John 8:1-11

Amigos, nuestro Evangelio de hoy cuenta la historia de aquella mujer que algunos escribas y fariseos habían atrapado en adulterio. Imaginemos dónde estaban estas personas cuando atraparon a la mujer en el acto mismo. ¡Qué perversión y voyeurismo la de estos hombres! Luego vienen juntos, con el terrible entusiasmo de la multitud, y le presentan el caso a Jesús.

Ahora, ¿qué hace Jesús ante esta turba violenta? Primero, se pone a escribir en el suelo. Esta escritura misteriosa podría indicar una lista de los pecados de cada una de las personas en el grupo. Como se dice en otro Evangelio, “Quita primero la viga de tu propio ojo, y luego podrás ver más claramente la paja en el ojo de tu hermano”.

Y luego dice, “Quien esté sin pecado sea el primero en arrojarle una piedra”. Él los obliga a volver sus miradas acusadoras hacia el interior, a donde corresponde. En lugar de proyectar su violencia hacia fuera en busca de un chivo expiatorio, deberían honestamente encontrar y enfrentar la disfuncionalidad propia.

Esta historia, como todas en los Evangelios, es un presagio de la gran historia hacia la cual nos encaminamos. Jesús será condenado a muerte por una turba empeñada en emplear violencia sobre chivos expiatorios.

Pedro de Verona, Santo

Sacerdote y Mártir, 6 de abril

Por: Redacción | Fuente: ACI Prensa

Martirologio Romano: En Milán, de Lombardía, pasión de san Pedro de Verona, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual, nacido de padres maniqueos, todavía niño abrazó la fe católica y, siendo aún adolescente, recibió del mismo santo Domingo el hábito. Dedicado a combatir la herejía, de camino hacia Como cayó víctima de los enemigos, recitando en los últimos momentos el símbolo de la fe ( 1252).

Fecha de canonización: 25 de marzo de 1253 por el Papa Inocencio IV.

Breve Biografía

San Pedro, mártir dominico, nace hacia 1205, en Verona, la ciudad de la Lombardía italiana presa de la herejía de los Cátaros, propagadores del maniqueísmo en el centro y norte de Italia. Estos herejes puritanos, de espíritu belicoso y sectario. Pedro es un niño muy inteligente, sincero, agradable y firme en sus decisiones; parece predestinado a ser un apóstol del mundo herético; su familia no tiene inconvenientes que la educación del niño esté a cargo de un maestro católico.

Pedro ha crecido. La Universidad de Bolonia tiene fama merecida; pero todavía goza de mayor influencia Santo Domingo de Guzmán, el Fundador de los dominicos y sus seguidores que cautivan tanto a estudiantes como a profesores. Son muchos los que se incorporan a la recientemente fundada Orden de Predicadores.

Pedro con 16 años, queda fascinado por la palabra ardiente de fray Domingo de Guzmán y recibe el hábito dominicano de sus manos.

Con ímpetu juvenil se dedica al estudio, la oración y vive la austeridad y la penitencia con radicalidad; en todo es fiel imitador de Domingo de Guzmán. Terminada la formación eclesiástica, es ordenado sacerdote y nombrado Predicador del Evangelio de Jesús.

Pronto la Región Toscana, el Milanesado y la Romaña conocen a este fogoso predicador y formidable polemista; se dedicó a la predicación especialmente entre los cátaros. Una Característica importante es que siempre fue hombre de diálogo.

Pedro es piadoso, austero y corre la voz de su santidad por todas partes. Se preocupó de la defensa de la fe, para ello instituyo las «Asociaciones de la fe» y la «Cofradía para la alabanza de la Virgen María». Fue solícito de bien espiritual de las hermanas a quienes brindó su consejo y ayuda espiritual. Como buen religioso es un convencido de la vida de comunidad

Ama a Jesucristo y como Él, experimenta la prueba, el menosprecio de algunos sectores y el ataque de quienes pensaban distinto. Su presencia evangelizadora a través de la Predicación continúa con intensidad, su capacidad organizadora le lleva a coordinar y fundar muchos mas pequeños grupos organizados. Pero todo esto no hubiera sido posible sin la intensa oración. Se comenta que un día en su contemplación, en su celda dominicana, recibe la visita de las Santas Mártires: Inés, Cecilia y Catalina que dialogan en su habitación. Otros frailes llevan la noticia al Padre Prior.

En el Capítulo Conventual es reprendido y corregido porque ha violado la clausura y ha recibido a mujeres en su celda religiosa. Su respuesta es un prudente silencio y es enviado al Convento de la Marca Ancona donde intensifica su estudio y oración… Un día se desahoga ante un crucifijo: «¿Qué mal he hecho, Señor, para verme como estoy?». Cristo Crucificado le dice: «Y, yo, Pedro, ¿qué mal hice?». Estas atribuciones que la tradición le dan, son fiel reflejo de la intensa comunicación que con Dios tenía a través de la Oración. Algo que había trascendido a los demás. La gente de Oración profunda transpira esa experiencia y no hace falta que publique sus experiencias místicas. Por lo general, éstas se convierten en reflexiones profundas y acciones apostólicas.

El Papa Gregorio IX le conoce y le nombra en 1232 Inquisidor General: Roma, Florencia y Milán conocerán a este apóstol de Cristo. Los milagros refrendan su vida abnegada por Cristo y por los hombres.

Sucesivamente es superior de los Conventos de Piaccenza, Como y Génova. En 1243 Inocencio IV confirma a Pedro como Inquisidor General; pero una conjura pesa sobre él para asesinarle.

Su martirio es como un eco de la muerte de Cristo, pues es fruto de 40 libras (moneda de Milán) . Era el 6 de abril de 1252. Regresaba de Milán a su Convento de Como, donde era Prior. Cerca de la aldea de Barsalina recibe dos golpes de hacha en la cabeza, comienza a recitar en voz alta el credo, las fuerzas le faltan y mojando un dedo en su sangre escribe en el suelo «CREO»

El Credo es la síntesis de su vida, de su abnegada entrega, de una fidelidad emocionante a Cristo Crucificado a quien ama. Tenía 46 años. Su cuerpo es trasladado al convento de Milán.

El 25 de marzo del año siguiente Inocencio IV le canoniza. Es el protomártir de la Orden Dominicana

Su fiesta se celebra, de acuerdo al actual Martirologio Romano el 6 de abril.

Quien no tenga pecado, tire la primera piedra

Santo Evangelio según san Juan 8, 1-11. Domingo V de Cuaresma.

Por: Somosrc.mx |

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, dame la luz para que pueda ver como Tú ves. Enciende mi corazón para que pueda entregarme en el amor como Tú te entregas. Dame la humildad de espíritu para que pueda reconocerme siempre como un pequeño mendigo que tanto te necesita. Dame la esperanza para que nunca dude de tu amor y misericordia.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 8, 1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y él, sentado entre ellos, les enseñaba. Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a él, le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?”. Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Pero como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”. Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo. Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él. Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar».

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El Evangelio de hoy nos presenta el encuentro entre Jesús y una mujer muy especial. Era una mujer que, por vivir en Jerusalén, seguramente estaba bien enterada de que lo que hacía era considerado por todo el pueblo como una ofensa grave a Dios. Con toda la humillación de haber sido sorprendida en adulterio, es tomada y conducida hasta Jesús. Para los fariseos, esta era una mujer indigna de Dios, ajena a Él, que merecía ser apedreada. Sin embargo, pese a ser considerados como doctos, lejos estaban de conocer la realidad sobre Dios.)

Al poner a la mujer frente a Jesús, lo primero que Él observa no es a una pecadora que lo ha ofendido sino a una hija amada cuyo nombre tiene bien grabado en su corazón. Jesús siente mucha compasión al verla encontrándose en un estado de miseria, engañada por el pecado y desvalorizada por los hombres. Jesús no puede sino conmoverse y desear limpiar en esta hija suya todo lo que se había ensuciado.

Hay una gran diferencia entre esta mujer y los fariseos. La mujer, humillada, era consciente de su miseria, su debilidad no estaba oculta para nadie y menos para Dios. Estando necesitada, espiritual y materialmente, fue su pequeñez la que conmovió al Señor y derramó su misericordia, incluso cuando ella ni siquiera pidió explícitamente su perdón. Los fariseos, en cambio, mostraron la dureza de su corazón porque estaban cegados para reconocer tanto la fragilidad ajena, como la propia. Jesús les hace ver que ellos tampoco están limpios, y esto incomoda su orgullo y se marchan.

Dios sabe que tenemos miserias y no se asusta ante ellas, pero somos nosotros los que necesitamos la humildad para mostrarnos ante Él como somos. Con la herida abierta para que Él pueda sanarla.

«Los interlocutores de Jesús están encerrados en los vericuetos del legalismo y quieren encerrar al Hijo de Dios en su perspectiva de juicio y condena. Pero Él no vino al mundo para juzgar y condenar, sino para salvar y ofrecer a las personas una nueva vida. ¿Y cómo reacciona Jesús a esta prueba? En primer lugar, se queda un rato en silencio, y se inclina para escribir con el dedo en el suelo, como para recordar que el único Legislador y Juez es Dios que había escrito la Ley en la piedra. Y luego dice: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra”. De esta manera, Jesús apela a la conciencia de aquellos hombres: ellos se sentían “paladines de la justicia”, pero Él los llama a la conciencia de su condición de hombres pecadores, por la cual no pueden reclamar para sí el derecho a la vida o a la muerte de los demás. En ese momento uno tras otro, empezando por los más viejos, es decir, por los más expertos de sus propias miserias, todos se fueron, renunciando a lapidar a la mujer. Esta escena también nos invita a cada uno de nosotros a ser conscientes de que somos pecadores, y a dejar caer de nuestras manos las piedras de la denigración y de la condena, de los chismes, que a veces nos gustaría lanzar contra otros. Cuando chismorreamos de los demás, lanzamos piedras, somos como estos».

(Ángelus de S.S. Francisco, 7 de abril de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Ir a confesión, si lo necesito, con mucha fe en que Dios espera encontrarse conmigo ahí y con la humildad para reconocer y aceptar lo que soy, confiando en que su gracia puede sanarme.

Despedida

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

San Pedro de Verona: su asesino se hizo dominico como él

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Dolors Massot – publicado el 03/06/21 – actualizado el 30/05/23

Dominico italiano, gran predicador y confesor. Murió de dos hachazos pero el asesino se arrepintió y se hizo monje

Nació en 1205 en Verona en tiempos de expansión de la herejía cátara en la Lombardía. Fue a estudiar a la Universidad de Bolonia y adquirió gran preparación académica. Allí algunos jóvenes le tentaron pero Dios lo guardó.

A los 16 años conoció a santo Domingo de Guzmán. Decidió entonces hacerse dominico y el mismo santo fue quien le impuso el hábito.

Hacía penitencia y pasaba noches en oración antes de predicar el Evangelio. Se le aparecieron las tres santas mártires Inés, Cecilia y Catalina de Alejandría, y mantuvieron con él un diálogo. Se oyeron las voces y el prior de su convento interpretó que había introducido mujeres en el edificio y le reprendió duramente. San Pedro de Verona no dijo nada de lo sucedido y aceptó que le castigaran con el traslado al convento de la Marca Ancona. Pero lo que le dolía enormemente fue que le prohibieran predicar.

Pedro oró a Dios: «Señor, Tú sabes que no soy culpable. ¿Por qué permites que me calumnien?». Jesús respondió: «¿Y qué hice yo, Pedro, para merecer la pasión y la muerte?».

San Pedro de Verona quedó impactado al obtener respuesta y comprendió que debía vivir la humildad y renunciar a la fama de predicador.

Tiempo después, se descubrió que era inocente y volvió a la predicación.

Muchas conversiones

Una vez ordenado sacerdote, viajó por la Toscana, Milanesado y Romaña con el objetivo de defender la fe ante la herejía cátara.

Predicaba y confesaba. Se dieron abundantes conversiones. Tenía fama de que las penitencias que imponía eran adecuadas para cada persona, con lo que mostraba el Amor de Dios Misericordioso.

Fue superior de los conventos de Piacenza, Como y Génova.

En 1232 el papa Gregorio IX nombró a san Pedro de Verona inquisidor general. Él rezaba: «Concédeme, Señor, morir por Ti, que por mí moriste».

Sabía que había personas que intentaban asesinarlo, pero él decía: «Dejadles tranquilos; después de muerto seré todavía más poderoso».

El 6 de abril de 1252, cuando regresaba a Milán desde Como, cerca de la localidad de Barlassina recibió dos hachazos en la cabeza. Sangrando, pero aún con vida, recitó el Credo. A punto de morir, con su propia sangre escribió con un dedo en el suelo: «Credo». Tenía 46 años.

Carino, su asesino, se arrepintió, se hizo dominico y llevó una vida virtuosa.  

El día de san Pedro de Verona se celebra el 4 de junio.

Santo patrón

San Pedro de Verona es protomártir de los dominicos y el segundo santo de la orden. Es patrono de los atentados y protector de los jóvenes.

Oración

Dios todopoderoso, que has derramado por toda la creación reflejos de tu infinita belleza y bondad, haciendo el hombre a tu imagen y semejanza, tanto amas a quienes se entregan totalmente, que nos lo pones como model<o, quieres que les veneremos y haces innumerables beneficios y milagros por su intercesión.

Por ello y mediante tu siervo San Pedro de Verona, te rogamos nos concedas (mencionar la petición) y con ello una mayor correspondencia a tu amor.

Amén.