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Estos imperativos muestran que la misión se basa en la oración

Regresaron los setenta y dos alegres

 

Estos imperativos muestran que la misión se basa en la oración, que es itinerante, que requiere desapego y pobreza, que trae paz y sanación, signos de la cercanía del Reino de Dios (…)

Si se vive en estos términos, la misión de la Iglesia se caracterizará por la alegría.

¿Y cómo termina este paso? «Regresaron los setenta y dos alegres» (v. 17).

 

No se trata de una alegría efímera que proviene del éxito de la misión; por el contrario, es un gozo arraigado en la promesa de que ―dice Jesús― «vuestros nombres están escritos en el cielo» (v. 20). (Ángelus del 7 de julio de 2019).

 

 

• Mark 4:21-25

En el Evangelio de hoy Jesús nos dice que la medida con la que midamos será usada para medirnos. Él está hablando sobre el círculo de la gracia.

El amor de Dios realmente puede permanecer en nosotros solo en la medida en que lo regalamos. Si tratamos de apropiarlo, nunca entrará en nuestros propios corazones. Pero si lo regalamos como acto de amor, entonces obtendremos más, y así entraremos en el placentero círculo de la gracia. Si regalas amor divino, entonces permanece en tí.

 

 

En la tradición cristiana el amor se describe como virtud teológica, un hábito o capacidad que viene como regalo de Dios. Esto es cierto porque el amor es una participación en la vida divina. Dios es singularmente capaz de amar en sentido completo, ya que solo Él puede plenamente desear el bien del otro como otro.

 

 

Lo que hace posible el verdadero amor entre humanos es tan solo compartir el amor con el que Dios ama, una cierta participación en el futuro ser divino. Cuando estamos firmemente conectados con Dios, quien no tiene necesidad alguna y quien existe en radical autosuficiencia, podemos entonces comenzar a amar al otro como Él lo hace.

 

 

Timoteo y Tito, Santos

Memoria Litúrgica, 26 de enero

Obispos y Discípulos de San Pablo

 

Martirologio Romano: Memoria de los santos Timoteo y Tito, obispos y discípulos del apóstol san Pablo, que le ayudaron en su ministerio y presidieron las Iglesias de Éfeso y de Creta, respectivamente. Les fueron dirigidas cartas por su maestro que contienen sabias advertencias para los pastores, en vista de la formación de los fieles (s. I).

Etimología: Timoteo = Aquel que siente amor o adoración a Dios, es de origen griego.

Etimología: Tito = Aquel que es protegido y honrado, es de origen latino.

Breve Biografía

San Pablo nombró obispos a Timoteo y Tito, sus discípulos y colaboradores.

Los Santos Timoteo y Tito vivieron en la órbita del grande apóstol de las Gentes, y el nuevo calendario los coloca después de la fiesta de la “conversión” de San Pablo.

Timoteo es la imagen del discípulo ejemplar: obediente, discreto, eficaz, valiente. Por estas cualidades Pablo quiso que fuera su compañero de apostolado, en vez de Juan Marcos, durante el segundo viaje misionero en el año 50.

Había nacido en Listra, en donde Pablo lo encontró durante el primer viaje, y fue de los primeros convertidos al Evangelio; había sido educado en la religión hebrea por la abuela Loida y por la madre Eunice. Desde su encuentro con Pablo, siguió su itinerario apostólico; lo acompaña a Filipos y a Tesalónica.

 

 

Después los encontramos juntos en Atenas, en Corinto, en Éfeso y finalmente en Roma durante el primer cautiverio de Pablo. Fue un infatigable “viajero enviado” por el apóstol de las Gentes, y mantuvo los contactos entre Pablo y las jóvenes comunidades cristianas fundadas por él.

A menudo le llevaba las cartas y le daba noticias respecto de las mismas comunidades. Entre el 63 y el 66, cuando recibió la primera carta que le envió Pablo, Timoteo era el jefe de la Iglesia de Éfeso. Desde Roma Pablo le escribió una segunda carta, invitándolo a visitarlo antes del invierno. Es conmovedora la petición del anciano apóstol al “hijo” Timoteo, para que le llevara el abrigo que había dejado en Tróade, pues le servía para el frío en la cárcel de Roma. Timoteo estuvo presente en el martirio de Pablo; después regresó definitivamente a la sede de Éfeso, en donde, según una antigua tradición, murió mártir en el año 97.

El segundo fiel colaborador de Pablo fue San Tito, de origen pagano. Convertido y bautizado por el mismo apóstol, que lo llama “hijo mío”, se encuentra en compañía de Pablo en Jerusalén, en el año 49. Hizo con él el tercer viaje misionero y fue Tito quien llevó la “carta de las lágrimas” de Pablo a los fieles de Corinto, entre los cuales restableció la armonía y organizó la colecta para los pobres de Jerusalén.

Después del cautiverio de Roma, Pablo, de paso por Creta, dejó ahí a Tito con la misión de organizar la primera comunidad cristiana.

Aquí recibió la carta de Pablo. Es un documento muy importante, porque nos informa sobre la vida interna de la Iglesia apostólica. Después Tito fue a Roma donde su Maestro, que lo mandó probablemente a evangelizar a Dalmacia, en donde todavía hoy está muy difundido su culto. Una antigua tradición, históricamente no confirmada, dice que Tito murió en Creta, de edad muy avanzada.

 

 

Roguemos al Dueño de la mies

Santo Evangelio según san Lucas 10, 1-9.

 

San Tito

Santos Timoteo y Tito

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.

¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, el mundo necesita de ti, manda más obreros a tu mies; y si me pides algo, dame la generosidad para decirte que sí.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-9

En aquel tiempo, Jesús designo a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir, y les dijo: «La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa, digan: ‘Que la paz sea reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que halla y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

San Timoteo

En el Antiguo Testamento se ven escenas en las que el Señor se enoja porque pensamos en números. Sí, como se oye, pensamos en número de seminaristas, sacerdotes, religiosas… y nos olvidamos muchas veces que es el Señor quien hace la obra en nosotros. Se ven los portentos que hace con un pueblo muy religioso, pero muy pequeño y cómo lo castiga cuando busca basar sus acciones en su propia fuerza.

Hoy Cristo nos invita a no cesar, a no darnos por vencidos en la batalla contra el mal, nos invita a seguir pidiendo; es más, nos invita a rogar por nuevos pastores, por gente que realmente esté dispuesta a dar su vida por los demás, por esas almas que buscan la santificación de este mundo, a pesar de lo que sea.

Hoy nos invita el Señor a que, como san Lucas, vayamos a predicar que el reino de Dios está cerca, y a acompañar e invitar a todos aquellos que se quieran hacer partícipes de la misión, sin miedo.

Hoy hay que preguntarnos de qué manera ese anuncio corresponde a cada uno de nosotros, y también pedir por todos los que ya dieron su sí, para que el Señor les siga dando fuerza en el camino.

«Agradezcamos al Señor porque Él continúa suscitando en la Iglesia historias de amor por Jesucristo, para alabar su gloria y servir a sus hermanos. Hoy, en particular, agradecemos a los nuevos sacerdotes a quienes ordené hace poco en la Basílica de San Pedro y le pedimos al Señor que envíe muchos buenos obreros para trabajar en su viña, y que multiplique las vocaciones a la vida consagrada y al matrimonio cristiano». (S.S. Francisco, después del Regina coeli del 22 de abril de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Dedicaré un momento de oración profundo para ver qué es lo que Dios me pide hacer.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

¿De dónde vienen las vocaciones?

A lo largo de los siglos miles de hombres y mujeres han descubierto y aceptado la llamada de Dios. ¿Cómo ha sido posible esto?

Cada vocación inicia de modo diferente, personal, único. Hay, sin embargo, una raíz común: la del corazón de Dios, que prepara, que escoge, que ama, que envía.

Un elemento clave para toda vocación está en la fe, en ese regalo que viene de la gracia. Desde la fe, uno acepta a Jesucristo como Salvador del mundo, y da el paso que le permite formar parte de la Iglesia. Con ese primer paso, ya existe la base que prepara para algo especial: la vocación.

En otras palabras: sin la fe es imposible entender que un chico o una chica puedan dar sus vidas al servicio de los demás. En la fe, en cambio, cada vocación tiene sentido, porque nace desde la acción de Dios que busca a sus hijos y que invita a algunos bautizados para que se conviertan en colaboradores dedicados por completo a la tarea de anunciar el Evangelio y de servir a los hermanos.

¿Y cómo ayuda la fe a descubrir y aceptar la propia vocación? De un modo muy concreto: permite conocer mejor a Dios, acogerlo en la propia vida, amarlo como Padre, como Amigo, como Salvador. Incluso permite conocerse mejor a uno mismo, al descubrir que Dios lo ha bendecido con dones maravillosos, con una inteligencia para pensar y con un corazón para amar libremente.

Desde la fe, cada vocación madura y se concreta en un ámbito de libertad. Al hablar sobre las vocaciones sacerdotales, Juan Pablo II escribía: “la libertad es esencial para la vocación, una libertad que en la respuesta positiva se cualifica como adhesión personal profunda, como donación de amor -o mejor como re-donación al Donador: Dios que llama-, esto es, como oblación” (“Pastores dabo vobis” n. 36).

 

Si las vocaciones surgen en un clima de fe y de libertad, habrá vocaciones allí donde se conozca y se viva la fe, y donde se aprenda a usar la libertad de la forma más noble que puede darse en un cristiano: en el amor.

Cada familia tiene, en ese sentido, un papel muy importante en la creación de ámbitos cristianos donde puedan crecer y madurar sus hijos. Los padres ayudan a las vocaciones si saben transmitir a los hijos el don de la fe y si crean un clima espiritual en el que Dios ocupe el primer lugar, el Evangelio ilumine las decisiones, y se aprenda que el amor es el mejor camino para vivir libremente.

En conclusión, ¿de dónde vienen las vocaciones? Del corazón de Dios que habla a cada generación humana, que enciende una fe sincera en unos padres de familia y en sus hijos, que respeta la libertad de los que pueden ser llamados, y que susurra respetuosamente a algunos la pregunta: “¿quieres seguirme?”.

 

 

Santos Timoteo y Tito, los dos grandes colaboradores del Apóstol Pablo

Eran como hermanos y le ayudaron en la predicación del Evangelio

 

 

Tito pasó de ser pagano a enérgico colaborador de san Pablo. Se conocieron en Antioquía. San Pablo lo llama su ayuda preciosa, su “hijo querido según la fe”, su amadísimo hermano.

Tito acompañó a san Pablo en su tercer viaje: Asia Menor, Macedonia, Acaya, Jerusalén. Luego sería nombrado obispo de Creta.

Timoteo, por su parte, era de Listra. Su familia –judía- acoge a san Pablo y los tres –madre, abuela e hijo- se convierten.

Timoteo acompaña a san Pablo en sus viajes por Asia y Grecia y es dócil y fiel. Le cuida tras diversos castigos, le hace de secretario y le atiende en la ancianidad: «No hay hombre que esté tan unido a mí de corazón y de espíritu», dice san Pablo.

San Timoteo será nombrado obispo de Éfeso.

San Pablo escribió cartas a Timoteo y a Tito que forman parte del Nuevo Testamento y están llenas de excelentes recomendaciones para la formación de pastores y fieles.

Oración colecta de la misa

Oh, Dios, que hiciste brillar con virtudes apostólicas a los santos Timoteo y Tito, concédenos, por su intercesión, que, viviendo en este mundo con piedad y justicia, merezcamos llegar a la patria celestial. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.