.

 

 

San Sebastián, el comandante romano al servicio de los cristianos

Sobrevivió a la condena de las flechas, pero más tarde fue azotado hasta la muerte

 

 

Haga click aquí para abrir el carrusel fotográfico

Sebastián nació en Narbona (Francia) pero vivió y fue educado en los principios de la fe cristiana en Milán.

Luego fue a Roma, cuando esta era dominaba por el emperador Diocleciano.

Allí entró en contacto con el círculo militar directamente dependiente del emperador y se convirtió en un alto oficial del ejército imperial.

Desde esta posición pudo ayudar a los cristianos encarcelados, procuró un digno entierro a los mártires y difundió el cristianismo entre los oficiales y los militares de la corte.

Cuando Diocleciano, uno de los mayores perseguidores de cristianos, descubrió la “traición”, lo condenó a muerte.Lo hizo atar a un tronco en la colina Palatina, lo desnudaron y le lanzaron muchísimas flechas.

 

 

Los soldados creyéndolo muerto, lo abandonaron en el lugar para que su carne alimentara a las bestias. Santa Irene de Roma fue a buscar el cuerpo para enterrarlo y se dio cuenta de que el santo, milagrosamente, aún estaba con vida. Lo llevó a su casa y curó de sus heridas.

Completamente sano, sus amigos y familia le aconsejaron dejar la ciudad. Pero él no escuchó y fue directamente a la corte de Diocleciano a reprenderlo por la sangrienta persecución contra los cristianos.

Sorprendido al ver a su soldado aún vivo, Diocleciano enfurecido ordenó que Sebastián fuera azotado hasta la muerte, y que su cuerpo fuera arrojado a la cloaca máxima.

Sus restos fueron encontrados y colocados en las catacumbas de la Vía Appia que lleva su nombre.

Te puede interesar: 10 santos que fueron soldados y quizás no lo sabías

Patronazgo

San Sebastián es patrono de los atletas, arqueros, tapiceros, policías municipales y soldados. Es invocado contra la peste, las enfermedades contagiosas y contra los enemigos de la religión.

Te puede interesar: Santos que saben sobre supervivencia en pandemias

Lugares de culto

Sus restos se encuentran en las catacumbas que lleva su nombre. Sus reliquias son veneradas en la Basílica de San Sebastián fuera de los Muros, en la zona de las catacumbas; excepto la cabeza, que se encuentra en la Basílica Santi Quattro Coronati en Roma.

Son innumerables las iglesias y grandes fiestas dedicadas a él en muy distintas partes del mundo.

Curiosidades

En la Basílica de san Sebastián se encuentra una lastra de mármol con las huellas marcadas de Jesús.

Te puede interesar: Cuando las huellas de los pies de Jesús quedaron impresas en una piedra

Arte y Cultura

San Sebastián es denominado «el Apolo cristiano» ya que es uno de los santos más reproducidos en arte. Entre las representaciones más importantes, podemos encontrar grandes pintores como: Rafael, El Greco, Boticelli, Leonardo Da Vinci, etc.

 

 

Fabián, Santo

Memoria Litúrgica, 20 de enero

Papa y Mártir

Martirologio Romano: San Fabián, papa y mártir, que, siendo simple laico, fue llamado al pontificado por indicación divina y, después de dar ejemplo de fe y virtud, sufrió el martirio en la persecución bajo el emperador Decio. San Cipriano, al hacer el elogio de su combate, afirma que dejó el testimonio de haber regido la Iglesia de modo irreprochable e ilustre. Su cuerpo fue sepultado en este día en el cementerio de Calixto, en la vía Apia de Roma (250).

Etimología: Fabián = Aquel que pertenece a la familia de Fabio, es de origen latino.

Breve Biografía

Sucedió en el papado a San Antero y gobernó la Iglesia unos quince años (236-250), hasta la persecución de Decio, durante la cual sufrió el martirio. Fue sepultado en el cementerio de San Calixto, donde se lee su epitafio. — Fiesta: el 20 de enero, junto con la de San Sebastián. Misa propia.

Sabemos muy poca cosa de este pontífice. Pero figura en el Catálogo Liberiano y en el Liber Pontificalis, y nos hablan de él San Cipriano de África, San Jerónimo y el historiador Eusebio de Cesarea. Este último refiere que en una ocasión en que Fabián regresaba del campo con algunos amigos, la multitud de los cristianos se hallaba congregada para la elección de nuevo Papa. Nadie pensaba en él, cuando una paloma vino a posarse sobre su cabeza. Lo muchedumbre, conmovida por el hermoso espectáculo, empezó a gritar y repetir: «¡Fabián, pontífice!». Y él no tuvo más remedio que acceder.

El Liber Pontificalis lo hace natural de Roma, aunque alguna leyenda le atribuye procedencia extranjera. Es también legendaria la atribución que se le adjudica de tres cartas de la colección llamada del Seudo-Isidoro y del decreto 21 del Código de Graciano.

De su pontificado, pueden reseñarse varias cosas hermosas y notables. Menciónanse algunos edificios mandados erigir por él encima de los cementerios o catacumbas, aprovechando, por cierto, un período de tranquilidad que gozó la Iglesia después de la persecución de Maximino Tracio.

Distribuyó los distritos urbanos a los siete diáconos, para que fuese mejor atendida la beneficencia y estuviesen bien administrados los fondos de la Iglesia. Medida que estuvo en vigor durante muchos siglos y que señala los comienzos de las regiones eclesiásticas y de la administración religiosa.

Instituyó también siete subdiáconos, para que recogiesen y archivasen las actas y gestas de los mártires, redactadas asimismo por siete notarios. En toda esa organización podemos ver un esquema oficial del clero, necesario para el ordenado ejercicio del culto y de la caridad cristiana.

Fue el suyo un tiempo de controversias teológicas, especialmente en Roma. Uno de los efectos que las ocasionaron fue el cisma llamado de Novaciano, que estalló en el pontificado siguiente (el de San Cornelio), pero se había incubado durante el del Papa Fabián, gracias tal vez a la bondad y dulzura del Pontífice.

En efecto, Novaciano, de Roma, y Novato, de Cartago, íntimos amigos, defendieron un error de tipo puritanista, enfrentándose con el criterio del Papa Cornelio. Sus numerosos adeptos eligieron Papa a Novaciano.

Duró el cisma poco tiempo. Consistía el error en acusar de indulgente al Papa con respecto a los lapsos, es decir, a los caídos en apostasía u otro pecado enorme, y en propugnar que la Iglesia no había de estar integrada más que por personas puras (cátaros), no debiendo ni pudiendo ser readmitidos en su seno los que pecaban después del Bautismo, pues el poder de perdonar no pertenecía más que a Dios.

Ahora bien: la rebelión de Novaciano no obedecía a una razón doctrinal, sino a una razón moral y síquica. Novaciano era un escritor brillante, que en tiempo de San Fabián había dado a luz un tratado sobre la Trinidad —no de gran valor teológico, por cierto—, con el cual quiso refutar doctrinas heréticas gnósticas; pero, a pesar de su magnífico estilo y de su buena intención en este caso, se caracterizaba por su índole altanera.

El Papa Fabián, prendado de su ingenio, dejó que fuese ordenado presbítero, confiando en los buenos servicios que podía prestar a la Iglesia. No pensó que sus defectos pudieran hacer de él un antipapa. Así fue, sin embargo. Su espíritu soberbio y ambicioso le convirtieron en tal, cuando, en 251, en vez de su propia elección, vio que era elevado al solio pontificio San Cornelio.

Fuera del ámbito de Roma, intervino Fabián en la deposición del obispo africano Privato, y mantuvo correspondencia con Orígenes, el gran pensador y exegeta de Alejandría, que quería justificar algunos puntos controvertidos de su doctrina.

Atribúyesele asimismo el primer envío de misioneros a las Galias.

En el orden litúrgico-sacramental, fue Fabián el pontífice que mandó fuese quemado y renovado todos los años, en Jueves Santo, el santo crisma. Además, hizo cinco ordenaciones, todas en el mes de diciembre, en las cuales creó veintidós presbíteros, siete diáconos y once obispos para diversas diócesis.

La efigie de San Fabián aparece en los plafones pictóricos de la Capilla Sixtina, y la antigua cristiandad le tributó una veneración saturada de simpatía.

 

 

Cuando los poseídos lo veían, gritaban tú eres el hijo de Dios

Santo Evangelio según san Marcos 3, 7-12. Jueves II del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.

¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, quiero permanecer en ti, permanecer en tu amor, unido a tu corazón. Permíteme reclinar la cabeza en tu pecho como lo hiciste con el discípulo amado. Quiero escuchar ese corazón que palpita de amor por mí.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 3, 7-12

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, seguido por una muchedumbre de galileos. Una gran multitud, procedente de Judea y Jerusalén, de Idumea y Transjordania y de la parte de Tiro y Sidón, habiendo tenido noticias de lo que Jesús hacía, se trasladó a donde él estaba.

Entonces rogó Jesús a sus discípulos que le consiguieran una barca para subir en ella, porque era tanta la multitud, que estaba a punto de aplastarlo.

En efecto, Jesús había curado a muchos, de manera que todos los que padecían algún mal, se le echaban encima para tocarlo. Cuando los poseídos por espíritus inmundos lo veían, se echaban a sus pies y gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios”. Pero Jesús les prohibía que lo manifestaran.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Podemos creer que los demonios hacían una confesión de fe más sincera y real que la nuestra. Sí, cuando ellos confesaban que Jesús era el Hijo de Dios, lo hacían con tal fuerza e ímpetu que demostraban creer en lo que decían. Cuántas veces, Señor, he dudado de tu presencia real y viva en la Eucaristía.

Quizás sí creo que estás ahí, pero mi fe es tan teórica y superficial, que lo demuestra el número de veces que te visito en la Eucaristía. Si de verdad creyera que Dios mismo está en ese humilde pedazo de pan, ¿dejaría pasar algún día sin visitarte? Creo que no…

Creo de verdad que hasta los demonios y sus seguidores tiene más fe que yo en tu presencia Eucarística. Siempre que alguien te quiere ofender, tristemente, te atacan y profanan en tu presencia real en la Eucaristía. De verdad creen que estás ahí, por ello te ofenden de esa manera.

Ayúdame, Jesús, a valorar este don tan grande, ese milagro de amor que bajo la apariencia de un pedazo de pan se queda conmigo. Se queda indefenso incluso a merced de aquellos que sólo le quieren ofender. Gracias por amarme con locura, Jesús, pues sólo un loco de amor permitiría tales cosas.

«Cada Eucaristía que celebramos con fe nos hace crecer como templo vivo del Señor, gracias a la comunión con su cuerpo crucificado y resucitado. Jesús conoce aquello que hay en cada uno de nosotros, y conoce también nuestro más ardiente deseo: el de ser habitados por Él, sólo por Él. Dejémoslo entrar en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestros corazones. Que María Santísima, que es la morada privilegiada del Hijo de Dios, nos acompañe y nos sostenga». (Homilía de S.S. Francisco, 8 de marzo de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré hacer una visita a Jesús Eucaristía sin ninguna intención especial, tan sólo para adorarlo y amarlo en reparación por todas las ofensas y profanaciones que recibe en este sacramento.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

 

¿Qué es el maleficio? ¿Cómo puedo defenderme de aquello?

El Padre Amorth en sus experiencias nos explica lo que es el maleficio y las oraciones de liberación para contrarestarlo

El padre Gabriele Amorth es un sacerdote católico italiano, y también un respetado exorcista de la Diócesis de Roma y uno de los más conocidos del mundo. Tiene 89 años de edad y unos 70. 000 exorcismos en su haber.

En 1990, el Padre Amorth fundó la Asociación Internacional de Exorcistas y fue presidente hasta su jubilación, a los 75, en el año 2000. Actualmente es presidente honorario de por vida de la asociación.

En su libro “Memorie di un esorcista –La mia vita in lotta contro Satana-“, el Padre Amorth nos relata varias de sus experiencias más destacadas en su lucha contra el mal. Uno de sus apartados explica lo que es el maleficio y las oraciones

El excorcista asegura: “el maleficio es un mal causado a una persona recurriendo al diablo. Se puede hacer de varias formas, como hechizos, maldiciones, mal de ojo, vudú, macumba. Los maleficios son con mucho la causa más frecuente de posesiones o de males causados por el demonio: no menos del 90 por ciento.

– ¿Existen maleficios de muerte?

Sí, existe el maleficio de muerte, y me he encontrado con varios. En mi opinión, no es seguro que surtan efecto, pero, desde luego, hay personas que intentan lanzar maleficios de muerte. Se refiere en cierto término a un maleficio muy grave. Un maleficio no tiene por qué ser mortal; la vida está en manos de Dios

Ante todo esto, se requiere de una vida llena de gracia, una buena confesión sacramental, ayuno y oración contínua.

Si vives una vida de acuerdo a los preceptos de Dios, esto es, recurriendo a todos los sacramentos con frecuencia, estando en estado de gracia, entonces no tienes por qué temer de los maleficios, pues la Gracia de Dios es mucho más grande que cualquier actuación del mal

Oraciones contra el maleficio (ritual griego)

Kyrie eleison. Dios nuestro Señor, oh Soberano de los siglos, omnipotente y todopoderoso, Tú que lo has hecho todo y que lo transformas todo con tu sola voluntad; Tú que en Babilonia transformaste en rocío la llama del horno siete veces más ardiente y que protegiste y salvaste a tus tres santos jóvenes; Tú que eres doctor y médico de nuestras almas.

Tú que eres la salvación de aquellos que se dirigen a Ti, te pedimos y te invocamos, haz vana, expulsa y pon en fuga toda potencia diabólica, toda presencia y maquinación satánica, toda influencia maligna y todo maleficio o mal de ojo de personas maléficas y malvadas realizados sobre tu siervo… haz que, en cambio, de la envidia y el maleficio obtenga abundancia de bienes, fuerza, éxito y caridad.

Tú, Señor, que amas a los hombres, extiende tus manos poderosas y tus brazos altísimos y potentes y ven a socorrer y visita esta imagen tuya, mandando sobre ella el ángel de la paz, fuerte y protector del alma y el cuerpo, que mantendrá alejado y expulsará a cualquier fuerza malvada, todo envenenamiento y hechicería de personas corruptoras y envidiosas; de modo que debajo de Ti tu suplicante protegido te cante con gratitud: “el Señor es mi salvador y no tendré temor de lo que pueda hacerme el hombre.” “No tendré temor del mal porque Tú estás conmigo, Tú eres mi Dios, mi fuerza, mi poderoso Señor, Señor de la paz, padre de los siglos futuros”.

Sí Señor, Dios nuestro, ten compasión de tu imagen y salva a tu siervo… de todo daño o amenaza procedente de maleficio, y protégelo poniéndolo por encima de todo mal; por la intercesión de la más que bendita, gloriosa Señora, la madre de Dios y siempre Virgen María, de los resplandecientes arcángeles y de todos sus santos.

¡Amén!

Oración contra todo mal

Espíritu del Señor, Espíritu de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Santísima Trinidad, Virgen Inmaculada, ángeles, arcángeles y santos del paraíso descended sobre mí.

Fúndeme, Señor, modélame, lléname de ti, utilízame. Expulsa de mí todas las fuerzas del mal, aniquílalas, destrúyelas, para que yo pueda estar bien y hacer el bien.

Expulsa de mí los maleficios, las brujerías, la magia negra, las misas negras, los hechizos, las ataduras, las maldiciones y el mal de ojo; la infestación diabólica, la posesión diabólica y la obsesión y perfidia; todo lo que es mal, pecado, envidia, celos y perfidia; la enfermedad física, psíquica, moral, espiritual y diabólica.

Quema todos estos males en el infierno, para que nunca más me toquen a mí ni a ninguna otra criatura en el mundo.

Que la fuerza del Dios omnipotente, en nombre de Jesucristo Salvador, por intercesión de la Virgen Inmaculada, expulse a todos los espíritus inmundos, a todas las presencias que me molestan, que me abandonen inmediatamente, que me abandonen definitivamente y que se vayan al infierno eterno, encadenados por San Miguel Arcángel, por San Gabriel, por San Rafael, por nuestros ángeles custodios, aplastados bajo el talón de la Virgen Santísima Inmaculada.

Amén.

 

 

Catequesis sobre san José 8. San José padre en la ternura

«La ternura es el mejor modo para tocar lo que es frágil en nosotros».

 

 

Fuente: Vatican.Va

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy quisiera profundizar en la figura de San José como padre en la ternura.

En la Carta Apostólica Patris corde (8 de diciembre de 2020) pude reflexionar sobre este aspecto de la ternura, un aspecto de la personalidad de san José. De hecho, incluso si los Evangelios no nos dan particularidades sobre cómo ejerció su paternidad, podemos estar seguros de que su ser hombre “justo” se tradujo también en la educación dada a Jesús. «José vio a Jesús progresar día tras día “en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres” (Lc 2,52): así dice el Evangelio. Como hizo el Señor con Israel, así él “le enseñó a caminar, y lo tomaba en sus brazos: era para él como el padre que alza a un niño hasta sus mejillas, y se inclina hacia él para darle de comer” (cf. Os 11,3-4)» (Patris corde, 2). Es bonita esta definición de la Biblia que hace ver la relación de Dios con el pueblo de Israel. Y la misma relación pensamos que haya sido la de san José con Jesús.

 

 

Los Evangelios atestiguan que Jesús usó siempre la palabra “padre” para hablar de Dios y de su amor. Muchas parábolas tienen como protagonista la figura de un padre [1]. Entre las más famosas está seguramente la del Padre misericordioso, contada por el evangelista Lucas (cf. Lc 15,11-32). Precisamente en esta parábola se subraya, además de la experiencia del pecado y del perdón, también la forma en la que el perdón alcanza a la persona que se ha equivocado. El texto dice así: «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente» (v. 20). El hijo se esperaba un castigo, una justicia que al máximo le habría podido dar el lugar de uno de los siervos, pero se encuentra envuelto por el abrazo del padre. La ternura es algo más grande que la lógica del mundo. Es una forma inesperada de hacer justicia. Por eso no debemos olvidar nunca que Dios no se asusta de nuestros pecados: metámonos bien esto en la cabeza. Dios no se asusta de nuestros pecados, es más grande que nuestros pecados: es padre, es amor, es tierno. No se asusta de nuestros pecados, de nuestros errores, de nuestras caídas, sino que se asusta por el cierre de nuestro corazón —esto sí, le hace sufrir—, se asusta de nuestra falta de fe en su amor. Hay una gran ternura en la experiencia del amor de Dios. Y es bonito pensar que el primero que transmite a Jesús esta realidad haya sido precisamente José. De hecho, las cosas de Dios nos alcanzan siempre a través de la mediación de experiencias humanas. Hace tiempo —no sé si ya lo he contado—un grupo de jóvenes que hacen teatro, un grupo de jóvenes pop, “innovadores”, quedaron impresionados por esta parábola del padre misericordioso y decidieron hacer una obra de teatro pop con este argumento, con esta historia. Y lo hicieron bien. Y todo el argumento es, al final, que un amigo escucha al hijo que se había alejado del padre, que quería volver a casa, pero tenía miedo de que el padre lo echase y lo castigase. Y el amigo le dice, en esa obra pop: “Manda un mensajero y di que tú quieres volver a casa, y si el padre te va a recibir que ponga un pañuelo en la ventana, la que tú veas apenas tomes el camino final”. Así lo hizo. Y la obra, con cantos y bailes, sigue hasta el momento en el que el hijo entra en la calle final y se ve la casa. Y cuando alza los ojos, ve la casa llena de pañuelos blancos: llena. No uno, sino tres-cuatro en cada ventana. Así es la misericordia de Dios. No se asusta de nuestro pasado, de nuestras cosas malas: se asusta solamente del cierre. Todos nosotros tenemos cuentas que resolver; pero hacer las cuentas con Dios es algo muy bonito, porque nosotros empezamos a hablar y Él nos abraza. ¡La ternura!

 

Entonces podemos preguntarnos si nosotros mismos hemos experimentado esta ternura, y si nos hemos convertido en testigos de ella. De hecho, la ternura no es en primer lugar una cuestión emotiva o sentimental: es la experiencia de sentirse amados y acogidos precisamente en nuestra pobreza y en nuestra miseria, y por tanto transformados por el amor de Dios.

Dios no confía solo en nuestros talentos, sino también en nuestra debilidad redimida. Esto, por ejemplo, lleva a san Pablo a decir que también hay un proyecto sobre su fragilidad. Así, de hecho, escribe a la comunidad de Corinto: «Para que no me engreía con la sublimidad de esas revelaciones, fue dado un aguijón a mi carne, un ángel de Satanás que me abofetea […]. Por este motivo tres veces rogué al Señor que se alejase de mí. Pero él me dijo: “Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza”» (2 Cor 12,7-9). El Señor no nos quita todas las debilidades, sino que nos ayuda a caminar con las debilidades, tomándonos de la mano. Toma de la mano nuestras debilidades y se pone cerca de nosotros. Y esto es la ternura. La experiencia de la ternura consiste en ver el poder de Dios pasar precisamente a través de lo que nos hace más frágiles; siempre y cuando nos convirtamos de la mirada del Maligno que «nos hace mirar nuestra fragilidad con un juicio negativo», mientras que el Espíritu Santo «la saca a la luz con ternura» (Patris corde, 2). «La ternura es el mejor modo para tocar lo que es frágil en nosotros» (ibíd.). Mirad cómo las enfermeras, los enfermeros tocan las heridas de los enfermos: con ternura, para no herirles más. Y así el Señor toca nuestras heridas, con la misma ternura. «Por esta razón es importante encontrarnos con la Misericordia de Dios, especialmente en el sacramento de la Reconciliación», en la oración personal con Dios, «teniendo una experiencia de verdad y ternura. Paradójicamente, incluso el Maligno puede decirnos la verdad —él es mentiroso, pero se las arregla para decirnos la verdad con el fin de llevarnos a la mentira— pero, si lo hace, es para condenarnos». En cambio, el Señor nos dice la verdad y nos tiende la mano para salvarnos. «Sabemos, sin embargo, que la Verdad que viene de Dios no nos condena, sino que nos acoge, nos abraza, nos sostiene, nos perdona» (cf. ibíd.). Dios perdona siempre: esto metéoslo en la cabeza y en el corazón. Dios perdona siempre. Somos nosotros que nos cansamos de pedir perdón. Pero Él perdona siempre, también las cosas más malas.

Nos hace bien entonces mirarnos en la paternidad de José que es un espejo de la paternidad de Dios, y preguntarnos si permitimos al Señor que nos ame con su ternura, transformando a cada uno de nosotros en hombres y mujeres capaces de amar así. Sin esta “revolución de la ternura” —hace falta, ¡una revolución de la ternura!— corremos el riesgo de permanecer presos en una justicia que no permite levantarnos fácilmente y que confunde la redención con el castigo. Por esto, hoy quiero recordar de forma particular a nuestros hermanos y a nuestras hermanas que están en la cárcel. Es justo que quien se ha equivocado pague por su error, pero es igualmente justo que quien se ha equivocado pueda redimirse del propio error. No puede haber condenas sin ventanas de esperanza. Cualquier condena siempre tiene una ventana de esperanza. Pensemos en nuestros hermanos y nuestras hermanas encarcelados, y pensemos en la ternura de Dios por ellos y recemos por ellos, para que encuentren en esa ventana de esperanza una salida hacia una vida mejor.

 

 

Y concluimos con esta oración:

San José, padre en la ternura,
enséñanos a aceptar ser amados precisamente en lo que en nosotros es más débil.
Haz que no pongamos ningún impedimento
entre nuestra pobreza y la grandeza del amor de Dios.
Suscita en nosotros el deseo de acercarnos al Sacramento de la Reconciliación,
para ser perdonados y también capaces de amar con ternura
a nuestros hermanos y a nuestras hermanas en su pobreza.
Está cerca de aquellos que se han equivocado y por esto pagan un precio;
ayúdales a encontrar, junto a la justicia, también la ternura para poder volver a empezar. Y enséñales que la primera forma de volver a empezar
es pedir perdón sinceramente, para sentir la caricia del Padre.

[1] Cf. Mt 15,13; 21,28-30; 22,2; Lc 15,11-32; Jn 5,19-23; 6,32-40; 14,2;15,1.8.

Saludos:

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Los invito a acercarse a una actitud de Reconciliación para experimentar la misericordia y la ternura de Dios, que nos ayuda a superar nuestras caídas, a levantarnos y a aprender a amar según la medida de su Corazón paternal. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.

LLAMAMIENTO

Mi pensamiento va a la población de las Islas de Tonga, golpeadas en los días pasados por la erupción del volcán submarino que ha causado grandes daños materiales. Estoy espiritualmente cerca de todas las personas probadas, implorando de Dios el alivio por su sufrimiento. Invito a todos a unirse a mí en la oración por estos hermanos y hermanas.

 

 

Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis reflexionamos sobre san José como padre en la ternura. Los evangelios no dan detalles del modo en que José ejerció su paternidad, pero podemos intuir que el hecho de haber sido un hombre “justo” influyó en la educación que le dio a Jesús, al que vio crecer «en sabiduría, en estatura y en gracia» (Lc 2,52), como dice el Evangelio. Por otra parte, Jesús usaba con frecuencia la palabra “padre” para hablar de Dios y de la ternura con que nos ama. Y es hermoso pensar que el primero en transmitir a Jesús esta realidad haya sido José, que lo amó con corazón de padre. En la parábola del Padre misericordioso, Jesús hace referencia a la paternidad de Dios que, sin detenerse en los errores de su hijo, lo acoge con ternura y con alegría, con una actitud desbordante y gratuita de amor y de perdón que supera toda lógica humana. Podemos preguntarnos si dejamos a Dios que nos ame con esa misma ternura para que, llenos de su amor, seamos capaces de amar así a los demás.

 

 

El saludo a la Virgen

Reza a las 12:00 del día el saludo a la Virgen o Angelus.

 

 

V. El Ángel del Señor
lo anunció a María.

R. Y concibió por obra
del Espíritu Santo.

Dios te salve, María…
Santa María…
V. He aquí la esclava
del Señor.

R. Hágase en mí según
tu palabra.

Dios te salve, María…
Santa María…
V. El Verbo se hizo carne.
R. Y vivió entre nosotros.

Dios te salve, María…
Santa María…

V. Ruega por nosotros,
Santa Madre de Dios.

R. Para que seamos dignos
de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

ORACIÓN:

Te pedimos, Señor, infundas tu gracia en nuestras mentes, para que los que hemos conocido por el mensaje del ángel el misterio de la encarnación de tu Hijo, seamos conducidos a la gloria de la resurrección por méritos de su cruz y pasión. Por el mismo Cristo nuestro Señor.

R. Amén

V. Gloria la Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

 

 

La grandeza de lo sencillo

El conocimiento debe ser puesto al servicio del prójimo

 

 

La grandeza del intelecto humano encuentra su culmen no en la expresión glamorosa del pensamiento, sino en la claridad y sencillez de la exposición del mismo, las palabras logran su real sentido cuando encuentran el receptor no sólo comprensión sino también aceptación.

Para muchos intelectuales y líderes de opinión demostrar un uso casi inentendible del lenguaje es signo de conocimiento y prestigio, enterrando ideas bajo un sinfín de palabras cuya única utilidad es la de enaltecer el orgullo y la soberbia del autor.

Existe cierta responsabilidad para aquél que posee lucidez y claridad sobre hechos y situaciones que por su complejidad necesitan ser explicadas, éstos dones no deben ser utilizados para una vanagloria inútil y egoísta, por el contrario, deben ser puestos al servicio del prójimo y de la sociedad, el conocimiento no es poder, el conocimiento es SERVICIO.

 

El reconocer y comprender los signos de los tiempos es un don de DIOS, poner claridad donde la oscuridad ha hecho trinchera requiere sencillez y humildad, la palabra entreverada de soberbia termina oscureciendo aún más lo que supuestamente se quiere iluminar, al ser el conocimiento un don divino sólo puede alcanzar su culmen cuando la humildad destierre la soberbia.

Iluminar el pensamiento humano también debe ir en concordancia con la defensa de los más vulnerables, de aquellos que no tienen voz y por ende son excluidos, estar en una posición de privilegio frente a la opinión pública no debe ser confundida con una fama efímera y pasajera, la palestra debe convertirse en voz profética donde los sin voz encuentran representados sus anhelos.

El tratar de llenar de metáforas incomprensibles el conocimiento alejan la verdad y el entendimiento del destinatario, por ello es responsabilidad del poseedor de la palabra tender puentes en medio de la sociedad, compartiendo saberes y denunciando injusticias.

Una idea clara, enriquecida en sencillez e iluminada a la luz del EVANGELIO tiende a trascender en el tiempo, cumpliendo su misión de iluminar el conocimiento y guiar el entendimiento humano.

El conocimiento no es poder, el conocimiento es SERVICIO y en base a éste logra alcanzar su objetivo primario, ser luz en medio de la oscuridad y ser voz de los excluidos.

 

27 Consejos para ver televisión

Si los seguimos, lograremos que la televisión esté a nuestro servicio y no ser esclavos de ese medio de comunicación.

 

 

La lectura de los 27 consejos nos hace reflexionar sobre el uso de la televisión. Si los seguimos, lograremos que la televisión esté a nuestro servicio y no ser esclavos de ese medio de comunicación.

1. Los padres debemos enseñar a nuestros hijos, tanto a ver espacios televisivos enriquecedores, como a no ver aquellos que puedan ser inconvenientes o que puedan afectarlos en su desarrollo integral como personas. Si los padres no enseñamos a ver televisión a nuestros hijos, ¿quién lo hará por nosotros?

2. Podemos enseñar a los hijos a que no hay que “ver televisión”, sino que ver programas de televisión. Así podremos desarrollar la capacidad de selección y de discriminación, que los habilitará para ver aquello que nos conviene y no mirar aquello que no nos conviene ver. Debemos preguntar a nuestros hijos ¿Qué programa quieren ver?, en lugar de ¿Quieren ver televisión?. No olvidemos que la televisión utilizada con el criterio de ayudar a la educación de los hijos puede ser una herramienta muy eficaz.

 

 

3. Para crear un criterio de selección al momento de ver televisión, es preciso evitar tener prendida la televisión cuando no hay nadie viendo un programa determinado. Siempre es positivo preguntarse: ¿Es necesario que en este momento esté prendido el televisor?. Cuantas veces la televisión permanece horas funcionando sin que nadie esté realmente viendo un programa determinado. Si la apagamos, cuando no es necesario que esté prendida, no solo ahorramos energía y dinero, sino que lo más importante, ganamos silencio y tiempo para nosotros mismos y para la familia.

4. Un buen modo de afirmar las ideas anteriores, es no tener a mano el control remoto. El “zapping”, o la costumbre de cambiar permanentemente de canal de televisión, es contrario al criterio de selección que debemos desarrollar en nuestros hijos. Por otro lado, “la lucha” por el control remoto muchas veces es injusta e inconveniente, ¿no sería preferible acordar de antemano el programa que queremos ver, para no ser esclavos del control remoto, que nos lleva por un vagabundeo interminable que no permite concentrarse ni entender ningún programa?. Si el “zapping” con el control remoto es inevitable, por que se está buscando qué ver, al menos es conveniente enseñar que todos tienen derecho a opinión, y que la selección del programa no es monopolio del mayor, el más fuerte o el dueño de la televisión, para así enseñarles a respetar los derechos y los gustos de cada uno de los miembros de la familia.

 

 

5. No es conveniente que nuestros hijos tengan un aparato de televisión en su habitación. Esta costumbre incentiva el aislamiento de nuestros hijos, provoca una adicción a la televisión y es contrario a la vida de familia. Tengamos presente que una adicción desordenada a la televisión impide el juego de nuestros hijos, el crecimiento de su creatividad y afecta inevitablemente la convivencia familiar.

6. Es siempre conveniente tener un horario preestablecido para ver programas de televisión. Como todas las cosas, la televisión tiene “su lugar” en la vida familiar, junto a otras actividades. En este punto debemos tomar conciencia que nuestro día sólo tiene 24 horas, y si le restamos el tiempo en que dormimos y trabajamos o estudiamos ¿cuánto tiempo libre nos queda?. ¿Es necesario dedicar el escaso tiempo libre que tenemos sólo a la televisión?. ¡Donde queda el tiempo para el juego, la amistad, la cultura, la imaginación y la convivencia familiar!

7. No usemos la televisión como una “niñera electrónica”, dado que ella no cuida verdaderamente a nuestros hijos, especialmente si los dejamos ver “lo que están dando”. Recordemos que la televisión, no puede dar cariño, ni es capaz de advertir a los niños de un eventual peligro. Cuando ambos padres trabajan, este criterio es especialmente importante.

 

 

8. No tengamos prendida la televisión cuando almorcemos o comamos en familia. Cuando se está juntos en familia, durante las comidas, toda nuestra atención debemos ponerla en compartir con nuestros hijos y cónyuge, cuidando ese verdadero tesoro que es estar juntos y con tiempo para conversar y conocernos mejor. No arruinemos o desperdiciemos los mejores momentos en familia “metiendo al medio” una intrusa como invitada principal, que obliga a ser vista y escuchada.

9. La capacidad de imitación que tiene el niño debemos orientarla hacia el conocimiento de personajes reales y ejemplares, por ejemplo deportistas, hombres ilustres, héroes de nuestra historia, personas destacadas en la ayuda a los demás, poetas, etcétera, y no hacia “héroes imaginarios”, “monstruos”, o personajes inexistentes. De esta forma, pondremos a su alcance las vidas de personas que han pasado haciendo el bien, y que merecen ser imitadas.

10. Los padres debemos tratar de acompañar a nuestros hijos a ver televisión. De esta forma podremos conocer verdaderamente los contenidos de los programas para tener juicios más apropiados al momento de emitir nuestra opinión sobre la televisión. Mirando televisión con ellos nos podremos dar cuenta de sus gustos o preferencias, y los efectos que los distintos programas pueden producir en cada uno de ellos.

11. Echarle la culpa a la televisión es la salida fácil. No conviene que los padres renunciemos a la posibilidad de que en la casa se vea siempre buena televisión, teniendo presente que en la programación de la televisión, si buscamos, podremos encontrar casi siempre buenos programas, y que nos corresponde a nosotros el deber y la responsabilidad de ser los principales formadores de nuestros hijos.

 

 

12. La experiencia demuestra que no es conveniente que los niños y jóvenes puedan ver el programa que se les antoje, sobre todo los más pequeños. Tampoco conviene dar por sentado que todos los programas llamados infantiles o de dibujos animados tienen un contenido adecuado para su edad.

13. Los padres debemos informarnos del contenido de los programas de televisión. Cualquier espacio que incluya sexualidad, violencia, maldad, permisividad, delincuencia, racismo, etcétera, no es apto para niños. Y los padres deben saberlo, y evitar que sus hijos los vean. Para lograr esto, se pueden consultar las guías de calificación de la programación de la televisión que se publican a instancias del Ministerio de Educación, del Consejo Nacional de la Televisión, y en revistas especializadas de educación de los hijos, como por ejemplo Hacer Familia o Educar.

14. Una vez informados del contenido de los programas de televisión respetemos la señalización de los programas infantiles: – para todo niño; – para niños mayores de 7 años; y para niños mayores de 12 años, establecida por los canales de televisión, y difundida tanto por el Ministerio de Educación como por el Consejo Nacional de Televisión, para el cuidado de los niños.

 

 

15. Hay que tener presente que los hijos deben aprender valores antes que nada en el ámbito de la familia. Cuidemos de explicar a nuestros hijos que los principios e ideales de los héroes o heroínas de la televisión son la mayoría de las veces son difíciles de aplicar en la vida diaria, donde a diferencia de la televisión, cada acto tiene un costo y una consecuencia positiva o negativa para ellos mismos.

16. Con imaginación y creatividad los padres de familia podemos esforzarnos en buscar alternativas a la televisión, fomentando el deporte, las visitas a museos y parques naturales, las sesiones de teatro, la proyección de videos, las conversaciones familiares, las prácticas de acciones solidarias a favor de los demás, etcétera.

17. La “cultura de la imagen” debe llegar a los niños por medios que no sea exclusivamente la televisión. Enseñémosles a nuestros hijos que fuera de la pantalla existen los paisajes, las puestas de sol, los jardines, los museos y exposiciones, los libros, etcétera, que son infinitamente más bonitos y reales que lo que puedan ver en la televisión. En este mundo hay tanto que ver y que mirar, pero, es necesario que como padres lideremos este esfuerzo, no perdiendo la capacidad de admiración, para que nuestros niños sigan nuestro ejemplo.

 

 

18. Inevitablemente, y no obstante nuestros esfuerzos, habrá contenidos televisivos contrarios a nuestros valores, que nos parezcan inconvenientes o negativos para nosotros o nuestros hijos. Por ello fomentemos en familia el análisis crítico del contenido de los programas de la televisión. Para eso, acostumbremos a nuestros hijos a saber ver y distinguir lo bueno y lo malo que pueda contener un determinado programa de televisión.

19. Los padres tenemos que fomentar que los programas sean analizados y materia de conversación en reuniones de familia, por ejemplo en las comidas. Esto no solo enriquece la comunicación familiar, sino que es una excelente manera de conocer y dar un apoyo concreto a la educación de los valores de nuestros hijos.

20. Las familias, de a poco, pueden crear una videoteca con películas y documentales de interés para los niños, que contengan temas variados y entretenidos. Esta práctica no solo fomentará el gusto por la cultura y la entretención en familia, sino que les servirá para ir creando un criterio selectivo al momento de ver televisión.

 

 

21. Algunos comerciales pueden ser tan peligrosos como los malos programas de televisión. Los padres debemos estar muy atentos para que la televisión no convierta a nuestros hijos en personas superficiales o consumidoras de todo lo que se anuncia. La gran oferta de bienes que existe en la televisión puede ayudarnos a educar a nuestros hijos en un “consumo inteligente”, basado en la satisfacción de las reales necesidades, mas que la de los gustos. Nunca hay que hacer caso de la publicidad de juegos que inciten a la violencia, a la discriminación, y al racismo.

22. Los padres de familia, tenemos el derecho y el deber de iniciar a nuestros hijos en una positiva y prudente educación sexual, que evite que una imagen distorsionada del amor humano y del sexo les sea trasmitida a través de cualquier medio, y en particular los programas o avisos de la televisión.

23. No podemos dejar que nuestros hijos vean televisión de mala calidad. Si estos programas de televisión son vistos por nuestros hijos, confundirán la realidad con la ficción, se desorientarán y equivocarán al comprender y valorar el sentido de la vida. Transigir con la mala calidad de aquellos programas de televisión inadecuados para los niños, dejando que los vean, equivale a hacerse cómplice de lo que sabemos distorsiona los valores que le servirán de fundamento para el resto de su vida, y atenta contra los derechos de la infancia.

 

 

24. Hay que evitar a toda costa que el ver o no ver televisión se convierta para los niños en un premio o castigo.

25. Los padres de familia podemos organizarnos para exigir una televisión de calidad, especialmente en horarios infantiles. Las actitudes groseras, los hábitos y comportamientos antisociales, las obscenidades del lenguaje, la pérdida del sentido de la autoridad, la vulgaridad y la frivolidad, la apología subliminal o directa de conductas reprochables, la discriminación de la mujer o su utilización como objeto sexual y cualquier menosprecio a la vida humana, deben ser erradicados, especialmente de los espacios que tengan a los niños como destinatarios.

26. Ante una programación infantil con baja, discutible y reprobable calidad, los padres de familia tenemos la ineludible responsabilidad de poner en marcha una crítica constructiva, ejerciendo así nuestros derechos ciudadanos. Asimismo, y como contrapartida al esfuerzo realizado por muchos de quienes trabajan en el ámbito de la televisión, es conveniente incentivar una buena televisión, resaltando y difundiendo entre nuestros amigos los buenos programas de televisión.

27. El ejemplo es la herramienta más eficaz que tenemos los padres en nuestras manos. Si vemos mucha televisión, o postergamos nuestros deberes o actividades familiares o recreativas con nuestros hijos por ver televisión, o vemos televisión de mala calidad, ¿con qué criterio vamos a evitar que nuestros hijos vean aquellos programas negativos para ellos?