Amigos, el Evangelio de hoy nos trae la conversación de Jesús con Nathaniel (luego identificado con el Apóstol Bartolomé), quien realiza la primer profesión de fe del Nuevo Testamento en la divinidad de Cristo: “Maestro, Tú eres el hijo de Dios”. La fe es la virtud sobre la cual descansa el cristianismo y es la capacidad de ver más allá de los sentidos una realidad más profunda o más elevada.

Hay una ilusión de fe en la parábola de la cueva de Platón donde vemos que un hombre escapa de la caverna en la cual estuvo viendo sólo sombras intermitentes sobre la pared. Cuando emerge de la oscuridad, está cegado por la intensidad de la luz del sol. Y cuando sus ojos se ajustan entonces vislumbra un nuevo mundo en profundidad y color.

De manera similar, el cristianismo sostiene que la revelación de Dios nos lleva más allá de lo que podemos saber y nos introduce en una dimensión del ser que vibra a un tono más alto. Ser una persona de fe es saber que el universo de los sentidos no es más que la punta del iceberg, una puerta de entrada. Y así resistir la idolatría del racionalismo de la Ilustración, que nos dice que solo la superstición y el oscurantismo están más allá de lo que los seres humanos podemos medir.

Primera lectura

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 9b-14

El ángel me habló diciendo:
«Mira, te mostraré la novia, la esposa del Cordero».
Y me llevó en espíritu a un monte grande y elevado, y me mostró la ciudad santa de Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, y tenía la gloria de Dios; su resplandor era semejante a una piedra muy preciosa, como piedra de jaspe cristalino.
Tenía una muralla grande y elevada, tenía doce puertas y sobre las puertas doce ángeles y nombres grabados que son las doce tribus de Israel.
Al oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y al poniente tres puertas, y la muralla de la ciudad tenía doce cimientos y sobre ellos los nombres de los doce apóstoles del Cordero.

Salmo de hoy

Sal 144, 10-11. 12-13ab. 17-18 R/. Tus santos, Señor, proclamen la gloria de tu reinado.

Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y la majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 45-51

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dijo:
«Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret».
Natanael le replicó:
«¿De Nazaret puede salir algo bueno?».
Felipe le contestó:
«Ven y verás».
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».
Natanael le contesta:
«¿De qué me conoces?».
Jesús le responde:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».
Natanael respondió:
-«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús le contestó:
«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
Y le añadió:
«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Reflexión del Evangelio de hoy

La ciudad santa

Con el lenguaje siempre especial del Apocalipsis, en la primera lectura se nos habla de una ciudad especial “la ciudad santa, Jerusalén”, con las características que allí nos indican.

Para los cristianos esa ciudad santa equivale al reino de Dios, una ciudad donde Dios y solo Dios reine. Sabemos que comienza en esta tierra, siendo sus miembros  todos los que dejan que Dios reine en su corazón, formando así la Iglesia. La Iglesia, con los apóstoles a la cabeza y sus sucesores, luchará para que Dios reine el corazón de todos los hombres, sabiendo que aquí siempre habrá otros dioses que estarán en lucha con nuestro verdadero Dios… y, a veces, ganarán en esa partida, por lo que nunca en esta tierra viviremos el reino de Dios, “la ciudad santa”, en plenitud. Tenemos que esperar a vivir esa plenitud después de nuestra muerte y resurrección, donde  podremos disfrutar de la ansiada felicidad y donde todos los ídolos y dioses falsos van a desaparecer para siempre y solo Dios va a reinar.

El encuentro con Jesús

El evangelio nos habla del primer encuentro de Natanael o Bartolomé con Jesús. Tiene sus notas personales. Es Felipe quien le habla y le lleva hasta Jesús. Jesús sorprende a Natanael reconociéndole como “un israelita de verdad, en quien no hay engaño”. Sigue el pequeño diálogo, y al final Natanael reconoce a Jesús como alguien distinto y por encima de los demás hombres: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”. Y quedó unido a Jesús para el resto de sus días como uno de sus apóstoles.  

Yendo más allá de las circunstancias personales, que cada uno sabrá, todos los cristianos, de cualquier época, tenemos unas notas comunes en nuestro encuentro con Jesús. Con su ayuda, le descubrimos que además de ser hombre es Dios, y le confesamos como el Hijo de Dios, descubrimos que sus palabras son especiales, que llevan a la vida y a la vida eterna, que nos indican el verdadero camino para que nuestro corazón rebose de luz, de esperanza, de ilusión. Le reconocemos como el que nos ha amado hasta el extremo, el que vivió su vida terrena en función de nosotros y fue capaz de morir por nosotros para regalarnos su evangelio. Le reconocemos como el que nos ha ofrecido su amistad y, a partir de ahí, le vivimos como el mejor amigo que tenemos. Le reconocemos como la verdad, como el que nos ha regalado su potente luz poniéndonos en bandeja todas las verdades, todas las indicaciones que necesitamos para vivir con sentido nuestra vida. Le reconocemos como el que nos espera después de nuestra muerte para invitarnos al banque de su amor, al banquete de la felicidad total y para siempre. Ciertamente tenemos a Jesús como nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida.

Bartolomé, Santo

Fiesta Litúrgica, 24 de agosto

Por: Redacción | Fuente: Centro de Espiritualidad Santa María

Apóstol y Mártir

Martirologio Romano: Fiesta de san Bartolomé, apóstol, al que generalmente se identifica con Natanael. Nacido en Caná de Galilea, fue presentado por Felipe a Cristo Jesús en las cercanías del Jordán, donde el Señor le invitó a seguirle y lo agregó a los Doce. Después de la Ascensión del Señor, es tradición que predicó el Evangelio en la India y que allí fue coronado con el martirio (s. I)

Etimológicamente: Bartolomé = hijo de Tolomé” (Bar =hijo. Tolomé = “cultivador y luchador”).. Viene de la lengua hebrea.

Breve Biografía

A este santo (que fue uno de los doce apóstoles de Jesús) lo pintaban los antiguos con la piel en sus brazos como quien lleva un abrigo, porque la tradición cuenta que su martirio consistió en que le arrancaron la piel de su cuerpo, estando él aún vivo.

Parece que Bartolomé es un sobrenombre o segundo nombre que le fue añadido a su antiguo nombre que era Natanael (que significa «regalo de Dios») Muchos autores creen que el personaje que el evangelista San Juan llama Natanael, es el mismo que otros evangelistas llaman Bartolomé. Porque San Mateo, San Lucas y San Marcos cuando nombran al apóstol Felipe, le colocan como compañero de Felipe a Natanael.

El encuentro más grande de su vida.

El día en que Natanael o Bartolomé se encontró por primera vez a Jesús fue para toda su vida una fecha memorable, totalmente inolvidable. El evangelio de San Juan la narra de la siguiente manera: «Jesús se encontró a Felipe y le dijo: «Sígueme». Felipe se encontró a Natanael y le dijo: «Hemos encontrado a aquél a quien anunciaron Moisés y los profetas. Es Jesús de Nazaret». Natanael le respondió: » ¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?» Felipe le dijo: «Ven y verás». Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño» Natanael le preguntó: «¿Desde cuando me conoces?» Le respondió Jesús: «antes de que Felipe te llamara, cuando tú estabas allá debajo del árbol, yo te vi». Le respondió Natanael: «Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «Por haber dicho que te vi debajo del árbol, ¿crees? Te aseguró que verás a los ángeles del cielo bajar y subir alrededor del Hijo del Hombre.» (Jn. 1,43 ).

Felipe, lo primero que hizo al experimentar el enorme gozo de ser discípulo de Jesús fue ir a invitar a un gran amigo a que se hiciera también seguidor de tan excelente maestro. Era una antorcha que encendía a otra antorcha. Pero nuestro santo al oír que Jesús era de Nazaret (aunque no era de ese pueblo sino de Belén, pero la gente creía que había nacido allí) se extrañó, porque aquél era uno de los más pequeños e ignorados pueblecitos del país, que ni siquiera aparecía en los mapas. Felipe no le discutió a su pregunta pesimista sino solamente le hizo una propuesta: «¡Ven y verás que gran profeta es!»

Una revelación que lo convenció.

Y tan pronto como Jesús vio que nuestro santo se le acercaba, dijo de él un elogio que cualquiera de nosotros envidiaría: «Este si que es un verdadero israelita, en el cual no hay engaño». El joven discípulo se admira y le pregunta desde cuándo lo conoce , y el Divino Maestro le añade algo que le va a conmover: «Allá, debajo de un árbol estabas pensando qué sería de tu vida futura. Pensabas: ¿Qué querrá Dios que yo sea y que yo haga? Cuando estabas allá en esos pensamientos, yo te estaba observando y viendo lo que pensabas». Aquélla revelación lo impresionó profundamente y lo convenció de que este sí era un verdadero profeta y un gran amigo de Dios y emocionado exclamó: «¡Maestro, Tú eres el hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! ¡Maravillosa proclamación! Probablemente estaba meditando muy seriamente allá abajo del árbol y pidiéndole a Dios que le iluminara lo que debía de hacer en el futuro, y ahora viene Jesús a decirle que El leyó sus pensamientos. Esto lo convenció de que se hallaba ante un verdadero profeta, un hombre de Dios que hasta leía los pensamientos.

Y el Redentor le añadió una noticia muy halagadora. Los israelitas se sabían de memoria la historia de su antepasado Jacob, el cuál una noche, desterrado de su casa, se durmió junto a un árbol y vio una escalera que unía la tierra con el cielo y montones de ángeles que bajaban y subían por esa escalera misteriosa. Jesús explica a su nuevo amigo que un día verá a esos mismos ángeles rodear al Hijo del Hombre, a ese salvador del mundo, y acompañarlo, al subir glorioso a las alturas.

Desde entonces nuestro santo fue un discípulo incondicional de este enviado de Dios, Cristo Jesús que tenía poderes y sabiduría del todo sobrenaturales. Con los otros 11 apóstoles presenció los admirables milagros de Jesús, oyó sus sublimes enseñanzas y recibió el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego.
El libro muy antiguo, y muy venerado, llamado el Martirologio Romano, resume así la vida posterior del santo de hoy: «San Bartolomé predicó el evangelio en la India. Después pasó a Armenia y allí convirtió a muchas gentes. Los enemigos de nuestra religión lo martirizaron quitándole la piel, y después le cortaron la cabeza».

Para San Bartolomé, como para nosotros, la santidad no se basa en hacer milagros, ni en deslumbrar a otros con hazañas extraordinarias, sino en dedicar la vida a amar a Dios, a hacer conocer y amar mas a Jesucristo, y a propagar su santa religión, y en tener una constante caridad con los demás y tratar de hacer a todos el mayor bien posible.

Oración

Oh, Dios omnipotente y eterno, que hiciste este día tan venerable día con la festividad de tu Apóstol San Bartolomé, concede a tu Iglesia amar lo que el creyó, y predicar lo que él enseñó. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén

¡Felicidades a los Bartolomés!

Cadena de encuentros

Santo Evangelio según san Juan 1, 45-51. San Bartolomé Apóstol

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Aquí delante de ti, Señor, quiero renovar mi fe. Quiero adorarte y reconocer lo grande y bueno que eres conmigo en todo momento. Permíteme descubrirte hoy una vez más. Por intercesión de tu Madre, María, concédeme conocerte y amarte como ella. Que mi fe y mi amor me lleven a vivir totalmente para ti. Así sea.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 1, 45-51

En aquel tiempo, Felipe se encontró con Natanael y le dijo: “Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José”. Natanael replicó: “¿Acaso puede salir de Nazaret algo bueno?” Felipe le contestó: “Ven y lo verás”.

Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: “Este es un verdadero israelita en el que no hay doblez”. Natanael le preguntó: “¿De dónde me conoces?”. Jesús le respondió: “Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera”. Respondió Natanael: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel”. Jesús le contestó: “Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver”. Después añadió: “Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

«Ven y lo verás». Cada uno de nosotros ha llegado a conocer a Cristo gracias a otra persona. Un sacerdote nos bautizó y nos da los demás sacramentos; en casa o en la parroquia nos enseñaron el catecismo; seguramente algún amigo o amiga en concreto nos ha atraído más hacia la fe… En cada cristiano, a lo largo de los siglos, se repite el evento de Felipe, Natanael y Jesús.

Gracias, Señor, por todos aquellos que me han llevado a Ti. ¿Qué sería de mí sin la ayuda de mis papás, de los sacerdotes, de mis amigos y hermanos en la fe? Gracias, Jesús, porque entraste en mi vida gracias a las personas que amo y sé que me aman; gracias por ser ese tesoro que he recibido de otros. Gracias, por la oportunidad de venir y verte, de conocerte más de cerca y de descubrir tu amor. Gracias porque, siendo el Hijo de Dios, has querido vivir entre nosotros.

Quien ha conocido a Cristo, ha recibido el mayor don de esta vida. Pero con el don viene una responsabilidad. ¡Cuánta gente no ha escuchado hablar de Cristo! ¡Cuántos saben de Él, pero no lo conocen en realidad, y por eso no lo aman! Y cuántos de ellos viven a nuestro lado, trabajan junto a nosotros, pasan por nuestras mismas calles. No podemos guardarnos el mayor tesoro de la humanidad para nosotros mismos. Tenemos que compartirlo, transmitir la gran noticia: ¡hemos encontrado a Aquél que tanto anhela el corazón humano!

Jesucristo, Tú tienes el gran deseo de que todos te conozcan, para que encuentren el verdadero Amor del Padre. Pero has querido hacerte necesitado de mi boca para hablar de Ti. Cuenta conmigo. Aquí mismo donde vivo, en mi puesto de trabajo, entre mis amigos, sé que algunos no te conocen. Dame ese fuego misionero, la gracia de transmitir el encuentro contigo.

«Dios nos ha escogido y bendecido con un propósito: “Para que fuésemos santos e irreprochables en su presencia”. Nos eligió a cada uno de nosotros para ser testigos de su verdad y su justicia en este mundo. Creó el mundo como un hermoso jardín y nos pidió que cuidáramos de él. Pero, con el pecado, el hombre desfiguró aquella belleza natural; destruyó también la unidad y la belleza de nuestra familia humana, dando lugar a estructuras sociales que perpetúan la pobreza, la falta de educación y la corrupción».

(Homilía de S.S. Francisco, 18 de enero de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Rezar un misterio del rosario por aquellas personas que me enseñaron la fe, o bien hablar de Cristo a algún conocido o amigo que no lo conoce.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Francisco, al servicio de la paz

La promoción del Papa Francisco por una fraternidad humana en medio del conflicto.

El que hace la guerra se olvida de la humanidad. En seis meses de conflicto en Ucrania, los llamamientos del Papa Francisco a la paz y a evitar el riesgo de una catástrofe mundial han sido incesantes.

Una derrota para todos

El Pontífice no dejó pasar la oportunidad de recordar al mundo, con una mirada que va más allá de la contingencia de las fronteras geográficas en las que se libra, que «toda guerra representa una derrota para todos» (Ángelus del 27 de marzo de 2022), exhortando a invertir la perspectiva y así «derrotar la guerra» (Audiencia General del 23 de marzo de 2022). «Nuestra fantasía», dijo, «parece cada vez más concentrada en la representación de una catástrofe final que nos extinguirá. Lo que sucede con una eventual guerra atómica» (Audiencia General del 16 de marzo de 2022). «Ante el peligro de autodestrucción, que la humanidad comprenda que ha llegado el momento de abolirla», de repudiarla, «de borrarla de la historia de la humanidad antes de que ella borre al hombre de la historia». “¿Qué victoria será esa que plante una bandera sobre un cúmulo de escombros?» (Ángelus, 10 de abril de 2022). «Que el Espíritu del Señor nos libre

Un acto sacrílego

La guerra es, en efecto, un lugar de muerte sin sentido, “donde los padres y las madres entierran a los hijos, donde los hombres asesinan a sus hermanos sin ni siquiera haberles visto, donde los poderosos deciden y los pobres mueren”. “Es una locura que no tiene justificación», señaló, pensando en los numerosos niños desplazados desde el inicio del conflicto, «no solo devasta el presente, sino también el futuro de una sociedad». Significa destruir el futuro, provocando un traumatismo dramático en los más pequeños e inocentes de entre nosotros». Un acto bárbaro, bestial, repugnante y sacrílego: es decir, porque “va contra la sacralidad de la vida humana, sobre todo contra la vida humana indefensa, que ha de ser respetada y protegida, no eliminada, y que está por encima de cualquier estrategia” (Ángelus del 20 de marzo de 2022).

El sueño y la pesadilla

“Dios, en efecto, es solo Dios de la paz, no de la guerra” y “está con los operadores de paz” (Ángelus del 27 de febrero de 2022), Francisco sigue reiterando: «Los que apoya la violencia profanan su nombre” (Ángelus 13 de marzo de 2022), niegan el sueño de Dios sobre la humanidad realizado en Pentecostés, el día que “los pueblos que hablaban lenguas diferentes se encontraron y se entendieron”. Por el contrario, la guerra es «una pesadilla»: “pueblos que se enfrentan, pueblos que se matan, personas que, en lugar de acercarse, son expulsadas de sus hogares” (Regina Caeli del 5 de junio de 2022).

Nunca debemos acostumbrarnos a la guerra

Con el pensamiento puesto más allá de Europa, en los conflictos olvidados de Siria, Yemen o Myanmar, por nombrar algunos trozos de la «tercera guerra mundial en etapas», el Pontífice llamó repetidamente a no considerar nunca que “la guerra no puede ser algo inevitable”. De hecho, es necesario oponerse con toda la fuerza al riesgo de acostumbrarse, o incluso de olvidar, la «trágica realidad» de lo que ocurre en Ucrania, o en cualquier otro lugar, como si fuera algo lejano, y «enfriar el corazón»: «la indignación de hoy», fue la exhortación, debe convertirse «en el compromiso de mañana». Porque, si salimos de este asunto como antes, todos seremos culpables de alguna manera».

Hijos de un mismo Padre

«El Padre de todos, no sólo de algunos», de hecho «quiere que seamos hermanos y no enemigos». La guerra, por otra parte, recuerda «el espíritu de Caín» que mató a su hermano Abel. «Somos testarudos como humanidad», repite errores y horrores del pasado, señaló el Pontífice: «Estamos enamorados de las guerras, del espíritu de Caín, el espíritu ‘cainista’ de matar, en vez del espíritu de paz» (Conferencia de prensa a su regreso de Malta – 3 de abril de 2022). “Quien persigue sus propios fines en detrimento de los demás”, dijo el Obispo de Roma unas semanas antes del inicio del conflicto invitando a una jornada de oración por la paz el 26 de enero de 2022, «desprecia su propia vocación de hombre, porque todos hemos sido creados hermanos» (Ángelus, 23 de enero de 2022).

Oración incesante

Incluso antes de la escalada de violencia, cuando las fuerzas armadas de la Federación Rusa invadieron el territorio ucraniano, Francisco llamó implacablemente a dar un giro de 180 grados, señalando la enseñanza de Jesús como la respuesta a la diabólica insensatez de la violencia (Audiencia General del 23 de febrero de 2022): el Miércoles de Ceniza, 2 de marzo, abrió la Cuaresma con el signo del ayuno y la oración por la paz en Ucrania, invitando a todos a no apartar la mirada y la esperanza del Dios de la reconciliación con la intercesión de María, Reina de la Paz: «¡No dejemos de rezar, es más, recemos más intensamente! » para que «el Señor abra caminos de diálogo que los hombres no quieren o no saben encontrar», amonestó convencido de que «la paz en el mundo comienza siempre con nuestra conversión personal, en el seguimiento de Cristo» (Audiencia general del 2 de marzo de 2022).

Consagrados a la Reina de la Paz

Al Corazón Inmaculado de María, Francisco consagró el 25 de marzo, en el día de la Anunciación, a toda la humanidad, especialmente a Rusia y Ucrania, implorando una concordia duradera entre las naciones bajo el manto de la Madre de todos: «Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear”. «Sigamos, por favor, rezando cada día el Rosario por la paz. Y recemos por los responsables de las Naciones, para que no pierdan ‘el olfato de la gente’, que quiere la paz y sabe bien que las armas no la traen, nunca» (Regina Coeli – 8 de mayo de 2022).

El riesgo de la ruina

Con dolor en el corazón ante los escenarios cada vez más alarmantes, el Pontífice exhortó a los líderes políticos a un «serio examen de conciencia delante de Dios»: «Pido a todas las partes implicadas que se abstengan de toda acción que provoque aún más sufrimiento a las poblaciones, desestabilizando la convivencia entre las naciones y desacreditando el derecho internacional».

Tras constatar la impotencia de la Organización de las Naciones Unidas (Audiencia General del 6 de abril de 2022) y con la convicción de que «cada día de guerra empeora la situación de todos», pidió entonces que «las iniciativas y acciones políticas al servicio de la fraternidad humana se antepongan a los intereses partidistas con un llamamiento sincero: «¡Por favor, no lleven a la humanidad a la ruina!».

El «diálogo serio» es de hecho, según el Obispo de Roma, la única solución y » Las armas no son el camino». Nunca. (Ángelus 12 de diciembre de 2021): «Si se mira la realidad con objetividad, teniendo en cuenta el daño que cada día de guerra supone para esa población pero también para el mundo entero, lo único razonable sería parar y negociar” (Ángelus 31 de julio de 2022).

La lógica diabólica de las armas

De ahí la advertencia: «Que haya negociaciones reales y concretas para un alto el fuego y una solución sostenible. Que se escuche el grito desesperado del pueblo que sufre, que se detenga la macabra destrucción de ciudades y pueblos». En efecto, la guerra nunca está del lado del hombre: «No mira la vida concreta de las personas, sino que antepone los intereses partidistas y de poder. Confía en la lógica diabólica y perversa de las armas, que es la más alejada de la voluntad de Dios. Y se distancia de la gente común, que desea la paz, y que en todo conflicto es la verdadera víctima que paga sobre su propia piel las locuras de la guerra”.

La negociación y el bien común

Toda crisis puede convertirse en una oportunidad antes de que sea demasiado tarde y la crisis ucraniana, según el Pontífice, «todavía puede convertirse en un desafío para los sabios estadistas, capaces de construir en el diálogo un mundo mejor para las nuevas generaciones». Con la ayuda de Dios, esto siempre es posible. Pero debemos pasar de las estrategias de poder político, económico y militar a un proyecto de paz global: no a un mundo dividido entre potencias en conflicto; sí a un mundo unido entre pueblos y civilizaciones que se respetan» (Ángelus 3 de julio de 2022).

Junto a las víctimas

Ha sido constante el llamamiento a favorecer corredores humanitarios seguros y a poner en marcha acciones de ayuda a la población martirizada por las bombas, de aquellos que, a solo tres mil kilómetros de Roma, están «en el martirio» y huyen de la violencia, especialmente los niños y los ancianos, víctimas indefensas del orgullo y del egoísmo. Con la misma consideración, Francisco no dejó de agradecer a los muchos hombres y mujeres de buena voluntad que desde el primer momento abrieron sus puertas a los refugiados en los que, recordó, está presente Cristo: «No nos cansemos de acoger con generosidad, como se está haciendo: no sólo ahora, en la emergencia, sino también en las semanas y meses venideros». «Pensemos en estas mujeres, en estos niños que, con el tiempo, sin trabajo, separados de sus maridos, serán buscados por los «buitres» de la sociedad. Protejámoslos, por favor».

Al servicio de la paz

Esperanza, angustia y preocupación son los sentimientos que el Pontífice ha confiado que comparte con cada persona desde el pasado mes de febrero. Nunca ha sido solo la mirada comprensiva y empática de un espectador: desde el primer momento, de hecho, se ha hecho cercano a los que cada día corren el riesgo de ser víctimas de la ferocidad de la guerra y ha intentado por todos los medios llegar al corazón de los que todavía pueden cambiar las tornas. Visitó inmediatamente al embajador ruso en Roma; mantuvo conversaciones telefónicas con el presidente ucraniano Zelensky; dio las gracias en varias ocasiones a los periodistas que, enviados al terreno para garantizar la información, arriesgaron sus vidas; animó y acogió como un signo de esperanza la reciente salida de los puertos ucranianos de los primeros barcos cargados de grano.

Una solicitud que se ha hecho explícita en el compromiso activo de la Santa Sede de trabajar sin reservas para ponerse al servicio de la paz, con el envío a Ucrania, el pasado mes de marzo, de los cardenales Krajewski y Czerny, respectivamente Elemosiniere y Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, y en mayo de Monseñor Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados. El Obispo de Roma nunca lo ha ocultado: en su corazón cultiva un fuerte deseo de «abrir una puerta», de ir a las zonas afectadas por el conflicto primero en Moscú y luego en Kiev: «está sobre la mesa», «me gustaría ir allí». «Para servir a la causa de la paz».

Dios: la única seguridad

Meditación. Una fe pura y sencilla

Acto preparatorio: Señor, Tú eres el Príncipe de la Paz. Los ángeles cantaron sobre tu cuna: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Ayúdame a establecer la paz en mi propio corazón, en mi familia y en el lugar donde estudio o trabajo.

Objetivo: En esta meditación vamos a aprender cómo edificar bien nuestra vida sobre las columnas que nos indica Jesús. Las columnas de la paz se levantan dentro del corazón de cada hombre.

Petición: Jesús, Príncipe de la Paz, haz de mi un instrumento de tu paz. Ayúdame a vivir tu paz, paz que nadie nos podrá quitar porque no desaparece cuando vienen las tentaciones o los sufrimientos, paz que se comparte y se disfruta con los que nos rodean, paz que sólo Tú nos puedes dar.

Contempla el nacimiento de Jesús:

“Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sito en el alojamiento.

Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor. El ángel les dijo: ‘No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre’. Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: ‘Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace”. (Lc 2,1-14)

1. Cristo vino a este mundo donde reinaba la “pax romana”.

El Evangelista hace referencia al emperador César Augusto. Éste había establecido la paz por todas partes. Era una paz muy especial, pues su fundamento no era el respeto a la vida ajena, sino el miedo a Roma. No era una paz profunda, sino artificial.

Hoy en día es impresionante ver que se hable tanto de paz; se crean organismos internacionales (especialmente la ONU) para asegurar la paz y se fundan ONG´s (Organizaciones No Gubernamentales) para promover la paz en el mundo. Sin embargo, la última mitad del siglo XX y el inicio de éste han sido marcados por la violencia en muchas partes del mundo. La peor violencia no es la que hacen los terroristas, sino la que hacen los que ejecutan el aborto directo (Según las estadísticas cada año en el mundo se practican 62 millones de abortos directos; ¡Es como si cada año mataran el equivalente a toda la nación italiana!).

Parece que la paz reina sólo en los labios de los hombres, pero no tanto en sus corazones. La verdadera paz en el cristiano es de orden interior, conocimiento de las propias miserias y las propias virtudes, respeto a los demás y confianza plena en el Señor. Esta paz una consecuencia de la humildad.

2. El mundo rechazó a Cristo, Príncipe de la Paz cuando vino a este mundo.

Dijo Fulton Sheen, obispo de Rochester en los Estados Unidos, que las palabras más tristes del Evangelio son éstas: “No hubo sitio para ellos en el mesón”. Era como un símbolo de lo que iba a ser la vida de Jesús: muchos lo iban a rechazar.

Tal vez alguien en Belén dijo a María y José que tenían una cueva libre en las inmediaciones de la aldea. De hecho era común entonces que las personas adaptaran alguna cueva como vivienda. Se les ofreció este “inmueble” con mucho gusto.

Impresiona este tipo de acto de caridad. Nos hace pensar en otros personajes del tiempo de Jesús que tuvieron la oportunidad de hacer algo grande por Él.

Pensemos en Pilato que tuvo la oportunidad de salvar a Jesús, pero se lavó las manos; en Verónica que aprovechó la ocasión para ofrecer a Jesús un paño para secar su rostro sangriento y sudoroso; en Simón de Cirene que pudo ayudarle a llevar la cruz, aunque lo hizo a regañadientes. Podríamos ser atrevidos y afirmar que Dios creó a estas personas para hacer algo grande en su vida. Unas aprovecharon la oportunidad y otras no.

Y usted, ¿cuántas oportunidades ha tenido de hacer algo grande por Cristo? ¿Las ha dejado pasar? ¿Las ha aprovechado? Hay muchas maneras de rechazar a Jesús y una es desaprovechar estas ocasiones que Él nos brinda para mostrarle nuestro amor.

3. Los ángeles cantaron gloria a Dios en el Cielo y paz a los hombres en la tierra.

Los ángeles cantaron así: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”. En este cántico hay una especie de inciso, como los que se ponen en los contratos legales, y es muy importante. La paz se ofrece, no a todos los hombres, sino sólo a “los de buena voluntad”. Esta aclaración tiene una importancia colosal para poder establecer la paz en el mundo. No se puede tener una verdadera paz si los hombres no tienen buena voluntad.

Dijo Tomás de Kempis, en su libro “La Imitación de Cristo”: “Si quieres establecer la paz en el mundo, comienza por establecerla dentro de ti primero”. Hay muchos que quieren arreglar el mundo, pero no quieren arreglar SU mundo.

Conclusión: La paz que ofrece Cristo no es un equilibrio de fuerzas; no es el silencio de la tumba, no es una convivencia pacífica al modo de la “pax romana”. Es una realidad interior en el hombre. Si quiere establecer la paz en el mundo, comience por establecerla dentro de sí mismo.

“La verdadera. La única paz de las almas en este mundo consiste en estar llenos del amor de Dios y animados de la esperanza del cielo, hasta el punto de considerar poca cosa los éxitos o reveses de este mundo… Se equivoca quien se figura que podrá encontrar paz en el disfrute de los bienes de este mundo y en las riquezas” (San Beda, Antología de textos, Ed. Palabra, España, p. 1087).

La paz es madre del amor… Cristo, es quien nos manda conservar esta paz, ya que Él ha dicho “La paz os dejo, mi paz os doy” (Jn 14, 27). Como seres finitos debemos estar convencidos que la paz de Cristo la conquistaremos por medio de una fe pura y sencilla, sin mezcla de amor propio, por tanto libre y sin temor.

Unas sugerencias:
· Cada noche haga un breve examen de conciencia antes de ir a dormir. Pregúntese cuánto odio, envidia, resentimiento, etc. hay en su corazón.
· Confiésese. Así la paz de Cristo no será una idea vaga o un sentimiento pasajero, sino una realidad palpitante en su corazón.
· Haga la paz con alguna persona. Por lo menos, haga el esfuerzo por hacerlo.

Oración: María, tú fuiste el testigo más privilegiado del nacimiento de tu Hijo. Escuchaste el cántico de los ángeles en el cielo sobre Belén. Mira a este mundo que jadea entre la guerra y la violencia. A través de tu intercesión maternal, alcánzanos la gracia de ser hombres de paz. María, Reina de la Paz, ayúdanos a establecerla dentro de nuestros corazones y dentro de nuestras familias.

Cuestionario:
1. ¿Tengo la pretensión de querer establecer la paz en EL mundo, pero sin establecerla dentro de MI mundo?
2. ¿Tengo un programa de vida donde me proponga medios concretos para alcanzar mi paz interior?
3. ¿Aprecio el sacramento de la reconciliación como el instrumento más valioso para establecer la paz dentro de mi corazón? ¿Uso este medio valiosísimo que Dios me da? ¿Soy una de esas personas que, con mentalidad protestante, “me confieso directamente con Dios”?
4. ¿Cómo puedo ser un hombre de paz en mi propio ambiente?

¿Prohíbe la Biblia hacer imágenes?

Hay pasajes difíciles de entender, y el tema aquí tratado es, sin lugar a dudas, uno de ellos.

Ex 20.4-5 ‘No te hagas estatua ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, abajo, en la tierra, y en las aguas debajo de la tierra. No te postres ante esos dioses, ni les sirvas’.

Si bien es cierto, si leemos esta cita del libro de Éxodo, podemos quedarnos con la idea equivocada de que Dios prohíbe la fabricación de cualquier tipo de imagen. Sin embargo, al igual que todo texto bíblico, debemos entenderlo en el contexto de toda la Escritura. Lo que Dios prohíbe es la adoración (lo que sólo se le debe a El), mas no la construcción de imágenes, como podemos ver claramente al revisar otros textos de la Sagrada Escritura. Por otro lado, Dios mismo, en ciertas ocasiones, es quien ordena la fabricación de imágenes, como encontraremos más adelante. Pues bien, Dios no se puede contradecir, no podría decir sí y no al mismo tiempo, pues ya no sería perfecto y por tanto no sería Dios. Pero si entendemos el verdadero sentido de la Biblia, descubrimos que lo que Dios prohíbe es el adorar las imágenes, es decir, rendirles culto como si se trataran de Dios mismo, cosa que ningún buen católico hace. Los católicos sólo veneramos las imágenes de Jesús, de María y de los santos, en cuanto representan o nos recuerdan a la persona a quien va dirigido nuestro culto, pero la adoración única y exclusivamente se la debemos a Dios, y eso es lo que siempre ha enseñado y enseña nuestra Santa Madre la Iglesia Católica.

Incluso vemos que el pueblo de Israel, se postraba ante el Arca de la Alianza (la cual estaba formada por dos querubines de oro), porque sabía que estos sólo representaban la presencia de Dios, pero no eran Dios. El siguiente texto bíblico (aunque existen muchos más), no nos deja lugar a dudas:

Jos 7.6 Entonces Josué y todos los jefes de Israel … permanecieron postrados delante del Arca de Yavé.

Para reafirmar lo dicho, leamos a continuación los textos bíblicos que nos hablan de la fabricación de imágenes, con la aceptación, e incluso la orden de Dios mismo:

Ex 25.18-20 ‘Harás dos querubines de oro macizo. Sus alas cubrirán el Lugar del Perdón’.

Ex 25.8-9 ‘Me van a hacer un santuario … y lo harán, según el modelo que yo te enseñaré’.

Ex 25.40 ‘Cuida, pues, de hacerlo todo conforme al modelo que te he enseñado en el monte’.

Ex 37.7 Asimismo (Moisés) hizo dos querubines de oro macizo.

Heb 9.5 Por encima del arca están los querubines de la Gloria, cubriendo con sus alas el Lugar del Perdón.

Ex 25.31-33 ‘Labrarás igualmente un candelabro de oro. Cada brazo tendrá tres cálices en forma de almendro, con capullo y flor’.

Ex 37.19 Cada brazo (del candelabro) tenía tres cálices en forma de flor de almendro, con capullos y flores.

Ex 26.1 ‘La Morada tendrá que ser hecha de diez cortinas … adornadas con querubines’.

Ex 36.8 Hicieron la Morada. Hicieron diez cortinas … adornadas con querubines.

Ex 26.31 ‘Para el velo necesitarás lino fino, … decorada en hermosa tapicería de querubines’.

Ex 36.35 Además de esto hizo un velo de lino fino, … bordado de querubines, obra de artista.

Ex 27.1-2 ‘Harás también un altar de madera… De sus cuatro esquinas saldrán cuatro cuernos’.

Ex 38.1-2 Hizo también el Altar de los Holocaustos. De sus cuatro esquinas salían cuatro cuernos.

Ex 30.1-2 ‘Harás también un altar para quemar el incienso… y de sus cuatro esquinas saldrán sus cuernos’.

Ex 37.25 Hizo también el Altar del Incienso. Sus cuernos formaban un cuerpo con él.

Ex 28.31-33 ‘Harás también el mando del Efod. En los lados habrá alrededor unas granadas de jacinto…’

1 Re 6.17-18 En todo el interior, la madera estaba esculpida con figuras de calabazas y guirnaldas de flores.

1 Re 6.23-28 Dentro del Lugar Santísimo, puso dos querubines, de cinco metros de alto. Salomón cubrió de oro los dos querubines.

2 Cr 3.10 En el interior de la sala del Lugar Santísimo hizo dos querubines de metal forjado, que revistió de oro.

1 Re 6.29 Las paredes de la Casa fueron esculpidas en todo su contorno con figuras de querubines, de palmas y guirnaldas de flores.

1 Re 6.31-32 Hizo la puerta del Lugar Santísimo. Esculpió en ellas figuras de querubines, palmas y guirnaldas de flores.

1 Re 6.33-35 A la entrada del Lugar Santo puso puertas. Estas también se esculpieron con querubines, palmas y guirnaldas de flores.

2 Cr 3.7 Recubrió de oro la Casa, sus paredes y sus puertas y esculpió querubines sobre las paredes.

1 Re 7.18,19 Moldeó en bronce granadas, … cuatrocientas en total … Los capiteles que estaban en la cima de las columnas tenían forma de azucenas.

2 Cr 3.14 Hizo también la cortina de púrpura violeta, … y en ella hizo poner querubines.

1 Re 7.23-25 Hizo una gran concha, conocido como Mar. Debajo del borde había calabazas. El Mar se apoyaba sobre doce bueyes.

2 Cr 4.2-4 Hizo una gran pileta, llamado el mar. Debajo del borde había unas como figuras de granadas. Se apoyaba sobre doce bueyes.

1 Re 7.27,29 Hizo diez basas de bronce. Sobre el panel que estaba entre los listones había leones, bueyes y querubines.

1 Re 9.1-3 Cuando Salomón hubo terminado la Casa de Yavé, Yavé le dijo: ‘He santificado esta Casa que me has construido’.

2 Cr 5.7 Los sacerdotes introdujeron el Arca de la Alianza … a su lugar, al Santuario de la Casa, al Lugar Santísimo, bajo las alas de los querubines.

1 Re 10.19-20 El trono tenía seis gradas… Había dos brazos y dos leones de pie junto a los brazos, más doce leones parados sobre las seis gradas.

Ez 41.18 La decoración (de la Casa) estaba formada por querubines y palmas; los querubines tenían dos caras.

Ez 41.20 En el muro se habían representado querubines y palmas desde el suelo hasta encima de la entrada.

Ez 41.25 Encima de las batientes del antesantuario, había representado en los muros querubines y palmas.

Ez 43.7 Me dijo: ‘Hijo de hombre, has visto el lugar de mi trono, el sitio para la planta de mis pies’.

Nm 21.8 Yavé le dijo a Moisés: ‘Hazte una serpiente-ardiente y colócale en un poste. El que haya sido mordido, al verla, sanará’.

Jn 3.14 ‘Recuerden la serpiente que Moisés hizo levantar en el desierto: así también tiene que ser levantado el Hijo del Hombre’.

Sab 16.7 En efecto, cualquiera que se volvía al objeto de bronce se salvaba, no por lo que tenía a la vista, sino por ti, el Salvador de todos.
Mc 12.16 Jesús les preguntó: ‘¿De quién es esta cara y lo que está escrito?’. Ellos le contestaron: ‘Del César’.

Por último, veamos que cuando la imagen ser convierte en objeto de adoración (idolatría, que es lo mismo) entonces sí se debe prohibir su culto, pues como dijimos la adoración se debe exclusivamente a Dios. La siguiente cita bíblica nos sirve de ejemplo:

2 Re 18.4 Ezequías) destruyó la serpiente de bronce que Moisés había fabricado …, pues hasta ese tiempo los israelitas le ofrecían sacrificios.
Yo creo, Señor; en Ti
que eres la Verdad Suprema.
Creo en todo lo que me has revelado.
Creo en todas las verdades
que cree y espera mi Santa Madre
la Iglesia Católica y Apostólica.
Fe en la que nací por tu gracia,
fe en la que quiero vivir y luchar
fe en la que quiero morir.

Para Profundizar en el tema:
Apologética. Aprende a defender tu Fe

 San Bartolomé o Natanael, apóstol y modelo de sinceridad

Uno de los Doce Apóstoles que Jesús escogió, también llamado Natanael. Es protector de las enfermedades de piel y nerviosas

San Bartolomé es uno de los Doce Apóstoles y aparece en el evangelio citado también como Natanael.

Nació en Caná de Galilea y fue san Felipe quien lo presentó a Jesús estando cerca del Jordán. El Señor le invitó a seguirle y fue llamado por Cristo a ser uno de los Doce.  

Muchos investigadores consideran que Bartolomé es un sobrenombre dado a Natanael (que significa «regalo de Dios»). Este apóstol aparece como Natanael en el evangelio de san Juan y se le sitúa como compañero de Felipe. En cambio, en los tres evangelios sinópticos el nombre del compañero de Felipe es Bartolomé.

El evangelio de san Juan narra así la llamada de Jesús a Felipe y a Natanael:

“Al día siguiente, Jesús resolvió partir hacia Galilea. Encontró a Felipe y le dijo: «Sígueme».

Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro.

Felipe encontró a Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret».

Natanael le preguntó: «¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?». «Ven y verás», le dijo Felipe.

Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: «Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez».

«¿De dónde me conoces?», le preguntó Natanael. Jesús le respondió: «Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera».

Natanael le respondió: «Maestro, tú eres el hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».

Jesús continuó: «Porque te dije: «Te vi debajo de la higuera», crees. Verás cosas más grandes todavía».

Y agregó: «Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Después de haber sido testigo de la vida, Resurrección y Ascensión del Señor a los cielos, tal como narran los evangelios, la tradición lo sitúa evangelizando en la India.

También por tradición nos ha llegado que este apóstol murió mártir, ya que lo despellejaron vivo.

Patronazgo

San Bartolomé es protector contra las enfermedades de piel y nerviosas. También es patrono de varias ciudades de Europa, de los mineros, albañiles, agricultores, viticultores, pastores, trabajadores del cuero, curtidores, talabarteros, zapateros, sastres, panaderos, carniceros y comerciantes del aceite y el queso (en Florencia).

Oración

Fortalece, Señor, nuestra fe, para que nos adhiramos a Cristo, tu Hijo, con la misma sinceridad con que lo hizo el apóstol San Bartolomé, y haz que, por la intercesión de este santo, sea siempre tu Iglesia sacramento de salvación universal para todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén.

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