Daniel Comboni, Santo
Obispo y Fundador, 10 de octubre
Martirologio Romano: En Khartum, en Sudán, san Daniel Comboni, obispo, que fundó el Instituto para las Misiones en África (Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús), y tras ser elegido obispo en ese continente, se entregó sin reservas y predicó el Evangelio por aquellas regiones, trabajando también por hacer respetar la dignidad humana. († 1881)
Fecha de beatificación: 17 de marzo de 1996 por el Papa Juan Pablo II
Fecha de canonización: 5 de octubre de 2003 por S.S. Juan Pablo II
Breve Biografía
Daniel Comboni: hijo de campesinos pobres, llegó a ser el primer Obispo de Africa Central y uno de los más grandes misioneros de la historia de la Iglesia. La vida de Comboni nos muestra que, cuando Dios interviene y encuentra una persona generosa y disponible, se realizan grandes cosas.Esto es la Biblia: Episodio 6 – Génesis 5 y 6. Noé construye un arc14:39
Hijo único – padres santos
Daniel Comboni nace en Limone sul Garda (Brescia, Italia) el 15 de marzo de 1831, en una familia de campesinos al servicio de un rico señor de la zona. Su padre Luigi y su madre Domenica se sienten muy unidos a Daniel, que es el cuarto de ocho hijos, muertos casi todos ellos en edad temprana. Ellos tres forman una familia unida, de fe profunda y rica de valores humanos, pero pobre de medios materiales. La pobreza de la familia empuja a Daniel a dejar el pueblo para ir a la escuela a Verona, en el Instituto fundado por el sacerdote don Nicola Mazza para jóvenes prometedores pero sin recursos.
Durante estos años pasados en Verona Daniel descubre su vocación sacerdotal, cursa los estudios de filosofía y teología y, sobre todo, se abre a la misión de Africa Central, atraído por el testimonio de los primeros misioneros del Instituto Mazza que vuelven del continente africano. En 1854, Daniel Comboni es ordenado sacerdote y tres años después parte para la misión de Africa junto a otros cinco misioneros del Istituto Mazza, con la bendición de su madre Domenica que llega a decir: «Vete, Daniel, y que el Señor te bendiga».
En el corazón de Africa – con Africa en el corazón
Después de cuatro meses de viaje, el grupo de misioneros del que forma parte Comboni llega a Jartum, la capital de Sudán. El impacto con la realidad Africana es muy fuerte. Daniel se da cuenta en seguida de las dificultades que la nueva misión comporta. Fatigas, clima insoportable, enfermedades, muerte de numerosos y jóvenes compañeros misioneros, pobreza de la gente abandonada a si misma, todo ello empuja a Comboni a ir hacia adelante y a no aflojar en la tarea que ha iniciado con tanto entusiasmo. Desde la misión de Santa Cruz escribe a sus padres: «Tendremos que fatigarnos, sudar, morir; pero al pensar que se suda y se muere por amor de Jesucristo y la salvación de las almas más abandonadas de este mundo, encuentro el consuelo necesario para no desistir en esta gran empresa».
Asistiendo a la muerte de un joven compañero misionero, Comboni no se desanima y se siente confirmado en la decisión de continuar su misión: «Africa o muerte!».
Cuando regresa a Italia, el recuerdo de Africa y de sus gentes empujan a Comboni a preparar una nueva estrategia misionera. En 1864, recogido en oración sobre la tumba de San Pedro en Roma, Daniel tiene una fulgurante intuición que lo lleva a elaborar su famoso «Plan para la regeneración de Africa», un proyecto misionero que puede resumirse en la expresión «Salvar Africa por medio de Africa», fruto de su ilimitada confianza en las capacidades humanas y religiosas de los pueblos africanos.
Un Obispo misionero original
En medio de muchas dificultades e incomprensiones, Daniel Comboni intuye que la sociedad europea y la Iglesia deben tomarse más en serio la misión de Africa Central. Para lograrlo se dedica con todas sus fuerzas a la animación misionera por toda Europa, pidiendo ayudas espirituales y materiales para la misión africana tanto a reyes, obispos y señores como a la gente sencilla y pobre. Y funda una revista misionera, la primera en Italia, como instrumento de animación misionera.
Su inquebrantable confianza en el Señor y su amor a Africa llevan a Comboni a fundar en 1867 y en 1872 dos Institutos misioneros, masculino y femenino respectivamente; más tarde sus miembros se llamarán Misioneros Combonianos y Misioneras Combonianas.
Como teólogo del Obispo de Verona participa en el Concilio Vaticano I, consiguiendo que 70 obispos firmen una petición en favor de la evangelización de Africa Central (Postulatum pro Nigris Africæ Centralis).
El 2 de julio de 1877, Comboni es nombrado Vicario Apostólico de Africa Central y consagrado Obispo un mes más tarde. Este nombramiento confirma que sus ideas y sus acciones, que muchos consideran arriesgadas e incluso ilusorias, son eficaces para el anuncio del Evangelio y la liberación del continente africano.
Durante los años 1877-1878, Comboni sufre en el cuerpo y en el espíritu, junto con sus misioneros y misioneras, las consecuencias de una sequía sin precedentes en Sudán, que diezma la población local, agota al personal misionero y bloquea la actividad evangelizadora.
La cruz como «amiga y esposa»
En 1880 Comboni vuelve a Africa por octava y última vez, para estar al lado de sus misioneros y misioneras, con el entusiasmo de siempre y decidido a continuar la lucha contra la esclavitud y a consolidar la actividad misionera. Un año más tarde, puesto a prueba por el cansancio, la muerte reciente de varios de sus colaboradores y la amargura causada por acusaciones infundadas, Comboni cae enfermo. El 10 de octubre de 1881, a los 50 años de edad, marcado por la cruz que nunca lo ha abandonado «como fiel y amada esposa», muere en Jartum, en medio de su gente, consciente de que su obra misionera no morirá. «Yo muero –exclama– pero mi obra, no morirá».
Comboni acertó. Su obra no ha muerto. Como todas las grandes realidades que » nacen al pie de la cruz «, sigue viva gracias al don que de la propia vida han hecho y hacen tantos hombres y mujeres que han querido seguir a Comboni por el camino difícil y fascinante de la misión entre los pueblos más pobres en la fe y más abandonados de la solidaridad de los hombres.
Fechas más importantes
— Daniel Comboni nace en Limone sul Garda (Brescia, Italia) el 15 de marzo de 1831.
— Consagra su vida a Africa en 1849, realizando un proyecto que lo lleva a arriesgar la vida varias veces en las difíciles expediciones misioneras desde 1857, que es cuando va por primera vez a Africa.
— El 31 de diciembre de 1854, año en que se proclama el dogma de la Inmaculada Concepción de María, es ordenado sacerdote por el Beato Juan Nepomuceno Tschiderer, Obispo de Trento.
— En 1864 escribe un Plan fundado sobre la idea de » salvar Africa por medio de Africa », que demuestra la confianza que Comboni tiene en los africanos, pensando que serán ellos los protagonistas de su propia evangelización (Plan de 1864).
— Fiel a su consigna «Africa o muerte «, no obstante las dificultades sigue con su Plan fundando, en 1867, el Instituto de los Misioneros Combonianos.
— Voz profética, anuncia a toda la Iglesia, sobre todo en Europa, que ha llegado la hora de evangelizar a los pueblos de Africa. No teme presentarse, como simple sacerdote que es, a los Obispos del Concilio Vaticano I, pidiéndoles que cada Iglesia local se comprometa en la conversión de Africa (Postulatum, 1870).
— Demostrando un valor fuera de lo común, Comboni consigue que también las religiosas participen directamente en la misión de Africa Central, siendo el primero en tomar tal iniciativa. En 1872, funda un Instituto de religiosas dedicadas exclusivamente a la misión: las Hermanas Misioneras Combonianas.
— Gasta todas sus energías por los africanos y lucha con tesón para que sea abolida la esclavitud.
— En 1877, es consagrado Obispo nombrado Vicario Apostólico de Africa Central.
— Muere en Jartum, Sudán, abatido por las fatigas y cruces, en la noche del 10 de octubre de 1881.
— El 26 de marzo de 1994, se reconoce la heroicidad de sus virtudes.
— El 6 de abril de 1995, se reconoce el milagro realizado por su intercesión en una muchacha afrobrasileña, la joven María José de Oliveira Paixão.
— El 17 de marzo de 1996, es beatificado por el Papa Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro de Roma.
— El 20 de diciembre 2002, se reconoce el segundo milagro realizado por su intercesión en une madre musulmana del Sudan, Lubna Abdel Aziz.
— El 5 de octubre de 2003, es canonizado por el Papa Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro de Roma.
Mirada llena de amor
Santo Evangelio según san Marcos 10, 17-30. Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, gracias por este momento que me regalas para poder estar contigo. Sólo Tú sabes lo mucho que he tenido que pasar para poder llegar a estar en tu presencia. Conoces bien todas mis batallas, victorias y derrotas. Conoces bien todo lo que me pasa, pues jamás te has alejado de mi lado. Ayúdame a darme cuenta que eres el amigo que nunca me abandona, el Papá más amoroso que me espera y me anima siempre. Aumenta mi fe en ti, Señor. Ayúdame a saber escuchar tu voz en este momento de oración y jamás permitas que pierda de vista que Tú siempre estás a mi lado. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 17-30
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?». Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre».
Entonces, él le contestó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven». Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme». Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.
Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!». Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió: «Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios».
Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: «Entonces, ¿quién puede salvarse?». Jesús, mirándolos fijamente les dijo: «Es imposible para los hombres, más no para Dios. Para Dios todo es posible».
Entonces Pedro le dijo a Jesús: «Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte».
Jesús le respondió: «Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre, o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Muy amada alma:
Acabas de leer que miré con amor a ese joven. ¿Sabes?, no es al único que he mirado con amor. Cada mañana miro como te levantas. Miro tus alegrías, tus luchas, tus derrotas, tus dolores, tus heridas. Eres preciosa a mis ojos, te amo y solo tengo ojos para ti. Eres mi creación predilecta, mi hija más amada.
Cada instante, cada minuto, cada segundo te miro con amor. No importa lo que hagas, ni lo que digas… Te amo por lo que eres.
¡Si tan sólo fueras consciente de lo mucho que te amo y de lo importante que eres para mí!, si lo supieras de verdad, seguramente no te alejarías jamás de mi lado… Pero quiero hacerte saber que ni siquiera eso importa: No importa cuántas veces te alejes como se alejó ese joven rico, ni qué tan lejos te vayas… Nunca, ¡NUNCA!, dejaré de mirarte con amor ni me cansaré de esperarte.
Corre, vuela, no te detengas. Sólo recuerda que pase lo que pase, siempre habrá alguien para quien eres lo más importante y que te mira con todo el cariño y toda la ternura que puede existir.
Nunca lo olvides. Siempre estaré allí para ti, mirándote con amor. Nada ni nadie puede cambiar mi amor por ti.
Atentamente, Jesús.
«El amor es incompatible con la idolatría: si algo se convierte en absoluto e intocable, entonces es más importante que un cónyuge, que un hijo, o que una amistad. El apego a un objeto o a una idea hace ciegos al amor. Y así para ir detrás de los ídolos, de un ídolo, podemos incluso renegar al padre, la madre, los hijos, la mujer, el esposo, la familia… lo más querido. El apego a un objeto o a una idea hace ciegos al amor. Llevad esto en el corazón: los ídolos nos roban el amor, los ídolos nos hacen ciegos al amor y para amar realmente es necesario ser libres de todo ídolo. ¿Cuál es mi ídolo? ¡Quítalo y tíralo por la ventana!».
(Homilía de S.S. Francisco, 1 de agosto de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
El día de hoy, voy a buscar hacer una visita a Cristo Eucaristía intentando experimentar su mirada amorosa y así poder seguirlo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Seguir a Cristo
Seguir a Cristo es una aventura tan maravillosa para el ser humano
Señor, al saber que me estás esperando me he sentido indigna de ese amor, de ese beneficio… Yo te amo, Señor, pero a veces siento que soy avara de ese amor… que no pienso, que no reparo que si he conocido lo que es amarte…. que sea posible que no lo grite a los «cuatro vientos» y no solo que no lo grite sino que guarde silencio a veces por «respeto humano», porque no se sonrían burlonamente, por no entran en discusión….porque no me tachen de «mocha»…¡qué gran cobardía! ¡perdón, mi amado Jesús !.
El Papa FRANCISCO nos lo pide. La Iglesia nos lo pide y Tu mi Jesús Sacramentado, nos lo pediste desde hace muchos siglos…pero no nos animamos a dar la respuesta con decisión, con una postura radical y valiente. La respuesta tiene que ser ahora y desde este momento.
Tenemos un serio y grave compromiso como hijos de Dios, de ser verdaderos apóstoles.
Este compromiso me enfrenta primero, con los más cercanos, con los seres que me rodean, con las personas que forman mi familia y mi entorno.
En todo momento, tu nos pides, Señor, que estemos «en pie de lucha», que quiere decir que no deje pasar la ocasión para acercarme a quién pudiera sentir o pensar que me necesita.
Solemos decir: – » No, yo no me meto…yo no digo nada, cada quién su vida»… Es cierto que a veces no es fácil abordar o penetrar en la forma de vivir de las personas, pero si están muy cerca de nosotros, tal vez no sea tan difícil buscar la ocasión para poder brindarle a esa persona, nuestro apoyo y consuelo, hablándole de Dios, del amor que nos tiene, de que trate de encontrar o recuperar esa fe que no se sabe en qué momento se perdió…. y orar, orar mucho por esa persona, ante ti, ante este misterio de amor que nos brindas diariamente.
Tu nos oyes siempre y la oración puede no cambiar las cosas… pero si cambia los corazones y la forma de ver las cosas.
Ya no podemos decir : – «Eso hay que dejárselo a los sacerdotes». Los sacerdotes son pocos y la mies es mucha.
No lo olvidemos….ha llegado nuestro momento.
Si estamos convencidos de que tenemos la VERDAD en nuestra religión católica, es indispensable que esa VERDAD la trasmitamos con el mismo ardor no, con muchísimo más ardor que invitamos y casi empujamos a los amigos animándolos para que vayan a ver una obra de teatro o película, que nos pareció excelente o que no se pierdan un paseo o lugar sensacional porque los queremos y deseamos que disfruten tanto como nosotros lo disfrutamos…
Seguir a Cristo es una aventura tan maravillosa para el ser humano que en ello hemos de poner toda la fuerza de nuestra existencia.
Seguir a Cristo es participar de la verdad sublime de sabernos hijos de Dios y herederos del Cielo…. pero no para nosotros solos….
No tengo que tener miedo o reparo de hablar, de escribir, de mostrar que amo y sigo a Dios, de ti, Jesús, de la Santísima Virgen a los demás….hay tanta ansia en el corazón de los hombres y mujeres de encontrar un camino….y nosotros les podemos hablar de ti, del único Camino, del que dijo:- » Yo soy la Luz, Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, quién cree en mí no morirá». ¡ Qué triste no compartir, no participar a los demás de esa grandeza de amor que ciega la vista por ser más luminosa que el mismo sol…! Hemos de ser valientes con nuestra fe y proclamarla.
Hablemos con los que nos rodean, de esta » gran experiencia» que aún en medio de los sufrimientos o infortunios, nos traerá la paz en nuestro diario caminar por la vida.
Sínodo, es el modo de ser de la Iglesia. Escuchar al Espíritu y a los hermanos
El Papa Francisco abrirá oficialmente el Sínodo sobre la Sinodalidad.
“Estoy seguro de que el Espíritu nos guiará y nos dará la gracia para seguir adelante juntos, para escucharnos recíprocamente y para comenzar un discernimiento de nuestro tiempo, siendo solidarios con las fatigas y los deseos de la humanidad”, con estas palabras el Papa Francisco inició su mensaje a los participantes en el Momento de Reflexión previo a la apertura oficial del Sínodo, que tendrá lugar el 10 de octubre próximo.
“Estamos llamados a la unidad”
Francisco subrayó al inicio de su mensaje que “Estamos llamados a la unidad, a la comunión y a la fraternidad (…) Por eso, caminamos juntos en el único Pueblo de Dios, para hacer experiencia de una Iglesia que recibe y vive el don de la unidad, y que se abre a la voz 1del Espíritu.
Francisco subrayó al inicio de su mensaje que “Estamos llamados a la unidad, a la comunión y a la fraternidad (…) Por eso, caminamos juntos en el único Pueblo de Dios, para hacer experiencia de una Iglesia que recibe y vive el don de la unidad, y que se abre a la voz del Espíritu”.
“Quisiera decir que celebrar un Sínodo siempre es hermoso e importante, pero es realmente provechoso si se convierte en expresión viva del ser Iglesia, de un actuar caracterizado por una participación auténtica», afirma Francisco”.
Comunión, participación y misión
“Las palabras clave del Sínodo son tres: comunión, participación y misión”, indicó Francisco. Comunión y misión son expresiones teológicas que designan el misterio de la Iglesia, la naturaleza misma de la Iglesia. Ésta “ha recibido «la misión de anunciar el reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la tierra el germen y el principio de ese reino» (Lumen gentium, 5)”.
A través de la comunión y de la misión, la Iglesia “contempla e imita la vida de la Santísima Trinidad, misterio de comunión ad intra y fuente de misión ad extra”, insiste Francisco.
Francisco recordando a san Juan Pablo II dijo que él “quiso reafirmar que la naturaleza de la Iglesia es la koinonia; de ella surge la misión de ser signo de la íntima unión de la familia humana con Dios”, y para que los sínodos sean fructíferos deben estar bien preparados y “es preciso que en las Iglesias locales se trabaje en su preparación con la participación de todos”.
El Papa insiste en la importancia de la participación como mecanismo para una auténtica praxis sinodal en la Iglesia: “Si no se cultiva una praxis eclesial que exprese la sinodalidad de manera concreta a cada paso del camino y del obrar, promoviendo la implicación real de todos y cada uno, la comunión y la misión corren el peligro de quedarse como términos un poco abstractos”.
“¡La participación de todos es un compromiso eclesial irrenunciable!”, afirma el Papa”.
El Sínodo. Riesgos y oportunidades
El papa Francisco señala que el Sínodo es una gran oportunidad “para una conversión pastoral en clave misionera y también ecuménica”; sin embargo, “no está exento de algunos riesgos”: el formalismo, el intelectualismo y el inmovilismo.
El Papa subraya el peligro de reducir el sínodo a un acto formal, pero sin “sustancia”. Necesitamos, dice, “los instrumentos y las estructuras que favorezcan el diálogo y la interacción en el Pueblo de Dios, sobre todo entre los sacerdotes y los laicos”.
Para hacer posible esto, se hace necesario transformar, insiste Francisco, “ciertas visiones verticalistas, distorsionadas y parciales de la Iglesia, del ministerio presbiteral, del papel de los laicos, de las responsabilidades eclesiales, de los roles de gobierno”.
El segundo riesgo es el intelectualismo, que puede convertir el Sínodo en “una especie de grupo de estudio”. Este hecho, añade el Papa, puede alejarnos “de la realidad del Pueblo santo de Dios y de la vida concreta de las comunidades dispersas por el mundo”.
Por último, dice Francisco, “puede surgir la tentación del inmovilismo. Es mejor no cambiar, puesto que «siempre se ha hecho así»” y añade que “El riesgo es que al final se adopten soluciones viejas para problemas nuevos”.
Un tiempo de gracia
“Vivamos esta ocasión de encuentro, escucha y reflexión como un tiempo de gracia que, en la alegría del Evangelio”, dice el Papa, y así captar tres oportunidades: la primera, “encaminarnos estructuralmente hacia una Iglesia sinodal”, que sea un “lugar abierto donde todos se sientan en casa y puedan participar”.
La segunda oportunidad es “ser Iglesia de la escucha (…) Escuchar el Espíritu en la adoración y la oración, escuchar a los hermanos y hermanas acerca de las esperanzas y las crisis de la fe en las diversas partes del mundo, las urgencias de renovación de la vida pastoral y las señales que provienen de las realidades locales”, dice Francisco.
Finalmente, la tercera oportunidad es “ser una Iglesia de la cercanía”, con su presencia, que sea una Iglesia “que no se separa de la vida, sino que se hace cargo de las fragilidades y las pobrezas de nuestro tiempo, curando las heridas y sanando los corazones quebrantados con el bálsamo de Dios”.
“Siempre volvemos al estilo de Dios: el estilo de Dios es la cercanía, la compasión y la ternura. Esto es lo que Dios ha hecho siempre. Si no acudimos a esta Iglesia de proximidad con actitudes de compasión y ternura, no seremos la Iglesia del Señor”.
El Papa invitó a los asistentes a considerar el Sínodo como “un tiempo habitado por el Espíritu (…) porque tenemos necesidad del Espíritu, del aliento siempre nuevo de Dios, que libera de toda cerrazón, revive lo que está muerto, desata las cadenas y difunde la alegría. El Espíritu Santo es Aquel que nos guía hacia donde Dios quiere, y no hacia donde nos llevarían nuestras ideas y nuestros gustos personales”.
El Papa finalizó su alocución invocando al Espíritu Santo:
Ven, Espíritu Santo. Tú que suscitas lenguas nuevas y pones en los labios palabras de vida, líbranos de convertirnos en una Iglesia de museo, hermosa pero muda, con mucho pasado y poco futuro. Ven en medio nuestro, para que en la experiencia sinodal no nos dejemos abrumar por el desencanto, no diluyamos la profecía, no terminemos por reducirlo todo a discusiones estériles. Ven, Espíritu de amor, dispón nuestros corazones a la escucha. Ven, Espíritu de santidad, renueva al santo Pueblo de Dios. Ven, Espíritu creador, renueva la faz de la tierra.
Misterios y Meditaciones
Misterios Gozosos (Se rezan los lunes y los sábados)
1. La Encarnación del Hijo de Dios (Lucas 1:26-38).
2. La Visitación de Nuestra Señora a su prima Santa Isabel (Lucas 1:39-53).
3. El Nacimiento del Hijo de Dios en Belén (Lucas 2:6-19).
4. La Purificación de Nuestra Señora (Lucas 2:22-40).
5. El Niño perdido y hallado en el Templo (Lucas 2:41-52).
Misterios Dolorosos (Se rezan los martes y los viernes)
1. La Oración del Huerto (Mateo 26:36-41).
2. La Flagelación del Señor (Juan 18:36-38; 19:1).
3. La Coronación de espinas (Marcos 15:14-17; Mateo 27:24-30).
4. La Cruz a cuestas (Juan 19:17; Lucas 9:23).
5. Jesús muere en la Cruz (Juan 19:25-30).
Misterios Gloriosos (Se rezan los miércoles y los domingos)
1. La Resurrección del Señor (Marcos 16:6-8).
2. La Ascensión del Señor (Mateo 28:18-20; Hechos 1:9-11).
3. La Venida del Espíritu Santo (Hechos 2:1-4).
4. La Asunción de Nuestra Señora (Cantar 2:3-6,10).
5. La Coronación de María Santísima (Cantar 6:10; Lucas 1:51-54).
Misterios Luminosos (Se rezan los jueves)
1. El Bautismo de Jesús en el Jordán 2 Co 5, 21; . Mt 3, 17.
2. Las bodas de Caná; Jn 2, 1-12.
3. El anuncio del Reino de Dios Mc 1, 15; Mc 2. 3-13; Lc 47-48.
4. La Transfiguración; Lc 9, 35.
5. La Institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual. Jn13, 1.
¿Qué es la salud mental?
En las últimas décadas, ha habido grandes avances en el conocimiento de la enfermedad psíquica
Empecemos hablando de la salud en general, y luego vamos a profundizar en la salud mental. Así que será necesario reconocer que el concepto de salud ha ido cambiando con el paso del tiempo, y una definición “popular” la considera como vitalidad física exuberante, como ausencia de toda disfunción, haciendo alusión a aquellas personas que “están rebosantes de salud”.
Para los sistemas nacionales de salud y las aseguradoras, la salud viene a ser el estado de eficiencia para desempeñar los trabajos propios del individuo en la sociedad, así una persona sana significa que es apta para el trabajo. Sin embargo, para los médicos y el resto del personal sanitario, salud es la ausencia de limitaciones o de dolencias, sean orgánicas o funcionales.
Ahora, frente al modelo biomédico que impera en la actualidad, se ha propugnado el modelo biopsicosocial, al entender que la salud es también un problema social y político, cuya solución pasa por la participación activa y solidaria de la comunidad. Por ejemplo, la OMS define la salud como “estado de perfecto bienestar, físico, psíquico y social en interacción con el medio y no sólo la ausencia de dolor o enfermedad”.
En este sentido, sería interesante reconocer la dimensión psíquica y el carácter social de la persona y, por otra parte, hacer más énfasis en la promoción de la salud que en la curación de las enfermedades.
Se ven algunas limitaciones…
En este momento de la historia, se considera todavía a la salud desde una perspectiva individualista y privada. En este sentido, Miguel Ángel Monge, considera que:
“La idea de “completo bienestar”, aparte de considerar una meta inalcanzable y generar varias ilusiones, dilata enormemente el concepto de enfermedad, ya que cualquier bienestar incompleto es considerado como enfermedad: así planteada, esta definición de salud no deja de ser una ingenua utopía de vida sin sufrimiento, de dicha sin dolor, de una sociedad sin conflictos, donde por mucho que se desarrolle la Medicina, dicha salud perfecta seguirá siendo una meta imposible. Además al entrar en la lista de derechos sociales reconocidos, con los relativos deberes del Estado, induce a los ciudadanos a pretensiones o esperanzas desmedidas. Ya hay autores que advierten que la obsesión por la salud y el bienestar-al reclamar del sistema sanitario fines inconsistentes, como la negación del dolor y de la muerte-puede ser peligrosa”. (La Salud Mental, p. 170).
Entonces resulta fundamental recordar que, como ya hemos dicho, el ser humano es una persona, una unidad inseparable, bio-psico-espiritual, que además posee inteligencia, afectividad y voluntad, y esta concepción o idea del hombre, no puede ser extraño a la salud. Es decir, un concepto de salud o de persona sana, no puede ser incoherente con una antropología adecuada y verdadera, porque es fundamental entender al ser humano como íntima unidad substancial de los aspectos corporales, psicológicos y espirituales, sin caer en el biologismo, ni en un falso espiritualismo ni en un reductivo psicologismo. Por este motivo, es importante decir que la salud y la enfermedad son condiciones del Yo en su totalidad y, por tanto, afectan a toda la persona, por ejemplo, las enfermedades físicas que tienen origen en la dimensión psíquica, y sucede también que el curso de una enfermedad depende mucho de los planteamientos ético-morales de la persona. El miedo, por ejemplo, produce disturbios cardíacos; una vida agitada produce en ocasiones úlceras gástricas, etc.
Hablemos ahora del concepto de enfermedad:
En el aspecto más común y coloquial la vemos como una afectación de cierta entidad de la integridad o funcionamiento físico y/o psíquico de la persona. También se aprecia como la incapacidad de utilizar todas las energías y facultades que se poseen en cualquier situación, aunque sean difíciles o dolorosas.
Ahora intentemos aproximarnos al concepto de salud mental:
Siguiendo a Monge, diremos que la normalidad psíquica es considerada a veces como expresión de lo que establece el término medio de la población, respecto a la conducta psíquica de la persona. Se basa entonces en un promedio estadístico, que no resulta plenamente válido. Ejemplo: sería como admitir que las caries dentales, siendo tan frecuentes, es un signo de salud.
Salud equivale a ausencia de enfermedad, por lo que una persona que no tenga un trastorno mental diagnosticable y se encuentre libre de síntomas psíquicos molestos, puede considerarse como mentalmente sana. Aquí es importante considerar que la salud mental es algo más que la ausencia de enfermedad, e implica un sentimiento de bienestar y capacidad de ejercer plenamente las facultades físicas, intelectuales y emocionales de la persona.
Los parámetros usados para delimitar la salud mental, suelen ser: ausencia de estructuras psicopatológicas; integración armónica de los distintos rasgos de la personalidad; percepción de la realidad sin distorsiones; adaptación adecuada de la persona al entorno y a los distintos conflictos y circunstancias de su vida. En cambio, para definir la enfermedad mental es necesario valorar los síntomas clínicos, el modo evolutivo y la perspectiva sociocultural en que está inmerso cada ser humano. Por lo que, en conjunto, suele considerarse que todas las enfermedades mentales tienen tres notas comunes: estar determinada o acompañada por un trastorno corporal; llevar consigo una reducción de la libertad psicológica; manifestarse por estructuras vivenciales anómalas.
En el libro La Salud Mental y sus cuidados, Cabanyes establece que:
“La definición de salud mental exige delimitar los ámbitos de normalidad, para poder identificar el traspaso al ámbito de lo anómalo como indicativo de psicopatología. De esta manera, el concepto de normalidad señala la calidad o condición de normal. Por su parte el término “normal”, en sus acepciones aplicables a la salud, hace referencia a lo esperado en razón de la naturaleza y de dónde se deriva la norma. Por lo tanto los conceptos de normal y normalidad en la salud mental tienen una estrecha e inseparable conexión con la naturaleza humana, con lo que la persona es, en cuanto a sus operaciones, con los determinantes impuestos por ser lo que es: una unidad sustancial de materia y espíritu, de biología y psique, donde ambos aspectos se condicionan recíproca e intrínsecamente” (p. 112).
Al hablar de normalidad, es necesario considerar siempre que es una UNIDAD INSEPARABLE, siendo un error también, el hecho de pretender delimitar su ámbito al margen de esta consideración. Por lo que esta premisa permite no confundir las imperfecciones y limitaciones con la enfermedad, ni dar carta de normalidad a lo que son enfermedades. Por esta razón, Cabanyes afirma que la salud mental es “la armonía personal que lleva a una adecuada interacción interpersonal y al desempeño de actividades que permiten acercarse suficientemente a las metas propuestas, enriquecido y enriqueciéndose” (p. 114).
Así que la salud mental parte del equilibrio de las funciones psíquicas, pero se proyecta hacia los logros en el contexto de la relación social, trascendiendo lo meramente conductual y fáctico, para recalcar la exigencia de un crecimiento personal y un fruto en el entorno. También la salud mental es algo dinámico, no es un estado. Es decir, es algo que se va haciendo, que se va logrando, conforme se logra la armonía sobre las disonancias.
Por otro lado, la salud mental tiene tres grandes condicionantes: la neurobiología, la personalidad y los factores ambientales. Entre estos tres hay una marcada interacción multidireccional, debido a que cada uno de ellos ejerce grados variables de condicionamiento sobre la salud mental; y lo hacen en diferente medida a lo largo del ciclo vital y en las distintas situaciones en las que se encuentra la persona. El mismo Cabanyes en otro libro suyo, dice que “la salud mental es el amónico equilibrio entre las diversas funciones psíquicas, que permite una buena interacción y comunicación con los demás, y afrontar las situaciones enriqueciendo y enriqueciéndose” (p. 73).
De esta manera, es importante entender que la salud mental hace referencia a la integridad y al adecuado funcionamiento de las capacidades cognitiva, afectiva, ejecutiva y relacional del ser humano. Pero, ¿Qué es la enfermedad psíquica?: Se hace referencia al conjunto de manifestaciones psíquicas perturbadoras de la vida de la persona o la de quienes le rodean. Por tanto, la enfermedad psíquica viene definida por sus consecuencias en la vida de las personas (La salud mental en el mundo actual, p. 82). Por tanto, es clave entender que la única manera de diagnosticar las enfermedades psíquicas, es por las consecuencias que causan en quienes las padecen y/o en quienes les rodean. Pero si las manifestaciones psíquicas de una persona no le causan problemas ni se los causan a los demás, no es posible, en la actualidad, hablar de enfermedad psíquica, porque la ausencia de indicadores objetivos de las enfermedades psíquicas es una limitación para hacer el diagnostico, pero no lo hace imposible o poco consistente.
En las últimas décadas, ha habido grandes avances en el conocimiento de la enfermedad psíquica, pero quedan aún bastantes cuestiones por resolver, particularmente en torno a las causas. Sin embargo, existen tres grandes grupos de factores causales: biológicos, psicológicos y sociales.
- Factores biológicos: Representan las distintas variables implicadas en el funcionamiento del sistema nervioso (neuronas, sinapsis, circuitos, neurotransmisores, etc.), algunas de las cuales están genéticamente condicionadas.
- Factores psicológicos: Corresponden a las características psíquicas de la persona (cogniciones básicas, estilo cognitivo, afrontamiento, atribuciones, estados de ánimo, control de las emociones, gratificaciones, patrón de conductas, etc.) y al perfil de personalidad que configuran.
También se incluyen hechos o experiencias de la historia personal o trayectoria biográfica de la persona. Quizá algunas experiencias son comunes a otras personas, pero en su aspecto vivencial y subjetivo son absolutamente personales y únicos.
- Factores sociales: Están constituidos por las variables culturales, sociopolíticas, económicas y, muy especialmente, coyunturales del entorno de cada persona: sistema de valores, mensajes sociales, modelos, recursos y apoyos, educación, conflictividad, eventos, etc.
¿Somos esclavos de nuestro pasado?
Es evidente que las experiencias contribuyen a configurar nuestro modo de ser, es decir, lo sucedido en el pasado tiene alguna relación con el presente. Sin embargo, las experiencias no influyen del mismo modo ni de la misma manera en todas las personas, porque no se trata de inferir un determinismo en el que se sostenga que el ser humano está condicionado y determinado por su pasado o por sus experiencias previas, hasta el punto de considerarle literalmente “esclavo de su pasado” y ver en los sucesos tempranos toda o gran parte de la explicación de su conducta presente. Por este motivo, pensamos que cada persona desde su libertad y ámbito personal, vivencia sus distintas experiencias y, en consecuencia, surgen también distintas causas que muchos llamamos “heridas”, las cuales hacen referencia a un tema de aceptación y enfrentamiento de dichos acontecimientos.
Además, existen algunas diferencias individuales en cuanto al grado de vulnerabilidad, las cuales marcan diferencias en la manera de ser de cada uno. Por ejemplo, la capacidad de resistencia y recuperación frente a situaciones traumáticas, se le llama resiliencia o capacidad resiliente. Este concepto está adquiriendo interés, tanto con relación a situaciones traumáticas concretas, como en el fomento de recursos de prevención y protección. De esta manera, las personas se diferencian no sólo en las experiencias que tienen (vivencias), sino también en el grado de “afectación” (resiliencia).
Ahora, un tema importante en la historia del ser humano y también en su salud mental, son los estilos y pautas educativas. Éstos tienen gran relevancia en forma directa y sostenida en el proceso de configuración para percibir el mundo durante períodos de especial sensibilidad. Así, las pautas educativas influyen en el modo en el que el niño y, más tarde el adolescente, concibe el mundo y las personas que le rodean; interpreta sus claves; encuentra un sentido al tiempo, y adopta una actitud ante todo ello.
El Papa: una fe sin gratuidad es un partido bien jugado pero sin goles
ANDREAS SOLARO /AFP/ East News
El Pontífice después de la apertura del Sínodo, en el Ángelus, invitó a revisar la propia fe para que na relación comercial con Dios, un do ut des. La fe, en cambio, no es un rito frío y mecánico, un “debo-hago- obtengo”. Es una cuestión de libertad y amor.
«La fe no puede limitarse a los “no”, porque la vida cristiana es un sí, un sí de amor.”, dijo el Papa Francisco tras el rezo dominical del Angelus ante los fieles reunidos en la plaza San Pedro y luego de la inauguración del Sinodo sobre la Sinodalidad en la Basílica de San Pedro.
El Pontífice ilustró hoy que una fe sin don y sin gratuidad es incompleta. Lo hizo minutos después de haber saludado a la hermana Gloria Cecilia Narvaez, 59 años, misionera colombiana, que apenas ayer fue liberada en Mali tras un secuestro de 4 años y ocho meses. El encuentro entre el Papa y la hermana Gloria tuvo lugar luego de la misa de apertura del Sínodo en la Basílica de San Pedro.
Examinar la propia fe
El Papa pidió a los fieles de examinar la propia fe para verificar sino se trata de una fe comercial, sin don: “Podríamos compararla con un alimento rico y nutritivo que carece de sabor, o con un partido bien jugado pero sin goles”.
“Una fe sin don, sin gratuidad, sin obras de caridad al final nos entristece: como aquel hombre que, aunque mirado con amor por el mismo Jesús, volvió a casa «entristecido» y «apenado» (v. 22).
Hoy podemos preguntarnos: “¿Cuál es la situación de mi fe? ¿La vivo como algo mecánico, como una relación de deber o de interés con Dios?
¿Me recuerdo de alimentarla dejando que Jesús me mire y me ame? Y, atraído por Él, ¿ correspondo con la gratuidad?
Que la Virgen María, que dijo un sí total a Dios, un sí sin peros, nos haga gustar la belleza de hacer de la vida un don”.
El Pontífice comentó hoy la liturgia dominical que propone el encuentro entre Jesús y un hombre que «tenía muchos bienes» (Mc 10, 22) y que ha pasado a la historia como “el joven rico” (cf. Mt 19, 20-22).
Test de gratuidad de la propia fe
De esta manera, el Papa propone un test para comprender cómo vivimos nuestra propia fe.
“Este tal comienza con una pregunta: «¿Qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?» (v. 17). Fijémonos en los verbos que usa: he de hacer – para tener. Esta es su religiosidad: un deber, un hacer para tener; “hago algo para conseguir lo que necesito”.
Pero esta es una relación comercial con Dios, un do ut des. La fe, en cambio, no es un rito frío y mecánico, un “debo-hago- obtengo”. Es una cuestión de libertad y amor.
Y aquí tenemos la primera pregunta del test: ¿qué es la fe para mí? Si es principalmente un deber o una moneda de cambio, estamos muy mal encaminados, porque la salvación es un don y no un deber, es gratis y no se puede comprar.
Lo primero que hay que hacer es deshacerse de una fe comercial y mecánica, que insinúa la falsa imagen de un Dios contable y controlador, no un padre.
El Papa denunció una relación con Dios “comercial”, hago esto para que el Señor me regale esto o aquello.
¿Está tu fe cansada?
Y prosiguió: ¿Está tu fe ,y la mía, cansada y quieres revitalizarla? Busca la mirada de Dios: ponte en adoración, déjate perdonar en la Confesión, párate ante el Crucifijo. ¡En definitiva, déjate amar por Él, que es Padre!
Después de la pregunta y la mirada hay —tercer y último pasaje— una invitación de Jesús, que le dice: «Solo una cosa te falta». ¿Qué le falta a ese hombre rico? El don, la gratuidad: «Vete, vende lo que tienes y dáselo a los pobres» (v. 21). Esto es lo que quizás también nos falta a nosotros.
El Papa señaló que a menudo hacemos lo mínimo indispensable, mientras que Jesús nos invita a hacer lo máximo posible, sostuvo.
“¡Cuántas veces nos conformamos con los deberes —los preceptos y alguna oración—, mientras Dios, que nos da la vida, nos pide impulsos de vida!
En el Evangelio de hoy se ve claramente este paso del deber al don; Jesús comienza recordando los mandamientos: «No mates, no cometas adulterio, no robes …» (v. 19), y llega a la propuesta positiva: “¡Ve, vende, da, sígueme! (cf. v. 21)”.
Dos nuevos beatos para la iglesia
Después del rezo mariano del Ángelus, el Papa anunció con alegría que ayer proclamó 2 nuevos beatos: María Lorenza Requenses in Longo, fundadora de los moribundos de Nápoles y de la orden de las Clarisas Capuchinas.
Además, mencionó la beatificación en Tropea, Calabria de don Francesco Mottola, sacerdote diócesano, fundador del Instituto Secular de las Oblatas del Sagrado Corazón. “Un sacerdote ejemplar en la caridad y la contemplación”.
El Papa reza por los jóvenes víctimas de suicidio
El Papa recordó a los jóvenes víctimas de suicidio en el marco de la celebración del Día Mundial de la Salud Mental cada, 10 de octubre, la cual es una iniciativa que se celebra en más de 100 países.
El Pontífice pidió oraciones por los enfermos mentales, por los jóvenes víctimas de suicidio y por sus familias para que no sean dejados solos, ni discriminados, sino acogidos y apoyados.
Por último, saludó a todos los fieles romanos y peregrinos, de varios países. «Por favor, recen por mí, que tenga un buen almuerzo, nos vemos pronto».
Reflexión sobre la fe en el Angelus
En el Ángelus que rezó el Papa posteriormente ante los fieles congregados en la Plaza de San Pedro, volvió a referirse al episodio del encuentro de Cristo con el hombre rico, pero aquí Francisco puso el foco sobre la fe para interrogarse sobre ella.
Antes del rezo del Ángelus, el Papa continuó reflexionando sobre el episodio del hombre rico. Foto: captura Vatican Media.
«Si principalmente [la fe] es un deber o una moneda de cambio, vamos descaminados, porque la salvación es un don y no un deber, es gratuita y no se puede comprar», precisó.
El Evangelio dice que Jesús «amó» a su interlocutor cuando le escuchó plantearle sus inquietudes. La fe «nace de una mirada de amor», añadió Francisco, y por eso «la vida cristiana es hermosa, porque no se basa sobre nuestras capacidades o nuestros proyectos, sino sobre la mirada de Dios». Si tu fe está cansada y quieres revigorizarla, aconsejó el Papa, «busca la mirada de Dios, ponte en adoración, déjate perdonar en la confesión, vete ante el Crucifijo; en resumen, déjate amar por Él».
«Una fe sin don, una fe sin gratuidad, es una fe incompleta, es una fe débil, una fe enferma», concluyó, comparándola a una comida sin sabor o a un partido de fútbol sin goles: «Una fe sin obras de caridad, al final entristece«.
Domingo XXVIII del tiempo ordinario (10 de octubre de 2021)
Sabiduría 7: 7-11 / Hebreos 4: 12-13 / Marcos 10: 17-30
No hay que ser demasiado perspicaz para darse cuenta de que hoy hay en el mundo una gran pluralidad de pensamiento, de religiones, de sistemas políticos, económicos, filosóficos, científicos … Sobre todo, una confusión de ideas, pensamientos y actividades en las redes como nunca no habíamos conocido. ¿Quién puede poner orden a todo esta confusión que hace que todo el mundo se pregunte, dónde está la verdad? Porque hay mucha gente que hoy se siente insegura, sin ningún punto de referencia, sin orientación firme.
La primera lectura nos da la respuesta: Encontrar la sabiduría. Es fácil decirlo. El sabio la buscó y al fin la encontró y no la cambiará por ninguna cosa valiosa de este mundo: ni oro, ni plata, ni ninguna sabiduría humana. Para que esta verdad sólo se encuentra en Dios. Esta sabiduría es la que han buscado los hombres desde el comienzo de tener razón, y se ha ido plasmando en las diferentes religiones. Porque el hombre es un misterio entre la nada y el infinito ‘. Cierto, el hombre es carne, pero tiene una aspiración infinita. Es mucho más que los irracionales. Buscar siempre superar sus conocimientos.
Una manifestación de la sabiduría nos la muestra la carta a los Hebreos: La Palabra de Dios, Jesús, es más cortante que una espada de doble filo, capaz de penetrar los pensamientos y las intenciones del corazón, porque es divina.
Esta sabiduría es desconcertante, como nos dice hoy el Evangelio. Nosotros, seres terrenales, pensamos como el joven rico. Nos basta cumplir la Ley de Dios, que es algo básico, pero que nos parece que no es suficiente, como lo indica la pregunta que el joven hace a Jesús: «Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la perfección? Jesús le dijo: Observa los mandamientos. Y él responde: Ya lo he hecho desde pequeño. Admirable! Jesús se le miraría con afecto. Pero aún te falta una cosa: Si quieres ser perfecto, deja todo lo que tienes y dalo a los pobres, y luego ven conmigo a anunciar el Reino de Dios. Es decir, hazte mi discípulo. Pasa de la perfección humana a la divina. Esta exigencia era demasiado para él, sobre todo porque tenía muchas riquezas. Y Jesús le exigía confiar sólo en él. Y él tenía la seguridad en los bienes temporales. No se podía desprender. Hay que añadir, sin embargo. que no sólo las riquezas son bienes temporales, hay muchas otras riquezas: inteligencia, capacidades manuales o artísticas, matrimonio, posibilidad de hacer una gran carrera, de viajar, de divertirse, etc. y percibimos que esto cuesta de prescindir de ellos, para que nos empuja.
Pedro, en nombre de los discípulos pregunta: «Nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido para venir con vos». Podríamos añadir: ‘Esto es obra del Padre que os lo ha revelado, ya que nadie viene a mí, si el Padre no lo atrae’. Jesús había afirmado que «entrar en el reino de los cielos no es posible a los hombres, sino a Dios, que todo lo puede». Con todo, dice, esta sabiduría ya trabaja incluso en la tierra con el 100 x 1 del que se ha abandonado, pero, también, sufriendo adversidades, como Jesús mismo. Como él fue perseguido, también vosotros. Y Jesús acabó crucificado. Pero para resucitar, ser glorificado, y nos abrió el camino del cielo.
La sabiduría de Dios, pues, exige relativizar las cosas de la tierra. Servirnos de ellas, pero sin perder nunca el destino final del hombre: el Reino que Dios nos tiene preparado desde la creación del mundo. Sólo teniendo como valor supremo el que es eterno, podremos relativizar lo temporal; sólo amando lo que es infinito, podremos valorar lo que es finito; sólo teniendo Dios en nuestro corazón, podremos menospreciar lo mundano. Que Dios nos dé esta sabiduría!