Sofonías 2:3; 3:12-13 / 1 Corintios 1:16-31 / Mateo 5:1-12
Hoy, todavía resuena aquella manifestación de pobreza y humildad del misterio de Navidad. Porque Navidad no podía ser sino la puerta de entrada de Cristo que venía a instalar el Reino de Dios, Reino de pobreza y de humildad, porque es esto lo que nos revela cómo es Dios. Dios es amor, y el amor es humilde y no busca su provecho, sino el de aquél que ama. Y el Hijo de Dios se rebajó, se hizo hombre y murió pobre, de la manera más ignominiosa, en manos de los poderosos, por nuestro amor. Pero el Padre confirmó su mensaje y su vida sentándolo a su derecha.
No es, pues, nada extraño que el fundamento del mensaje del Reino sean las Bienaventuranzas, que resumen la forma de vida que Dios quiere que vivamos los hombres. Una forma de vida totalmente contraria al ideal de vida que los hombres siempre han querido construir y proponer.
Hoy tenemos un texto profético que nos predice: Busque al Señor, busqué la bondad, busque la humildad. Y St. Pablo dice a los Cristianos de Corinto: Dios ha escogido a quienes no valen nada, para que no se pueda gloriar a nadie delante de Dios. Quien se glorie, que se glorie en el Señor.
Las bienaventuranzas nos hablan de pobreza, de humildad, de bondad, de aguantar hambre, de estar tristes, de ser compasivos, de tener el corazón limpio, de poner paz y de ser perseguidos por el nombre de Cristo. Valores que el mundo desestima.
¿Por qué esa insistencia de la Palabra de Dios? Sencillamente, porque es lo que nos ha venido a revelar a Cristo que nos trae la voluntad de Dios. Él no hacía sino revelar al Padre. Quien me ve a mí, ve al Padre. Yo no hago sino lo que me dice el Padre. Y, de hecho, la trayectoria de la vida de Cristo está marcada por el camino de la pobreza y de la humildad: empieza a predicar, no en grandes ciudades, sino en las aldeas de Galilea, elige a colaboradores de entre la gente sencilla, ignorante, pobre. Él mismo fue un trabajador hasta que inició el ministerio de la predicación del Reino. Nunca quiso hacerse ninguno de un movimiento social o político, de ser proclamado profeta, ni rey. Venía sólo a dar testimonio de la verdad, de la voluntad del Padre de salvar a los hombres. Su poder era hacer el bien a los desamparados, perdonar pecados, liberar de demonios, conducir al Padre. Fue la imagen del Padre, reveló el Reino del Padre.
El Dios que nos hemos formado a los hombres, en cambio, es un Dios sublime, separado, que impone temor, juez supremo, Ser perfecto, pero que nos hace ver a nosotros imperfectos. Pero el Dios que nos revela a Jesús no tiene esta imagen. Es todo lo contrario: es en Jesús que Dios se manifiesta y se revela. Quien ve a Jesús ve cómo es el Padre. Y Jesús nos invita: ‘Ven a mí, que soy mansedito y humilde de corazón, y encontrará tu reposo’. ‘Yo no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva’. ‘He venido a salvar, no a condenar’. ‘No tengáis miedo, el Padre quiere darle el Reino’. “Cree en mí y cree también en el Padre, y donde yo estoy estaréis vosotros”. ‘Como el Padre me ha amado, así os he amado yo’.
Si queremos ser discípulos de Cristo, seguimos, pues, sus huellas: Porque el que ama la vida, la perderá, y el que la pierde por mí, la recobrará. ¿Qué ganaríamos de tener todos los bienes del mundo si perdíamos la vida? Seguimos, pues, la pobreza, la humildad, la bondad, el amor desinteresado, buscamos servir a los demás. Y, quien quiera ser mayor, que se haga servidor de todos. No existe un camino más seguro. Dios nos lo recompensará. Nos dirá: ”Ven, bendecidos de mi Padre, entra en el Reino que os estaba preparado desde la creación del mundo.
Jesús es el Señor y delante de Él la muerte física es como un sueño: no hay motivo para desesperarse. Otra es la muerte de la que tener miedo: la del corazón endurecido por el mal. ¡De esa sí que tenemos que tener miedo (…) Esta es la muerte del corazón. Pero incluso el pecado, incluso el corazón momificado, para Jesús nunca es la última palabra, porque Él nos ha traído la infinita misericordia del Padre. E incluso si hemos caído, su voz tierna y fuerte nos alcanza: «Yo te digo: ¡Levántate!». (Angelus, 1 julio 2018)
Juan Bosco, Santo
Memoria Litúrgica, 31 de enero
Presbítero y Fundador
Martirologio Romano: Memoria de san Juan Bosco, presbítero, el cual, después de una niñez áspera, fue ordenado sacerdote y en la ciudad de Turín, en Italia, se dedicó con todas sus fuerzas a la formación de adolescentes. Fundó la Sociedad Salesiana y, con la ayuda de santa María Dominica Mazzarello, el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, para enseñar oficios a la juventud e instruirles en la vida cristiana. Lleno de virtudes y méritos, voló al cielo en este día en la ciudad de Turín, en Italia (1888).
Fecha de canonización: 1 de abril de 1934 por el Papa Pío XI.
Breve Biografía
San Juan Bosco nació el 16 de agosto de 1815 en Castelnuovo de Asti, y recibió de su madre Margarita Occhiena una sólida educación cristiana y humana. Dotado de inteligencia, memoria, voluntad y agilidad física no comunes, desde niño fue seguido por sus coetáneos, a quienes organizaba juegos que interrumpía al toque de las campanas para llevarlos a la iglesia. Fue ordenado sacerdote en Turín en 1841, y allí comenzó su actividad pastoral con San José Cafasso.
Su programa, o mejor, su pasión era la educación de los jóvenes, los más pobres y abandonados. Reunió un grupito que llevaba a jugar, a rezar y a menudo a comer con él. La incómoda y rumorosa compañía de Don Bosco (así se lo llamaba y se lo llama familiarmente) tenía que estar cambiando de lugar continuamente hasta que por fin encontró un lugar fijo bajo el cobertizo Pinardi, que fue la primera célula del Oratorio. Con la ayuda de mamá Margarita, sin medios materiales y entre la persistente hostilidad de muchos, Don Bosco dio vida al Oratorio de San Francisco de Sales: era el lugar de encuentro dominical de los jóvenes que quisieran pasar un día de sana alegría, una pensión con escuelas de arte y oficios para los jóvenes trabajadores, y escuelas regulares para los estudios humanísticos, según una pedagogía que sería conocida en todo el mundo como “método preventivo” y basada en la religión, la razón y el amor. “La práctica del método preventivo se base toda en las palabras de San Pablo que dice: La caridad es benigna y paciente; sufre todo, pero espera todo y aguanta todo”.
Para asegurar la continuidad de su obra, San Juan Bosco fundó la Pía Sociedad de San Francisco de Sales (los Salesianos) y Hijas de María Auxiliadora (las Salesianas). Fue un fecundísimo escritor popular, fundó escuelas tipográficas, revistas y editoriales para el incremento de la prensa católica, la “buena prensa”. Aunque ajeno a las luchas políticas, prestó su servicio como intermediario entre la Santa Sede, el gobierno italiano y la casa Saboya.
Fue un santo risueño y amable, se sentía “sacerdote en la casa del pobre; sacerdote en el palacio del Rey y de los Ministros”. Buen polemista contra la secta de los Valdeses, según la mentalidad del tiempo, nunca se avergonzó de sus amistades con los protestantes y los hebreos de buena voluntad: “Condenamos los errores, escribió en el “Católico”, pero respetamos siempre a las personas”. San Juan Bosco murió el 31 de enero de 1888 y fue canonizado por Pío XI en 1934.
Consulta también:
El Hombre polifacético
San Juan Bosco
Los sueños de San Juan Bosco sobre el Infierno
Me pides que tengas fe
Santo Evangelio según san Marcos 5, 21-43. Martes IV del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Creo, Señor pero aumenta mi fe…
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 5, 21-43
En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: “Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva”. Jesús se fue con él, y mucha gente lo seguía y lo apretujaba. Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada. Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de él, se volvió hacia la gente y les preguntó: “¿Quién ha tocado mi manto?”. Sus discípulos le contestaron: “Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’ ”. Pero él seguía mirando alrededor, para descubrir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranquilizó, diciendo: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad”. Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: “Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?”. Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: “No temas, basta que tengas fe”. No permitió que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: “¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida”. Y se reían de él. Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: “¡Talitá, kum!”, que significa: “¡Óyeme, niña, levántate!”. La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hoy me pregunto, Señor… ¿Qué es la fe? Parece, Señor, que muchas veces te busco y no estás. Grito y pareces no escuchar. Toco pero no logro llamar tu atención…, ¿qué es la fe, Señor?
Muchas veces te he pedido y no has respondido…, muchas veces he sufrido y mi llanto no ha encontrado descanso…, qué es la fe…
Creo, Jesús, que si hoy estoy aquí, si hoy sigo creyendo en ti, no es por mí, es por ti. Creo que estás aquí, que siempre estás conmigo. Creo que cuando callas, lo único que quieres es que escuche… cuando sufro… lo único que quieres es que llore… pero todo esto contigo.
Creo, Jesús, que ésta es la fe. Aquella que sabe que eres amor… que nunca me abandonas… que siempre estás pendiente…, pues estando contigo es la única manera en la que puedo entender el dolor, en la que puedo ver la luz cuando no hay ningún esplendor. Creo, Jesús, que la fe es aquella que tiene sus ojos en la eternidad; a la luz de ella todo lo demás puede pasar.
Gracias, Señor, por ayudarme a entender que la fe consiste en saber que me amas y que ese amor va más allá de lo que pueda suceder. Sólo a la luz de ese amor… aquello que no entienda de esta vida… de mi propia vida… lo podré entender. Aumenta mi fe.
«En esta oración escuchamos la preocupación de todo padre por la vida y por el bien de sus hijos. Pero escuchamos también la gran fe que ese hombre tiene en Jesús. Y cuando llega la noticia de que la niña está muerta, Jesús le dice: “No temas; basta que tengas fe”. Da aliento esta palabra de Jesús, y también nos lo dice a nosotros muchas veces. ‘No temas, basta que tengas fe’. Al entrar en la casa, el Señor echa a la gente que llora y grita y se dirige a la niña muerta diciendo: “Niña, yo te digo: ¡álzate!”. Y en seguida la niña se alzó y se puso a caminar. Aquí se ve el poder absoluto de Jesús sobre la muerte que para Él es como un sueño del cual poder despertarse. Jesús ha vencido a la muerte, también tiene poder sobre la muerte física».
(Ángelus de S.S. Francisco, 28 de junio de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy haré una visita a Jesús Eucaristía para pedirle que aumente mi fe.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Violencia escolar o fracaso familiar?
Artículo de análisis de la problemática de la violencia en las aulas.
¿Son los alumnos de hoy en día más violentos que los de generaciones anteriores? ¿Qué diferencia las peleas que siempre se han registrado en los patios de los colegios del acoso escolar? La respuesta de los expertos es contundente: nunca antes se había vivido una situación similar y la mala o nula socialización de los niños antes de llegar a la escuela está en la base del problema.
En Torrente grupos de menores atemorizan a escolares y obligan a la policía a controlar la salida del colegio, algo que ocurre en numerosos institutos de toda la Comunidad. El fiscal de Menores alertaba esta semana del incremento de delitos cometidos por niños y su especial grado de violencia. Los estudios elaborados por la Conselleria de Educación, en colaboración con el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, cifran en uno de cada diez los escolares que sufre acoso y amenazas por parte de compañeros de aula y en un 2,4 por ciento los que reconocen que les divierte intimidar a otros alumnos.
Datos y hechos que han llevado a preguntarse ¿qué es lo que está pasando en las escuelas e institutos valencianos? Una situación ante la que padres, profesores, Administración, alumnos y la sociedad en general se encuentran desorientados.
El origen del problema
Para Petra María Alonso Pérez, catedrática de Antropología de la Educación de la Universitat de Valencia, los casos de agresiones y acoso escolar son un fenómeno nuevo que revela un cambio en la socialización del niño, ya que el origen del problema no hay que buscarlo en las aulas, sino en los primeros años de vida, en la educación que se les da en su casa y que condiciona su futuro comportamiento en la escuela y en la sociedad.
Los niños de hoy en día, según la catedrática, no saben superar sus frustraciones, no han aprendido a dilatar la gratificación, ni a compartir porque muchos no tienen hermanos con quien repartir sus juguetes y ropa. A los problemas sociales y estructurales -los padres de hoy en día trabajan mucho y tienen poco tiempo para dedicárselo a su hijos, que son cuidados entre abuelos, la televisión e Internet, con una clara falta de valores, pérdida de la autoridad y desaparición de la cultura del esfuerzo- se añade una nueva realidad a la que pocos al principio parecían dar importancia: ha desaparecido el juego libre.
Ya no se juega en la calle, no se juega con los hermanos en casa y en el colegio ya no hay patios, sino instalaciones deportivas, algo especialmente grave si se tiene en cuenta que el juego es el principal factor socializador del niño. Es también un elemento de aprendizaje fundamental en el desarrollo del menor, con el que aprende a crear normas y a respetarlas, a ceder, a superar su frustración, a saber ganar y perder, a compartir, a tener empatía, a establecer nuevas estrategias cuando existe frustración, a saber cuáles son sus límites y a esperar su turno… porque si no se quedan fuera del juego.
La catedrática, destaca que las circunstancias sociales por la inseguridad de las ciudades, ha provocado que ya no salgan los niños solos a jugar. Cuando van al parque lo hacen acompañados de sus padres o abuelos y si se pelean con otro niño enseguida media el adulto, no les dejan aprender por sí mismos. Además, en el colegio ya no se juega en el patio, que ha sido sustituido por campos para jugar al fútbol o al baloncesto, deportes en los que las reglas ya están establecidas, no las tienen que establecer el grupo de niños, algo que les enseña a ceder.
Es importante dilatar la gratificación
Pero además, Petra Pérez, destaca otro hecho fundamental para comprender lo que está pasando en la escuela, el niño de hoy en día no aprende la importancia de dilatar la gratificación. Los menores no sólo tienen de todo, sino que lo tienen cuando quieren, lo quieren todo y lo quieren ya, y los padres por callarlos, por tenerles contentos el poco tiempo que están con ellos, les consienten demasiado y les llenan de regalos. «Los niños de ahora son inmediatos, siempre lo han sido, pero antes por las circunstancias aprendían a esperar, si querían una bicicleta tenían que esperar a Reyes. Ahora no, lo tienen todo al momento», Además, cada vez los padres tienen a sus hijos más mayores, «es como un bien escaso que hay que proteger y se les protege demasiado, no se les pone límites».
Cuando llegan al colegio eso cambia y no saben como asumirlo. El niño llega a la escuela con una mala socialización, sin una buena competencia emocional que hace que no sepa cómo afrontar los problemas, lo que le lleva a superar su frustración con agresividad. Por otra parte, los profesores, que se han formado para enseñar Literatura o Matemáticas, se encuentran que tienen que educar a niños que antes venían educados de casa.
Grupos en la clase
Por otra parte, en la escuela, explica la catedrática, se ha generado otro fenómeno nuevo, que son los grupos, donde se crea la imagen del otro como enemigo. «Antes los niños se peleaban aunque al día siguiente volvían a jugar juntos, pero ahora no». Crear grupos, explica, es algo antropológico, para defenderse, pero «si esos sentimiento no se reconducen a tiempo se genera la imagen del otro como la de un enemigo. Además, se hace dentro de la propia comunidad, que es lo que está ocurriendo con la pandilla que rechaza al que está fuera».
Todo ello, junto con la desaparición de la cultura del esfuerzo ha sido el caldo de cultivo sobre el que han proliferado los casos de violencia y el acoso escolar. La solución pasa, según los expertos, por realizar talleres con padres, profesores y alumnos, dejar que los niños jueguen sin la intervención de los adultos y enseñarles a retrasar la gratificación. Asimismo, es necesario dotar al profesorado de autoridad y recuperar los valores que se han perdido, «que se les enseñe a ser y a convivir, en la familia y a través del juego»
Por último, la catedrática destaca como factor importante en la reducción de la infancia que «los niños en la actualidad adoptan comportamientos de adultos, practican botellón cada vez más jóvenes, van a las discotecas, se visten como mayores y ven programas de adultos».
Don Bosco, el santo de los jóvenes
Un gran educador que mostró cómo enseñar con amor
Haga click aquí para abrir el carrusel fotográfico
Juan Melchor Bosco, más conocido por Don Bosco, nació el 16 de agosto de 1815 en una modesta casa de campo en las colinas llamadas I Becchi que pertenecen al pueblo de Castelnuovo, en la comarca de Asti y que hoy lleva el nombre de Catselnuovo don Bosco, en homenaje al santo.
Este lugar se encuentra en el Piamonte, y en su época era todavía un Reino independiente, en una Italia que no estaba constituida como Estado; la capital era Turín.
Eran aquellos tiempos difíciles de posguerra. Los ejércitos franceses habían saqueado toda la comarca. Miseria, hambre y desesperación se reinaba en Europa gracias a las ideas del imperio napoleónico.
Su padre, Francisco, murió cuando Juan sólo tenía dos años. Y su santa y laboriosa madre, Margarita, se hizo cargo de todo, sobre todo de su educación.

© Wikimedia Commons/Kertraon
Un sueño premonitorio
Con solo nueve años de edad, el pequeño Juan tuvo un sueño que no olvidó nunca, donde se reveló su vocación.
En el sueño se vio rodeado de una multitud de chiquillos que se peleaban entre sí y blasfemaban. Juan Bosco trató de impedírselo, con exhortaciones y después con los puños.
Súbitamente apareció una misteriosa mujer que le dijo: «¡No, no; ¡tienes que ganar por el amor! Toma para el pastor y guía a tus ovejas» .
Te puede interesar:
Corregir con amor a los niños, el legado de Don Bosco
Cuando la señora pronunció estas palabras, los niños se convirtieron, primero en bestias feroces y luego en ovejas.
El sueño terminó, pero desde aquel momento, Juan Bosco comprendió que su vocación era ayudar a los niños pobres, y también a enseñar el catecismo ya llevar a la iglesia a los niños de su pueblo.
Para ganar la simpatía de los jóvenes, acostumbraba ejecutar ante ellos toda clase de acrobacias .
Un domingo por la mañana, había un acto público, una función pública y los niños no acudieron a la iglesia.
Juan Bosco desafió a la acróbata en su propio terreno, obtuvo el triunfo, y se dirigió victoriosamente con los chicos a misa.
A los 16 años, venciendo numerosas dificultades, ingresó en el seminario de Chieri. Y era tan pobre, que debía mendigar para reunir el dinero y los vestidos indispensables.
El alcalde del pueblo le regaló el sombrero, el párroco la chaqueta, uno de los parroquianos el abrigo y el otro, un par de zapatos.
Después de haber recibido el diaconado, Juan Bosco pasó al el seminario mayor de Turín. Y allí, con la aprobación de sus superiores, unía los domingos a un grupo de niños abandonados de la ciudad.
Los salesianos
En poco tiempo, centenas de niños y jóvenes acudieron a estudiar y aprender a oficio en los talleres que Don Bosco había construido para ellos.
Le ayudó siempre en su trabajo educativo, su madre «mamma» Margarita que había ido desde Becchi para apoyarlo.
En 1859 invita a sus primeros colaboradores a unirse a él en la Congregación Salesiana: habrá una rápida multiplicación de oratorios, escuelas profesionales, colegios, centros vocacionales, parroquias, misiones.
En 1872 se fundó el Instituto de las Hijas de María.
La fundadora y primera superiora fue María Domenica Mazzarello (1837-1881), proclamada santa el 21 de junio de 1951 por Pío XII.
Pero Don Bosco también sabía cómo llamar a muchos laicos para compartir con los salesianos y las Hijas de María Auxiliadora la misma pasión educativa. Desde 1869 comenzó la Piadosa Unión de Cooperadores, que forma parte de la Familia Salesiana y vive su espíritu en el servicio eclesial.
A los 72 años se agotó el trabajo pero se cumplió con lo prometido: «Le prometí a Dios que mi último aliento sería para mis pobres jóvenes».
Don Bosco murió en Turín-Valdocco, al amanecer del 31 de enero de 1888. Fue beatificado el 2 de junio de 1929 y declarado santo por Pío XI en abril de 1934, el domingo de Pascua.
Más tarde, muchos otros siguieron su camino de santidad: Domingo Savio, Don Rua, Don Rinaldi.
Patronazgo
San Juan Bosco es el patrono de los jóvenes, educadores, escolares, estudiantes y editores.
Lugares de culto a san Juan Bosco
Los lugares de culto dedicados a los santos son aquellos donde ha transcurrido su vida: el lugar donde nace, Castelnuovo don Bosco, Chieri, Turín y no sólo, porque su misión fue de una manera importante a varios lugares en muchos lugares del mundo, por ejemplo Argentina.
Te puede interesar:
Los lugares de Don Bosco
Curiosidades
¿Sabías que tu ángel guardián es como un perro enorme?
Public Domain
San Juan Bosco. A lo largo de su vida un enorme perro gris aparecía a menudo y le protegía de los hombres violentos.
Te puede interesar:
Gris, el perro ángel guardián de Don Bosco
Arte y cultura
La obra pictórica más representativa de don Bosco es una pintura que se encuentra al fondo de la basílica de María Auxiliadora de Turín, que representa el sueño de las dos columnas, sueño profético del santo, sobre el futuro de la Iglesia.
Son muchísimas las obras escritas de san Juan Bosco, pero las más importantes son los cuatros volúmenes de su epistolario.
Public domain
Te puede interesar:
Las 2 columnas de la Iglesia en un sueño de san Juan Bosco
Oración a san Juan Bosco
Oh Padre y maestro de la juventud, san Juan Bosco,
que tanto trabajasteis por la salvación de las almas,
sed nuestra guía en buscar el bien de nuestra salvación y la del prójimo,
ayudadnos a vencer las pasiones y el respeto humano,
enséñanos a amar a Jesús Sacramentado,
a María Santísima Auxiliadora y al Papa,
y obtenednos de Dios una santa muerte,
para que podamos un día hallarnos juntos en el Cielo.
Amén.
SINODAL
La otra noche tuve el privilegio de participar de una de las sesiones de escucha de la fase continental del proceso Sinodal. La base de nuestra conversación fue un largo documento producido por el Vaticano luego de haber compilado datos y testimonios de todo el mundo Católico. Mientras estuve estudiando y hablando sobre la sinodalidad, disfruté muchísimo del intercambio de puntos de vista. Pero me encontré cada vez más incómodo con dos palabras que aparecen preponderantemente en el documento y eso dominó gran parte de nuestra conversación —en concreto, “inclusividad” y “acogida”.
Una y otra vez escuchamos que la Iglesia debe convertirse en un sitio más inclusivo y acogedor para una variedad de grupos: las mujeres, la gente LGBT+, los divorciados y vueltos a casar civilmente, etc. Pero todavía tengo que hallar una definición precisa de cada término. ¿Cómo luciría exactamente una Iglesia acogedora e inclusiva? ¿Extendería siempre sus brazos a todos en un espíritu de invitación? Si es así, la respuesta parece ser, obviamente, que sí. ¿Trataría siempre a todos, sin importar su contexto, etnia, o sexualidad, con respecto y dignidad? Si es así, la respuesta es sí. ¿Escucharía una Iglesia así con atención pastoral las preocupaciones de todos? Si es así, afirmativo. Pero, ¿una Iglesia que exhibiera estas cualidades nunca plantearía un desafío moral a aquellos que buscaran ingresar? ¿Ratificaría la conducta y elección de estilo de vida de cualquiera que se presentara para su admisión? ¿Abandonaría efectivamente su propia identidad y lógica que la constituye para admitir a cualquiera y a todos los que se presentaran? Espero que sea igualmente evidente que la respuesta a todas esas preguntas es un resonante no. La ambigüedad de los términos es un problema que podría socavar gran parte del proceso Sinodal.
. . . esta inclusividad del Señor era acompañada inequívoca y constantemente por su llamado a la conversión.
A fin de zanjar esta cuestión, sugeriría que no miremos tanto a la cultura que nos rodea en la actualidad sino a Cristo Jesús. Su actitud de radical bienvenida no se muestra con mayor claridad en ninguna parte que en su mesa abierta de amistad, esto es decir, en su práctica constante —en el extremo contracultural— de comer y beber no sólo con los justos sino también con los pecadores, los Fariseos, los recaudadores de impuestos y las prostitutas. Jesús incluso comparó estas comidas de sagrada hermandad con el banquete celestial. A lo largo de su ministerio público, Jesús extendió sus brazos a aquellos que eran considerados impuros o malvados: la mujer samaritana, el ciego de nacimiento, Zaqueo, la mujer sorprendida en adulterio, el ladrón crucificado a su lado, etc. Así que no hay ninguna duda de que fue hospitalario, gentil, y sí, acogedor con todos.
De la misma manera, esta inclusividad del Señor era acompañada inequívoca y constantemente por su llamado a la conversión. De hecho, la primera palabra que sale de la boca de Jesús en su discurso inaugural en el Evangelio de Marcos nos es “¡Bienvenidos!” sino que es “¡Arrepiéntanse!”. A la mujer sorprendida en adulterio le dice, “Ve y en adelante no peques más”; luego de encontrarse con el Señor, Zaqueo prometió cambiar sus costumbres pecaminosas y compensar profusamente por sus fechorías; en la presencia de Jesús, el buen ladrón reconoció su propia culpa; y el Cristo resucitado fuerza al jefe de los Apóstoles que lo había negado tres veces, a que confirme su amor tres veces.
En una palabra, existe un notable balance en el alcance pastoral de Jesús entre acogida y desafío, entre participación y llamado a cambiar. Es por esta razón que caracterizaría a este abordaje no simplemente como “inclusivo” o “acogedor”, sino más bien como amoroso. Tomás de Aquino nos recuerda que amar es “desear el bien del otro”. En consecuencia, alguien que de verdad ama a otro se acerca a él con amabilidad, eso es seguro, pero al mismo tiempo no duda de, cuando es necesario, corregir, advertir, incluso juzgar. Mi mentor, el Cardenal Francis George, fue interpelado sobre la razón por la que no le gustaba el sentimiento detrás de la canción “Todos son bienvenidos”. Respondió que pasaba por alto el simple hecho que, aunque todos son bienvenidos en la Iglesia, eso sucede “en los términos de Cristo, no en los propios”.
Una preocupación general que tengo, muy relacionada al uso constante de los términos “acogida” e “inclusividad” es el triunfo de la argumentación doctrinal, antropológica y auténticamente teológica basada en sentimientos, o para expresarlo un poquito diferente, la tendencia a psicologizar los asuntos en consideración. La Iglesia no prohíbe los actos homosexuales porque tiene una aprensión irracional hacia los homosexuales; tampoco niega la comunión a aquellos que están en situaciones matrimoniales irregulares porque se divierte siendo exclusiva; ni tampoco rechaza la ordenación de mujeres porque los cascarrabias hombres en el poder no toleran a las mujeres. Para cada una de esas posiciones articula argumentos basados en las Escrituras, filosofía y la tradición teológica, y cada una ha sido ratificada por la enseñanza autorizada de los obispos en comunión con el papa. Poner en duda todas estas enseñanzas establecidas porque no se corresponden con los cánones de nuestra cultura contemporánea sería colocar a la Iglesia en una verdadera crisis. Y sinceramente no creo que esta agitación de los cimientos sea lo que el Papa Francisco tenía en mente cuando convocó a un sínodo sobre la sinodalidad.