufrió emigración forzada, conoció el cansancio del cuerpo por su esfuerzo, sacó adelante su responsabilidad familiar; es decir, vivió como vive cualquier trabajador y probablemente tuvo dificultades laborales mayores que muchos de ellos; se le conoce en su tiempo como José «el artesano» y a Jesús se le da el nombre descriptivo de «el hijo del artesano». Y, por si fuera poco, los designios de Dios cubrían todo su compromiso.

Fiesta sugiere honra a Dios, descanso y regocijo. Pues, ánimo. Honremos a Dios santificando el trabajo diario con el que nos ganamos el pan, descansemos hoy de la labor y disfrutemos la alegría que conlleva compartir lo nuestro con los demás.

La voz del Pastor

Santo Evangelio según san Juan 10, 1-10. Lunes IV de Pascua

Por: Rubén Tornero, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, gracias por este momento que me regalas para estar en tu presencia. Tú me conoces. Sabes qué es lo que más necesito en este momento. Tú me has creado. Sueñas con mi amor. Cada vez que me miras aquí, delante de ti, tu Corazón se inflama de amor y de gusto por verme. Te gusta cuando estoy así, cuando te abro mi corazón y dejo de lado todos los tapujos y formalismos. Me amas, Jesús, como soy. Ayúdame a corresponderte con mi amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”. Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Jesús, hoy me dices que tus ovejas escuchan tu voz, la reconocen y la siguen. Te pido, amado Jesús, que me ayudes a escuchar tu voz.

Hoy día, en el mundo, hay tanto ruido que me impide escuchar tu voz; son tantas las voces que se levantan a mi alrededor pidiendo que las siga: mi soberbia, mi vanidad, mi orgullo… ¿Cuáles son las voces que me acechan?, ¿sé reconocerlas y diferenciarlas de tu voz, Jesús?

¡Ayúdame, Jesús, a conocer tan bien tu voz, que sea capaz de diferenciarla de todas las otras voces!

También son muchos los ladrones que intentan imitar tu voz prometiéndome una vida más cómoda; los lobos con piel de oveja que intentan atemorizarme con sus dientes; los «verdes pastos» sintéticos de una felicidad superficial y pasajera que, lejos de calmar mi hambre, me dejan vacío y enfermo por dentro.

Son muchos los peligros que me circundan Jesús, sin embargo, no debo temer, pues Tú has venido para que yo tenga vida y la tenga en abundancia.

Quiero reconocer tu voz, Jesús, para ello, tengo que estar cerca de ti, tengo que ser una oveja con el olor a su pastor. ¡No permitas que me separe de ti! Dame la gracia y la fuerza que necesito para poder seguirte hasta el final.

«Jesús es la puerta que nos hace entrar y salir. ¡Porque el rebaño de Dios es un refugio, no una prisión! La casa de Dios es un refugio, no una prisión, y la puerta se llama Jesús. Y si la puerta está cerrada, decimos: “¡Señor, abre la puerta!”. Jesús es la puerta y nos hace entrar y salir. Son los ladrones, los que tratan de evitar la puerta: es curioso, los ladrones siempre tratan de entrar por otro lado, por la ventana, por el tejado, pero evitan la puerta, porque tienen malas intenciones, y se meten en el rebaño para engañar a las ovejas y aprovecharse de ellas.

Nosotros debemos pasar por la puerta y escuchar la voz de Jesús: si escuchamos su tono de voz, estamos seguros, estamos salvados. Podemos entrar sin temor y salir sin peligro».

(Audiencia de S.S. Francisco, 18 de noviembre de 2015).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a dedicar 10 minutos de mi día a rezar pidiéndole a Dios que me ayude a reconocer su voz.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

San José, hombre de trabajo

Fiesta de San José Obrero. Todos los trabajadores están invitados hoy a mirar el ejemplo de este

Por: SS Juan Pablo II | Fuente: Catholic.net

«Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor… Servid a Cristo Señor» ( Col 3, 23 s.).

¿Cómo no ver en estas palabras de la liturgia de hoy el programa y la síntesis de toda la existencia de San José, cuyo testimonio de generosa dedicación al trabajo propone la Iglesia a nuestra reflexión en este primer día de mayo? San José, «hombre justo», pasó gran parte de su vida trabajando junto al banco de carpintero, en un humilde pueblo de Palestina. Una existencia aparentemente igual que la de muchos otros hombres de su tiempo, comprometidos, como él, en el mismo duro trabajo. Y, sin embargo, una existencia tan singular y digna de admiración, que llevó a la Iglesia a proponerla como modelo ejemplar para todos los trabajadores del mundo.

¿Cuál es la razón de esta distinción? No resulta difícil reconocerla. Está en la orientación a Cristo, que sostuvo toda la fatiga de San José. La presencia en la casa de Nazaret del Verbo Encarnado, Hijo de Dios e Hijo de su esposa María, ofrecía a José el cotidiano por qué de volver a inclinarse sobre el banco de trabajo, a fin de sacar de su fatiga el sustento necesario para la familia. Realmente «todo lo que hizo», José lo hizo «para el Señor», y lo hizo «de corazón».

Todos los trabajadores están invitados hoy a mirar el ejemplo de este «hombre justo». La experiencia singular de San José se refleja, de algún modo, en la vida de cada uno de ellos. Efectivamente, por muy diverso que sea el trabajo a que se dedican, su actividad tiende siempre a satisfacer alguna necesidad humana, está orientada a servir al hombre. Por otra parte, el creyente sabe bien que Cristo ha querido ocultarse en todo ser humano, afirmando explícitamente que «todo lo que se hace por un hermano, incluso pequeño, es como si se le hiciese a Él mismo» (cf. Mt 25, 40). Por lo tanto, en todo trabajo es posible servir a Cristo, cumpliendo la recomendación de San Pablo e imitando el ejemplo de San José, custodio y servidor del Hijo de Dios.

Al dirigir hoy, primer día de mayo, un saludo cordialísimo a todos vosotros, (…), mi pensamiento va con todo afecto especialmente a los trabajadores presentes y, mediante ellos, a todos los trabajadores del mundo, exhortándoles a tomar renovada conciencia de la dignidad que les es propia: con su fatiga sirven a los hermanos: sirven al hombre y, en el hombre, a Cristo. Que San José les ayude a ver el trabajo en esta perspectiva, para valorar toda su nobleza y para que nunca les falten motivaciones fuertes a las que pueden recurrir en los momentos difíciles.

MAYO, MES CONSAGRADO A LA VIRGEN

Hoy comienza el mes que la piedad popular ha consagrado de modo especial al culto de la Virgen María. Al hablar de San José y de la casa de Nazaret, el pensamiento se dirige espontáneamente a Aquella que, en esa casa, fue durante años la esposa afectuosa y madre tiernísima, ejemplo incomparable de serena fortaleza y de confiado abandono. ¿Cómo no desear que la Virgen Santa entre también en nuestras casas, obteniendo con la fuerza de su intercesión materna -como dije en la Exhortación Apostólica «Familiaris consortio»- que «cada familia cristiana pueda llegar a ser verdaderamente una ´pequeña Iglesia´, en la que se refleje y reviva el misterio de la Iglesia de Cristo» (n. 86)?

Para que esto suceda, es necesario que en las familias florezca de nuevo la devoción a María, especialmente mediante el rezo del Rosario. El mes de mayo, que comienza hoy, puede ser la ocasión oportuna para reanudar esta hermosa práctica que tantos frutos de compromiso generoso y de consuelo espiritual ha dado a las generaciones cristianas, durante siglos. Que vuelva a las manos de los cristianos el rosario y se intensifique, con su ayuda, el diálogo entre la tierra y el cielo, que es garantía de que persevere el diálogo entre los hombres mismos, hermanados bajo la mirada amorosa de la Madre común.

John 10:1-10

respondemos.

En el Evangelio de hoy Jesús nos dice: “Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí”. Nos dice que Él conoce íntimamente a quienes reúne, y que ellos lo conocen.

Un buen pastor puede reconocer claramente qué ovejas pertenecen a su rebaño, y las ovejas pueden distinguir la voz de su pastor del conjunto de voces y sonidos que las rodean.

¿Qué es lo que lleva a las personas a aceptar a Jesucristo? ¿Qué les atrae cuando leen las Escrituras o se acercan a los sacramentos? Podríamos decir que solo es la costumbre o tradición o el azar lo que los lleva a decir que sí, pero creo que está sucediendo algo mucho más profundo. Hay una relevancia cuando se escucha la voz de Cristo precisamente porque todo el mundo ha sido conectado a escucharla.

Esto no es diferente a la teoría de la bellota en el desarrollo personal. Cuando un niño encuentra lo que “debe” ser, de alguna manera, lo agarra y elige. Así es con la voz de Jesús. Nosotros, ovejas perdidas implícitamente la reconocemos y respondemos.

San José obrero, el perfil profesional del esposo de María

El patrono de todos los trabajadores guarda un secreto de Dios para ti

El 1 de mayo de 1955, el papa Pío XII declaró esa fecha como fiesta de san José Obrero. Era un modo de proclamar la unión de la Iglesia con el trabajo humano, con el que Dios bendijo al hombre desde su creación.

En el Génesis se lee: “El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara” (Gen 2, 15). Esto no incluye el cansancio y la fatiga, que son consecuencia del posterior pecado original.

El 1 de mayo es el Día Internacional de los Trabajadores. Esta fecha del movimiento obrero mundial arranca del 1 de mayo de 1886. Ese día 4​.200.000 trabajadores de Estados Unidos iniciaron una huelga para lograr la jornada laboral de 8 horas. Desde finales del XIX es la referencia anual para reivindicar mejoras laborales.

La fiesta de San José Obrero aporta un mensaje católico que no se basa en la lucha de clases ni la confrontación.

Es el mensaje del Evangelio canalizado en la figura de quien hizo de padre de Jesucristo en la tierra y sabemos que trabajó con sus manos, como carpintero, como artesano. San José es miembro de la Sagrada Familia y modelo de virtudes en el trabajo.

Santo patrón

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San José Obrero es patrono de todos los trabajadores.

Oración

Para el Año de San José, el papa Francisco escribió en la carta apostólica Patris corde:

“Un aspecto que caracteriza a san José y que se ha destacado desde la época de la primera Encíclica social, la Rerum novarum de León XIII, es su relación con el trabajo.

San José era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia.

De él, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo.

En nuestra época actual, en la que el trabajo parece haber vuelto a representar una urgente cuestión social y el desempleo alcanza a veces niveles impresionantes, aun en aquellas naciones en las que durante décadas se ha experimentado un cierto bienestar, es necesario, con una conciencia renovada, comprender el significado del trabajo que da dignidad y del que nuestro santo es un patrono ejemplar.

El trabajo se convierte en participación en la obra misma de la salvación, en oportunidad para acelerar el advenimiento del Reino, para desarrollar las propias potencialidades y cualidades, poniéndolas al servicio de la sociedad y de la comunión.

El trabajo se convierte en ocasión de realización no sólo para uno mismo, sino sobre todo para ese núcleo original de la sociedad que es la familia.

Una familia que carece de trabajo está más expuesta a dificultades, tensiones, fracturas e incluso a la desesperada y desesperante tentación de la disolución.

¿Cómo podríamos hablar de dignidad humana sin comprometernos para que todos y cada uno tengan la posibilidad de un sustento digno?

La persona que trabaja, cualquiera que sea su tarea, colabora con Dios mismo, se convierte un poco en creador del mundo que nos rodea.

La crisis de nuestro tiempo, que es una crisis económica, social, cultural y espiritual, puede representar para todos un llamado a redescubrir el significado, la importancia y la necesidad del trabajo para dar lugar a una nueva ‘normalidad’ en la que nadie quede excluido.

La obra de san José nos recuerda que el mismo Dios hecho hombre no desdeñó el trabajo.

La pérdida de trabajo que afecta a tantos hermanos y hermanas, y que ha aumentado en los últimos tiempos debido a la pandemia de Covid-19, debe ser un llamado a revisar nuestras prioridades.

Imploremos a san José obrero para que encontremos caminos que nos lleven a decir: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!”.