Francisco, en el Ángelus, anima a usar las vacaciones para descansar, sin el «frenesí del hacer»

Papa Francisco

El Papa Francisco predicó sobre aprovechar el verano para descansar de verdad, con oración y contemplación y trato con Dios

Catequesis del Papa Francisco

Papa FranciscoEl Papa Francisco, antes del rezo del Ángelus dominical desde la ventana del Palacio Apostólico, ha comentado el Evangelio de San Marcos de este domingo 18 de julio, en el que Jesús habla del descanso a los apóstoles agobiados. Jesús invita a los apóstoles a descansar en un lugar tranquilo.

El Señor, dijo el Papa, “quiere ponerlos en guardia contra un peligro que está siempre al acecho, también para nosotros: dejarse llevar por el frenesí del hacer, caer en la trampa del activismo, en el que lo más importante son los resultados que obtenemos y el sentirnos protagonistas absolutos”

Atareados, con prisas y pensando que todo depende de nosotros, “corremos el riesgo de descuidar a Jesús”, dijo el Papa.

No sólo «desconectar»: descansar con silencio y oración

“No se trata sólo de descanso físico, sino también de descanso del corazón. Porque no basta “desconectar”, es necesario descansar de verdad. Y para hacerlo, es preciso regresar al corazón de las cosas: detenerse, estar en silencio, rezar, para no pasar de las prisas del trabajo a las de las vacaciones”, dijo el Pontífice.

Jesús, admitió, “no se sustraía a las necesidades de la multitud, pero cada día, antes que nada, se retiraba en oración, en silencio, en la intimidad con el Padre”. De su invitación a descansar se deduce que deberíamos guardarnos “del eficientismo” y parar “la carrera frenética que dictan nuestras agendas”.

“Aprendamos a detenernos, a apagar el teléfono móvil para cultivar el silencio, a contemplar la naturaleza, a regenerarnos en el diálogo con Dios”

Sin las prisas, podremos ser más compasivos

Papa FranciscoOtro tema que trata el Papa a partir del Evangelio del domingo es la compasión. “Sólo el corazón que no se deja secuestrar por la prisa es capaz de conmoverse, es decir, de no dejarse llevar por sí mismo y por las cosas que tiene que hacer, y de darse cuenta de los demás, de sus heridas, de sus necesidades”.

El Santo Padre también afirmó que “si aprendemos a descansar de verdad, nos hacemos capaces de compasión verdadera; si cultivamos una mirada contemplativa, llevaremos adelante nuestras actividades sin la actitud rapaz de quien quiere poseer y consumir todo; si nos mantenemos en contacto con el Señor y no anestesiamos la parte más profunda de nuestro ser, las cosas que hemos de hacer no tendrán el poder de dejarnos sin aliento y devorarnos”.

Ecología del corazón: descanso, contemplación y compasión

“Necesitamos una ‘ecología del corazón’ compuesta de descanso, contemplación y compasión. ¡Aprovechemos el tiempo estivo para ello! Y ahora, recemos a la Virgen, que cultivó el silencio, la oración y la contemplación, y que se conmueve siempre con ternura por nosotros, sus hijos”

Primer mensaje del Papa a los cubanos

Papa FranciscoTras rezar la oración mariana del Ángelus, el Papa Francisco expresó su cercanía con el pueblo cubano «en estos momentos difíciles, especialmente a las familias que más sufren». «Pido al Señor que les ayude a construir en paz, diálogo y solidaridad una sociedad cada vez más justa y fraterna. Exhorto a todos los cubanos a encomendarse a la protección maternal de la Virgen María de la Caridad del Cobre. Ella les acompañará en este viaje», dijo el Santo Padre.

Es la primera alusión pública del Pontífice a la situación de Cuba tras las protestas callejeras en 50 localidades del día 11 de julio, y mientras se producen detenciones de opositores, manifestantes y jóvenes católicos.

El Papa también ofreció sus condolencias a los habitantes de Alemania, Bélgica y los Países Bajos que se han visto afectados por las catastróficas inundaciones: «Que el Señor reciba a los muertos y consuele a sus familias. Que apoye los esfuerzos de todos para ayudar a los que han sufrido graves daños», añadió.

Y en alusión a los recientes episodios de violencia que han agravado la situación de la población en Sudáfrica, «que ya están sufriendo dificultades económicas y sanitarias a causa de la pandemia», el Papa se unió a los obispos del país, haciendo un llamamiento de corazón a todos los implicados «para que trabajen por la paz y cooperen con las autoridades en la asistencia a los necesitados».

Macrina la Joven, Santa

Virgen, 19 de julio

Macrina la JovenMartirologio Romano: En el monasterio de Annesis, cerca del río Iris, en el Ponto, ahora en Turquía, santa Macrina, virgen, hermana de los santos Basilio Magno, Gregorio de Nisa y Pedro de Sebaste, gran conocedora de las Sagradas Escrituras, que se retiró a la vida solitaria y fue ejemplo admirable de amor a Dios y de alejamiento de las vanidades del mundo. ( 379)

Breve Biografía

Macrina era la mayor de los diez hijos de los santos Basilio y de Emelia la mayor, y hermana de los Padres Capadocios, san Basilio y san Gregorio de Nisa. Nació en Cesarea de Capadocia, hacia el año 327 y su madre la educó con particular esmero, le enseñó a leer y vigilaba cuidadosamente sus lecturas. El libro de La Sabiduría y los Salmos de David eran las obras predilectas de Macrina, quien no descuidaba por ello los deberes domésticos y los trabajos de hilado y costura. A los doce años fue prometida en matrimonio, pero su prometido murió súbitamente y Macrina se negó a aceptar a ninguno de los otros pretendientes, para dedicarse a ayudar a su madre en la educación de sus hermanos y hermanas menores. San Basilio el Grande, san Pedro de Sabaste, san Gregorio de Nissa y los otros hermanos de Macrina, aprendieron de ella el desprecio del mundo, el temor a la riqueza y el amor a la oración y la palabra de Dios. Según se dice, san Basilio volvió muy envanecido de mnr estudios, y su hermana le enseñó a ser humilde. Por otra parte, Macrina fue «el padre y la madre, el guía, el maestro y el consejero» de su hermano menor, san Pedro de Sebaste, pues san Basilio el Mayor, murió poco después del nacimiento de su último hijo. A la muerte de su padre, san Basilio estableció a su madre y a su hermana Macrina en una casa a orillas del río Iris; las dos santas mujeres se entregaron allí a la práctica de la ascética con otras compañeras.

A la muerte de santa Emelia, Macrina repartió entre los pobres su herencia y vivió del trabajo de sus manos. Su hermano Basilio murió a principios del año 379, y Macrina cayó gravemente enferma nueve meses después. Cuando san Gregorio de Nissa llegó a visitada después de nueve años de ausencia, la encontró en un lecho de tablas. El santo quedó muy consolado al ver el gozo con que su hermana soportaba la tribulación y muy impresionado del fervor con que se preparaba para la muerte.

Macrina la JovenSanta Macrina exhaló eI último suspiro en un transporte de gozo al atardecer. Era tan pobre, que para amortajar el cadáver no se encontró más que un vestido viejo y una tela muy burda; pero San Gregorio regaló con ese fin una túnica de lino. El obispo del lugar, llamado Amauxio, dos sacerdotes y el propio San Gregorio, transportaron el féretro y, durante la procesión funeraria, se cantaron los salmos; pero la afluencia de la multitud y las lamentaciones del pueblo, especialmente de algunas mujeres, perturbaron mucho la ceremonia.

En el «Diálogo sobre el alma y la resurrección» y en un panegírico dedicado al monje Olimpio, san Gregorio dejó trazada la biografía de su hermana Macrina, con muchos detalles sobre su virtud, su vida y su entierro. En el panegírico mencionado, el santo habla de dos milagros: el primero de ellos fue que santa Macrina recobró la salud cuando su madre trazó sobre ella la señal de la cruz; en el segundo caso, la santa curó de una enfermedad de los ojos a la hijita de un militar. San Gregorio añade: «Creo que no es necesario que repita aquí todas las maravillas que cuentan los que vivieron con ella y la conocieron íntimamente … Por increíbles que parezcan esos milagros, puedo asegurar que los consideran como tales quienes han tenido ocasión de estudiarlos a fondo. Sólo los hombres carnales se rehusan a creerlos y los consideran imposibles. Así pues, para evitar que los incrédulos sean castigados por negarse a aceptar la realidad de esos dones de Dios, he preferido abstenerme de repetir aquí esas maravillas sublimes…» Este comentario confirma, una vez más, el dicho de que sólo un santo puede escribir la vida de otro santo.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

Te pido una señal

Santo Evangelio según san Mateo 12, 38-42. Lunes XVI del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.evangelio

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ¿cómo puedo interesarme más por ti en un mundo que poco me habla de ti? Tengo deseos, pero no encuentro muchos caminos para saciarlos. ¿Qué me queda hacer? Pedirte la gracia simplemente y ofrecerte nuevamente mi corazón. Llévame hacia ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 12, 38-42

En aquel tiempo, le dijeron a Jesús algunos escribas y fariseos: “Maestro, queremos verte hacer una señal prodigiosa”. Él les respondió: “

evangelioEsta gente malvada e infiel está reclamando una señal, pero la única señal que se le dará, será la del profeta Jonás. Pues de la misma manera que Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así también el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra.

Los habitantes de Nínive se levantarán el día del juicio contra esta gente y la condenarán, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay alguien más grande que Jonás.

La reina del sur se levantará el día del juicio contra esta gente y la condenará, porque ella vino de los últimos rincones de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien más grande que Salomón”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

rezarTe pido una señal, Señor, pero en realidad no sé qué es lo que pido. Cuando te pido felicidad, me olvido del camino que me podría llevar a ella. Cuando te pido gozo, me olvido que quizá tendré que andar por el crisol. Cuando te pido paz, me olvido que quizá tendré que renunciar a lo que me la quita. Es extraño el camino de la cruz, pero aquellos que lo han recorrido, testimonian su plenitud.

Dame una señal. Muéstrame un prodigio. Estaré dispuesto a recibir con corazón abierto lo que Tú me quieras dar. No te pido que se haga mi voluntad, sino la tuya. Yo confío en ti, seguiré el camino que me muestres. ¿Será doloroso? Señor, si Tú me lo muestras, lo andaré con confianza. ¿Me cuesta aún confiar? Te pido la confianza y te pido la gracia de atreverme a dar siquiera el primer paso, en la dirección que me señales.

Señor, los fariseos te pedían una señal. Jamás se imaginaron que les sería dada la más grande: tu resurrección. Yo estaré abierto a las señales que me quieras regalar. Sean sencillas, sean difíciles de acoger, las buscaré, las recibiré y con todo lo que soy y tu gracia, las sabré agradecer.

«Cuándo y cuál… Siempre nos mueve la curiosidad: se quiere saber cuándo y recibir señales. Pero esta curiosidad a Jesús no le gusta. Por el contrario, él nos insta a no dejarnos engañar por los predicadores apocalípticos. El que sigue a Jesús no hace caso a los profetas de desgracias, a la frivolidad de los horóscopos, a las predicaciones y a las predicciones que generan temores, distrayendo la atención de lo que sí importa. Entre las muchas voces que se oyen, el Señor nos invita a distinguir lo que viene de Él y lo que viene del falso espíritu. Es importante distinguir la llamada llena de sabiduría que Dios nos dirige cada día del clamor de los que utilizan el nombre de Dios para asustar, alimentar divisiones y temores».

(Homilía de S.S. Francisco, 13 de noviembre de 2016).

rezarDiálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy aceptaré la voluntad de Dios, aunque no concuerde con lo que yo quiero.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Las Señales de Dios

orarNo te da el juego armado ni el tutorial paso a paso que debes seguir para ser feliz. Dios te da “señales” para que disciernas y tomes el camino que responde a su voluntad. A veces las señales son muy claras, pero en otras ocasiones te puedes tardar años en detectarlas. Así como también las señales pueden ser muy evidentes, pero simplemente no las logras ver.

“Yo le pregunté: ¿Qué debo hacer, Señor? El Señor me dijo: Levántate y ve a Damasco donde se te dirá lo que debes hacer” (Hechos 22,10)

Lo cierto es que nada ocurre al azar en esta vida. Todo lo que sucede desde lo grande a lo pequeño pertenece al Plan perfecto de Dios, quien al darnos libre albedrío, espera que sigamos su voluntad que revela mediante esas señales.×

“Reconócelo a él en todos tus caminos y él allanará tus senderos” (proverbios 3,6)

Buen Pastor“Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen” (Juan 10,27)

Pero, ¿cómo logramos verlas? Más complejo aún… ¿Cómo logramos detectar de que esas señales provienen realmente de Dios y no de otras fuentes o simplemente de nuestra imaginación? Es recurrido el comodín: “Dios me lo reveló mediante sueños y visiones”. Tampoco se trata de engañarse y de obedecer a todo que llega a nosotros o a cualquier pensamiento que se nos venga a la mente.

Seguramente hemos escuchado el relato de aquel pescador que tras el naufragio de su bote, se estaba ahogando en el mar; esperaba la ayuda de Dios, pero sólo llegó a él la ayuda de un barco pequeño, uno más grande y un helicóptero. Tras su muerte le pregunta a Dios: ¿Por qué no me salvaste cuando te pedí ayuda? Dios le contesta que aquellos salvavidas fueron enviados por Él, sin embargo el pescador no lo creyó en su momento. Y es que Dios se comunica con cada uno de nosotros sirviéndose de cualquier instrumento.

En la medida que nuestra fe sea más fuerte y mediante una vida de oración constante, podemos ir discerniendo cada vez más la voluntad de Dios. La lectura de la Sagrada Escritura, que es la palabra viva del Señor, es también el instrumento por medio del cual Dios se comunica con nosotros. Y por cierto, podemos recurrir a la intercesión de la Virgen María, pidiendo en oración que nos ayude a ver las señales que Dios va colocando en nuestro camino. Él quiere que nos abandonemos en su voluntad y confiemos en su Plan maravilloso aunque a veces resulte difícil o simplemente inimaginable.

Generalmente se trata bastante este tema en aquellas personas que sienten una inquietud vocacional respecto a la vida consagrada. Podemos recoger muchos testimonios de personas consagradas que jamás imaginaron serlo; que luego de muchas señales que Dios les enviaba pudieron responder con un Sí. Cada caso es único, pues Dios se ha manifestado en ellas de diferentes maneras; lo común de todas esas personas es su grandioso amor, pues en ellas fijó su mirada, las eligió y las llamó para servirles en su Reino. Esas personas viven en paz y con alegría, gozando de este regalo inmenso de Dios.

encrucijadaSin embargo en nuestra vida cotidiana, siempre se nos presentan inquietudes de todo tipo y en toda materia. Generalmente tenemos más de un camino al que podemos optar y estamos en constante inseguridad de qué opción tomaremos. Los cristianos le pedimos ayuda a Dios y nos aferramos a la oración mientras que otros buscan respuestas en dónde por cierto, no las encontrarán. Y en este punto debemos reflexionar. ¿En dónde esperamos encontrar las señales que debemos seguir? Debemos tener presente que sólo Dios tiene ese Plan perfecto para cada uno de nosotros, un plan único e intransferible, un plan que con toda seguridad nos llevará a encontrar la felicidad. Lo demás, es fantasía, bienestar momentáneo quizás o una opción menos exigente, pero en ningún caso la voluntad de Dios y el camino a la Santidad.

Es el espíritu Santo quien nos guía para caminar en la senda que Dios nos ha preparado desde siempre. Por ello debemos invocarlo en todo momento, pidiendo que nos asista y que nos indique el camino que responde a la voluntad del Padre.

“Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios”  (Romanos 8,14).

“Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu” (Gálatas 5,25)

“El Espíritu dijo a Felipe: Acércate y camina junto a su carro” (Hechos 8,29)

“El Señor iba al frente de ellos, de día en una columna de nube, para guiarlos por el camino; y de noche en una columna de fuego, para iluminarlos, de manera que pudieran avanzar de día y de noche” (Éxodo 13,21)

El don de la fe

Dios ofrece a todos mil pequeñas luces para recibir el don de la fe.

CRUZHemos escuchado más de una vez frases como las siguientes: “No tengo fe. Reconozco que es hermoso creer, incluso a veces siento algo de envidia cuando veo que otros creen. Pero a mí Dios no me ha dado ese don”.

No es el caso de indagar cuál haya sido la trayectoria de un corazón que ha llegado a concluir que Dios “no le ha dado” el don de la fe. La historia de cada ser humano es muy particular; las convicciones se van construyendo sobre experiencias, reflexiones, lecturas, momentos buenos y malos. Al final quedan “fijadas” ciertas ideas fundamentales que resultan difícilmente modificables.

Son difícilmente modificables, sí, pero podrían cambiar. Como la frase de quien dice: “Dios no me ha dado el don de la fe”. El punto es: ¿cómo ayudar a una persona que dice no tener este don para que pueda recibirlo algún día?

fePodríamos recordar, inicialmente, lo que es un don. La palabra “don” indica algo que se recibe así, sin más, como regalo, como señal de alguien que nos ama y nos quiere alegrar con un objeto concreto o con un gesto profundo de cariño.

La fe también es un don, un don que Dios da a quienes creen no porque los creyentes tengan méritos o sean mejores que los demás, sino porque han descubierto y acogido ese don simplemente como lo que es, algo inmerecido.

Entonces, ¿cualquiera puede creer? ¿También una mala persona, un criminal, un borracho, un egoísta, un explotador, un insincero, un cobarde, un mentiroso? Pues, en principio, sí. Todos, ante el don de Dios, se encuentran en la primera línea para dar el paso de la fe. Y a todos Dios les ofrece mil pequeñas luces para iniciar a dar ese paso, para recibir un don que no es sólo para unos pocos privilegiados, sino para todos.

¿Cuáles son esas pequeñas luces? Para miles de personas, la familia: los padres o abuelos, los hermanos o tíos, los primos u otros familiares. Muchos hemos encontrado en casa un testimonio fresco, alegre, entusiasta, luminoso de la fe. Desde ese testimonio, con esa ayuda, recibimos el don. Luego, cada uno es libre de acogerlo o no, pero ¡cuánto tenemos que agradecer a Dios el haber sido ayudados en la fe por nuestros padres y familiares!

evangelizarPara otros, la “pequeña luz” habrá sido algún sacerdote, religioso o religiosa, catequista, educador. Miles de niños, adolescentes, jóvenes y adultos han conocido el don de Dios gracias a tantas y tantas personas dedicadas de por vida a susurrar, decir, explicar, el don tan maravilloso que Dios nos ha dado con la venida de Cristo.

Estas personas, transmisoras alegres del don, nos permiten descubrir la gran verdad: ¡es posible creer porque Dios mismo quiso venir a nuestro encuentro! ¡Es posible creer porque el mismo universo, la tierra, las plantas, los animales, los hombres y mujeres con los que vivimos, nos muestran la belleza de un Dios Padre que nos creó y nos cuida por amor!

Para otros, la “pequeña luz” fue un amigo, un compañero de trabajo, una persona encontrada en un viaje, en una sala de espera, en un consultorio médico, en un museo. Tal vez hubo un tropezón, o una curiosidad, o una petición de ayuda, e inició esa aventura que es poder dialogar sobre temas realmente importantes.

rezarLa oscuridad del corazón, las dudas, una mala experiencia del pasado, empiezan a ser iluminadas, con la ayuda de un creyente que ofrece inicios de respuestas, que invita a coger un Evangelio o a entrar en una iglesia para estar allí, simplemente, en ese ambiente de silencio y olor a cera, entre algunas personas mayores que rezan o en la soledad extraña de tantos templos casi abandonados pero vivos porque en ellos sigue presente Jesús sacramentado.

Para otros, la ayuda llegó a través de un libro, una fotocopia, una página de internet, un e-mail inesperado de esos que corren de lista en lista entre amigos y conocidos. Lo que al inicio era una lectura de curiosidad empezó a encender algo allá dentro, en la conciencia. Como si despertase un niño de ilusiones que anhelaba dar el paso de la fe; como si de repente el mundo empezase a vestirse de sentido porque descubríamos que hay un Dios que es Creador y Padre bueno, Redentor y Salvador en su Hijo Jesucristo, vivo y presente en la Iglesia católica con sus 2000 años de historia apasionante.

El don se ofrece, se desparrama, de mil modos. Es cierto que hay corazones que no pueden (o no quieren) abrir los ojos ni siquiera ante un torrente de luz, ni ante las palabras de un santo, ni ante la alegría de un creyente sincero que no deja de tender la mano. Pero también es cierto que muchos corazones que repetían, una y otra vez, que Dios no les daba a ellos el don de la fe, un día vieron. Cayeron las escamas de sus ojos, y entonces, llenos de asombro y de alegría, descubrieron un modo totalmente distinto de verlo todo.

Cada uno de los bautizados podemos convertirnos en ayuda, en instrumento, en luz para que otros descubran el don de la fe. Deberíamos sentirnos interpelados por lo que dice el Concilio Vaticano II cuando dedica un capítulo de la “Gaudium et Spes” a explicar el origen del ateísmo:

“En esta génesis del ateísmo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión” (“Gaudium et Spes”, n. 19).

Por lo mismo, valen para todos los cristianos las líneas que, en ese mismo documento del Concilio, nos invitan a ayudar a los no creyentes a dar el paso maravilloso de la fe:

“El remedio del ateísmo hay que buscarlo en la exposición adecuada de la doctrina y en la integridad de vida de la Iglesia y de sus miembros. A la Iglesia toca hacer presentes y como visibles a Dios Padre y a su Hijo encarnado con la continua renovación y purificación propias bajo la guía del Espíritu Santo.

Esto se logra principalmente con el testimonio de una fe viva y adulta, educada para poder percibir con lucidez las dificultades y poderlas vencer. Numerosos mártires dieron y dan preclaro testimonio de esta fe, la cual debe manifestar su fecundidad imbuyendo toda la vida, incluso la profana, de los creyentes, e impulsándolos a la justicia y al amor, sobre todo respecto del necesitado.

Mucho contribuye, finalmente, a esta afirmación de la presencia de Dios el amor fraterno de los fieles, que con espíritu unánime colaboran en la fe del Evangelio y se alzan como signo de unidad” (“Gaudium et Spes”, n. 21).

Enseñar y testimoniar, especialmente con la caridad. Dos caminos maravillosos que están al alcance de todos los bautizados. Dos caminos que encenderán hogueras de esperanza, que mostrarán cómo el don es asequible a todos, sin distinciones de razas, edades, psicologías, clases sociales. Dos modos que no son sino reflejo de un Amor que se hizo Hombre y que nos reveló, con su entrega en la Cruz y su Resurrección, que el Padre se preocupa y quiere la paz y la alegría de todos y de cada uno de sus hijos muy amados.

Fe cristiana y alma humana

La verdadera fe sólo es posible cuando hemos superado los límites de la mentalidad materialista

¿La Iglesia católica? Algunos dicen conocerla a partir de lo que han leído o escuchado aquí o allá. Piensan que es la continuadora de las cruzadas, la que persiguió a Galileo, la que guarda silencio ante los escándalos de muchos bautizados, la que olvida a los pobres y se alía con los ricos, la que no es capaz de comprender que los preservativos salvarían millones de vidas humanas…

Los que queremos explicar nuestra fe tenemos que responder cientos de veces a este tipo de argumentos. Está bien aclarar que la Iglesia medieval no se dedicaba sólo a hacer cruzadas (y explicar bien qué fueron las cruzadas). Es justo decir a más de uno que Galileo no murió quemado por la Inquisición… O recordar que hay miles de católicos santos, aunque también otros son pecadores. O que la Iglesia atiende a millones de pobres… O que el preservativo no es la mejor solución para prevenir el SIDA, pues son mucho más eficaces la abstinencia y la fidelidad…

Pero tener que tocar siempre estos temas (u otros parecidos) nos aparta de lo fundamental, de lo que es propio de nuestra fe: Jesucristo. Lo específico del cristiano es descubrir que Cristo es el Salvador del mundo, y predicarlo, como el centro de la buena noticia, para invitar a todos a un bautismo que perdona los pecados, que nos une como hermanos en la misma Iglesia, que nos permite recibir el Espíritu Santo, que nos hace hijos del Padre de los cielos.

Esta predicación requiere, además, una preparación de los corazones, un despertar la sed que todos tenemos pero que a veces pensamos poder saciar en charcos poco saludables.

En este trabajo previo, tiene una importancia muy grande exponer (en algunos casos, enseñar casi desde cero) una verdad, un presupuesto imprescindible para empezar a interesarse por la fe: cada ser humano tiene un alma espiritual, creada directamente por Dios y llamada a una vida sin fin.

Un sinfín de científicos (algunos de ellos se las dan también de filósofos) y de pensadores repiten hasta la saciedad que la idea de alma está superada, que ya no tiene lugar en el mundo de la ciencia, pues no puede ser vista (menos mal, pues entonces no sería espiritual) por el microscopio. Otros dicen que el alma es solamente material. Un investigador de inicios del siglo XX llegó a escribir que el alma humana “pesaba” 21 gramos…

Otros son más sofisticados, y nos repiten que el alma sería un resultado que “emerge” del sistema nervioso y que desaparece cuando el cerebro se destruye…

humanoLos que defienden una interpretación materialista de las teorías sobre la evolución consideran que la idea de espíritu no tiene ya lugar en el mundo moderno. Somos, repiten una y otra vez, el resultado casual de un proceso de siglos, sin que exista en nosotros ninguna característica que nos permita sentirnos “superiores” o más especiales que otros vivientes. Lo único que podríamos afirmar es que tenemos más capacidad cránica, más neuronas, una mano un poco particular, y que, por las casualidades del devenir, hemos desarrollado de un modo simpático y variado tendencias que son las mismas en otros animales. Pero de espíritu, nada de nada…

Con estos presupuestos, no es extraño que se llegue a ver la fe cristiana como algo anacrónico, o como un sistema falso, o como una creencia sin ningún apoyo serio en las “verdades científicas” (como si el alma pudiese ser estudiada en el laboratorio), o como algo sentimental que usamos a veces a la hora de afrontar los problemas de la supervivencia…

En realidad, la verdadera fe sólo es posible cuando hemos superado los límites de la mentalidad materialista, cuando reconocemos que en el hombre hay algo más (muchísimo más) que neuronas. No somos un complejo sistema de átomos que interactúan entre sí. Por eso nuestro nacimiento y nuestra muerte tienen una importancia infinitamente mayor que la que puedan tener esos mismos hechos en la vida de una pulga o de un delfín.

Para reflexionar en el tema del alma, hay que realizar un trabajo en dos direcciones bien precisas. La primera: un estudio sereno y profundo sobre el hombre y sus actos. Así se mostrará claramente que algunas actividades intelectuales y volitivas no pueden quedar explicadas por las leyes de un materialismo radical o de un biologicismo determinista. La segunda, a través del descubrimiento de un Dios (la más “espiritual” entre las realidades espirituales) que sea capaz tanto de crear un mundo material con leyes capaces de regir el universo que conocemos, como de permitir que, desde su amor infinito, haya sido posible que algunos seres espirituales puedan existir y vivir unidos de un modo sumamente rico y armónico con la materia: que seamos una unidad hecha de alma espiritual y de cuerpo…

Hay una fórmula del pensamiento antiguo que nos permite ver esta problemática de un modo sumamente atractivo. Nosotros solemos preguntarnos: ¿cómo un cuerpo puede recibir un alma? Los antiguos preguntaban: ¿cómo un alma puede recibir un cuerpo? En otras palabras, el alma está en nosotros no como algo contenido, sino como lo que contiene al cuerpo. Por eso es fácil comprender que, apenas el alma deja el cuerpo (ese momento, tal difícil de medir, de la muerte), la armoniosa unidad de nuestro cuerpo vivo inicia el proceso de descomposición, mientras que el alma pasa a un nuevo estado que no nos es dado comprender plenamente.

Vale la pena pensar en el alma, profundizar sobre ella. Es un tema de vida o muerte, sin el cual no llegaremos a apreciar, en toda su riqueza, la fuerza transformadora y dinámica de nuestra fe, los tesoros que encierra, la apertura de horizontes que ofrece a los hombres de todos los tiempos y culturas.

4 pasos que deberías seguir si quieres sanar un corazón roto

4 acciones necesarias para la sanación emocional de un corazón roto, no será rápida, pero promoverá sanación en tu alma

Recientemente tuve el almuerzo con un buen amigo que está pasando por tiempos muy difíciles. Está en medio de un doloroso divorcio. Está muy confundido, sus finanzas están destrozadas, su mundo está al revés y tiene el corazón roto.

Está luchando con una mezcla de emociones que incluyen arrepentimiento, tristeza, ira, confusión, miedo y frustración. Me hizo una pregunta sencilla pero profunda: ¿Qué voy a hacer ahora?

Esa es una pregunta muy buena, ¿no? Es una pregunta que todos nos preguntaremos en diferentes momentos, y cómo elegimos responder en estos momentos clave puede, en última instancia, determinar la dirección de nuestras vidas.

Le dije a mi amigo que el proceso de curación de un corazón roto es en realidad similar al proceso de curación de un brazo roto.

Cuando mi hijo se rompió el brazo, fueron necesarios cuatro pasos clave para la curación física, y cuatro acciones muy similares también son necesarias para la sanación emocional de un corazón roto.

brazo rotoCuando el brazo de mi hijo se rompió, el primer paso fue acomodar el hueso. Significa realinear el hueso a su posición apropiada para que sane adecuadamente.

Después, el brazo tuvo que ser envuelto en un yeso duro para sostenerlo en su lugar y protegerlo de daños adicionales.

En tercer lugar, mi hijo tuvo que abandonar temporalmente diversas libertades y restringir sus movimientos para evitar más lesiones. Y, finalmente, tuvo que descansar para que su cuerpo tuviera la fuerza y la resistencia para promover la curación.

1.- Ubicate en la posición correcta.

Con un brazo roto, establecer el hueso en su lugares el primer paso. Esto se hizo de la mano de la confianza en el médico. Con un corazón roto, nuestro primer paso es confiar en las manos del médico mayor: Dios

Significa admitir que no podemos traer la curación completa por nuestra cuenta y, afortunadamente, no tenemos que hacerlo.

Jesús está listo para «acomodarnos» si confiamos en él. Permite que Su Palabra guíe tu plan de sanación y Su fuerza para ayudarte a cumplirla.

«… Y todos los que lo tocaron fueron sanados» (Mateo 14,36)

El estrés viene de querer hacer todo por tu cuenta. La paz viene de poner todo en manos de Dios.

2.- Pon un yeso: protege tu corazón

El yeso era duro. Proporcionaba una capa de protección contra cualquier cosa o cualquier persona que pudiera causar más daño.

Cuando tu corazón está roto, no puedes poner un yeso real, pero necesitas poner capas de protección alrededor de tu corazón.

No quieres que tu corazón se vuelva duro, pero quieres que esté protegido. Esto lo logras rodeándote de personas que te alentarán y orarán por ti, y alejándote de personas que intencionalmente te causarían un daño adicional. Aquí dejo una frase para reflexionar:

«No es nuestro trabajo arreglar a las personas. Nuestro trabajo es amarlas incluso si están rotas».

3.- Limita temporalmente tus movimientos.

pensarCuando le dijeron a mi hijo que no podía luchar, jugar a la pelota o mojar el brazo hasta que le quitaran el yeso, pensó que estaba siendo castigado. Le expliqué que no era un castigo, sino una protección.

Cuando estás experimentado un corazón roto, también debes restringir temporalmente sus movimientos y renunciar a algunas libertades para proteger la herida y promover la curación.

Si intentas saltar de nuevo a todas las cosas que hacías antes, nunca sanará correctamente. Elimina todos los elementos no esenciales de tu vida y concéntrate en aquellas actividades y personas que están promoviendo activamente la curación. Todo el mundo y todo lo demás puede esperar.

Gracias a Jesús, todo nuestro dolor es temporal, y toda nuestra alegría es eterna.

rezar4.- Descansar.

No sólo necesitas restringir tus movimientos, también necesitas períodos de descanso completo. No trates de averiguar el futuro. No trates de arreglar todo lo que te ha roto.

No dejes que la preocupación eche raíces en tu corazón. Debes darte permiso para descansar. Avanza un día a la vez.

La sanación no será rápida, pero la desaceleración promoverá la sanación en tu alma, te ayudará a reenfocarte en lo que más importa y te acercará a Dios en el proceso.

No te apresures. Descansa. La sanación no hace en un microondas, se hace en una olla de barro.

No pierdas la esperanza. ¡Sé que conseguirás salir de esto!

El Papa: Hay que hacerse pequeño para escuchar a Dios

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En la homilía en Casa Santa Marta, Francisco habla del encanto de la pequeñez. Para escuchar la voz del Señor hay que hacerse pequeño. Lo recuerda el Papa Francisco en la homilía matinal en Casa Santa Marta, celebrando el Sagrado Corazón de Jesús.

Papa FranciscoEl Señor nos ha elegido, se ha «mezclado con nosotros en el camino de la vida” y nos dio a “Su Hijo y la vida de su Hijo por nuestro amor”.

Refiriéndose a la primera lectura del día, del Deuteronomio, donde Moisés dice que Dios nos eligió para ser el pueblo de su propiedad personal entre todos los pueblos, Francisco explica que hay que alabar a Dios porque «en el corazón de Jesús nos da la gracia de celebrar con alegría los grandes misterios de nuestra salvación, de su amor por nosotros”, celebrando “nuestra fe”.

En particular, el Papa se para en dos palabras del pasaje: elegir y pequeñez. Respecto a la primera, prosigue, no hemos sido nosotros los que le hemos «elegido a Él», sino que Dios se ha hecho «nuestro prisionero».

Se ha unido a nuestra vida, no puede separarse. ¡Ha apostado fuerte! Y permanece fiel a esta actitud. Hemos sido elegidos por amor y esta es neutra identidad. ‘Yo elegí esta religión, elegí …’: no, tu no elegiste. Él te eligió a ti, te ha llamado y se ha unido a ti. Y esta es nuestra fe. Si no creemos esto, no comprendemos el mensaje de Cristo, no comprendemos el Evangelio”.

Nuestra pequeñez enamora a Dios

Para la segunda palabra, pequeñez, recuerda que Moisés especifica que el Señor eligió al pueblo de Israel porque es «el más pequeño de todos los pueblos”.

Se enamoró de nuestra pequeñez, y por esto nos ha elegido. Y Él elige a los pequeños: no a los grandes, a los pequeños. Y Él se revela a los pequeños: «Has ocultado estas cosas a los sabios y a los doctos y las has revelado a los pequeños’. Él se revela a los pequeños: si quieres entender algo del misterio de Jesús, abájate: hazte pequeño. Reconoce que no eres nada».

«Y no sólo elige y se revela a los pequeños, sino que llama a los pequeños: ‘Vengan a mí, ustedes que están cansados y oprimidos, y yo les daré descanso’. Ustedes que son los más pequeños – por los sufrimientos, por el cansancio … Él elige a los pequeños, se revela a los pequeños y llama a los pequeños. ¿Y a los grandes no les llama? Su corazón está abierto, pero los grandes no logran escuchar su voz porque están llenos de sí mismos. Para escuchar la voz del Señor hay que hacerse pequeños”. Así, por tanto, se llega al misterio del corazón de Cristo, que no, no es – como “alguien dice”, recuerda Francisco – una “imaginita” para los devotos: el corazón atravesado de Cristo es “el corazón de la revelación, el corazón de nuestra fe porque Él se hizo pequeño, eligió este camino”. La de humillarse a sí mismo y anularse “hasta la muerte” en Cruz: es – subraya el Papa – “una elección hacia la pequeñez para que la gloria de Dios pueda manifestarse”. Dios se hace pequeño. «Del cuerpo de Cristo atravesado por la lanza del soldado “salió sangre y agua”, recuerda el Papa, y “este es el misterio de Cristo”, en la celebración de un “corazón que ama, que elige, que es fiel” y “se une a nosotros  se revela a los pequeños, llama a los pequeños, se hace pequeño”.

“Creemos en Dios, sí; sí, también en Jesús, sí … ‘¿Jesús es Dios?’ – ‘Sí’. Pero el misterio es este. Esta es la manifestación, esta es la gloria de Dios. Fidelidad al elegir, al unirse y pequeñez también para sí mismo: hacerse pequeño, anularse.

El problema de la fe es el nudo de nuestra vida: podemos ser muy muy virtuosos, pero con poca fe o ninguna; debemos empezar por aquí, por el misterio de Jesucristo que nos salvó con su fidelidad”.