Luke 11:15-26

Amigos, el Evangelio de hoy nos habla de una persona poseída por el demonio. Jesús se encuentra con este hombre y expulsa al demonio, pero inmediatamente después se lo acusa de estar del lado de Satanás. Algunos de los testigos decían, “Éste expulsa a los demonios con el poder de Satanás, el príncipe de los demonios”.

La respuesta de Jesús es maravillosa por ser lógica y concisa:  “Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino?”.

El poder del demonio es siempre algo que dispersa. Quiebra la comunión. Jesús, sin embargo, es siempre la voz de la communio, Aquél que junta y une.

Pensemos cuando Jesús alimentó a esa multitud de cinco mil personas. Frente a esa gran cantidad de gente hambrienta sus discípulos le pedían, “despide a la multitud así pueden ir a sus aldeas y comprar alimentos”. Pero Jesús responde, “No hay necesidad de que se vayan; dadles vosotros de comer”.

Cualquier cosa que lleve a la Iglesia a separarse es un eco de este impulso a “despedir a la multitud”, y un recordatorio de la tendencia demoníaca a dividir. Cuando los tiempos son amenazantes y de prueba, este es un instinto muy común. Culpamos, atacamos, quebramos, y dispersamos. Pero Jesús dice lo cierto: “No hay necesidad de que se vayan”.

Juan XXIII, Santo

Memoria litúrgica, 11 de octubre

Por: Redacción | Fuente: Vatican.va

CCLXI Papa

Martirologio Romano: En Roma, Italia, San Juan XXIII, Papa, cuya vida y actividad estuvieron llenas de una singular humanidad. Se esforzó en manifestar la caridad cristiana hacia todos y trabajó por la unión fraterna de los pueblos. Solícito por la eficacia pastoral de la Iglesia de Cristo en toda la tierra, convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II. ( 1963)

Fecha de beatificación: 3 de septiembre de 2000, por S.S. Juan Pablo II.
Fecha de canonización: 27 de abril de 2014, por S.S. Francisco

Memoria litúrgica: 11 de octubre

Breve Biografía

Nació en el seno de una numerosa familia campesina, de profunda raigambre cristiana. Pronto ingresó en el Seminario, donde profesó la Regla de la Orden franciscana seglar. Ordenado sacerdote, trabajó en su diócesis hasta que, en 1921, se puso al servicio de la Santa Sede. En 1958 fue elegido Papa, y sus cualidades humanas y cristianas le valieron el nombre de «papa bueno». Juan Pablo II lo beatificó el año 2000 y estableció que su fiesta litúrgica se celebre el 11 de octubre.

Nació el día 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, diócesis y provincia de Bérgamo (Italia). Ese mismo día fue bautizado, con el nombre de Ángelo Giuseppe. Fue el cuarto de trece hermanos. Su familia vivía del trabajo del campo. La vida de la familia Roncalli era de tipo patriarcal. A su tío Zaverio, padrino de bautismo, atribuirá él mismo su primera y fundamental formación religiosa. El clima religioso de la familia y la fervorosa vida parroquial, fueron la primera y fundamental escuela de vida cristiana, que marcó la fisonomía espiritual de Ángelo Roncalli.

Recibió la confirmación y la primera comunión en 1889 y, en 1892, ingresó en el seminario de Bérgamo, donde estudió hasta el segundo año de teología. Allí empezó a redactar sus apuntes espirituales, que escribiría hasta el fin de sus días y que han sido recogidos en el «Diario del alma». El 1 de marzo de 1896 el director espiritual del seminario de Bérgamo lo admitió en la Orden franciscana seglar, cuya Regla profesó el 23 de mayo de 1897.

De 1901 a 1905 fue alumno del Pontificio seminario romano, gracias a una beca de la diócesis de Bérgamo. En este tiempo hizo, además, un año de servicio militar. Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1904, en Roma. En 1905 fue nombrado secretario del nuevo obispo de Bérgamo, Mons. Giácomo María Radini Tedeschi. Desempeñó este cargo hasta 1914, acompañando al obispo en las visitas pastorales y colaborando en múltiples iniciativas apostólicas: sínodo, redacción del boletín diocesano, peregrinaciones, obras sociales. A la vez era profesor de historia, patrología y apologética en el seminario, asistente de la Acción católica femenina, colaborador en el diario católico de Bérgamo y predicador muy solicitado por su elocuencia elegante, profunda y eficaz.

En aquellos años, además, ahondó en el estudio de tres grandes pastores: san Carlos Borromeo (de quien publicó las Actas de la visita apostólica realizada a la diócesis de Bérgamo en 1575), san Francisco de Sales y el entonces beato Gregorio Barbarigo. Tras la muerte de Mons. Radini Tedeschi, en 1914, don Ángelo prosiguió su ministerio sacerdotal dedicado a la docencia en el seminario y al apostolado, sobre todo entre los miembros de las asociaciones católicas.

En 1915, cuando Italia entró en guerra, fue llamado como sargento sanitario y nombrado capellán militar de los soldados heridos que regresaban del frente. Al final de la guerra abrió la «Casa del estudiante» y trabajó en la pastoral de estudiantes. En 1919 fue nombrado director espiritual del seminario.

En 1921 empezó la segunda parte de la vida de don Ángelo Roncalli, dedicada al servicio de la Santa Sede. Llamado a Roma por Benedicto XV como presidente para Italia del Consejo central de las Obras pontificias para la Propagación de la fe, recorrió muchas diócesis de Italia organizando círculos de misiones. En 1925 Pío XI lo nombró visitador apostólico para Bulgaria y lo elevó al episcopado asignándole la sede titular de Areópoli. Su lema episcopal, programa que lo acompañó durante toda la vida, era: «Obediencia y paz».

Tras su consagración episcopal, que tuvo lugar el 19 de marzo de 1925 en Roma, inició su ministerio en Bulgaria, donde permaneció hasta 1935. Visitó las comunidades católicas y cultivó relaciones respetuosas con las demás comunidades cristianas. Actuó con gran solicitud y caridad, aliviando los sufrimientos causados por el terremoto de 1928. Sobrellevó en silencio las incomprensiones y dificultades de un ministerio marcado por la táctica pastoral de pequeños pasos. Afianzó su confianza en Jesús crucificado y su entrega a él.

En 1935 fue nombrado delegado apostólico en Turquía y Grecia. Era un vasto campo de trabajo. La Iglesia católica tenía una presencia activa en muchos ámbitos de la joven república, que se estaba renovando y organizando. Mons. Roncalli trabajó con intensidad al servicio de los católicos y destacó por su diálogo y talante respetuoso con los ortodoxos y con los musulmanes. Cuando estalló la segunda guerra mundial se hallaba en Grecia, que quedó devastada por los combates. Procuró dar noticias sobre los prisioneros de guerra y salvó a muchos judíos con el «visado de tránsito» de la delegación apostólica. En diciembre de 1944 Pío XII lo nombró nuncio apostólico en París.

Durante los últimos meses del conflicto mundial, y una vez restablecida la paz, ayudó a los prisioneros de guerra y trabajó en la normalización de la vida eclesiástica en Francia. Visitó los grandes santuarios franceses y participó en las fiestas populares y en las manifestaciones religiosas más significativas. Fue un observador atento, prudente y lleno de confianza en las nuevas iniciativas pastorales del episcopado y del clero de Francia. Se distinguió siempre por su búsqueda de la sencillez evangélica, incluso en los asuntos diplomáticos más intrincados. Procuró actuar como sacerdote en todas las situaciones. Animado por una piedad sincera, dedicaba todos los días largo tiempo a la oración y la meditación.

En 1953 fue creado cardenal y enviado a Venecia como patriarca. Fue un pastor sabio y resuelto, a ejemplo de los santos a quienes siempre había venerado, como san Lorenzo Giustiniani, primer patriarca de Venecia.

Tras la muerte de Pío XII, fue elegido Papa el 28 de octubre de 1958, y tomó el nombre de Juan XXIII. Su pontificado, que duró menos de cinco años, lo presentó al mundo como una auténtica imagen del buen Pastor. Manso y atento, emprendedor y valiente, sencillo y cordial, practicó cristianamente las obras de misericordia corporales y espirituales, visitando a los encarcelados y a los enfermos, recibiendo a hombres de todas las naciones y creencias, y cultivando un exquisito sentimiento de paternidad hacia todos. Su magisterio, sobre todo sus encíclicas «Pacem in terris» y «Mater et magistra», fue muy apreciado.

Convocó el Sínodo romano, instituyó una Comisión para la revisión del Código de derecho canónico y convocó el Concilio ecuménico Vaticano II. Visitó muchas parroquias de su diócesis de Roma, sobre todo las de los barrios nuevos. La gente vio en él un reflejo de la bondad de Dios y lo llamó «el Papa de la bondad». Lo sostenía un profundo espíritu de oración. Su persona, iniciadora de una gran renovación en la Iglesia, irradiaba la paz propia de quien confía siempre en el Señor. Falleció la tarde del 3 de junio de 1963.

Juan Pablo II lo beatificó el 3 de septiembre del año 2000, y estableció que su fiesta litúrgica se celebre el 11 de octubre [1], recordando así que Juan XXIII inauguró solemnemente el Concilio Vaticano II el 11 de octubre de 1962.

El milagro para su beatificación

El hecho atribuido a la intercesión del Papa Bueno hace referencia a la inexplicable curación de una religiosa, Sor Caterina Capitani, enferma de una dolencia estomacal. Era el año 1966 (apenas tres años después de la muerte de Juan XXIII), cuando la entonces joven Caterina Capitani examinada por los médicos de Nápoles recibió el terrible diagnóstico: «Perforación gástrica hemorrágica con fistulación externa y peritonitis aguda».

Un caso a todas luces desesperado en el que el desenlace fatal había sido ya aceptado por la familia. Sin embargo, el 22 de mayo de 1966, las hermanas de la enferma, sabedoras de que Caterina era una ferviente admiradora de Juan XXIII, oraron pidiendo su intercesión mientras le colocaban una imagen del Papa sobre el estómago de Sor Caterina. Pocos minutos después, la monja, a la que ya habían administrado el sacramento de la unción de los enfermos, comenzó a sentirse bien y pidió comer.

Sor Caterina Capitani, quien falleció en marzo del 2010 (a la edad de 68 años), relató haber visto a Juan XXIII sentado al pie de su cama de enferma, diciéndole que su plegaria había sido escuchada. Días más tarde, una radiografía documentó la desaparición completa del mal que padecía. La ciencia, fue incapaz de dar una explicación a la curación, además en el estómago no le quedaron señales de las cicatrices causadas por la fístula. Una comisión de médicos calificó de «inexplicable científicamente» la curación de la religiosa.

La canonización

El papa Juan XXIII tenía en su haber más de veinte curaciones inexplicables atribuidas a su intercesión, incluidas dos de las que su postulador estába convencido de que soportarían el riguroso examen del equipo de asesores médicos de la congregación.

Entre los casos más interesantes, está la historia de una mujer de Nápoles que en 2002 ingirió sin querer una bolsa de cianuro. Invocando al beato se salvó del envenenamiento sin dañar los riñones, o el bazo, y curando al mismo tiempo la cirrosis hepática.

Pero un segundo milagro comprobado no fue necesario.  El 5 de julio de 2013 el Papa Francisco firmó el decreto en el cual se aprueba la votación a favor de la canonización del Beato Juan XXIII (Angelo Giuseppe Roncalli) realizada el día 2 del mismo mes y año en la sesión ordinaria de los Cardenales y Obispos de la Congregación para la Causa de los Santos.

Para conocer más sobre este proceso recomendamos leer el artículo ¿Por qué Juan XXIII será santo sin milagro?
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NOTA
[1] En el santoral los santos y beatos se inscriben en su fecha de muerte, día de su ingreso a la casa del Padre. La fiesta litúrgica no tiene que coincidir obligatoriamente con la fecha de recordación en el santoral.

Valorar el bien

Santo Evangelio según San Lucas 11, 15-26. Viernes XXVII de Tiempo Ordinario.

Por: Jorge Alberto Leaños García, LC | Fuente: somosrc.mx

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, quiero ponerme en tu presencia para que, tomando conciencia de lo que eres, te ame apasionadamente como Tú lo has hecho desde la creación del mundo hasta el momento de tu nacimiento, desde el pesebre hasta la cruz y desde la cruz hasta llegar a mi lado.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 15-26

En aquel tiempo, cuando Jesús expulsó a un demonio, algunos dijeron: «Éste expulsa los demonios con el poder de Belzebú, el príncipe de los demonios». Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa. Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: «Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder de Belzebú. Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan los hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo los demonios con el dedo de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes.

El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo, y al no hallarlo, dice: ‘Volveré a mi casa, de donde salí’. Y al llegar, la encuentra barrida y arreglada. Entonces va por otros siete espíritus peores que él y vienen a instalarse allí, y así la situación final de aquel hombre resulta peor que la de antes».

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hay un viejo dicho que dice: Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

Juzgar y hablar mal sobre sucesos o personas tiene, regularmente, un efecto negativo. La tendencia natural que tenemos es pensar mal sin haber conocido todas las circunstancias. No se trata de dejar de ser críticos y nunca juzgar lo que es incorrecto, sino de hacer un esfuerzo por promover el bien que muchas veces queda en el olvido.

Cristo fue juzgado en el pensamiento de las personas que le veían y vio claramente la obra del demonio en estos actos aparentemente inapreciables. No dudó al corregir este defecto y fue radical en el momento de señalar el error. O promovemos el bien o promovemos el mal; no existe término medio. O recogemos el bien que encontramos en cada momento de nuestra vida o dispersamos en el olvido todo acto generoso que pudimos haber valorado.

Es difícil fijarnos siempre en lo bueno de las mil noticias que nos llegan. Pero, si hacemos el hábito de buscar el bien, podremos llegar al punto en que veremos la mano de Dios llena de bondad por detrás de cada desastre o incomprensión, porque todo contribuye al bien para aquellos que aman a Dios (Rm. 8,28).

Siempre existirá el bien, pero es nuestra misión hacerlo resplandecer. Ayuda bastante dejar de lado los juicios e intentar ponernos sencillamente delante del sagrario, llevar al altar todo lo que no entendemos en el momento y esperar pacientemente, así como María lo hizo junto al pesebre, junto a la cruz y, hasta el día de hoy, junto al sagrario.

«Hoy se es perseguido no solo por ser cristianos sino también porque se es imagen de Dios, y por esto el demonio persigue y los imperios continúan las persecuciones hoy. Nosotros no debemos permitirnos ser ingenuos. Hoy en el mundo no solo los cristianos son perseguidos: los humanos, el hombre y la mujer, porque el padre de toda persecución no tolera que sean imagen y semejanza de Dios. Y ataca y destruye esa imagen. No es fácil de entender esto, se requiere mucha oración para entenderlo. Que el Señor, hoy, nos haga entender mejor esta gran persecución cultural a través de las colonizaciones culturales, a través de la guerra, a través del hambre, a través de la esclavitud. Que el Señor nos haga entender: hoy el mundo es un mundo de esclavos; no es fácil ser libre, hoy. Que el Señor nos dé la gracia de luchar contra esto y restaurar con la fuerza de Jesucristo -porque Él ha venido para esto, para recrear, para restaurar- la imagen de Dios que están en todos nosotros».

(Homilía de S.S. Francisco, 1 de junio de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy trataré de ver la mano de Dios en alguna persona o circunstancia concreta y buscaré hacer siempre el bien.

Despedida

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Por qué rezar el Rosario? Responden san Juan XXIII y san Juan Pablo II

JEFFREY BRUNO | ALETEIA

Ary Waldir Ramos Díaz – publicado el 27/04/20

Frases inolvidables sobre la oración a la Virgen María de dos papas santos en el sexto aniversario de su canonizaciónEl papa Francisco canonizó el 27 de abril de 2014 a dos ‘papas santos’ que perseveraron unánimes en la oración con María, la Madre de Jesús. Juan Pablo II y Juan XXIII eran devotos del Rosario, ambos impulsaron el rezo mariano.  

En esta línea, Francisco invitó a todos los fieles del mundo a rezar desde casa también dos oraciones dirigidas a la Virgen María en mayo 2020 para avivar la fe y la esperanza en estos duros momentos para la humanidad confinada por el Coronavirus. “Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine”, dice en la primera oración. 

Juan Pablo II animaba a rezar el Rosario en momentos dramáticos y difíciles. Así lanzó un Año del Rosario entre octubre de 2002 a octubre de 2003. En el Jubileo para el año 2000 invitaba a ver la Cruz de Jesús, contemplando el sufrimiento de María a sus píes y después de los atentados a las Torres Gemelas en New York, instó a los católicos a rezar el Rosario por la paz y antes por la familia. 

Papa Wojtyla fue el segundo pontífice, después de Pío XII, en convocar un año mariano, entre 1987 y 1988, para dedicarlo al culto a la Virgen María. Además, beatificó a los pastorcitos de Fátima, Jacinta y Francisco Marto, grandes impulsores del rezo del Rosario por petición de la Virgen, incluso tenía una devoción personal dado que el 13 de mayo de 1981, día de la Virgen de Fátima, Wojtyla sufre un atentado del que sale milagrosamente vivo.

Juan XXIII indicó asimismo que para quien cree en Jesús, para quien pertenece a la Iglesia, la Virgen estaba ahí como una Madre con los brazos abiertos en el momento de la tribulación.  En 1961 realizó un “pequeño ensayo de devotos pensamientos de los misterios del Rosario”. 

Allí como un pastor ‘bueno’ explica con palabras sencillas los misterios del Rosario: “Orar por la perseverancia final y por la paz sobre la tierra, que abre las puertas de la eternidad bienaventurada”. Además, dedicó una entera encíclica al rezo del Rosario. (Grata Recordatio 26.09.1959). 

He aquí algunas frases inolvidables de san Juan XXIII y san Juan Pablo II sobre el Rosario de María: 

San JUAN XXIII y el Rosario de María:  

“Sea el Rezo del santo Rosario en familia bálsamo de paz para vuestros hogares. Vayan a María vuestros niños para salvar la inocencia y el candor”  (13.12.1959).