Matthew 11:28-30
Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús no ofrece una filosofía, entre muchas, acerca de Dios. Él nos está ofreciendo una visión desde dentro mismo de la Trinidad. Y es por ello que deberíamos responder a esta invitación tan persuasiva: “Vengan a Mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré”.
Todos queremos ser aliviados, pero no en el sentido de relajación. Aquí la palabra alivio quiere decir obtener alegría. Es una gran ilusión creer que esa alegría vendrá una vez que hayamos llenado nuestro ego con cosas. En realidad, ella llega una vez que nos vaciamos de cosas, luego de volcar nuestras vidas en dirección a Dios.
En el Evangelio de hoy también encontramos estas maravillosas palabras: “Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí”. El mismo Jesús está cargando el yugo del cual habla porque Él está unido al Padre, porque hace solo lo que ve al Padre hacer. Jesús es, en Su propia y más grande naturaleza, aquél que escucha y obedece.
Por lo tanto, lo que Él nos está diciendo es que debemos permanecer junto a Él, del mismo modo que un buey está al lado de otro buey para empujar juntos. Del mismo modo que Jesús está unido al Padre, también nosotros debemos estarlo respecto a Él, obedeciendo como Él obedece al Padre.
No nos olvidemos de abrirnos a Él y contarle la vida, encomendarle personas y situaciones. Quizás hay “zonas” de nuestra vida que nunca le hemos abierto a Él y que han permanecido oscuras, porque no han visto nunca la luz del Señor. Cada uno de nosotros tiene la propia historia. Y si alguien tiene esta zona oscura, buscad a Jesús, id a un misionero de la misericordia, id a un sacerdote, id… Pero id a Jesús, y contadle esto a Jesús. Hoy Él dice a cada uno: “¡Ánimo, no te rindas ante los pesos de la vida, no te cierres ante los miedos y los pecados, sino ven a mí!”. Cuando en la vida entra Jesús, llega la paz, la que permanece en las pruebas, en los sufrimientos. Vayamos a Jesús, démosle nuestro tiempo, encontrémosle cada día en la oración, en un diálogo confiado y personal; familiaricemos con su Palabra, redescubramos sin miedo su perdón. (Ángelus, 9 julio 2017)
Lucía, Santa
Memoria Litúrgica, 13 de diciembre
Virgen y Mártir
Martirologio Romano: Memoria de santa Lucía, virgen y mártir, la cual, mientras vivió, conservó encendida la lámpara esperando al Esposo, y llevada al martirio en Siracusa, ciudad de Sicilia, mereció entrar con Él a las bodas y poseer la luz indefectible († c. 304).
Breve Reseña
Con el descubrimiento, hecho en 1894, de la inscripción sepulcral sobre el «loculus» o sepulcro de la santa en las catacumbas de Siracusa, desaparecieron todas las dudas sobre la historicidad de la joven mártir Lucía, cuya fama y devoción se deben en gran parte a su legendaria Pasión, posterior al siglo V. La inscripción se remonta a comienzos del siglo V, cien años después del glorioso testimonio que dio de Cristo la mártir de Siracusa.
Epígrafes, inscripciones y el mismo antiguo recuerdo litúrgico (se debe probablemente al Papa Gregorio Magno la introducción del nombre de Santa Lucía en el Canon de la Misa) demuestran la devoción desde antiguo, que se difundió muy pronto no sólo en Occidente, sino también en Oriente.
Mi yugo es suave y mi carga, ligera
Santo Evangelio según San Mateo 11, 28-30. Miércoles II de Adviento
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria
(para ponerme en presencia de Dios)
Señor, estoy en tu presencia. Gracias por permitirme estar frente a ti. Aumenta mi fe para que crea que Tú eres mi única esperanza. Aumenta mi esperanza para que espere siempre en tu amor. Aumenta mi amor para amarte con la certeza de la fe
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, Jesús dijo: «Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿A quién le gustan los lunes? Apenas suena el despertador y comienza el ajetreo. Trabajo o escuela; jefes o profesores; tareas para la semana o proyectos para el mes; parece que el lunes fue hecho para cansarnos y fastidiarnos la vida. Llegamos a nuestra casa, después de una jornada tan agitada, nos ponemos cómodos, sentados en un sillón o tirados en la cama y dejamos escapar el tan esperado ufff… por fin se acabó el día.
A veces no nos va bien en el trabajo o en la escuela; nuestros jefes o profesores son injustos con nosotros y nos tratan mal; nuestro futuro no está asegurado y nos causa incertidumbre e intranquilidad y muchas cosas más que nos hacen cansar y rendir espiritualmente. Hoy Jesús nos dice: Vengan a mí todos los que estén fatigados y agobiados por la carga y yo los aliviaré.
Todos tenemos piedras en los zapatos: tribulaciones, problemas, situaciones familiares que nos agobian. Dios nuestro Señor quiere cargar con todo eso. Nos invita a acercarnos a Él y dejar correr ese suspiro que tanto anhela nuestro espíritu: ufff…por fin siento paz en el alma.
La clave para liberarnos de todas nuestras cargas nos la da el mismo Jesús: Aprendan de mí que soy manso y humilde corazón y encontrarán descanso para vuestras almas. Somos tan soberbios que no queremos dejar que nos ayuden. Sólo con la humildad podemos decir: Señor, ya no puedo más. Mira qué pesada es mi carga. ¡Ayúdame!
«Las bienaventuranzas son el perfil de Cristo y, por tanto, lo son del cristiano. Entre ellas, quisiera destacar una: «Bienaventurados los mansos». Jesús dice de sí mismo: «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón». Este es su retrato espiritual y nos descubre la riqueza de su amor. La mansedumbre es un modo de ser y de vivir que nos acerca a Jesús y nos hace estar unidos entre nosotros; logra que dejemos de lado todo aquello que nos divide y nos enfrenta, y se busquen modos siempre nuevos para avanzar en el camino de la unidad».
(Homilía de S.S. Francisco, 1 de noviembre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Haré una visita al Santísimo, o una comunión espiritual donde ponga delante de Dios con humildad la carga que estoy teniendo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
El Adviento
El Adviento, Vísperas de Navidad, Ideas para vivir el Adviento, Corona de Adviento y otros recursos
El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico, empieza el domingo más próximo al 30 de noviembre y termina el 24 de diciembre. Son los cuatro domingos anteriores a la Navidad y forma una unidad con la Navidad y la Epifanía.
El término «Adviento» viene del latín adventus, que significa venida, llegada. El color usado en la liturgia de la Iglesia durante este tiempo es el morado. Con el Adviento comienza un nuevo año litúrgico en la Iglesia