Amigos, la declaración de Jesús que tenemos en el Evangelio de hoy es aterradora: “He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!”. Él está trayendo fuego, al igual que Dios cuando destruyó Sodoma y Gomorra.
Ahora bien, ¿qué sentido debemos dar a todo esto? ¿No es que aquellos ángeles en la mañana de la Navidad anunciaron que había venido el Príncipe de la Paz? Jesús es la Encarnación de Dios que no es más que amor, pero esta encarnación se lleva a cabo en medio de un mundo caído y pecador. Por lo tanto, aparecerá como algo amenazante, extraño y desagradable.
El mundo, en la lectura bíblica, es una familia disfuncional. Cuando Jesús viene al mundo, necesariamente viene a romper la paz, es una amenaza para la familia disfuncional. Ahora podemos comenzar a entender ese lenguaje extraño acerca de causar que tres se enfrenten a dos y dos contra tres.
Por eso Jesús quiere arrojar un fuego consumidor sobre la tierra. Él quiere quemar todo lo que se oponga al deseo de Dios por nosotros. Él tiene que despejar el terreno antes de construir algo nuevo. ¿Es esto doloroso? ¡Sí!
Jacinto de Polonia, Santo
Patrono de Polonia, 17 de agosto
Por: n/a | Fuente: Archidiócesis de Madrid
Patrono de Polonia
Martirologio Romano: En Cracovia, en Polonia, san Jacinto, presbítero de la Orden de Predicadores, que fue designado por santo Domingo para propagar la Orden en aquella nación y, teniendo por compañeros al beato Ceslao y a Enrique Germánico, predicó el Evangelio en Bohemia y Silesia (1257).
Fecha de canonización: 17 abr 1594 por el Papa Clemente VIII
Etimológicamente: Jacinto = Aquel que se parece a un Jacinto (tipo de flor), es de origen griego.
Breve Biografía
La Iglesia está en plena era feudal propia de la época. Los obispos y abades son grandes señores con mucho poder e influencia incluso en las decisiones políticas de los nobles y reyes. También un Francisco de Asís habla a las aves y un Domingo está convirtiendo herejes. Roma ha conseguido centralizar la disciplina y liturgia y se ve en la obligación de atender a todos los asuntos; hace mucho por arreglar las complicadas cosas de los reinos y algunas se escapan a su control.
Jacinto en hijo de los condes de Konskie; nació en el castillo de Lanka, fortaleza que domina la villa polaca de Gross-Stein. Estudió en Praga, hizo derecho en Bolonia y cursó teología en París. Con tal curriculum es nombrado canónigo de Cracovia.
Un viaje a Roma va a influir de modo decisivo en su vida. Iba a la Ciudad Eterna acompañando con otros clérigos a su tío Yvon Odrowaz, entonces obispo de Cracovia, para hacer visita reglamentaria al Papa; ésta es la ocasión para conocer a Santo Domingo de Guzmán que está allí cumpliendo encargos de Honorio III. El encuentro del buen obispo con el santo fundador tuvo lugar con ocasión de un milagro reciente. Y el motivo fue la súplica y el ruego esperanzado de conseguir religiosos misioneros para Cracovia que estaba necesitada de sacerdotes y de instrucción. No cuenta Domingo con predicadores polacoparlantes. Pero cuatro de los acompañantes del obispo polaco se muestran dispuestos a ser recibidos por el fundador entre los dominicos; como son ya sacerdotes, reciben una formación específica intensiva: corto noviciado, retoques de espíritu y ¡a predicar y fundar conventos!. Han aprendido unas normas sencillas: alabar a Dios, dar doctrina y estar dispuestos a sellar con su sangre su verdad.
Cracovia está situada en una planicie ondulada, bañada por el Vístula y cercada de bosques de pinos. La ciudad está defendida por fuertes murallas. El día de todos los santos del 1222 llegó Jacinto ya dominico y misionero. Se va haciendo conocer por los labriegos y artesanos. Tiene fama de taumaturgo. Construye un primer convento de madera y luego le llegan donaciones hasta que Cracovia se llega a convertir en cuna de predicadores del norte de Europa.
La frontera oriental limita con Prusia, aún un país pagano, semibárbaro e idólatra. Allí va Jacinto a ser su misionero. Y le sigue la fama de los milagros. Luego será la gran Rusia, con sus estepas heladas y desiertas, la que recorrerá Jacinto, llegando hasta Kiev. Por aquellas tierras sí que conocen las gentes a Jesús; pero son cismáticos quienes han predicado el Evangelio. La Iglesia católica occidental que obedece a Roma no tiene nada que hacer; pero una curación milagrosa de la ceguera de la hija del príncipe Wladimiro le abre la posibilidad de fundar el primer monasterio occidental en Rusia.
Vienen las invasiones tártaras con Batou, hijo de Gengis-Kan, al frente de sus implacables y demoledoras huestes que llegaron a las mismas puertas de Hungría, Polonia y Austria, haciendo temblar a todo el occidente; hicieron que Jacinto hubiera de interrumpir sus quehaceres apostólicos y replegarse al interior del continente hasta que pudiera volverse a reemprender la siembra.
La leyenda áurea lo hace fundador de conventos en Noruega, Suecia, Finlandia, Escocia, Irlanda, Bulgaria, Hungría y no se sabe por cuántos sitios más. No se dispone de datos históricos con los que puedan apoyarse todas estas correrías del santo. Más bien parece que son producto de la imaginación o que intentan afirmar que fueron sus inmediatos discípulos quienes llegaron a hacer lo que materialmente él no pudo.
Muere Jacinto (o Jacek, como debió ser su genuino nombre) en su convento de Cracovia, el 15 de Agosto de 1257, dejando sembrada Polonia de innumerables conventos y de frailes. No extraña por ello que los polacos lo tengan como patrón principal. Hizo irradiar el Evangelio hasta los confines de Europa con éxitos apostólicos en ocasiones no muy duraderos, pero que afianzaban la fe en su patria, siempre que la proyectaba hacia el exterior de sus fronteras.
El fuego de la vida
Santo Evangelio según San Lucas 12, 49-53. 20º domingo de Tiempo Ordinario,
Por: H. Jorge Alberto Leaños García, L.C. | Fuente: missionkits.org
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según Lucas 12, 49-53
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuanto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y cómo me angustio mientras llega! ¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La sangre que Cristo derramó sobre la cruz provocó un incendio en el que tantos corazones se han encendido y consumido con un fuego abrazador. Este suceso ha hecho un quiebre total en la historia de la humanidad y en la vida de cada hombre. Es Dios quien ha traído fuego al mundo a un precio que solo Él podía pagar.
Tenemos una oportunidad de oro para ser colaboradores al transmitir la conciencia de lo que somos por pura gracia: Su creación más amada. Nuestra parte será transmitir y propagar el fuego que llevamos dentro; si lo alimentamos, podremos satisfacer el deseo que lleva Cristo en su interior: Ojalá el mundo ya estuviese ardiendo en amor.
Estemos atentos, porque el fuego que hemos recibido se puede ahogar si nos encerramos en nosotros mismos y no lo transmitimos. Seremos tibios si, no encontrando una buena razón para compartirlo, nos guardamos este don. Sería una pena que poco a poco se fuese apagando.
Si aprendemos a valorar lo que Dios nos ha donado podremos convencernos de que dejarnos quemar por el amor es la razón por la cual hemos nacido: para amar y ser amados. La invitación que Cristo nos hace es amar apasionadamente hasta que los latidos de nuestro corazón no solo le den vida a nuestro cuerpo, sino que den vida a toda nuestra familia y a toda la Iglesia.
Toda celebración eucarística a la vez que constituye un acto de culto público a Dios, recuerda la vida y hechos concretos de nuestra existencia. Mientras nos nutrimos con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, nos asimilamos a Él, recibimos en nosotros su amor, no para retenerlo celosamente, sino para compartirlo con los demás. Esta lógica está inscrita en la eucaristía, recibimos su amor en nosotros y lo compartimos con los demás. Esta es la lógica eucarística. En ella, de hecho, contemplamos a Jesús como pan partido y donado, sangre derramada por nuestra salvación. Es una presencia que, como un fuego, quema en nosotros las actitudes egoístas, nos purifica de la tendencia a dar sólo cuando hemos recibido, y enciende el deseo de hacernos, también nosotros, en unión con Jesús, pan partido y sangre derramada por los hermanos.
(Homilía de S.S. Francisco, de 201).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré compartir con alguien una experiencia concreta del amor de Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Santa Beatriz de Silva, fundadora de las concepcionistas

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Descubrimos la historia de una dama de la corte encerrada en un baúl que fue salvada por la Virgen y cumplió su promesa de venerarla el resto de su vida
A menudo las grandes decisiones de la vida de las personas surgen de momentos clave en su existencia. En el caso de Beatriz de Silva fue el rocambolesco trance de sufrir un encierro en un baúl por orden de una reina demente del que salió fortalecida gracias a la Virgen María.
Beatriz de Silva era una joven perteneciente a la alta nobleza portuguesa que había nacido en Ceuta hacia 1424. Su abuelo Pedro de Meneses había sido el primer capitán de esta plaza mientras que su padre, Ruy Gómez de Silva, fue un destacado combatiente durante la toma de Ceuta. Casado con la hija de don Pedro, Isabel de Meneses, la pareja llegó a tener doce hijos que fueron educados en la fe cristiana. Beatriz vivió poco tiempo en Ceuta pues pronto su padre fue reconocido por el rey de Portugal nombrándolo alcalde de Campo Mayor.
Allí creció rodeada de sus hermanos y hermanas bajo la supervisión de sus tutores, miembros de la orden franciscana. Hasta que su destino la llevó a convertirse en una de las damas de la corte de Portugal. Era el año 1447 cuando la princesa Isabel de Portugal iba a emprender viaje a España para casarse con el rey viudo Juan II de Castilla y Beatriz fue llamada a formar parte del séquito de la futura reina castellana.
Los celos de la reina
Pronto Beatriz sufriría en sus propias carnes los trastornos mentales y los celos descontrolados de la reina Isabel. La joven dama, de apenas veintidós años, intentaba pasar desapercibida pero la obsesiva actitud de la soberana terminó por colocarla en el punto de mira.
En una velada en la corte, Isabel creyó ver una mirada seductora entre su esposo y Beatriz y, antes de analizar la situación montó en cólera contra la asustada dama que, sin saber muy bien por qué se encontró encerrada en un cofre bajo llave. En aquel lugar oscuro, sin alimento ni agua, permaneció tres largos días con sus noches. Sin poder moverse, angustiada al saber que era muy probable que solamente saliera de allí muerta, Beatriz consiguió no sucumbir a la desesperación gracias a la oración.
Liberada del encierro en el baúl
Ella misma aseguró que la Virgen fue quien la salvó, apareciéndose ante ella dándole consuelo y protección. Beatriz salió de aquel macabro encierro cuando un familiar suyo se percató de su larga ausencia y mandó buscarla. Una vez liberada, no se olvidó de la promesa que le había hecho a María.
Si salía viva, cumpliría con su voluntad de fundar una orden dedicada a la Concepción de la Virgen. Dado que la Inmaculada Concepción no se decretó como dogma hasta mediados del siglo XIX, Beatriz de Silva se convirtió en una de las primeras defensoras de la pureza de la madre de Dios, una cuestión que provocó durante mucho tiempo discursos a favor y en contra del hecho de que María naciera sin pecado original.
Después de aquel truculento episodio, Beatriz supo que no podría permanecer mucho más tiempo en la corte sin volver a caer bajo la locura de la reina, así que decidió marchar a Toledo donde encontró refugio en el Monasterio de Santo Domingo. Pero no tomó los hábitos.
Beatriz esperaba cumplir con una misión más importante en su vida, la promesa hecha a la Virgen. Una promesa que, sin embargo, no iba a ser fácil de cumplir puesto que la idea que tenía era la de crear una orden femenina sin estar vinculada a ninguna masculina y con una regla monástica pensada exclusivamente para mujeres.
La otra Isabel
Beatriz de Silva pasó muchos años esperando la ocasión propicia, hasta tres décadas de paciente espera. Hacia 1474, empezó a recibir la visita de la entonces reina de Castilla, hija de aquella Isabel que un día intentó terminar con su vida. Isabel I, que la historia conocería como la Reina Católica, se reunía siempre que podía con Beatriz y se interesó por su plan monástico.
Lo primero que hizo la reina fue donar a Beatriz una propiedad toledana conocida como los Palacios Galiana donde podría fundar su monasterio. Allí se trasladó a vivir en 1484 junto a otras once mujeres bajo la forma de beaterio, a la espera de poder fundar su soñada orden para lo cual, la reina medió todo lo que pudo con el papado. Aún tuvo que esperar cinco años más para ver parte de su sueño cumplido. La Bula Inter Universia daba a Beatriz la autorización para fundar su propia orden pero debería seguir la regla del Císter. Solamente podría adaptar parte de sus normas litúrgicas.
La orden que ella misma había redactado no podría ser puesta en práctica en su totalidad pero Beatriz consiguió fundar la Orden de la Inmaculada Concepción. Conocidas popularmente como “concepcionistas”, sus religiosas vestirían con un hábito blanco y un manto azul, tal y como Beatriz viera a la Virgen en la oscuridad de aquel baúl que cambiaría su vida para siempre.
Expansión de las concepcionistas en la evangelización de América
Beatriz de Silva vivió muy poco tiempo como monja concepcionista pues falleció en agosto de 1492. Desde entonces y hasta nuestros días, la Orden de la Inmaculada Concepción empezó a expandirse primero por toda España para llegar a Europa y a América. Cuando las concepcionistas llegaron al Nuevo Mundo en 1540, se instalaron en Veracruz, desde donde fueron fundando decenas de conventos por todo el continente.
Cinco siglos después de su desaparición, Beatriz de Silva fue beatificada por Pío XI y canonizada por Pablo VI.