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La liturgia de la Palabra de hoy nos sitúa en un contexto de conocimiento personal que nos permite conocer y reconocer el paso de Dios por entre las diversas circunstancias de la vida, de nuestra vida, también de la propia vida. Hacer una lectura de fe, implica ver, sentir, percibir y vivir en la clave del Amor.

Y vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios

 

Esta es la gran promesa que brota del pacto que Dios ha realizado con la humanidad. La imagen que surge de inmediato, son esos lugares que en muchos lugares, como estaciones de tren, plazas turísticas, grandes centros comerciales, etc. llaman de Punto de Encuentro. Ese lugar en el cual nos damos cita para encontrarnos en medio de una gran multitud. Dios también nos cita en un Punto de Encuentro. Su Promesa implica nuestra pertenencia. Una promesa con doble dirección.

Significa movimiento por ambas partes: las personas y Dios. Se trata de llegar a encontrarnos.

Quien nunca desiste en este movimiento de Encuentro es Dios. Es su decisión y su firme compromiso. Él siempre está allí. A veces, nosotros, en vez de dirigirnos al Punto de Encuentro, tomamos otras opciones y nos alejamos. Muchos pueden ser los motivos: fascinación por escaparates y luces, por comidas, por bullicio, por curiosidad… y a este camino que fascina y engaña, entramos por iniciativa de la propia libertad. Un ejercicio de la libertad que no siempre nos conduce a sacar lo mejor de uno mismo, sino lo más decepcionante y egoísta que nos habita. Dios nos conoce en lo más profundo de nosotros mismos y no está dispuesto a “perdernos”. Hace de todo para que el Amor triunfe. No por desconocimiento: “¿por qué gritas? Tu llaga es incurable”. Sin embargo, la única medicina que puede curar es la firme decisión de Dios: “cambiaré la suerte de las tiendas de Jacob, voy a compadecerme”. Sólo así seremos “reconstruidos desde nuestras ruinas, se escucharán voces de fiesta, creceremos y no menguaremos”.

Y Dios continúa creyendo y esperando en cada uno de nosotros, y en boca del profeta expresa un deseo profundo: “¿quién arriesgaría su vida por ponerse cerca de mí?”. El Amor espera y aguarda, no impone ni limita la libertad. Sueña que cada uno de nosotros vayamos por propia iniciativa hacia el Punto de Encuentro, sueña que en ese camino nos demos las manos y nos ayudemos unos a otros a llegar.

Subió al monte a solas para orar

 

 

El texto del Evangelio es amplio en el mensaje que hoy nos revela. Sin embargo, esta pequeña frase: “subió al monte a solas para orar” resuena como clave de lectura, no sólo de lo que se relata a continuación, sino también del compromiso que Jesús tiene por vivir y realizar la voluntad del Padre en todas las circunstancias: “¿Quién arriesgaría su vida por ponerse cerca de mí?”.

Según el relato de este capítulo, las circunstancias vividas en aquellos días y en aquel día, habían sido muy intensos: el asesinato de Juan Bautista, el deseo de Jesús por tener un tiempo para sí mismo en un lugar despoblado y la necesidad de responder a las diversas carencias de un gentío inmenso que le localiza incansablemente… Sólo le queda la noche… Tiempo y Punto de Encuentro con el Padre. Espacio de búsqueda y de comprensión de lo que está pasando. Soledad y silencio para escuchar al Amor.

 

Reconstruido internamente, Jesús sale al encuentro de los discípulos, que no se encuentran tampoco en la mejor situación: en la barca, rumbo a la otra orilla, tal y como Jesús les había pedido, los vientos eran contrarios… reconocer la presencia del Maestro en circunstancias adversas es difícil… normalmente le queremos encontrar como “normalmente” ya le hemos encontrado… es normal confundirle con un fantasma… La situación da miedo… y aunque queremos y deseamos profundamente arriesgar la vida por ponernos cerca de Jesús, a veces la fe se nos revela pequeña y frágil, sentimos que nos hundimos, clamamos: “Señor, sálvame”.

La duda hace parte del camino de la fe. Gracias a la duda damos saltos de fe profundamente significativos, nos abandonan nuestras certezas y experimentamos que nos hundimos para nuevamente poder reconocer que Él, realmente es el Hijo de Dios. Y así, entre dudas y certezas continuamos la travesía para llegar a dónde Él tiene que llegar y realizar la misión que Él tiene que realizar. Aunque vivir así, de esta forma, asumiendo la vida de fe, implica abrazar un día muy atareado y una noche como espacio de soledad y silencio, de Punto de Encuentro con el Señor.

Este episodio es una imagen estupenda de la realidad de la Iglesia de todos los tiempos: una barca que, a lo largo de la travesía, debe afrontar también vientos contrarios y tempestades, que amenazan con hundirla. Lo que la salva no es el coraje y las cualidades de sus hombres: la garantía contra el naufragio es la fe en Cristo y en su palabra. Esta es la garantía: la fe en Jesús y en su palabra. (Ángelus, 13 de agosto de 2017)

 

 

Eusebio de Vercelli, Santo

Memoria Litúrgica, 2 de agosto

Obispo

 

Martirologio Romano: San Eusebio, primer obispo de Vercelli, en la Liguria, que consolidó la Iglesia en toda la región subalpina y que, por defender la fe del Concilio de Nicea, fue desterrado por el emperador Constancio a Escitópolis y, posteriormente, a Capadocia y a la Tebaida. Vuelto a su sede después de ocho años, trabajó con empeño y valentía para restablecer la fe contra los arrianos († 371).

Breve Biografía

Nació en Cerdeña, Italia. Al morir su padre, su madre lo llevó a vivir a Roma, donde el Papa Liberio lo tomó bajo su protección, lo educó y lo ordenó de sacerdote. Poco después en la ciudad de Vercelli, al norte de Italia, murió el obispo, y el pueblo y los sacerdotes proclamaron a Eusebio como el nuevo obispo, por su santidad y sus muchos conocimientos.

San Ambrosio dice que el obispo Eusebio de Vercelli fue el primero en Occidente al cual se le ocurrió organizar a sus sacerdotes en grupos para formarse mejor y ayudarse y animarse a la santidad. Para este santo su más importante labor como obispo era tratar de que sus sacerdotes llegaran a la santidad. Fue obispo de Vercelli por 28 años.

Una de sus grandes preocupaciones era instruir al pueblo en religión. Y él mismo iba de parroquia en parroquia instruyendo a los feligreses.

En aquellos tiempos se estaba extendiendo una terrible herejía llamada Arrianismo, que enseñaba que Cristo no era Dios. Los más grandes santos de la época se opusieron a tan tremendo error, pero el jefe de gobierno, llamado Constancio, la apoyaba. Hicieron entonces una reunión de obispos en Milán, para discutir el asunto, pero Eusebio al darse cuenta de que el ejercito del emperador iba a obligarlos a decir lo que él no aceptaba, no quiso asistir. Constancio le ordenó que se hiciera presente, y el santo le avisó que iría, pero que no aceptaría firmar ningún error. Y así lo hizo. A pesar de que hereje emperador lo amenazó con la muerte, él no quiso aceptar el que Jesucristo no sea Dios, por esto fue desterrado.

 

 

Fue llevado encadenado hasta Palestina y encerrado en u cuartucho miserable. Los herejes lo arrastraron por las calles y lo insultaron, pero él seguía proclamando que Jesucristo sí es Dios. En una carta suya cuenta los espantosos sufrimientos que tuvo que padecer por permanecer fiel a su santa religión, y expresa su deseo de poder morir sufriendo por el Reino de Dios.

 

Al morir Constancio, su sucesor decretó la libertad de Eusebio y éste pudo volver a su amada diócesis de Vercelli. San Jerónimo dice que toda la ciudad sintió enorme alegría por su llegada y que su vuelta fue como el termino de un tiempo de luto y dolor.

EL resto de su vida lo empleó junto con grandes santos como San Atanasio y San Hilario en atacar y acabar la herejía de los arrianos, y en propagar por todas partes la santa religión. Murió el 1 de agosto del año 371.

La Iglesia lo considera mártir, no porque haya muerto martirizado, sino porque en sus tiempos de prisión tuvo que soportar sufrimientos horrorosos, y los supo sobrellevar con gran valentía.

El repetía: » Puedo equivocarme en muchas cosas, pero jamás quiero dejar de pertenecer a la verdadera religión».

¡Felicidades a quienes lleven este nombre!

 

 

Una fe firme

Santo Evangelio según san Mateo 14, 22-36. Martes XVIII del Tiempo Ordinario

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Nos ponemos en tu presencia Espíritu Santo, ilumínanos con tu luz, abre nuestros corazones para ser dóciles a tus inspiraciones.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 14, 22-36

En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes. Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí.

Entre tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían: “¡Es un fantasma!” Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: “Tranquilícense y no teman. Soy yo”.

Entonces le dijo Pedro: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua”. Jesús le contestó: “Ven”. Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: “¡Sálvame, Señor!” Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”.

 

 

En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo: “Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios”.

Terminada la travesía, llegaron a Genesaret. Apenas lo reconocieron los habitantes de aquel lugar, pregonaron la noticia por toda la región y le trajeron a todos los enfermos. Le pedían que los dejara tocar siquiera el borde de su manto; y cuantos lo tocaron, quedaron curados.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La vida que Cristo nos invita a vivir siempre estará marcada por un vaivén de momentos de claridad y momentos de sombras. Habrá días en que nos deleitaremos viendo las multiplicaciones de los panes y tantos milagros del maestro, pero otros en los que el actuar de Dios nos parecerá misterioso y desconcertante, porque los caminos de Dios no son los caminos de los hombres.

Por ello, Jesús nos ha querido dejar una gran lección en este pasaje a todos los hombres de poca fe de todos los tiempos, cuando dice: «Tranquilícense y no teman. Soy yo». Jesús quiere que nuestra fe sea firme a pesar de la luz o la oscuridad que se vaya presentando en nuestra vida. Nuestra fe debe ser tan fuerte que debemos saber que los momentos de prueba u oscuridad pasarán, y es una oportunidad para crecer en nuestra santificación y confianza en Dios.

El Papa Francisco ha repetido la importancia de hacer memoria. Es común que nosotros, hombres de poca fe, nos dejemos inquietar por rachas de la vida, o dar demasiada importancia a cosas que no lo son. Cuando recordamos la obra de Dios en nuestra vida y vemos el todo, se desvanecerán tantos fantasmas que rondan nuestra barca. Hacer memoria es ver las cosas desde una óptica desde la que nos ve Dios, es ver el actuar de su providencia que jamás nos ha dejado, ni nos dejará.

«La corrupción, la soberbia, el exhibicionismo de los dirigentes aumenta el descreimiento colectivo, la sensación de desamparo y retroalimenta el mecanismo del miedo que sostiene este sistema inicuo. Quisiera, para finalizar, pedirles que sigan enfrentando el miedo con una vida de servicio, solidaridad y humildad en favor de los pueblos y en especial de los que más sufren. Se van a equivocar muchas veces, todos nos equivocamos, pero si perseveramos en este camino, más temprano que tarde, vamos a ver los frutos. E insisto, contra el terror, el mejor antídoto es el amor. El amor todo lo cura». (Homilía de S.S. Francisco, 5 de noviembre de 2016).

Diálogo con Cristo

 

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Ir a una capilla y pedirle al Señor la gracia de jamás dudar y de ser un hombre de mucha fe.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 

 

¿Qué es el agua bendita y para qué sirve?

El empleo del agua bendita es antiquísimo, y hay testimonios de la costumbre de usarla ya entre los primeros cristianos

 

 

Pregunta:

¿Me puede usted informar algo sobre el agua bendita y su empleo?

Respuesta:

Estimada:

El empleo del agua bendita es antiquísimo, y hay testimonios de la costumbre de usarla ya entre los primeros cristianos. “La Iglesia recomienda su uso aun fuera de la liturgia como medio para alejar las insidias del diablo, para conjurar los peligros, para atraer las bendiciones celestiales sobre las casas, el campo, el trabajo, las personas. El deseo de los fieles de usar frecuentemente este sacramental hizo nacer la costumbre generalizada más tarde de poner a la entrada de la iglesia la llamada ‘pila del agua bendita’. En los siglos VIII a IX el agua bendita adquiere el largo empleo que todavía conserva en toda clase de bendiciones” [1].

 

 

Santa Teresa de Jesús era particularmente devota y la usaba cuando tenía tentaciones y desconsuelos; dice ella: “Debe ser grande la virtud del agua bendita. Para mí es particular y muy conocida consolación que siente mi alma cuando la tomo” [2]. Una de las compañeras de la Santa, Ana de Jesús, cuenta en el proceso de beatificación: “Nunca quería que caminásemos sin ella (sin agua bendita). Y por la pena que le daba si alguna vez se nos olvidaba, llevábamos calabacillas de ella colgadas a la cinta, y siempre quería la pusiéramos una en la suya, diciéndonos: ‘no saben ellas el refrigerio que se siente teniendo agua bendita; que es un gran bien gozar tan fácilmente de la sangre de Cristo’. Y cuantas veces comenzábamos por el camino a rezar el Oficio Divino, nos la hacía tomar” [3].

 

 

Y en una de sus cartas escribe a una persona que sentía mucho temor: “Este temor que dice, entiendo cierto debe ser que el espíritu entiende siente el mal espíritu, y aunque con los ojos corporales no lo vea, débele de ver el alma, o sentir. Tenga agua bendita junto a sí, que no hay cosa con que más huya. Esto me ha aprovechado muchas veces a mí. Algunas no paraba en solo miedo, que me atormentaba mucho; esto para sí solo. Mas, si no le acierta a dar el agua bendita, no huye, y así es menester echarla alrededor” [4].
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NOTAS:
[1] Cf. Cardenal Francesco Roberti, Diccionario de Teología Moral, Ed. Litúrgica Española, 1960, voz “agua”.
[2] Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, cap. 31.
[3] BMC, 18, p. 465.
[4] Santa Teresa, Cartas, 9.

 

Vaticano anuncia próximo viaje apostólico del Papa Francisco

Viajará a Kazajistán para participar en septiembre del VII Congreso de Religiones Mundiales y Tradicionales.

 

 

El director de la sala de prensa del Vaticano, Matteo Bruni, anuncia que el Papa Francisco realizará el viaje a Kazajistán del 13 al 15 de septiembre, para participar en el VII Congreso de Religiones Mundiales y Tradicionales.

En su declaración a los medios de comunicación, dijo Brunni:

“Aceptando la invitación de las autoridades civiles y eclesiásticas, el Papa Francisco realizará el anunciado Viaje Apostólico a Kazajistán del 13 al 15 de septiembre de este año, visitando la ciudad de Nur-Sultan con motivo del VII Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales”

El Papa Francisco expresó el pasado sábado durante la conferencia de prensa regresando de Canadá, su disposición para realizar este viaje: “Kazajstán, por el momento, me gustaría ir: es un viaje tranquilo, sin tanto movimiento, es un Congreso de Religiones”, dijo.

 

 

La droga más adictiva

Es como una luz que estalla en lo más íntimo del ser y lo seduce desde dentro, con dulzura, sin violencia, sin avasallamientos

 

 

El verdadero amor no precisa de palabras que lo expliquen. No se piensa; no se negocia; no se habla; simplemente se siente en silencio y no necesita de roces ni caricias que lo sustenten.

Es como una luz que estalla en lo más íntimo del ser y lo seduce desde dentro, con dulzura, sin violencia, sin avasallamientos. Y no es un negocio en el que tú me das y yo te doy. No. Porque el verdadero amor solo da y nada espera; ni siquiera amor al amar.

La experiencia mística del Amor Divino, engancha como la más potente de las drogas, pero sin más efecto secundario que el liberarnos de todos nuestros temores y ansiedades, convirtiendo el dolor en la fuerza necesaria para escalar la cumbre en donde encontraremos el punto de partida a un viaje de regreso, más allá de las estrellas, a un lugar en donde las calles no tienen nombre y el tiempo no importa, porque en ese momento el tiempo ya eres tú.

 

San Eusebio de Vercelli, perseguido por defender que Jesús es Dios

Este obispo del norte de Italia sufrió persecución, destierro, injurias y malos tratos al luchar contra el arrianismo

 

 

San Eusebio de Vercelli nació en el año 283 en la isla de Cerdeña.

En el año 340 fue nombrado obispo de Vercelli, en el actual Piamonte italiano. Había fallecido el emperador Constantino y reinaba su hijo Constancio.

Para la Iglesia no era una época fácil porque Constancio veía de buen grado el arrianismo (la herejía que niega la divinidad de Jesucristo), a pesar de que ya había sido condenado en el Concilio de Nicea. La paz constantiniana se había evaporado.

Junto con Osio de Córdoba y Lucífero de Cagliara, san Eusebio de Vercelli sufrió castigo por su postura contra el arrianismo. Además, se sabe que fue víctima de injurias, violencias, malos tratos y vejaciones. Incluso se le trasladó a la Capadocia (en la actual Turquía).

Caridad con los equivocadoAl morir el emperador Constancio pudo regresar en el año 363. De nuevo en Vercelli siguió batallando contra el peligro del arrianismo, siempre mostrando caridad con los que estaban equivocados. En esto fue ejemplo de fortaleza heroica y al mismo tiempo amor al prójimo, porque trataba de que los herejes regresaran a la Iglesia.

San Eusebio de Vercelli murió en el año 371.

Oración

Concédenos, Señor Dios nuestro, imitar la fortaleza de tu obispo san Eusebio de Vercelli al proclamar su fe en la divinidad de tu Hijo, y haz que, perseverando en esa misma fe de la que fue maestro, merezcamos un día participar de la vida divina de Cristo. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.