Matthew 12:38-42

Amigos, en el Evangelio de hoy, el Señor dice a sus oponentes que habían pedido una señal que no se les dará ninguna, excepto la señal de Jonás —es decir, la Resurrección—. Según los primeros Padres de la Iglesia, la venida de Cristo precipitó una guerra con los poderes que mantienen al mundo bajo su control.

Al traer el ordo de Dios al mundo, Jesús tuvo que pasar a la escena del desorden, pero este paso no encontró pasividad ni conformidad. Más bien, los principados del mundo —Herodes, Pilato, los escribas y fariseos, los demonios— libraron una feroz lucha contra él, y fue solo a través del drama de la cruz y la resurrección que Jesús logró derrotarlos.

Él tomó toda su violencia y, a través del perdón valiente, les robó su autoridad, pues la violencia se alimenta de sí misma, sobreviviendo sólo a través de su reproducción. Cuando se enfrenta con compasión y perdón, se disipa, su fuente de poder desaparece. En el lenguaje de los Padres, Jesús ató de ese modo al diablo, frustrándolo hasta someterlo, llevando nuestra cautividad al odio como cautivo. Entonces, como dice el texto del himno: “La lucha ha terminado, la batalla está ganada . . .”

Lorenzo de Brindisi, Santo

Doctor de la Iglesia, 21 de Julio

Por: n/a | Fuente: Corazones.org

Sacerdote capuchino – Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: San Lorenzo de Brindisi, presbítero y doctor de la Iglesia, de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, predicador incansable por varias naciones de Europa, que de caracter sencillo y humilde, cumplió fielmente todas las misiones que se le encomendaron, como la defensa de la Iglesia ante los turcos que intentaban dominar Europa, la reconciliación de príncipes enfrentados y el gobierno de su Orden religiosa. Murió en Lisboa, en Portugal, el veintidós de julio de 1619.

Etimológicamente: Lorenzo = laurel, de la lengua latina.

Fecha de beatificación: 1 de junio de 1783 por S.S. Pío VI
Fecha de canonización: 8 de diciembre de 1881 por S.S. León XIII.

Iconografía: con hábito, un libro, la hostia alusiva a su veneración a la Eucaristía y la imagen de María Santísima, por la especial devoción que le manifestó.

Breve Biografía

Cesar de Rossi nació en Brindis, ciudad del reino de Nápoles, en 1559. Pertenecía a una familia veneciana de cierto renombre. A los seis años ya asombraba a todos por la facilidad de aprender de memoria páginas enteras, que declamaba en público.

Primero se educó en el convento de los franciscanos de su ciudad natal y, después, bajo la dirección de un tío suyo en el colegio de San Marcos de Venecia. Hizo rápidos progresos, tanto desde el punto de vista intelectual como espiritual y a los dieciséis años ingresó en el convento de los capuchinos de Verona. Cuando pidió ser admitido, el superior le advirtió que le iba a ser muy difícil soportar aquella vida tan dura y tan austera. El joven le preguntó: «Padre, ¿en mi celda habrá un crucifijo?.» «Sí, lo habrá», respondió el superior. «Pues eso me basta. Al mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas para sufrir por amor a El, cualquier padecimiento». Con el hábito religioso recibió el nombre de Lorenzo.

Durante sus estudios de filosofía y teología en la Universidad de Padua, se distinguió por su extraordinario dominio de lenguas: aprendió el griego, el hebreo, el alemán, el bohemio, el francés, el español y llegó a conocer muy a fondo el texto de la Biblia.

Por su gran don de prédica, siendo diácono, le fue encomendado el predicar los 40 días de Cuaresma en la Catedral de Venecia por dos años consecutivos. La gente vibraba de emoción al oír sus sermones, y muchas eran las conversiones.

Después de su ordenación sacerdotal, predicó con gran fruto en Padua, Verona, Vicenza y otras ciudades del norte de Italia. En 1596, pasó a Roma a ejercer el cargo de definidor de su orden, y el Papa Clemente VIII le pidió que trabajase especialmente por la conversión de los judíos. Tuvo en ello gran éxito, ya que a su erudición y santidad de vida unía un profundo conocimiento del hebreo.

Un sacerdote le preguntó: «Frai Lorenzo, ¿a qué se debe su facilidad para predicar? ¿A su formidable memoria?» Y él respondió: «En buena parte se debe a mi buena memoria. En otra buena parte a que dedico muchas horas a prepararme. Pero la causa principal es que encomiendo mucho a Dios mis predicaciones, y cuando empiezo a predicar se me olvida todo el plan que tenía y empiezo a hablar como si estuviera leyendo en un libro misterioso venido del cielo».

Dormía sobre tablas. Se levantaba por la noche a rezar salmos. Ayunaba con frecuencia comiendo casi siempre pan y verduras. Huía de recibir honores, y se esforzaba por mantenerse siempre alegre y de buen humor con todos.

Cuando Lorenzo era vicario general, el emperador Rodolfo II le envió en misión diplomática a conseguir la ayuda de los príncipes alemanes contra los turcos, cuya amenaza se cernía sobre toda Hungría. El santo tuvo éxito en su misión y fue nombrado capellán general del ejército que se había formado gracias a sus esfuerzos. En algunas ocasiones, San Lorenzo fue prácticamente general en jefe del ejército; por ejemplo, antes de la batalla de Szekes-Fehervar, en 1601, los generales le consultaron, el santo les aconsejó que atacasen, arengó personalmente a las tropas y partió al frente de las fuerzas de ataque, sin más armas que un crucifijo. La aplastante derrota que sufrieron los turcos fue atribuida por todos a San Lorenzo. Se cuenta que, al volver de la campaña, se detuvo en el convento de Gorizia, donde el Señor se le apareció en el coro y le dio la comunión por su propia mano.

Los príncipes y gobernantes, por muy irreligiosos que sean, suelen apreciar los servicios de los hombres verdaderamente santos. Los principales señores de Nápoles acudían a San Lorenzo para presentarle sus quejas por la tiranía del virrey español, duque de Osuna y le pedían que fuese a la corte del rey Felipe para evitar que el pueblo se levantase en armas. El santo no era aún muy viejo, pero estaba enfermo y achacoso. Cuando llegó a Madrid, supo que el rey no estaba en la ciudad, sino en Lisboa. Así pues, prosiguió su camino a Portugal, en pleno calor del estío. Usó de toda su elocuencia y su poder de persuasión y logró que el monarca prometiese relevar del cargo de virrey al duque de Osuna.

San Lorenzo regresó entonces a su convento y ahí falleció el día de su cumpleaños, 22 de julio de 1619. Cumplía 60 años. Fue sepultado en el cementerio de las Clarisas Pobres de Villafranca.

Lo canonizó León XIII en 1881. Juan XXIII lo declaró Doctor de la Iglesia en 1959, con el título de Doctor Evangélico, por lo elevado de su inspiración evangélica.

Te pido una señal

Santo Evangelio según san Mateo 12, 38-42. Lunes 16ª semana de tiempo ordinario

Por: Iván González, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ¿cómo puedo interesarme más por ti en un mundo que poco me habla de ti? Tengo deseos, pero no encuentro muchos caminos para saciarlos. ¿Qué me queda hacer? Pedirte la gracia simplemente y ofrecerte nuevamente mi corazón. Llévame hacia ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 12, 38-42

En aquel tiempo, le dijeron a Jesús algunos escribas y fariseos: “Maestro, queremos verte hacer una señal prodigiosa”. Él les respondió: “Esta gente malvada e infiel está reclamando una señal, pero la única señal que se le dará, será la del profeta Jonás. Pues de la misma manera que Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así también el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra.

Los habitantes de Nínive se levantarán el día del juicio contra esta gente y la condenarán, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay alguien más grande que Jonás.

La reina del sur se levantará el día del juicio contra esta gente y la condenará, porque ella vino de los últimos rincones de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien más grande que Salomón”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Te pido una señal, Señor, pero en realidad no sé qué es lo que pido. Cuando te pido felicidad, me olvido del camino que me podría llevar a ella. Cuando te pido gozo, me olvido que quizá tendré que andar por el crisol. Cuando te pido paz, me olvido que quizá tendré que renunciar a lo que me la quita. Es extraño el camino de la cruz, pero aquellos que lo han recorrido, testimonian su plenitud.

Dame una señal. Muéstrame un prodigio. Estaré dispuesto a recibir con corazón abierto lo que Tú me quieras dar. No te pido que se haga mi voluntad, sino la tuya. Yo confío en ti, seguiré el camino que me muestres. ¿Será doloroso? Señor, si Tú me lo muestras, lo andaré con confianza. ¿Me cuesta aún confiar? Te pido la confianza y te pido la gracia de atreverme a dar siquiera el primer paso, en la dirección que me señales.

Señor, los fariseos te pedían una señal. Jamás se imaginaron que les sería dada la más grande: tu resurrección. Yo estaré abierto a las señales que me quieras regalar. Sean sencillas, sean difíciles de acoger, las buscaré, las recibiré y con todo lo que soy y tu gracia, las sabré agradecer.

«Cuándo y cuál… Siempre nos mueve la curiosidad: se quiere saber cuándo y recibir señales. Pero esta curiosidad a Jesús no le gusta. Por el contrario, él nos insta a no dejarnos engañar por los predicadores apocalípticos. El que sigue a Jesús no hace caso a los profetas de desgracias, a la frivolidad de los horóscopos, a las predicaciones y a las predicciones que generan temores, distrayendo la atención de lo que sí importa. Entre las muchas voces que se oyen, el Señor nos invita a distinguir lo que viene de Él y lo que viene del falso espíritu. Es importante distinguir la llamada llena de sabiduría que Dios nos dirige cada día del clamor de los que utilizan el nombre de Dios para asustar, alimentar divisiones y temores».

(Homilía de S.S. Francisco, 13 de noviembre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy aceptaré la voluntad de Dios, aunque no concuerde con lo que yo quiero.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Religioso, diplomático, estratega, predicador: san Lorenzo de Bríndisi

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Dolors Massot – publicado el 21/07/15

Este capuchino era muy piadoso, tenía éxtasis al celebrar la misa. Un día Jesús se le apareció y le dio la comunión

Cesar de Rossi nació en Bríndisi, ciudad del reino de Nápoles, en 1559. Pertenecía a una importante familia veneciana.

A los seis años ya llamaba la atención por su memoria prodigiosa. Supo repetir de memoria un sermón que había escuchado.

Pronto quedó huérfano de padre y fue acogido entre los niños oblatos de los franciscanos conventuales de Brindis.

Posteriormente, murió su madre y fue a vivir con un tío sacerdote en Venecia y estudió en el colegio de San Marcos.

En la ciudad conoció a los capuchinos y a los 16 años ingresó en el convento de esta orden en Verona.

Cuando pidió ser admitido, el superior le advirtió que la vida que llevaría debía ser dura y austera.

El joven le preguntó: «Padre, ¿en mi celda habrá un crucifijo?.» «Sí, lo habrá», respondió el superior.

«Pues eso me basta. Al mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas para sufrir, por amor a Él, cualquier padecimiento».

Como capuchino tomó el nombre de Lorenzo.

Además de estudiar filosofía y teología en la Universidad de Padua, el santo tenía un dominio extraordinario de lenguas. Hablaba griego, hebreo, alemán, bohemio, francés y español.

Enseguida manifestó su don para la predicación, que decidió emplear para llevar almas a Dios. Hubo muchas conversiones.

Era un hombre mortificado, que dormía sobre tablas, se levantaba por las noches a rezar salmos, ayunaba comiendo solo pan y verdura, se esforzaba por estar siempre de buen humor y alegre…

Un sacerdote le preguntó un día: «Fray Lorenzo, ¿a qué se debe su facilidad para predicar? ¿A su formidable memoria?». Él respondió:

«En buena parte se debe a mi buena memoria. En otra buena parte a que dedico muchas horas a prepararme. Pero la causa principal es que encomiendo mucho a Dios mis predicaciones, y cuando empiezo a predicar se me olvida todo el plan que tenía y empiezo a hablar como si estuviera leyendo en un libro misterioso venido del cielo».

Ya como sacerdote predicó en Padua, Verona, Vicenza y otras ciudades del norte de Italia. En 1596, se desplazó a Roma a ejercer el cargo de definidor de su orden.

San Lorenzo conocía muy a fondo los textos bíblicos (en su lengua original) y el papa Clemente VIII le pidió que trabajara especialmente por la conversión de los judíos. Así fue y tuvo éxito en la tarea.

También fue un instrumento fiel en la lucha contra el protestantismo en Alemania, a donde le enviaron sus superiores.

Viajó con el beato Benito de Urbino y primero se dedicó a atender a las víctimas de la peste, para más tarde fundar conventos en Praga, Viena y Gorizia.

En 1602 fue elegido superior general de la orden de los Capuchinos. Trabajó con responsabilidad y prudencia en el cargo, pero en 1605 manifestó que no quería ser reelegido porque pensaba que Dios quería otro camino para él.

Cuando los turcos amenazaban en el Mediterráneo y Europa, el emperador Rodolfo II le envió en misión diplomática y logró el apoyo de los príncipes alemanes.

Siendo capellán militar, san Lorenzo llegó a tomar decisiones cruciales. Fue prácticamente general en jefe del ejército.

Por ejemplo, antes de la batalla de Szekes-Fehervar, en 1601, los generales le consultaron, el santo les aconsejó que atacasen, arengó personalmente a las tropas y partió al frente de las fuerzas de ataque sin armas y con un crucifijo.

Todos consideraron que la victoria había sido obra de san Lorenzo.

Se cuenta que, al volver de la campaña, se detuvo en el convento de Gorizia, donde el Señor se le apareció en el coro y le dio la comunión por su propia mano.

De hecho, san Lorenzo de Bríndisi fue arrebatado varias veces en éxtasis durante la misa.

Y era esa poderosa vida interior la que le daba fuerzas para llevar una vida de actividad en el mundo a pesar de sus deseos de entregarse solo al silencio y la vida apartada en el convento.

Fundó un convento de capuchinos en Madrid aprovechando que viajaba en misión para pedir al rey Felipe II que se uniera a la Liga Católica.

En otra ocasión, cuando san Lorenzo ya estaba mayor, viajó de nuevo a Madrid y Lisboa al encuentro del monarca para pedirle que relevara al virrey de Nápolesel duque de Osuna, que se comportaba tiránicamente con el pueblo. Felipe II así lo hizo.

Después fue nombrado nuncio de la Santa Sede ante Maximiliano de Baviera, el jefe de la Liga Católica.

En 1618, después de hacer mediador en varios conflictos reales, se retiró al convento de Caserta.

Allí falleció en paz el día que cumplía 60 años, el 22 de julio de 1619. Fue sepultado en el cementerio de las Clarisas Pobres de Villafranca.

Dejó escritos 15 volúmenes de textos teológicos, entre ellos 800 sermones, un comentario del Génesis y varias obras contra Lutero. En 1959, el Papa Juan XXIII le dio el título de doctor de la Iglesia.

Oh Dios, que para gloria de tu nombre y salvación de las almas otorgaste a san Lorenzo de Brindis espíritu de consejo y fortaleza, concédenos llegar a conocer, con ese mismo espíritu, las cosas que debemos realizar y la gracia de llevarlas a la práctica después de conocerlas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.